RECUERDOS DE UNA HUIDA PRECIPITADA. HISTORIA.
Jorge, hijo de Fulgencio Batista.
En la madrugada del 1 de enero de 1959, los disparos se confundían con los fuegos artificiales que celebraban la llegada del año que cambiaría la historia de Cuba. Jorge entró en la habitación de sus padres y encontró a Fulgencio discutiendo con su madre, Martha Fernández. A esa misma hora el Che estaba de camino a La Habana y Fidel ya se encontraba a las puertas de Santiago de Cuba donde, horas más tarde, prometería que la revolución sería “una empresa dura y llena de dificultades”.
Un militar de carrera, con un golpe de Estado a cuestas, sabe delegar. “Díselo, tú, Martha”. Martha era la joven que casi 20 años atrás paseaba en bicicleta cuando se cruzó con Batista en el camino. Él le pegó con el coche, ella lo arañó y llamó dictador, él le envió flores y se hicieron amantes. Tuvieron a Jorge, en 1942, y se casaron en 1945. Martha fue su segunda esposa y tuvieron seis hijos. Fulgencio Batista, en nombre del amor, le puso Kuquine a la finca familiar. En la intimidad, ella le decía Kuqui.
“Nos marchamos de Cuba. Ve a despertar a tus hermanos”, dijo la madre.
Los restos de la cena de año nuevo ni siquiera se habían enfriado cuando los Batista, cargados de maletas hechas a la carrera, salieron del Palacio Presidencial. Los rebeldes estaban a la vuelta de la esquina.
La idea era volar a Daytona, donde los Batista tenían casa, pero una vez en el aire, tal vez considerando que Estados Unidos les había retirado su apoyo, Fulgencio le ordenó al piloto que cambiara el rumbo hacia República Dominicana. Allí le pediría refugio a su supuesto amigo, Rafael Leonidas Trujillo, el dictador a quien Batista consideraba un asesino, un excéntrico al que llamaba “chapita” por la cantidad de medallas que se colgaba en la pechera, pero también alguien políticamente conveniente.
Trujillo les dio una bienvenida muy cálida, luego los retuvo y les cobró un millón de dólares por el “alojamiento”. No los dejaba hablar por teléfono y los vigilaba hasta en el baño.
Según Alfredo J. Sadulé, capitán ayudante de Batista, ese 1 de enero muchos de las 46 personas que viajaron en el avión tuvieron que salir a buscar alguna tienda abierta en Ciudad Trujillo para comprar calcetines o calzoncillos porque habían huido con lo puesto. Habian salido a las tres de la madrugada de ese 1 de enero en un avión, donde también se dice viajaban 100 millones de dólares para los gastos que pudiera acarrear el exilio. Un exilio que pensaron duraría un par de años y duró toda la vida.
El exilio fue “un alivio” y Jorge, mientras su padre estuvo vivo, nunca sintió el desamparo del poder. “Gracias a Dios, hijito, que estamos aquí”, solía decirle. La villa que tenían en Estoril era una suerte de Kuquine. El gobierno de António de Oliveira Salazar les otorgó muchos privilegios. Mantuvieron la vida de influencias que tenían y vivieron rodeados de agentes. Cuando viajaban por carretera les esperaba siempre el ritual de cambio de guardia en cuanto cruzaban la frontera. Franco también los recibía en España con honores. “Nunca nos faltó la ceremonia”, precisa Jorge. Sólo al final, cuando murió papá, cuando cayó la dictadura de Salazar y tuvieron que exiliarse en Francia.
JORGE BATISTA HOY.
No estamos en diciembre ni en octubre, pero la casa de Jorge Batista está decorada con un gran Papá Noel y las típicas calabazas, brujas y calaveras propias de Halloween. Vive rodeado de símbolos norteamericanos para rendirle un tributo personal al país donde más años vivió desde el día que huyó de Cuba, la madrugada del 1 de enero de 1959, de la mano de su padre, Fulgencio Batista, dos veces presidente de Cuba. La primera vez, entre 1940 y 1944, mediante elecciones (todavía hay dudas si limpias o fraudulentas) y la segunda, entre 1952 y 1959 mediante un golpe de Estado.
Ahora recibe llamadas telefónicas de amigos, de su hija en Madrid, del entrenador y veterinario de sus perros, de su hijo adoptivo. Lee, ve documentales de National Geographic, espera a que pase el tiempo, que pasa rápido, rodeado de sus fotos viejas, de sus trofeos hípicos. Además de esta entrevista, sólo ha dado otra en su vida, cuando fue modelo de una marca de ropa deportiva en Miami, en los años ochenta, gracias a su relación con la hípica. No ha querido hablar de Cuba hasta hoy, pero sí escribir sobre ella. En su departamento de Lima, sobre un escritorio que mira al mar, Jorge corrige incansablemente el libro que titulará Batista´s son. The Final And Simple Truth. “Es para dejárselo de regalo a Cuba, no lo hago con fines de lucro. Y para no aburrir, empiezo el libro con el día que nos fuimos de La Habana”.
Jorge Batista ha elegido Lima como su último destino. La neblina se cuela por el ventanal de un departamento con vistas al mar, aunque hoy no se ve el horizonte, y cuatro perros (Parsons, Chalaca, Lola y Madie) emiten ladridos roncos y luego agudos que acompañan el recorrido de Jorge por las fotos de su infancia. “Este soy yo con mi padre”. “Aquí con Pío XII y aquí haciendo la primera comunión”. “Ella es mi hija de 46 años, vive en Madrid.”
Jorge alguna vez estuvo casado. Ahora vive con sus perros. También tiene un amigo, un hijo adoptivo. Conoció a Christian en Nueva York y cuando éste decidió volver a su país, Perú, Jorge pensó que tal vez era momento de retirarse, de vivir frente al mar, de buscar un lugar tranquilo: su último exilio. “Yo vine a morir a Lima y quiero que me entierren en el cementerio Presbítero Maestro”.
Fulgencio Batista presidió, para muchos, uno de los gobiernos más corruptos de Latinoamérica, pero Jorge es categórico: “Todo eso es mentira”. En sus recuerdos de infancia, en una de esas tardes luminosas en Kuquine, Cuba era un país feliz. La historia podrá decir otra cosa aunque para él, en el cuento que es su vida, su padre lleva una capa y es un héroe.
LaTercera/JorgeBatista/Excerpts/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
Una Huida Precipitada. Historia. Jorge, hijo de Fulgencio Batista.
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor
MEMORIES OF AN ABRUPT GETAWAY. HISTORY.
Jorge, son of Fulgencio Batista.
On the morning of January 1, 1959 , shooting mingled with fireworks celebrating the arrival of the year that would change the history of Cuba . Jorge entered the room and found his parents Fulgencio arguing with his mother, Martha Fernandez. At that same time Che was on his way to Havana and Fidel was already at the gates of Santiago de Cuba where , hours later, promise that the revolution would be ” a tough and full of challenges enterprise.”
A career soldier , with a coup in tow, knows how to delegate . “Tell , you, Martha .” Martha Young was nearly 20 years ago when walking bike crossed with Batista on the road. He hit the car , she scratched and called dictator , he sent her flowers and they became lovers . Jorge had , in 1942 , and married in 1945. Martha was his second wife and had six children . Fulgencio Batista, in the name of love , put Kuquine to the family farm. In private, she said Kuqui .
” We left Cuba . Go wake your brothers ,” said the mother.
The remains of New Year’s dinner had cooled even when Batista, laden with bags packed for the race, left the Presidential Palace. The rebels were just around the corner.
The idea was to fly to Daytona, where Batista had home, but once in the air , perhaps considering that the United States had withdrawn their support , Fulgencio ordered the pilot to change course to the Dominican Republic . There would ask refuge to his supposed friend , Rafael Leonidas Trujillo , the dictator Batista who considered himself a murderer , an eccentric he called ” chapita ” by the number of medals that hung in the front , but also someone politically expedient .
Trujillo gave them a very warm welcome , then held them and took them a million dollars for the ” accommodation ” . Do not let them talk on the phone and watching up in the bathroom.
According to Alfredo J. Sadulé , Batista assistant captain , January 1 that many of the 46 people who traveled on the plane had to go find some open shop in Ciudad Trujillo to buy socks or underwear that had fled with nothing . Had left at three in the morning of January 1 in the plane , which also says traveling $ 100 million for expenses that could result exile. An exile they thought would last a couple of years and lasted a lifetime.
Exile was ” a relief,” and George, while his father was alive , he never felt the helplessness of power. “Thank God , my son , that we’re here ,” he would say. The villa we had in Estoril was a kind of Kuquine . The government of António de Oliveira Salazar gave them many privileges. Maintained life and influences that had lived surrounded by agents. When traveling by road you always hoped the ritual changing of the guard as they crossed the border. Franco in Spain also received honors . ” We never missed the ceremony ,” says Jorge . Only at the end , when Dad died , when the Salazar dictatorship fell and went into exile in France.
JORGE BATISTA TODAY .
We are in December or October, but the house of Jorge Batista is we decorated with a large Santa Claus and the typical pumpkins, witches and Halloween skulls own . American lives surrounded by symbols to pay a personal tribute to the country where he lived more years from the day he fled Cuba in the early hours of January 1, 1959 , at the hands of his father, Fulgencio Batista, president of Cuba twice . The first time , between 1940 and 1944 , through elections ( there are still doubts whether clean or fraudulent ) and the second between 1952 and 1959 by a coup .
Now receives phone calls from friends of his daughter in Madrid, coach and vet their dogs , their adopted son . Lee, see National Geographic documentary , expected to pass the time , going fast, surrounded by his old photos of your equestrian trophies. In addition to this interview , it has only given another in his life, when he was a model sportswear brand in Miami in the eighties , thanks to his relationship with the horse . He would not talk about Cuba until today , but write about it. In the department of Lima , on a desk facing the sea , Jorge tirelessly corrects Batista ‘s book is titled . The Final And Simple Truth . “It is a gift to be left Cuba , do not do it for profit . And to not get bored , I start the book with the day we left Havana . ”
Jorge Batista chose Lima as its final destination . The fog pours through the window of an apartment overlooking the sea, but today is not the horizon , and four dogs ( Parsons, Chalaca , Lola and Madie ) emit hoarse barking and then treble that accompany the tour Photo by Jorge of his childhood. “This is me with my father.” ” Here with Pius XII and here making his first communion .” ” She’s my daughter , 46, lives in Madrid. ”
Jorge was once married. He now lives with his dogs . Also have a friend , an adopted son . Christian met in New York and when he decided to return to his country, Peru , Jorge thought that maybe it was time to retire , live in front of the sea, find a quiet place : his last exile. “I came to die Lima and want to be buried in the cemetery Master Priest .”
Fulgencio Batista presided for many, one of the most corrupt governments in Latin America, but Jorge is categorical: ” It’s all lies.” In his childhood memories in one of these bright afternoons Kuquine , Cuba was a happy country. History do not tell anything to him but in the story that is his life, his father wears a cape and is a hero .
Latercera / JorgeBatista / Excerpts/ InternetPhotos / www.thecubanhistory.com
Memories of an Abrupt getaway. History. Jorge, son of Fulgencio Batista.
The Cuban History , Hollywood.
Arnoldo Varona , Editor