CUBAN CHARACTERS: “Shoe Vendor (“Furrier”). (Photos) ** PERSONAJES CUBANOS: “EL PELETERO”.

PERSONAJES CUBANOS: “EL PELETERO”.

Hay en Cuba ocupaciones que aunque no han desaparecido, variaron en su esencia intrínseca. Ahí está la del peletero, que es como siempre hemos llamado en la Isla al que nos vende un par de zapatos.

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En una de las peleterías de las de ahora, los productos se muestran en una rara exhibición. Solo se puede ver, y es posible probarse, una pieza de cada par. Si por casualidad colocaron los dos zapatos en el exhibidor, estarán sujetos uno al otro por un broche o presilla de seguridad que los hará sonar en la puerta como endemoniados si es que alguien intenta llevárselos sin haberlos pagado. Esto quiere decir que aunque se muestren los dos zapatos del par el cliente nunca podrá probárselos como Dios manda. Si acaso, si es que lo logra, se calzará uno primero y luego el otro.

Eso no fue siempre así. Comprarse un par de zapatos era todo un ritual que paso a paso se cumplía hasta el fin. El cliente escogía en la vidriera el modelo de su preferencia, se lo mostraba al peletero y esperaba, sentado, su pedido luego de confesar el número que calzaba. Cuando el peletero aparecía otra vez venía no solo con el modelo y el número solicitados, sino con cuatro o cinco pares de zapatos más. Y, con un calzador y delante de un espejo que permitía apreciar el producto, procedía a probárselos todos al cliente, dejando de último el que este se interesaba por adquirir.

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Qué motivaba tanta solicitud? Sencillamente, un problema de pesos y centavos traducidos en una comisión que a favor del empleado recorría una escala que iba del tres al uno por ciento o fracción.

El primer modelo que el peletero probaba, aunque no lo hubieran pedido, era aquel que había pasado de moda y amenazaba con dormir el sueño eterno en el almacén del establecimiento o ser llevado, para su posible liquidación, a una peletería de menor rango. Los otros eran zapatos que estaban en onda, pero por una razón u otra no tenían salida y se preveía que sucediera con ellos lo mismo que con el que ya había pasado de moda. Mientras más viejo fuera el modelo que el peletero, con su capacidad de convencimiento y persuasión, fuera capaz de vender, mayor era la comisión que cobraba y que al fin de mes redondeaba sus entradas, en tanto que el zapato exhibido en la vidriera apenas dejaba dividendos.

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The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.

Cuba en Fotos.
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CUBAN CHARACTERS: THE SHOE VENDOR” (Furrier). .

There are occupations in Cuba that have not disappeared, but varied in their intrinsic essence. There’s the Furrier, which is how we have always called on the island to which we sold a pair of shoes.

In one now fellmongeries of the products are shown in a rare display. Only you can see, and may be tested, one of each pair. If you happen to put both shoes on the exhibitor, shall be subject to one another by a pin or safety clip that will sound at the door as if possessed someone tries to take them without having paid. This means that although the two pair shoes display the customer may never try them as God intended. If anything, if it succeeds, it will fit first one then the other.

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That was not always so. Buy a pair of shoes was a ritual that was fulfilled step by step to the end. The customer chose the model in the window of your choice, it showed the expected furrier and sitting your order after confessing that wore the number. When the fur appeared again came not only with the model and the number requested, but with four or five more pairs of shoes. And with a shoehorn and in front of a mirror in gauging product, proceeded to try them all customer, leaving the latter that was interested in purchasing.

What motivated such a request? Simply a matter of dollars and cents translated into a committee for the employee ran a scale ranging from 3 to 1 percent or fraction.

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The first model tested the fur, even if they had not asked, was that he had dated and threatened to sleep the eternal sleep in the warehouse Property or to be born, for possible settlement, a junior fur. The others were shoes that were cool, but for one reason or another were not out and was expected to happen with them as with the one that had gone out of fashion. The older model was the furrier, with its ability to persuade and persuasion, was able to sell, the greater the commission earned and rounded ends meet their tickets, while the shoe displayed in the window just left dividends.

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The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor

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