IT HAPPENED in Playa Giron. (Photos) ** PLAYA GIRON: EL BARCO “CELIA”.

SUCEDIÓ EN PLAYA GIRÓN: ESCAPANDO EN EL “CELIA”.

Sobre las 3 de la tarde del 19 de abril de 1961, en Playa Girón, el Jefe de la Brigada 2506, José Pérez San Román, se dirigió a la tropa, notificándole que todo estaba perdido y que cada uno quedaba en libertad de escoger el camino apropiado para proteger sus vidas. Los obuses caían por toda la zona turística de Playa Girón. San Román, Erneido Oliva, el Dr. Artime (Jefe político de la invasión) y otros optaron por internarse en la ciénaga o tratar de abrirse paso hacia las montañas del Escambray, en espera de la ansiada intervención americana.

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Sin embargo un grupo, entre los que se encontraban Roberto Pérez San Román, Jefe del Bon de Armas Pesadas y hermano del comandante supremo de la Brigada, y Alejandro del Valle, jefe del Bon de Paracaidistas, al ver anclado un pequeño barco de pesca como a 100 metros de la orilla, decidieron intentar escapar por mar y alcanzar alguno de los destructores estadounidenses que se encontraban cerca.

Alcanzaron el barco a nado un total de 22 hombres, sedientos y hambrientos, sofocados de calor, con un sol que rajaba tablas. Como es de suponer con pocas o ningunas provisiones. En el barco, llamado Celia, había muy poca agua y comida. Para mas desgracia el motor no funcionaba. Izaron la vela y trataron de remar con tablas y con lo que pudieron y pusieron proa hacia los barcos americanos, pero al parecer estos no los vieron, se alejaron y pronto quedaron fuera de su vista.

Cuando cayó la noche, se levantó un fuerte viento que los ayudó a alejarse de las costas cubanas. Como la persona responsable, encargada de dar las órdenes en la nave, se eligió a Alejandro del Valle, Jefe del Batallón de Paracaidistas. Alejandro decidió tomar rumbo Oeste. Dijo que tal vez pudrian arribar a las costas de México, a Yucatán, ayudados por la brújula del barco y los conocimientos marineros de Vicente García, a quien le decían el Tío, por su edad. Era miembro del Batallón de Paracaidistas, veterano de la II Guerra mundial. Todos se sentían dichosos de haber escapado, pensaban que en Girón, debido al fuego de artillería, el ataque de los tanques y de los aviones, muchos de sus compañeros habrían perecido.

La realidad fue otra muy triste: Al cabo de varios días, la falta de agua y comida comenzó a hacerse sentir. Desesperados, muchos nadaban para refrescarse. Pescaron algunos peces y los comieron crudos. Pasaron aviones, y les hacían señales con las pocas ropas que les quedaban. Vieron algunos barcos. De noche notaban las luces. Gritaban, hacían señales, pero nada. Era muy difícil ver una nave del tamaño del Celia (6 metros de eslora), en ese mar inmenso.

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Cuenta José Emilio Dausá, sobreviviente del “Celia”:

“El primero en caer rendido fue el “tío”. Se tendió en el piso de la nave y comenzó a emitir sonidos roncos e incoherentes. Lo chequeamos, y vimos, que de sus ojos, nariz y boca, salía un líquido amarillo-verdoso. Su agonía duró solo unas horas. Cuando nos cercioramos que estaba muerto, un estremecimiento inundó a todos los que integramos aquella caravana. Esperamos un día después de su muerte. Se decidió echarlo al agua.

Me eligieron para despedir el duelo. Impresionante fue cuando lanzaron el cadáver al agua. Fue el único que vi. Se hundió lentamente en el mar. Recuerdo esa imagen: un compañero muerto, dentro de su tumba de agua , los brazos levantados, el cabello largo, flotando por encima de su cabeza. Jamás podré olvidarlo mientras viva. De ahí en adelante, el tema de la muerte se apoderó de todos. Como sobrevivir era la interrogante. Unos se tomaban sus propios orines. Otros se refrescaban en el agua.

El salitre y el sol, se impregnaban en nuestra piel. El frío de la noche, y las gotas de agua que nos salpicaban, eran como látigo mortal. Una latica que encontró en el bote, me sirvió para echarme agua en la cabeza. El agua rodaba desde mi cabeza hasta la boca. Me tomé alguna de esa agua. Otras veces, hacia gárgaras. Cuando sentía que la garganta se acostumbraba a la sal, me la tomaba. También recogía algas marinas, que flotaban en el mar. Las masticaba, tomándome el jugo que producían. A veces me las tragué. Sabían a rayo.… Sólo una noche nos llovió. Nos volvimos locos. Tratamos de tomar toda el agua posible y mojarnos el cuerpo. En esa locura, se nos olvidó almacenar agua.

Después de la muerte de Vicente, la desesperación comenzó a apoderarse de todos nosotros. Todos se tocaban los ojos, la nariz y la boca, preguntándose si se veía alguna supuración. La muerte empezó a recolectar entre aquellos que más fuerzas perdían, nadando y moviéndose intranquilos. Así fueron muriendo uno a uno, hasta un total de 10.

El mismo proceso de supuración o secreción y un ronquido por voz. Iban perdiendo el control. Se quedaban postrados hasta que morían.”

alejandrodelvalle Uno de los fallecidos fue Alejandro del Valle, jefe del Bon de Paracaidistas. Solo tenía 22 años de edad.

En los 15 días que duró la travesía del “Celia”, murieron deshidratados 10 de los brigadistas a bordo. Se cuenta, aunque nunca se ha comprobado, que para sobrevivir recurrieron a la antropofagia, como el caso de accidente de aviación en los Andes. Prácticamente a la deriva, trataron de mantener un rumbo hacia el Norte, auxiliados por la brújula.

Finalmente fueron rescatados por la motonave americana Atlanta Seaman el 4 de Mayo de 1961 a unas 100 millas al Sur de la desembocadura del río Mississippi. Habían estado perdidos en el mar 15 días, en los cuales dieron la vuelta a la mitad Occidental de la Isla de Cuba. En la travesía murieron 10 de los 22 brigadistas, mas 2 que fallecieron a bordo del barco rescatador, aunque hicieron todo lo posible por salvarles sus vidas. Solo hubo 10 sobrevivientes.

ForodeHistoria/José E. Dausá/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.

Cuba en Fotos.
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IT HAPPENED IN PLAYA GIRON: THE ESCAPE IN THE “CELIA” .

About 3 in the afternoon of April 19, 1961, in the Bay of Pigs, the Chief of Brigade 2506, José Pérez San Román, addressed the troops, notifying him that all was lost and that everyone was free to choose the appropriate way to protect their lives. The shells fell around the tourist area of ​​Playa Girón. San Román, Erneido Oliva, Dr. Artime (political head of the invasion) and others chose to go into in the swamp or trying to break through to the Escambray mountains, awaiting the coveted American intervention.

However a group, including Roberto Pérez San Román, Chief Bon Heavy Weapons and brother of the supreme commander of the brigade, and Alejandro del Valle, chief of Bon Paratroopers were to see a small boat anchored fishing as 100 meters from the shore, they decided to try to escape by sea and reach any of the U.S. destroyers that were nearby.

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They reached the boat to swim a total of 22 men, thirsty and hungry, suffocating heat, with a sun that cracked boards. As presumably with little or no supplies. On the boat, named Celia, was very little water and food. For more unfortunately the engine was not working. Hoisted sail and tried to paddle with tables and what they could and set sail to American ships, but these apparently did not see them, moved away and were soon out of sight.

When night fell, a strong wind that helped them get away from the Cuban coast rose. As the responsible person in charge of giving orders on the ship, was elected Alexander Valle, Parachute Battalion Chief. Alexander decided to take West direction. He said that maybe rotted reach the coast of Mexico, Yucatan, aided by the ship’s compass and sailors skills Vicente Garcia, who was called Uncle for his age. He was a member of the Parachute Battalion, veteran of World War II. Everyone was happy to have escaped, thought Giron, due to artillery fire, attack tanks and aircraft, many of his colleagues would have perished.

The sad reality was different: After several days, the lack of water and food began to be felt. In desperation, many swam to cool off. They caught some fish and ate them raw. Upgraded aircraft, and made ​​them signals with few clothes they had left. They saw some boats. Noticed the lights at night. They shouted, they made signs, but nothing. It was very difficult to see a ship the size of Celia (6 meters long), in that vast sea.

Account José Emilio Dausa, a survivor of “Celia”:

“The first to fall asleep was the” uncle “. He lay on the floor of the ship and began to issue grunts and incoherent sounds. We checked, and saw that his eyes, nose and mouth, leaving a greenish-yellow liquid. His agony lasted only a few hours. When we make sure he was dead, a shudder swept over all of us in that caravan. We hope one day after his death. It was decided to throw him overboard.

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I chose to dismiss the duel. Impressive was when he threw the body overboard. It was the only one I saw. He slowly sank into the sea. I remember that picture: a dead companion, within its watery grave, arms raised, long hair floating above his head. I will never forget it while I live. Thereafter, the subject of death came upon all. How to survive was the question. Some are taking their own urine. Others were cooling in water.

The salt and sun, were impregnated in our skin. The cold of the night, and the water drops splashed us, were as deadly whip. A small can he found in the boat, helped me to throw water on the head. The water rolled from my head to my mouth. I took some of that water. Other times gargling to. When he felt his throat used to salt, I took her. Also collected seaweed floating in the sea. The chewing, pulling my juice produced. Sometimes I swallowed them. They knew lightning …. Just one night it rained. We were so excited. We try to take as much water as possible and get wet body. In this madness, we forgot to store water.

After Vincent’s death, despair began to overtake us all. All eyes were touching, nose and mouth, wondering if any discharge is visible. Began collecting death among those who lost more strength, swimming and moving uneasily. So were dying one by one, until a total of 10.

The very process of oozing or discharge and snoring voice. They were losing control. He remained bedridden until they died. ”

alejandrodelvalle One the deceased was Alejandro del Valle, chief of Bon Parachute. He was only 22 years old.

In the 15-day cruise “Celia”, died of dehydration 10 the brigade on board. It is said, though it has never been proven, that resorted to cannibalism to survive, as the case of plane crash in the Andes. Practically drifting, tried to steer a course to the north, aided by the compass.

They were eventually rescued by the American Seaman’s MV Atlanta May 4, 1961 about 100 miles south of the mouth of the Mississippi River. They had been lost at sea for 15 days, in which they turned to the Western half of the island of Cuba. In crossing killing 10 of the 22 brigades, plus 2 who died aboard the boat rescuer, but did everything possible to save their lives. There were only 10 survivors.

ForodeHistoria/José E. Dausá/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.

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