At this time we live in, where the rented sport becomes the dream of almost all Cuban players, talk about what might be the legendary Omar Linares in Major League Baseball shock the conscience of the connoisseurs of the game balls and strikes.
Best destination deserved this fruit of the tobacco town of San Juan y Martinez in Pinar del Río Province, who many believe has been one of the greatest Cuban baseball players of all time and the best of the ball in the island of the Castro dictatorship. “If he had dedicated to athletics, football, basketball, had been a star because he was an athlete in all its morphological configuration,” his first national series manager John Charles Days Pinar del Rio.
For a recent article in CubaDebate, under the signature of Juan A. Martinez Osama, entitled “Omar Linares: What kind of child” Omar says: I remember in Atlanta, at the Olympics, I wanted to give twenty-six million by play four years. Previously, on several occasions, I had been offered blank checks, offers a million just for signing up, all those things (…) With the money would have everything material, but had not had what I have now.
The question that breaks away from these statements is: What has now Omar Linares, than it would if in the prime of his youth had decided to venture into professional baseball in the US? Understanding of many, especially Pinar del Rio, only the indulgence of Castro-communist regime whose whims mutilated the gifts and the possibility of prosperity of hundreds of baseball on the island.
Beyond the gifts of the government, as the house given to Linares at the entrance of Pinar del Río, the Russian-made Lada car and free gas that solved the authorities of the province, and its subsequent transfer to a residence in the Cuban capital to buy their loyalty, what other heritage exhibits this extraordinary baseball? Does being included in the Saloncito of Fame on November 8, 2014, date of founding the same in the “revolutionary” and elected Cuban Baseball with the total voting?
What still many remember was in 2002 when it ceased to be an active player in Cuba, imponiéndosele early retirement understood-not something many, alongside other illustrious figures as Antonio Pacheco, Victor Mesa, Orestes Kindelan, Luis Ulacia and German Mesa.
Amid a low profile advertising, Omar el Grande, serious sellers to management MLB Professionals Japan, whose contract the government of the island took the most money. His performance in three years with the Dragons was not a poor averaje of (246), with just 11 homers.
It is noteworthy that Osama Martínez-a staunch defender of the players back-down- in his article for CubaDebate, claimed that this “authorization” from the Cuban Baseball Federation for Linares played professional team in Major League Japanese was an exploration, which now pays off with Cepeda, Despaigne, Yuliesky and others. “He concludes with irony there, in the land of the rising sun, did not yield what was expected of him, he was no longer the same, perhaps was not born to fabulous contracts, and carried the humility of San Juan y Martinez, armchairs broken and peeling walls without good paintings. Or just a brilliant star is fading.
But really, what has not told the journalist Martinez Osama Omar Linares is that despite being in their time of greatest splendor the ballplayer’s besieged by scouts of Major American leagues, never received an official retirement as others have graced sportsmen. And what’s worse, the Castro regime after returning from Japan, only flattered him a position as hitting coach of Industrial computer, even without being able to use their traditional number 10 on his back.
Beyond its outstanding performance in twenty international events in which he participated, being the key to the innumerable triumphs of Antillean ninth in his time, Omar Linares exhibits an impressive record of service billed during his twenty national series, very difficult to overcome. His leadership in batting average for the seasons (1985, 1986, 1990 and 1992); in runs (1985, 1987, 1993 and 1995); walks in the national series 1992, 1993, 1994, 1995, 1996 and 2000, and hit above 400 in six seasons, becoming the player highest batting average in Cuba (368); to which must be added his 404 homers, assures this Cuban player O’Boul Exceptional title.
CubaNet / León Padrón / InternetPhotos / www.theCubanHistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.
LA ESTRELLA DEL BASEBALL CUBANO QUE RECHAZÓ 26 MILLONES POR UN AUTO RUSO “LADA”.
En este tiempo que vivimos, donde el deporte rentado se convirtió en el sueño de casi todos los peloteros cubanos, hablar de lo que pudo ser el mítico Omar Linares Izquierdo en el béisbol de Grandes Ligas conmueve la conciencia de los entendidos del juego de las bolas y los strikes.
Mejor destino merecía este fruto del municipio tabacalero de San Juan y Martínez en la Provincia de Pinar del Río, quien a juicio de muchos, ha sido uno de los más grandes peloteros del béisbol cubano de todos los tiempos y el mejor de la pelota en la isla de la dictadura de los Castro. “Si se hubiera dedicado al atletismo, al fútbol, al baloncesto, hubiera sido una estrella, porque era un atleta en toda su configuración morfológica”, declaró su primer manager en series nacionales el pinareño Juan Charles Días.
Para un reciente artículo publicado en Cubadebate, bajo la firma de Juan A. Martínez Osaba, titulado: “Omar Linares: ¡Qué clase de niño!” Omar declara: Recuerdo que en Atlanta, en los Juegos Olímpicos, me querían dar veintiséis millones por jugar cuatro años. Anteriormente, en varias ocasiones, me habían ofrecido cheques en blanco, ofertas de un millón solo por firmar, todas esas cosas (…) Con el dinero hubiera tenido todo lo material, pero no hubiera tenido lo que tengo ahora.
La pregunta que se desgaja de estas declaraciones es: ¿Qué tiene ahora Omar Linares, que no tendría si en la flor de su juventud hubiese decidido incursionar en el beisbol profesional de los EEUU? Al entender de muchos, especialmente los pinareños, sólo la complacencia del régimen Castro-comunista, cuyos caprichos mutilaron los dones y la posibilidad de prosperidad de cientos de beisbolistas en la isla.
Más allá de los regalos del gobierno, como la casa otorgada a Linares a la entrada de Pinar del Río, el auto Lada de fabricación rusa y la gasolina gratis que le resolvía las autoridades de su provincia, y su posterior traslado para una residencia en la capital cubana para comprar su fidelidad, ¿qué otro patrimonio exhibe este extraordinario beisbolista? ¿El ser incluido en el Saloncito de la Fama el 8 de noviembre del año 2014, fecha de Refundación del mismo en el Béisbol “revolucionario” cubano y electo con la totalidad de los votos?
Lo que todavía muchos recuerdan fue cuando en el 2002 dejó de ser un pelotero activo en Cuba, imponiéndosele el anticipado retiro -algo que muchos no entendieron-, junto a otras ilustres figuras como Antonio Pacheco, Víctor Mesa, Orestes Kindelán, Luis Ulacia y Germán Mesa.
En medio de un bajo perfil publicitario, Omar el Grande, seria vendido a la gerencia de las Grandes Ligas Profesionales de Japón, de cuyo contrato el gobierno de la Isla se hizo con la mayor parte del dinero. Su actuación en tres años con los Dragones no pasó de un pobre averaje de (246), con apenas 11 jonrones.
Llama la atención que Martínez Osaba -un acérrimo defensor de los peloteros de vuelta-abajo- en su artículo para Cubadebate, afirmara que aquella “autorización” de la Federación Cubana de Béisbol para que Linares jugara como profesional en un team de las Grandes Ligas Japonesas, fue una exploración, que hoy rinde sus frutos con Cepeda, Despaigne, Yuliesky y otros”. Y concluye con ironía: Allá, en la tierra del sol naciente, no rindió lo que de él se esperaba, ya no era el mismo, quizás no había nacido para fabulosos contratos, y llevó consigo la humildad de San Juan y Martínez, de sillones rotos y paredes descascaradas, sin buenas pinturas. O simplemente se apagaba una estrella fulgurante.
Pero en verdad, lo que no ha dicho el periodista Martinez Osaba es que Omar Linares a pesar de ser en su momento de más esplendor el pelotero más asediado por los cazatalentos de las Grandes Ligas norteamericanas, jamás recibió un retiro oficial como han tenido otros agraciados deportistas. Y lo que es peor aún, las autoridades castristas tras su regreso del Japón, sólo le obsequiaron un puesto como entrenador de bateo del equipo Industriales, incluso sin poder usar su tradicional número 10 en sus espaldas.
Más allá de su descollante actuación en los veintitrés eventos internacionales en los que participó, siendo la clave de los innumerables triunfos de la novena antillana en su época, Omar Linares exhibe una impresionante hoja de servicio que facturó durante sus veinte series nacionales, algo muy difícil de superar. Su liderazgo en el promedio ofensivo para las temporadas (1985, 1986, 1990 y 1992); en carreras anotadas (1985, 1987, 1993 y 1995); bases por bolas en las series nacionales de 1992, 1993, 1994, 1995, 1996 y 2000, y el batear por encima de 400 en seis temporadas, convirtiéndose en el jugador de más alto promedio de bateo en Cuba (368); a lo que hay que añadir sus 404 jonrones, le asegura a este jugador cubano el título de Pelotero Excepcional.
CubaNet/León Padrón/InternetPhotos/www.theCubanHistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor.