– OMARA PORTUONDO, a long life of triumphs. (Video/Photos) * * OMARA PORTUONDO. Una larga vida triunfal. (Video/Fotos)

OMARA PORTUONDO. UNA LARGA VIDA TRIUNFAL.

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Borda el son, el bolero y el chachachá. Lleva más de sesenta años cantando.

A primera vista Omara parece una anciana de 84 años, pero en cuanto se pinta las cejas para el fotógrafo y empieza a cantar y a reírse, retrocede décadas en el calendario. Vano ensueño. Con ella y el grupo de soneros —quedan cuatro de la antigua formación— viaja el doctor Heredia, un geriatra pagado por el Gobierno cubano que no se ha perdido una gira desde que el grupo renació para la historia. Un lujo habanero que prácticamente solo se permiten los Rolling Stones.

Viste una bata amplia de flores, una cinta amarilla contiene su enmarañado pelo, labios de rojo intenso y unas chanclas Birkenstock. “¿Qué quieren? A estas alturas ya me he rendido. Me reconozco mulata chancletera y serrana, demasiado tarde para cambiar. Por mis venas corre sangre española y africana”, aclara antes de sentarse. En su zapatero se almacenan chancletas de todos los colores, incluidos pares en tonos dorados y plateados, que son los que utiliza para moverse cómoda en el escenario. “Nunca, nunca me han gustado los tacones. Los saqué de mi vida en cuanto pude”.

Viene de pasar una revisión médica. Un chequeo “normal” antes de dejar la isla para embarcarse en la gira que la llevará por una veintena de ciudades de todo el mundo. En esta primera fase, viaja con la Orquesta Buena Vista Social Club, que se despide de los escenarios tras el éxito del disco que recuperó para el mundo los sonidos de la música tradicional cubana, pero en otoño hará gira con un espectáculo en solitario. “¡Estoy deseando!, llevo más de cuatro meses sin moverme y ya necesito escenario”, cuenta la cantante, presa del síndrome del viajero que ataca a los artistas acostumbrados a los cambios de paisaje.

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LOS PRIMEROS AÑOS.

Empezó a bailar en el club Tropicana con 17 años. No debía ser mucho mayor cuando se tomó la foto que reposa sobre el piano, en la que luce traje palabra de honor, de raso y pedrería, junto a las componentes de la orquesta D’Aida, su hermana Haydée —“una voz lírica impresionante”—, Elena Burke y Moraima Secada, un cuarteto de señoritas que hacía furor en la noche habanera. Unos la denominan la reina del bolero: “Esos títulos los pone la gente, pero no soy reina de nada, el bolero tiene su sustancia, sobre todo para los que nacieron en esa época, pero tampoco conviene exagerar”. Otros la conocen como la novia del filin (interpretación españolizada del feeling), una versión cubana del jazz y la bossa nova. Omara se mueve bien en todos los géneros, del son a la rumba, de la guaracha al mambo y al chachachá, aunque borde la cadencia sentimental. “Nací con ese don, y que me dure todavía por muchos años”, reclama.

Su madre, hija de un militar español, y su padre, un exitoso jugador de béisbol, el deporte nacional cubano con permiso actualmente del fútbol, cuya madre nació esclava. La pareja se fugó para casarse, pero semejante acto de amor no solo complicó enormemente sus vidas, sino que ocasionó una ruptura con la familia materna. “Carecíamos de dinero, pero éramos felices”, añade la artista. “De niña no me gustaba jugar con los demás chicos, en lugar de bajar a la calle me quedaba en casa escuchando la radio. Mis primeras clases de música me las impartió mi padre: ‘Omarita, te voy a enseñar una canción’. Me canta 20 años y se la repito; ahí mismo descubrió mi vocación al profetizar que sería una gran cantante”. Luego completó con cursos de cante y baile, pero antes de cumplir la mayoría de edad ya bailaba en el cabaré Tropicana. Entre esa decoración de palmeras, conoció a músicos que, como ella, soñaban con ser grandes artistas. Entre ellos, el gran compositor César Portillo de la Luz —“un muchacho muy trabajador que pintaba paredes y que no encontraba empleo en ningún sitio”—, autor, entre otros clásicos, de Contigo en la distancia. “Hacía canciones bellísimas como si nada, era autodidacta, como todos músicos de entonces”, cuenta sentada en una mecedora, la misma que utiliza en las noches de brisa para sentarse en la terraza a escuchar el sonido del mar.

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Omara cuenta con más de cuarenta discos propios y otros tantos con artistas como Chico Buarque, María Bethania o Jorge Drexler. En 2009, con 79 años, ganó un Grammy en la categoría de mejor álbum tropical contemporáneo por Gracias. Fue la primera artista cubana que recogió el premio en nombre de su país. Típica representante del carácter cubano, hace un chiste de cada situación. Los escenarios de todo el mundo han llenado su vida y colmado su existencia. “La música nos llena de alegría y es lo más sublime para el alma. Puedes cantar eso de ‘me mataste por traidora’, un texto que parece triste, pero lo importante es el arte. Todo está concatenado y el ser humano recibe de la naturaleza condiciones para lo que quiere ser o lo que anhela ser, y si coges el camino y el resultado es bueno, mejor”. Reconoce que ha sido feliz. Afirmativamente se siente satisfecha de su carrera. Hay un “temita” que me escribieron una vez con el que me identifico: “La música es mi cielo, tierra, mar, sol, alegría y razón”, canta.

ANTES DE LA REVOLUCIÓN.

En los años previos a la Revolución que acabó con la dictadura de Batista, La Habana se encontraba en plena ebullición: sexo, drogas, mafia, casinos y largas madrugadas con momentos musicales que todavía no se han superado en la isla. A Nat King Cole y a Josephine Baker no los dejaron alojarse en el Hotel Nacional por ser negros, pero por la noche los aclamaban en Tropicana. El cuarteto D’Aida le hacía la presentación cantando Blue garden. “Indefectiblemente, antes de salir al escenario, Nat King Cole se tomaba un buen trago de whisky, luego caminaba hasta el piano cantando a capela ‘I believe…..’. Así lo recuerdo. Había tantos artistas y tan buenos que a veces me los quedaba mirando en la parte del público para aprender de ellos. Esa fue una gran escuela”. A qué negar que el ambiente debía rezumar algo de machismo. Omara pasó con las D’Aida cerca de 15 años, viajaban solas por el mundo y fueron muchos los que trataron de conquistarla, los “Cristóbal Colón”, según su propia definición.

En esa categoría sitúa al pianista Bebo Valdés, que entonces dirigía una de las orquestas en Tropicana. “No estuve enamorada de Bebo. Eso hubiera querido él, que, como todo hombre, quería conquistar. Lo adoraba como si fuera mi hermano porque era realmente muy alegre”. Una alegría que no interrumpió la dureza del exilio. El pianista abandonó Cuba al poco de entrar Fidel Castro victorioso en La Habana y no regresó nunca, como muchos artistas o intelectuales. “No entendí por qué se marchó, pero cada cual hace lo que cree oportuno”, dice Portuondo. A ella no le gusta hablar de política. Nunca pensó en abandonar su país; ni siquiera cuando se encontraba en Miami con su hermana y estalló la que se conoció como la crisis de los misiles. “Dijeron cosas horribles sobre lo que iba a pasar en Cuba y muchas personas tuvieron miedo, mi hermana cayó en la trampa y no volvió. Fue terrible para ella, que se quedó sola sin su niña. Si se hubiera quedado aquí, hubiéramos seguido trabajando, pero no hubo forma de convencerla, estaba muy obstinada. Eso ocurrió así. Fue un momento gravísimo, pero hay que saber decir que no. Nosotras llevábamos cuatro meses trabajando en Miami en una producción muy importante, éramos artistas internacionales cuando Cuba y Estados Unidos rompieron relaciones”. Con el tiempo, Haydée abandonó la música y ahora padece una enfermedad degenerativa de la que es tratada en Miami. Nada que ver con la carrera de Omara. Su vocación de cubanidad se refleja en las paredes tapizadas de premios de todas las regiones de la isla. Ella no es ni será una disidente. “Hay un concepto moral y personal que las personas deben tener claro”. Realmente a su público no le importa si es o no comunista, lo importante es escuchar su chorro de voz en el escenario cantando Siboney.

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Casi todo eso ocurrió antes de que en 1997 llegara Buena Vista Social Club. Omara ya era una estrella veterana cuando el músico Ry Cooder y el productor que inventó la denominación de Músicas del Mundo, Nick Gold, visitaron La Habana para grabar un disco que volvió a poner el son cubano en el mundo. Lo ha contado muchas veces. Ella ensayaba para la gira de uno de sus discos en solitario, en los estudios Egren de La Habana, cuando la llamaron para cantar 20 años (“esa canción ha acabado por marcar mi vida”) con Compay Segundo. “Fue todo improvisado, luego sucedió también que Ibrahim Ferrer me dijo: ‘Omari [así la llaman sus amigos], por qué no cantas conmigo Silencio’. La hicimos de un tirón y hasta nos aplaudieron”. Buena Vista Social Club ha vendido 10 millones de copias y recuperó la música tradicional cubana en un momento en que parecía que en Cuba solo existían Pablo Milanés y Silvio Rodríguez. Al disco le siguió la película de Win Wenders y el éxito fue de tal calibre que ancianos venerables como Compay Segundo, Cachaíto, Miguel Galván, Pepesito Reyes o Pío Leyva llenaron escenarios de todo el mundo. El entrañable retrato de Omara, con uno de sus turbantes, acompañada de Ibrahim Ferrer y el pianista Rubén González, sonriendo felices, ocupa un lugar destacado entre las fotos de su casa. “Me sentí muy contenta de haber hecho algo grande por la música cubana”.

Por eso ahora no ha podido negarse a acompañar a lo que queda del grupo en la gira mundial de despedida de la Orquesta Buena Vista Social Club. Con ella viajan también su nieta Rossio y su único hijo. No le interesa saber qué ha sido de las matrices de sus primeros discos ni el modo en que se gesta el nuevo son cubano. Ella pertenece a lo que algunos han calificado con cierta razón la gerontocracia de la música.

Omara Portuondo recibirá el premio de La Mar de Músicas el 22 de julio en Cartagena, Colombia.

El Pais, Spain/Amelia Castilla,La Habana/Excerpts/YouTube/InternetPHotos/Thecubanhistory.com
OMARA PORTUONDO, a long life of triumphs.
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.

Interior del Hotel Barcelona, Remedios, Las Villas, Cuba. Cuba en Fotos.
Fotos de Roberto Suarez. (Master Photographer).

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OMARA PORTUONDO. A LONG LIFE OF TRIUMPHS.

The same sings son, bolero and cha-cha. Has been sixty years singing.

At first glance it seems an old Omara 84 years, but as for the photographer eyebrows painted and starts singing and laughing, back decades in the calendar. Vano dream. With her and the group are four soneros-old training-traveling Dr. Heredia, a geriatrician paid by the Cuban Government has not missed a tour since the group was reborn for the story. A luxury habanero Rolling Stones were practically alone allowed.

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Wear a wide flower gown, a yellow ribbon contains his matted hair, bright red lips and flip-flops Birkenstock. “What do they want? At this point I’ve given up. I recognize Chancletera and mountain mulatto, too late to change. In my veins runs Spanish and African blood, “says before sitting. In his shoemaker sandals in all colors, including gold and silver pairs in tones, which are those used to move comfortable on stage are stored. “Never, never liked me heels. I took them out of my life as I could. ”

Comes from a medical review. A “normal” check before leaving the island to embark on the tour that will take a dozen cities around the world. In this first phase, traveling with the Orquesta Buena Vista Social Club, which says goodbye to the stage after the success of the album that the world rallied to the sounds of traditional Cuban music, but will fall tour with a solo show. “Cant wait!, Took more than four months without moving and you need scenario,” says the singer, traveler prey attacking artists accustomed to changing landscape syndrome.

THE EARLY YEARS.

She began dancing at the Tropicana club with 17. There should be much greater when the photo resting on the piano was made in the suit that looks word of honor, rhinestones and satin, along with members of the orchestra D’Aida, her sister Haydee – “an impressive lyrical voice “- Elena Burke and Moraima Secada, a quartet of young ladies that was all the rage in the Havana night. Some call it the queen of bolero “Those titles puts people, but I’m not queen of anything, the bolero has its substance, especially for those born in that era, but not be exaggerated.” Others know her as the girlfriend of feeling (Peninsularized interpretation of feeling), a Cuban version of jazz and bossa nova. Omara moves well in all genres, are the rumba, the mambo and guaracha chachachá, although the sentimental edge cadence. “I was born with this gift, and still last me for many years,” he claimed.

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His mother, daughter of a Spanish military, and his father, a successful baseball player, the Cuban national sport soccer license currently, whose mother was born a slave. The couple eloped, but such an act of love not only greatly complicated their lives but caused a rupture with the mother’s family. “We had no money, but we were happy,” says the artist. “As a child I did not like playing with the other kids, rather than go down the street I was at home listening to the radio. My first music lessons my father taught me: ‘Omarita, I’ll teach you a song. “I sing 20 years and I repeat; right there discovered my vocation to prophesy that would be a great singer. “He completed courses with singing and dancing, but before reaching the age of majority and danced in the Tropicana cabaret. Among the decorations of palms, he met musicians who, like her, dreamed of becoming great artists. Among them, the great composer César Portillo de la Luz – “a hardworking boy who painted walls and could not find employment anywhere” – author, among other classics, of you in the distance. “It was like nothing beautiful songs, was self-taught, like all musicians then,” he has sitting in a rocking chair, the same one used in the night breeze to sit on the deck listening to the sound of the sea.

Omara has over forty own albums and as many artists as Chico Buarque, Maria Bethania and Jorge Drexler. In 2009, at age 79, he won a Grammy in the category of best contemporary tropical album for Thanks. It was the first Cuban artist who collected the award on behalf of his country. Typical representative of the Cuban character makes a joke of the situation. Scenarios around the world have filled his life and filled his existence. “Music fills us with joy and is the most sublime to the soul. You can sing it for ‘me killed by traitor’, a text that seems sad, but the important thing is art. Everything is concatenated and humans receive from nature conditions to be what he wants or what he longs to be, and if you take the way and the result is good, better. “Acknowledge that you have been happy. Yes feels satisfied with her career. There is a “temita” who wrote me once that I identify with me, “Music is my heaven, earth, sea, sun, joy and reason,” she sings.

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BEFORE THE REVOLUTION.

In pre-revolution that ended the dictatorship of Batista years, Havana was in full swing: sex, drugs, mafia, casinos and long mornings with musical moments that have not yet been passed on the island. A Nat King Cole and Josephine Baker were not allowed to stay at the National Hotel for being black, but at night cheering on the Tropicana. The quartet D’Aida made ​​her presentation celebrating Blue garden. “Invariably, before leaving the stage, Nat King Cole a good shot of whiskey was taken, then walked to the piano singing the song ‘I believe …..’. So remember. There were so many artists and so good that sometimes stared me in the crowd to learn from them. That was a great school. “What deny that the environment should exude some machismo. Omara went with D’Aida nearly 15 years, traveled the world alone and there were many who tried to conquer it, the “Christopher Columbus”, by his own definition.

In this category puts the pianist Bebo Valdes, then leading orchestras of the Tropicana. “I was not in love with Bebo. That would have loved him, as every man wanted to conquer. I adored like my brother because he was really very happy. “A joy that did not interrupt the harshness of exile. The pianist left Cuba shortly victorious Fidel Castro entered Havana and never returned, as many artists and intellectuals. “I did not understand why he left, but each does what it sees fit,” Portuondo says. She does not like to talk about politics. Never thought of leaving his country; not even when he was in Miami with her sister and broke became known as the Cuban Missile Crisis. “They said horrible about what would happen in Cuba and many people were afraid, my sister fell into the trap and did not return things. It was terrible for her, that she was alone without his girl. If he had stayed here, we would have continued to work, but there was no way to convince her, I was very stubborn. That was well. It was a serious moment, but we must say no. We wore four months working in Miami in a major production, international artists were Cuba and the United States when we broke relations. “Over time, Haydee left music and now suffers from a degenerative disease that is treated in Miami. Nothing to do with race Omara. His vocation cubanidad reflected on the walls hung with awards from all regions of the island. She is not and will dissenting. “There is a moral and personal concept that people should be clear.” Your audience really does not care whether or not Communist, it is important to listen to your voice blasting on stage singing Siboney.

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Almost everything that happened before that in 1997 reached Buena Vista Social Club. Omara was already a star when veteran musician Ry Cooder and producer who invented the term World Music, Nick Gold, visited Havana to record an album that returned the Cuban son in the world. He has told many times. She was rehearsing for the tour of one of his solo albums, Egren studies in Havana, when she was called to sing 20 years (“that song has come to make my life”) with Compay Segundo. “It was all improvised, then also happened to Ibrahim Ferrer said, ‘Omari [so call your friends], why do not you sing with me Silence’. We did it in one go and we even clapped. “Buena Vista Social Club has sold 10 million copies and recovered the traditional Cuban music in a time when it seemed that only existed in Cuba Pablo Milanes and Silvio Rodriguez. Disk followed Win Wenders film and the success was so great that venerable old Compay Segundo, Cachaíto, Miguel Galván, or Pio Leyva Reyes Pepesito filled venues around the world. The endearing portrait of Omara, with one of their turbans, accompanied by Ibrahim Ferrer and pianist Rubén González, smiling happily, ranks high among the photos of his home place. “I was very happy to have done something great for Cuban music.”

So far there has been refusing to accompany the rest of the group in the world farewell tour of the Orquesta Buena Vista Social Club. Also traveling with her granddaughter Rossio and his only son. Not interested to know what became of his first albums matrices or the way it exploits the new Cuban son. She belongs to what some have called with some justification gerontocracy music.

Omara Portuondo will receive an award The Sea of ​​Music on July 22 in Cartagena, Colombia.

El Pais, Spain / Amelia Castilla, Havana / Excerpts / YouTube / InternetPHotos / thecubanhistory.com
Omara Portuondo, a long life of triumphs.
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.

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