NUEVO ARTÍCULO DEL “THE NEW YORK TIMES” SOBRE CUBA.
El nuevo editorial de The New York Times se ha centrado en las nuevas dinámicas de la disidencia en Cuba. El texto, que se suma a otros diez publicados en menos de tres meses, dedica un amplio espacio a la figura del fallecido opositor Oswaldo Payá, a la vez que remarca el escenario que ha propiciado el reciente anuncio de normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
El texto se publica a pocas semanas que Ernesto Londoño, miembro del consejo editorial del gigante informativo, estuviera de visita en La Habana. El impacto que la realidad cubana produjo en el periodista se hace evidente en cada línea aparecida este sábado en el NYT. Una mirada más severa sobre la censura y la exclusión política a la que somete el gobierno cubano a sus críticos revela que los días pasado en la Isla han marcado un tono y una mirada más aguda sobre la situación cubana.
La frase que se hizo común en vallas y carteles durante los años noventa: “En una plaza sitiada, la disidencia es traición”, es retomada por el NYT a la hora de explicar el “argumento” usado por el gobierno cubano “para ejercer un fuerte control sobre la vida de sus ciudadanos e impedir que los movimientos de oposición lleguen a representar una amenaza para el Estado”. Según el diario “la era que comenzó este mes cuando el Presidente Obama y el Presidente de Cuba, Raúl Castro, anunciaron el fin de más de medio siglo de enemistad entre sus gobiernos, es un momento clave para quienes forman parte del diverso y valiente movimiento de oposición en Cuba”.
Las críticas al Partido Comunista, van desde la precariedad económica impuesta a los cubanos, hasta un “acceso al Internet” que ha sido “severamente limitado y censurado”. Los medios oficiales tampoco se escapan de la diatriba al ser considerados en el editorial como subyugados “a los intereses del Estado”. Los caminos para hacer oposición son muy reducidos, reconoce el NYT, porque “fuera de los rígidos mecanismos del Partido Comunista, los cubanos tienen pocas vías para enfrentar a sus líderes”.
Entre los nombres de disidentes que destacan en el editorial está el de José Daniel Ferrer, “líder de la Unión Patriótica de Cuba, el grupo de oposición más visible y activo”. En una entrevista sostenida durante la visita de Londoño a La Habana, el activista comentó que durante los ocho años que pasó en prisión tuvo oportunidad de “considerar por qué no triunfaron los movimientos de disidencia en el pasado y cuál podría ser la fórmula exitosa en el futuro”. Según Ferrer, “históricamente (…) los activistas han sido percibidos por sus compatriotas como víctimas indefensas de un Estado opresivo”. Por esa razón en el movimiento que ha fundado tratan “de evitar que a la gente le lleguen discursos de perdedores”.
La paranoia y el miedo a ser constantemente escuchados y vigilados también quedan descritos en el extenso editorial. “Quienes viven en Cuba asumen que el espionaje interno es tan amplio que los diplomáticos suben el volumen de la música cuando quieren hablar sobre temas delicados”, asegura el texto. Los problemas cotidianos, por su parte, son vistos como un obstáculos para el ejercicio del civismo. Elizardo Sánchez “el decano de los defensores de los derechos humanos en Cuba”, declara que “la vida es tan dura que la gente no tiene tiempo de pensar en términos políticos”.
The New York Times se une a la opinión de varios analistas del nuevo escenario que se abre para las fuerzas democráticas dentro de Cuba. Destaca entre las acciones que se han realizado después del 17 de diciembre, la de “un grupo de prominentes activistas y miembros de la sociedad civil” que “emitieron un comunicado con cuatro demandas razonables”. Se refiere a l os cuatro puntos de consenso de la sociedad civil cubana, dados a conocer el lunes pasado por durante una reunión de una treintena de activistas.
Las demandas de este grupo creciente y representativo incluyen “la liberación incondicional de presos políticos”; el acatamiento de “los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos; el reconocimiento de los “líderes de la sociedad civil que no están vinculados al Estado” y la realización de “elecciones libres y democráticas”.
El diario estadounidense concluye su editorial instando a líderes democráticos latinoamericanos como Dilma Rousseff y Enrique Peña Nieto de México, a apoyar a los “líderes de movimientos de oposición” en Cuba y a invitar a la Cumbre de las Américas en Panamá, en abril, a representantes de la “sociedad civil cubana” para que los dignatarios allí presentes hablen en “presencia de los líderes de una Cuba democrática”.
14YMEDIO, La Habana/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.
NEW ARTICLE OF THE NEW YORK TIME ON CUBA.
The new editorial in The New York Times has focused on the new dynamics of dissent in Cuba. The text, which adds another ten published in less than three months, devotes considerable space to the opposition figure Oswaldo Paya died, while highlights the scenario that has led to the recent announcement of normalization of relations between the US and Cuba.
The text is published a few weeks Ernesto Londoño, a member of the editorial board of the news giant, was visiting Havana. The impact of the Cuban reality occurred in the journalist is evident in every line appearing this Saturday at the NYT. A stern look on censorship and political exclusion that the Cuban government submits its critics reveals that last day on the island have set a tone and a sharper eye on the Cuban situation.
The phrase that became common in billboards and posters during the nineties: “In a besieged, dissent is treason” is taken up by the NYT to explaining the “argument” used by the Cuban government “to exercise strong control over the lives of its citizens and prevent opposition movements come to pose a threat to the state. “According to the newspaper “the era that began this month when President Obama and President of Cuba, Raul Castro announced to more than half a century of enmity between their governments, who is a key part of the diverse and bold move time opposition in Cuba. ”
Criticism of the Communist Party, ranging from economic hardship imposed on Cubans up “Internet access” that has been “severely limited and censored”. Official media not escape the diatribe to be considered in the editorial and subjugated “to the interests of the State”. The roads to opposition are very low, recognizes the NYT, because “out of the rigid mechanisms of the Communist Party, Cubans have few avenues to confront their leaders.”
Among the names of dissidents who excel in the editorial is that of José Daniel Ferrer, “leader of the Patriotic Union of Cuba, the group more visible and active opposition.” In an interview held during the visit of Londoño to Havana, the activist said that during the eight years he spent in prison had the opportunity to “consider why not triumphed dissident movements in the past and what might be the successful formula in the future. “According to Ferrer, “historically (…) activists have been received by his countrymen as helpless victims of an oppressive state.” For that reason the movement he founded try “to prevent people would come speeches losers”.
The paranoia and fear of being heard and watched constantly are also described in lengthy editorial. “People living in Cuba assume that domestic spying is so broad that diplomats raise the volume of the music when they want to discuss sensitive issues,” says the text. Everyday problems, meanwhile, are seen as obstacles to the exercise of citizenship. Elizardo Sanchez “the dean of the defenders of human rights in Cuba,” states that “life is so hard that people do not have time to think politically.”
The New York Times joins the opinion of several analysts opens new arena for democratic forces in Cuba. Notable among the actions to be performed after the December 17, that of “a group of prominent activists and members of civil society” who “issued a statement with four reasonable demands”. It refers to you four points of consensus of Cuban civil society, released last Monday during a meeting of thirty activists.
The demands of this growing and representative group include “the unconditional release of political prisoners”; compliance with “the principles of the Universal Declaration of Human Rights; recognition of the “leaders of civil society that are unrelated to the State” and making “free and democratic elections.”
The American newspaper concludes his editorial urging Latin American democratic leaders like Dilma Rousseff and Enrique Peña Nieto of Mexico, to support the “leaders of opposition movements” in Cuba and to invite the Summit of the Americas in Panama, in April, representatives the “Cuban civil society” to dignitaries were present to speak on “presence of the leaders of a democratic Cuba”.
14YMEDIO, La Habana/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.