“BOLERO”, A RHYTHM IN STAGE OF EXTINCTION IN CUBA
The Cuban ‘bolero’ is disappearing in Cuba . In nightclubs bolero singers hardly are hired. Reggaeton seems to occupy everything.
Those times cantinas , phonographs and boleros that were heard while drinking a beer and pork empellitas is pinched and is a story in the distance.
Now is past time thing or Nostalgic .
Still , luckily , every morning, an hour before eleven , by my bedroom window and Vicentico Valdés lyrics Benny Moré strain. A neighbor of 76 years usually hear at station COCO capital .
” How to forget to Olga Guillot, Blanca Rosa Gil , Orlando Contreras, Fernando Alvarez, the Freddy or La Lupe . Not only sang with heart, also told us of those broken love at least once in life we have suffered ,” says my neighbor wistfully .
Fifteen years ago , when I visited the apartment of the poet and journalist Raul Rivero, poor and dirty in the neighborhood of La Victoria, in Centro Habana , I remember him sitting in a white armchair , listening absorbed a bolero of Olga Guillot, with a smoking cigarette between fingers that threatened to burn his hand.
After completing the bolero, the poet came alive . Right now, purge dissent and free pen on a flat in Madrid . It is one among many political exiles of the Castro brothers. Maybe some morning, Rivero make hear the cock crow distance Moron . Or after lunch prompted a scrape to White , his wife. Or call Miami their daughters Cristina and Maria Karla , to accompany him on Sunday for a walk along the Malecon .
Many of our family in exile nostalgia usually sleep with under his pillow . A couple of years ago , Raúl Rivero wrote in El Mundo chronic pride that read : ” Bartolomé Maximiliano Moré , a holy black , a legend of popular music , who taught in America that the bolero is a poem that is left dancing, came be so casual when reporting to work with his big band , which in Cuba , Mexico and Venezuela announced his performances in stadiums and public squares with this wonder of the doubt : will you come or not come Benny “?
I feel sorry for my neighbor and my friend Raul as outcasts . And the bolero in Cuba launched an inexorable process of extinction. The garrulous old drivers car hire in Havana, in their players only have room for outrageous and rude reggaeton.
The higher the volume , the better. In the clubs is tacky or have a lousy sense of ” bisne ” hire someone to sing boleros. ” Only in the ‘ discotembas ‘ hired a poor devil to interpret four or five bolerones . Account But given. Hardly come people ,” says the manager of a Havana nightclub .
Fashion is Business – half earnings by half – Junkie with reggaeton as the Micha o Unequal spread . It is what it is . My neighbor will have to settle with boleros still hear in his old Russian Radio VEF 206.
And Raul Rivero should be safely tucked his recordings of Olga , Vicentico and Benny , and bring them with you when you return. Because then it is likely that reggaeton has completed its task of burying the bolero.
Agencies/DDC/ Ivan Garcia, Havana/Youtube / www.thecubanhistory.com
The Cuban History , Hollywood.
Arnoldo Varona , Editor.
EL “BOLERO”, UN RITMO EN ETAPA DE EXTINCIÓN EN CUBA.
El bolero está en vías de desaparición en Cuba. En los centros nocturnos apenas contratan boleristas. El reguetón parece ocuparlo todo.
Aquellos tiempos de cantinas, vitrolas y boleros que se escuchaban mientras se bebía una cerveza y se pellizcaban empellitas de puerco ya es una historia en la distancia.
Ahora es cosa de viejos. O nostálgicos.
Todavía, por suerte, cada mañana, una hora antes de la once, por la ventana de mi cuarto se cuelan canciones de Vicentico Valdés y Benny Moré. Un vecino de 76 años las suele oír por la emisora capitalina COCO.
“Cómo olvidar a Olga Guillot, Blanca Rosa Gil, Orlando Contreras, Fernando Álvarez, la Freddy o La Lupe. No solo cantaban con el corazón, también nos contaban de esos amores rotos que al menos una vez en la vida hemos sufrido”, dice con añoranza mi vecino.
Quince años atrás, cuando visitaba el apartamento del poeta y periodista Raúl Rivero, en la barriada pobre y sucia de La Victoria, en Centro Habana, lo recuerdo sentado en un sillón blanco, escuchando ensimismado un bolero de Olga Guillot, con un cigarrillo humeante entre los dedos que amenazaba con quemarle la mano.
Después de terminar el bolero, el poeta cobraba vida. Ahora mismo, purga su disidencia y su pluma libre en un piso de Madrid. Es uno entre muchos desterrados políticos de los hermanos Castro. Tal vez alguna madrugada, Rivero crea escuchar a lo lejos cantar al gallo de Morón. O después del almuerzo le pida una raspadura a Blanca, su esposa. O llame a Miami a sus hijas Cristina y María Karla, para que el domingo lo acompañen a dar una vuelta por el Malecón.
Muchos de nuestros familiares en el exilio suelen dormir con sus nostalgias debajo de la almohada. Hace un par de años, Raúl Rivero escribió en El Mundo una soberbia crónica donde decía: “Bartolomé Maximiliano Moré, un negro santo, una leyenda de la música popular, que enseñó en América que el bolero es un poema que se deja bailar, llegó a ser tan informal a la hora de presentarse a trabajar con su banda gigante, que en Cuba, México y Venezuela se anunciaban sus actuaciones en los estadios y plazas públicas con este prodigio de la duda: ¿Vendrá o no vendrá el Benny?”
Siento pena por mi vecino y por desterrados como mi amigo Raúl. Y es que el bolero en Cuba marcha un inexorable proceso de extinción. Los locuaces choferes de viejos autos de alquiler en La Habana, en sus reproductores solo tienen espacio para el escandaloso y grosero reguetón.
Mientras más alto el volumen, mejor. En las discotecas es de mal gusto o tener un pésimo sentido del “bisne”, contratar a alguien que cante boleros. “Solo en las ‘discotembas’ contratamos a un pobre diablo para que interprete cuatro o cincos bolerones. Pero la cuenta no da. Apenas vienen gente”, señala el gerente de un centro nocturno habanero.
La moda es hacer negocios —las ganancias se reparten mitad por mitad— con reguetoneros como el Yonqui, el Micha o Los Desiguales. Es lo que hay. Mi vecino se tendrá que conformar con seguir oyendo boleros en su añejo radio ruso VEF 206.
Y Raúl Rivero deberá tener a buen recaudo sus grabaciones de Olga, Vicentico y el Benny, y que las traiga consigo cuando regrese. Porque para entonces es probable que el reguetón haya terminado su faena de sepultar al bolero.
Agencies/DDC/ Ivan Garcia, Havana/Youtube / www.thecubanhistory.com
The Cuban History , Hollywood.
Arnoldo Varona , Editor.