(II) EL BOTÍN DE LOS MONTONEROS ARGENTINOS EN CUBA. (In Spanish).
El ex-Coronel Filiberto Castiñeiras “Felo” entró en contacto con el botín montonero cuando servía como ayudante ejecutivo del brigadier general Martínez Gil, jefe de las Tropas Especiales, una unidad de élite que respondía al mando de Abrantes, entonces viceministro del Interior a cargo de la seguridad del Estado. Esta unidad servía de enlace para operaciones de ayuda a los movimientos revolucionarios, lo que explica la decisión de mandar allí el dinero.
Nacido en La Habana hace 51 años, tenía 14 cuando la revolución se instaló en la isla. Ingresó en las Fuerzas Armadas en 1965, en la división de Seguridad Personal, y alcanzó el grado de coronel en 1988.
La caída de Abrantes, como corolario de los fusilamientos de Ochoa y De la Guardia, arrastró la suya propia. Acusado de “abuso de autoridad”, fue sentenciado a dos años de prisión y compartió la celda con Abrantes y con el ex ministro de Transportes Diocles Torralba, también sentenciado en el mismo episodio.
Excarcelado bajo libertad condicional al cabo de un año, pasó un largo período de desocupación hasta que logró emplearse en Friochave, una empresa mixta con capital español, que importaba equipos de aire acondicionado para la isla.
Pero las presiones de la seguridad del Estado para que dejara el trabajo lo llevaron a tomar la decisión de salir de Cuba. Lo hizo en agosto de 1993, en una embarcación de 21 pies de eslora, junto a un grupo de familiares. Tras una travesía estremecedora en medio de un mar embravecido, fueron recogidos en alta mar por un buque crucero.
La conversación con Castiñeiras echa luz, por primera vez, sobre el destino detallado de los fondos montoneros transferidos a Cuba a comienzos de los setenta.
-¿Cuándo escuchó por primera vez sobre la existencia del dinero de los montoneros?
-Eso llegó a través del embajador en Buenos Aires, Emilio Aragonés Navarro. Emilio tenía relaciones muy directas con Fidel y también con Abrantes. Estamos hablando del año 1975. Me imagino que los montoneros le plantearon el tema del dinero a Emilio, en Buenos Aires. Emilio se lo planteó a Fidel, éste le debe haber planteado a Abrantes la necesidad de traer ese dinero, y se trajo. Llegó directamente a la unidad nuestra.
-¿Cómo se llevó el dinero?
-Todo se hizo a través del correo diplomático.
-¿Los montoneros llevaron el dinero a la embajada de Cuba en Buenos Aires y la embajada se encargó de enviarlo a Cuba?
-Sí.
-La cifra que se ha mencionado repetidamente es 50 millones de dólares. ¿Es esa la suma correcta?
-No. A Cuba llegaron 42 millones de dólares.
-¿Llegaron en efectivo?
-Sí, en efectivo.
-¿Y qué hicieron con él?
-Lo teníamos guardado en una oficina secreta.
-¿Cuándo exactamente empezó usted a participar en eso?
-Bueno, desde el momento en que el dinero llegó a la unidad. Yo era responsable de todo el dinero.
-¿El dinero llegó a la unidad con qué instrucciones?
-Abrantes le dio indicaciones a Pascual (Martínez Gil) y fueron trasladando el dinero a la unidad. De a poco, no puedo decir exactamente en cuánto tiempo, pero fue llegando…
-¿No llegó de una sola vez?
-No, de una sola vez no llegó. Y a partir de allí tuvimos nosotros el control de ese dinero. Por un buen tiempo…
-Cuando dice que tuvieron el control, ¿significa que el dinero quedó allí, en la unidad, en efectivo?
-Sí.
-¿En una caja fuerte?
-Sí, una gran caja fuerte que teníamos en la unidad. Era prácticamente un cuarto, habilitado precisamente para eso, con una gran puerta con combinación, etcétera.
-¿Y cuál era el sentido de tener el dinero en una caja fuerte?
-En principio llegó con la intención de dejarlo allí; después vendrían otras indicaciones de qué hacer con ese dinero.
-¿O sea que cuando los montoneros les entregaron el dinero, esa plata no devengaba intereses?
-En ese momento, no. Posteriormente, sí devengó intereses.
-¿Qué más había en esa enorme caja fuerte?
-Ahí estaban todas las operaciones especiales que se habían hecho.
-¿Documentos?
-Sí, documentos.
-¿Cómo era el procedimiento para la llegada del dinero? ¿Hubo instrucciones por escrito?
-No, nada por escrito. Eso Abrantes se lo decía a Pascual y él me lo comunicaba a mí. “Oye, van a traer un dinero. Hay que contarlo. Hay que saber qué tenemos aquí”. Y eso fue lo que hicimos. Contarlo, cada vez que llegaba.
-¿Llegaba en partidas de cuánto?
-Bueno, ahora no lo recuerdo exactamente. Pero fue llegando en un período corto de tiempo y empezamos nosotros a contabilizarlo y a tenerlo guardado.
-¿Ustedes conocían el origen del dinero? ¿Sabían que pertenecía a los montoneros?
-Sí, lo sabíamos.
-¿Cómo lo sabían?
-Por la prensa. La jefatura de tropa tenía acceso a todos los cables internacionales. Pero para nosotros eso era una cosa normal, no era nada que pudiera alterarle el pulso a nadie.
-¿Había otros movimientos que tenían dinero depositado en Cuba?
-No. En esas cantidades, no. Pero ahí podía pasar cualquier cosa. Eso era lo bonito que tenía ese trabajo, que uno siempre estaba metido en algo novedoso.
-¿Había algún argentino en contacto con ustedes para el manejo del dinero?
-No. En esa primera etapa, no. El dinero había salido de las manos de los argentinos y ellos no tenían idea de dónde se encontraba.
-¿Qué pasó después?
-Bueno, después se inició una operación para lavar el dinero. Se organizó un comando a cargo de Tony de la Guardia, que empezó a lavarlo en Suiza y así se lavaron unos tres millones.
-¿Cuál era el procedimiento que se usaba para lavar el dinero?
-Se despachó un equipo a Suiza con parte del dinero. Fueron a la embajada de Cuba en Suiza y allí, el contacto de ellos les proveía nuevas identidades y pasaportes falsos de otras nacionalidades. A partir de allí, ellos iban depositando el dinero en bancos suizos y al poco tiempo lo volvían a sacar y se lo llevaban. En ese tiempo había muchas menos restricciones en Suiza para depositar y sacar dinero. Pero la operación tomaba mucho tiempo y era mucha la presión que sentían.
-¿De dónde venía la presión?
-Yo creo que era resultado de entrar en un banco con 500 mil dólares en la mano y en una semana volverlo a sacar. La presión bajo la cual vivían era bien fuerte. Y estaba, como dije, el factor del tiempo que tomaba todo eso. Porque, ¿cuánto dinero podían meter sin que levantara sospechas? Mover 42 millones de dólares no es fácil. De modo que llegó un momento en que se mandó suspender la operación y Abrantes, por supuesto que por indicación de Fidel, coordinó todo como para que el Banco Nacional de Cuba entregara este dinero en Checoslovaquia.
Así que se montó una operación para llevar el resto del dinero a Praga. Y los checos se encargaron de lavarlo y situar las cantidades que fuera pidiendo Cuba en el Banco Nacional de Cuba (BNC), a través de los propios correos que iban, lo recogían y lo depositaban en el banco de acuerdo con el mecanismo bancario que ellos tenían establecido.
-¿Los checos conocían el origen de este dinero?
-No lo sé. Esto ya era materia de una coordinación entre el presidente del BNC y el del Banco Central checo. Pero sí sé que se entregó porque yo fui el que tuvo que llevarlo.
-¿Cómo fue esa operación?
-Se organizó un equipo a mi cargo, integrado por dos correos y dos hombres más de tropa y nos dedicamos a llevar el dinero a Checoslovaquia.
-¿De una vez?
-No. Lo hicimos en tres viajes.
-¿Cuándo llevaban en cada viaje?
-Entre doce y trece millones de dólares.
-¿Contaban el dinero antes de salir?
-Claro.
-¿Entre cuántos?
-Dos secretarias y yo.
-¿Cuánto tiempo toma contar trece millones de dólares?
-No tomaba tanto. Venía en billeres grandes.
-¿Y cómo lo llevaban?
-En valijas. Viajábamos tres personas -los dos correos y yo- y llevábamos dos valijas cada uno.
-¿Despachaban las valijas?
-No. Las llevábamos a bordo con nosotros.
-¿Con qué compañía viajaban?
-Con Cubana y con Czechoslovak .
-¿Qué hacían una vez que llebagan a Praga?
-Nos íbamos a la embajada y de allí directamente al banco.
-¿También utilizaban documentación falsa?
-No. En Checoslovaquia nos movíamos directamente con nuestros propios nombres.
-¿Volvían a contar el dinero cuando llegaban al banco?
-No. Simplemente entregábamos las valijas y ellos se encargaban de todo lo demás.
-¿A quién se las entregaban?
-Bueno, el banco tenía una persona especialmente designada para eso.
-¿En qué fecha se hizo esta operación?
-A fines del 75. Me acuerdo porque precisamente en noviembre del 75 es cuando salen las tropas para Angola. Yo regresaba, creo que del segundo viaje a Praga, y el día en que llego a La Habana me entero de que la Unidad está saliendo para Angola. Entonces lo fui a ver a Pascual (Martínez Gil) para pedirle que me dejara ir a Angola con la Unidad, pero él me insistió en que debía quedarme para completar esa misión.
-¿Qué pasó una vez que todo el dinero fue depositado en Praga?
-Bueno, los checos lo iban situando de acuerdo con lo que hiciera falta.
-Un aspecto que no me queda bien en claro: si existía un Banco Nacional de Cuba, ¿por qué era necesario salir a lavar el dinero en Suiza o en Checoslovaquia? ¿Por qué no podía depositarse ese dinero en el BNC?
-El problema es que Cuba supuestamente no podía manejar dólares. Una de las disposiciones de los americanos era que Cuba no podía manejar directamente dólares. Además, aun si hubiera existido la autorización, me imagino que un dinero llevado directamente a Cuba iba a resultar muy fácil de rastrear. Había que invertirlo o lavarlo en otro lado.
-¿Cuándo comenzó a tener contacto con los montoneros?
-Después de la operación en Checoslovaquia. Yo quedé a cargo del manejo de las finanzas nuestras con ellos y conocí a casi todos los jefes montoneros.
-¿A quiénes conoció?
-Conocí a “Pepe”, es decir a (Mario) Firmenich; a “Carlitos”, que era (Roberto) Perdía; al “Vasco”, (Fernando) Vaca Narvaja; a “Roque”, que era Raúl Yáger; al “Viejo” (Juan) Gelman…
-¿A Rodolfo Galimberti?
-De Galimberti no me acuerdo. Tengo que haberlo visto al “Flaco”, como lo llamaban ellos, pero realmente no me acuerdo.
-¿Quién más?
-Bueno, en La Habana conocí a la mujer de “Pepe” (Firmenich) y a una hija, a la que le faltaban un brazo y un ojo como consecuencia, creo, de las cosas que le hicieron a su mamá en la cárcel cuando estaba embarazada.
A Pepe dio la casualidad de que tuve que ir a buscarlo a Italia, cuando fue por primera vez a Cuba, para darle cobertura. Fuimos a buscarlo a Roma con Hernández de Medina, que era el primer secretario de la embajada de Cuba en Buenos Aires.
En otra oportunidad lo llevé al Líbano, para que se entrevistase con (Yasser) Arafat.
-Según entiendo, hasta la operación de traslado del dinero a Praga los montoneros no tenían conocimiento de dónde se encontraban los fondos. ¿Qué pasó después? ¿Empezaron a tener acceso a ese dinero?
-Sí. A partir del momento en que se instalaron en Cuba, tenían total decisión sobre él. Ese dinero fue de ellos siempre, e iban solicitando determinadas cantidades mensualmente.
-¿Cuál era el procedimiento? ¿Cualquiera de ellos podía solicitar dinero?
-Era indistinto. Generalmente el designado era “Roque” (Yáguer). Pero podía llamar “Pepe” (Firmenich) o “Carlitos” (Perdía) y me decían: “Mira, Felo, me hace falta esta cantidad”… Generalmente la pedían por mes.
-¿Qué cantidades solicitaban?
-Cantidades que podían oscilar entre cien mil, ciento y tantos miles… Hubo días de recoger seiscientos mil dólares… Este dinero estuvo ganando intereses en Cuba. A veces sacaban solamente el interés y no sacaban del capital, y con eso jugaban. Hasta que lo sacaron todo. Y se lo llevaron.
-¿Se llevaron todo el dinero?
-Todo.
-¿No quedó dinero de los montoneros en poder de las autoridades cubanas?
-No, que yo sepa.
-¿Cuándo sucedió eso?
-Yo dejé de tener el control de ese dinero como en el año 82. Ya para esa fecha creo que no quedaban más de seis millones.
-¿Cómo se llevaban el dinero?
-En efectivo.
-Ellos iban a su oficina…
-Sí. O se los entregaba el oficial que los atendía. Pero, generalmente, lo venían a buscar a mi oficina.
-¿Y ustedes de dónde sacaban el dinero? ¿Tenían siempre fondos disponibles?
-Nosotros solicitábamos al banco las cantidades que nos hicieran falta. Avisábamos al banco que nos hacía falta tal cantidad y lo íbamos a recoger.
-¿Eso figuraba bajo un número de cuenta especial?
-Sí. Y había un individuo que atendía exclusivamente esa cuenta.
-¿Usted llevaba una contabilidad de ese dinero?
-Exactamente. En un momento dado se varió el procedimiento. Se creó un banco que se llama Banco Financiero Internacional, un banco cubano con capital supuestamente panameño, que funciona desde Cuba. Ese banco sí puede operar con dólares. Emilio Aragonés, el que había sido embajador en Buenos Aires, fue designado presidente del banco y ellos se pusieron de acuerdo para sacar el dinero del BNC y trasladarlo al Banco Financiero, y de allí lo iban sacando.
-Pero Usted dice que se llevaron todo el dinero…
-Todo el dinero.
-¿También se llevaron el dinero depositado en el Banco Financiero?
-Así es.
Ayer y Hoy…
“Desde el secuestro de los Born pasaron 22 años y, según se ve en la vida posterior de sus protagonistas, mucha agua bajo el puente.
Mario Firmenich, jefe de los montoneros, indultado en 1990, se licenció en Economía con uno de los mejores promedios y vive en La Matanza con su mujer y sus cinco hijos. En julio hizo su reaparición política junto con un centenar de peronistas, sin mayor suceso.
Fernando Vaca Narvaja, segundo en la conducción del grupo guerrillero, fue el primer montonero en alcanzar un cargo público ejecutivo: secretario de Industria en la Municipalidad de General Sarmiento (1994-1995).
Roberto Cirilo Perdía, tercero en la línea de mando, estuvo prófugo durante seis años y retornó al país en octubre de 1989, junto con Vaca Narvaja. Ya habían sido indultados. Entre 1991 y 1995 fue asesor del diputado Jorge Niño (PJ-San Luis). Abogado, sigue ligado al oficialismo y pronto publicará un libro testimonial.
Raúl Clemente Yáguer, que también integró la cúpula montonera, murió el 30 de abril de 1983. “Fue abatido -según la versión oficial- en un enfrentamiento que se produjo al resistirse a un control de rutas asistemático”.
Firmenich, Perdía y Vaca Narvaja no quisieron dar a La Nación su versión sobre el destino de los 42 millones de dólares que fueron llevados a Cuba. En 1989, Galimberti acusó a Vaca Narvaja y a Perdía de haberse enriquecido con ese dinero.” (Mario Diament, Periodista).
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The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.