Havana is inconceivable without the ramp, the university steps, the Revolution Square and the Coppelia ice cream parlor. Nor is conceived without your Malecón, the most cosmopolitan city. So much importance is given, and that the generic name that is synonymous with dock, purchased here and category name is spelled with initial capital letters.
They are little more than seven miles of a wall running east to west and extends between two colonial forts: Castle Point, at the beginning of the Paseo del Prado, and the little castle of La Chorrera, beside the mouth of Almendares River. From this side, the old and new town, with some of its best hotels, monuments and parks across the open sea, blue, simple, democratic, defined as our great poet Nicolás Guillén. A busy street bordering it end to end and each of its four sections has a name that identifies it. But for any habanero is respected, the waterfront, despite its sections, simply name Malecón, the fastest way to connect with Miramar and Marina Hemingway from Old Havana, and which develops during the carnivals in Havana the largest dance floor in the world.
As Havana is inconceivable without that wall and its surrounding satellite populous, is inconceivable without their love Malecón and its fishermen. Since more than one hundred years this work was begun that beautified the city, habaneros did place preference for the ride. And loving couples, swaying in the sea breeze came in search of intimacy: intimacy although inexplicably getting almost sitting beside other couples are staying the same purpose.
This happens especially in the evenings. By day, the Malecon is fishermen. No one knows when they began to appear. Maybe they’ve always been. The people here are, like all fishermen of the world, people quiet, infinite patience, perseverance and an optimism worthy of a better cause and exaggerated to the utmost when referring to his occupation. Although the waters of the area are not free from contamination, remain habitable for many species due to the constant movement of the currents: offshore, the famous Gulf Stream, and earthbound, the coastal countercurrent that Spanish sailors called in the past the eddy of Havana by how difficult it was to large ships entering the harbor. They come with their accoutrements, and deploy them to fish! Although sometimes no fish or poor charge capture only after many hours of slaughter under a blazing sun that drops barrettes lit overhead.
Never mind. Nothing discouraged. They are all one race. They lineage and nobility. Malecon are fishermen, and return the next day for more of the same. The funny thing is that most of them encourages material interest. Just a taste for what they do and then discuss with other fishermen who managed to catch the world’s largest peje that existed only in his imagination and in his desire.
CiroBianchiRoss/InternetPhotos/ www.theCubanHistory.com
The Habana Malecon Today
Arnoldo Varona, Editor
The Cuban History, Hollywood.
EL MALECON CON QUE VIVO
No se concibe La Habana sin la Rampa, la escalinata universitaria, la Plaza de la Revolución ni la heladería Coppelia. Tampoco se concibe sin su Malecón, el sitio más cosmopolita de la urbe. Tanta importancia se le da, que ese nombre genérico y que es sinónimo de dique, adquiere aquí categoría de nombre propio y se escribe con letra inicial mayúscula.
Son algo más de siete kilómetros de un muro que corre de este a oeste y se extiende entre dos fortalezas coloniales: el castillo de la Punta, al comienzo del Paseo del Prado, y el castillito de La Chorrera, a la vera de la desembocadura del río Almendares. Del lado de acá, la ciudad vieja y nueva, con algunos de sus mejores hoteles, monumentos y parques; del otro lado, el mar abierto, azul, sencillo, democrático, como lo definiera nuestro gran poeta Nicolás Guillén. Una transitada avenida lo bordea de extremo a extremo y cada uno de sus cuatro tramos tiene un nombre que lo identifica. Pero para cualquier habanero que se respete, la costanera, a pesar de sus tramos, no tiene más nombre que Malecón, el camino más rápido para conectarse con Miramar y la Marina Hemingway desde La Habana Vieja, y que se convierte durante los carnavales habaneros en la pista de baile más grande del mundo.
Así como no se concibe La Habana sin ese muro y su populosa vía aledaña, no se concibe el Malecón sin sus enamorados y sus pescadores. Desde que hace más de cien años comenzó a construirse esa obra que embelleció la ciudad, los habaneros lo hicieron lugar de preferencia para el paseo. Y parejas de enamorados, acunadas por la brisa marina, acudieron en busca de intimidad: una intimidad que consiguen inexplicablemente aunque casi a su lado se hallen sentadas otras parejas con idéntico propósito.
Eso ocurre sobre todo en las noches. De día, el Malecón es de los pescadores. No se sabe cuándo empezaron a aparecer. Tal vez hayan estado siempre. Los de aquí son, como todos los pescadores del mundo, gente callada, de paciencia infinita, de una constancia y un optimismo dignos de mejor causa y exagerados a más no poder cuando aluden a su ocupación. Aunque las aguas de la zona no están exentas de contaminación, se mantienen habitables para numerosas especies gracias al movimiento incesante de las corrientes: mar afuera, la famosa corriente del Golfo, y, pegada a la tierra, la contracorriente costera, que los marineros españoles llamaron en el pasado la revesa de La Habana por lo difícil que hacía que grandes buques entraran al puerto. Llegan con sus avíos, los despliegan y ¡a pescar! Aunque a veces nada pesquen o cobren solo una pobre captura tras muchas horas de faena bajo un sol de justicia que hace caer barretas encendidas sobre sus cabezas.
No importa. Nada los desanima. Son toda una estirpe. Tienen linaje y nobleza. Son los pescadores del Malecón, y volverán al día siguiente para más de lo mismo. Lo curioso es que a la mayoría de ellos no los alienta el interés material. Solo el gusto por hacer lo que hacen para después comentar con otros pescadores que consiguieron atrapar el peje más grande del mundo que solo existió en su imaginación y en su deseo.
CiroBianchiRoss/InternetPhotos/ www.theCubanHistory.com
The Habana Malecon Today
Arnoldo Varona, Editor
The Cuban History, Hollywood.