Los sicólogos y siquiatras en el mundo entero no lo saben, ni poseen un libro de texto que lo indique, pero en la actitud y fraseología cubana podían encontrar la cura para la mayoría de los casos de depresión crónica.
Ya con cuatro palabritas cubanas ellos verían que sus pacientes se sienten un poquito mejor, y esas palabras son: “¡Yo soy el caballo!” Yo les garantizo a los siquiatras que si logran que el enfermo repita 100 veces al día “yo soy un tigre”, a lo mejor comienza a rugir, y desaparece la depresión.
Por favor, si no hay nada mejor que decir: “A mí, plin” ante cada problema que encaramos en esta vida… Y también es bueno levantarnos la moral diciendo: “A mí eso me interesa tres pepinos”, “Eso me importa un bledo” y “Me da lo mismo 8 que 88”.
No entiendo por qué los sicólogos, cuando se les presenta un caso difícil de depresión, no le enseñan al enfermo que “Da lo mismo brincar que saltar”.
El problema puede ser muy grave, pero la solución obvia es que en esta vida todo “da lo mismo chicha que limoná”. Todos los motivos que tenga una persona para sentirse “alicaída” se resuelven llegando a la plena conclusión de que “A mí me roncan los…mameyes”.
No hay nada mejor para una persona con una fobia que hacerle entender que “si se cae, del suelo no pasa”. Por ejemplo, yo me acuerdo cuando en Cuba el tirano Castro comenzaba a quitarle sus propiedades a todo el mundo y la gente andaba deprimida, mi padre me dijo una frase extremadamente antidepresiva: “¡A mí, QUE ME QUITE LO BAILA’O, a ver si puede!”
Con los enfermos de depresión no se puede andar con paños de agua caliente, ni mucha finura, y hay que meterles en la cabeza que cada uno de los males que les aquejan tiene la importancia de “tres cominos”.
Desde que el paciente comienza a decir: “Mire, doctor, el problema que yo tengo es que mi mujer me dejó por otro”, ahí mismo el siquiatra debe responder: “Oh, no te sientas mal chico, porque la verdad es que esa mujer que te dejó vale menos que una de las amiguitas de Mariela Castro”.
Hay algunos que se vuelven locos por la limpieza, y se enjuagan las manos 300 veces al día, y lavan los alimentos y las frutas 75 mil veces antes de comérselas. El médico y el sicoanalista debían resolver eso con otra gran frase cubana: “Chico, no te preocupes que TODO LO QUE NO MATA, ENGORDA”…
Cuando una mujer se siente muy sola y amargada, va al médico y éste le receta “tómese un Valium cuatro veces al día”. Entonces, además de solitaria y deprimida lo que parece es una sonámbula. ¿Eso no se resolvería mejor diciéndole: “Chica, no te preocupes que “no hay mal que por bien no venga”…
Y desde que una mujer dice: “¡Es que a mí nadie me quiere!” Hay que contestarle: “¡No, chica, de eso nada, si yo te llevo a ti de rama en rama como Tarzán lleva a Juana.”
Las frases cubanas son una maravilla y tienen unos poderes curativos enormes. Solamente tiene un amargado que decir: “Muchacho, tengo tremendo problema encima” para que salte alguien y le responda: “¡Ay, viejo, no te preocupes y DEJA QUE SALGA EL SOL POR DONDE SALGA!”
Honor a quien honor merece; los españoles nos enseñaron una frase muy buena, que sin importarnos lo grande que sea la pérdida que alguien tenga, siempre nos da la respuesta perfecta: “¡No te preocupes, MAS SE PERDIÓ EN CUBA!”
En un final todo el mundo debe pensar: “Que sea lo que Dios quiera, y que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista” y debe utilizar como tranquilizante la canción de Willy Chirino “¡Lo que está pa’ti nadie te lo quita!”
Sources: EstebanFernandez/ InternetPhotos/TheCubanHistory.com
Los Antidepresivos Cubanos/ The Cuban History/Arnoldo Varona, Editor.