The people interviewed for this article have not been warned that his testimony would appear in a newspaper article so that, out of respect and to avoid government reprisals, their names have been changed.
INSIDE CUBA: TODAY, THE ISLAND WAIT (1 of 4) .
Sure you’ve heard a hundred times that of the need to travel to Cuba before it changes; if you have not already, stop rushing, because Cuba is already changing. The American flag flies on the Malecon in Havana, there are daily flights to Miami, a new middle class crammed restaurants and ‘Yuma’ as Americans is known in Cuban slang, rampant in the country descoyuntando its microeconomics based on tips that double the salary of the waiter who receives them.
The rapprochement with the United States, embodied in July with the reopening of embassies in Washington and Havana, also involved writing a model, the Castro, who no longer works for Cuba, as Fidel himself acknowledged in one of his last interviews. For Cubans, Fidel Castro is the inspiration, the dogma, the man who supports the revolution and the low profile Raul, a man with the gift of management called to lead a smooth transition. His mission now is to open the faucet reforms little by little, making sure that the flow can not take them ahead before the same biology.
The idea is that capitalism cale as chirimiri in the population, but although the ruling party insists on denying it, are already all wet. 75% of employees works directly for the state, earning about $ 27 per month, a figure that is impossible to eat, especially with the price of Cuban supermarkets. With the exception of rum, sugar, vegetables and some jams and preserves, which are produced on the island, other foods are imported; Not only that, but that the state, by dealing with wholesalers, the purchase price of consumer, which generates a significant premium to the end. A pot of pickles Spar sale for five dollars and a bottle of Marques de Riscal, by more than 20.
Whenever they have left, the foreign think, the ration book. “And with the book what we eat? Could you eat half a kilo of chicken, five eggs and 200 grams of beans per month?” Rafael, taxi driver explains in Havana. Rafael and his wife exchanged book every month, like other Cubans, but they need the salary supplement that provides the taxi and, in many cases, the money her daughter, a doctor in Italy, send them periodically. His case is exceptional while adheres to the law. Others, most, survive by selling ‘the left’, the term used by locals to refer to skullduggery. They divert a portion of gasoline, food or products provided by the State to resell them at market prices. Capitalist market.
At first glance, Cuba is a country without supplies. No yogurt, fish, milk, glass and car parts. However, just two or three questions are asked, it is possible to find everything ‘to the left’. In the most famous bars in the busy state bishop in central Havana street attendants their own bottles of rum takes. “They serve mojitos and daiquiris with them and get into the pocket than they take. Then, when you have ‘your’ box, begin to actually work for the state,” says a Spanish businessman who works in Havana. There are even shops, one for Apple, which sold ‘package’ a ‘pendrive’ with nearly a terabyte of information with all that American television has issued the previous month, which, in theory, the State considers imperialist propaganda . The government itself is no slouch, reselling signal or clicking directly Sky Sports Television newscast of TVE without any modesty.
(To be continued – (1 of 4)
Confidential, Spain / Alfredo Pascual / Internet Photos / TheCubanHistory.com
The Cuban History / HOLLYWOOD.
Arnoldo Varona, Editor.
Las personas entrevistadas para este reportaje no han sido advertidas de que su testimonio figuraría en un artículo de prensa de modo que, por respeto y para evitar represalias gubernamentales, sus nombres han sido modificados.
CUBA POR DENTRO: HOY, LA ISLA ESPERA (1 de 4).
Seguro que habrá escuchado cientos de veces aquello de que hay que viajar a Cuba antes de que cambie; si no lo ha hecho aún, deje de apurarse, porque Cuba ya está cambiando. La bandera norteamericana ondea en el malecón de La Habana, hay vuelos diarios a Miami, una nueva clase media abarrota los restaurantes y ‘la yuma’, como se conoce a los estadounidenses en jerga cubana, campa a sus anchas por el país descoyuntando su microeconomía a base de propinas que duplican el sueldo del camarero que las recibe.
El acercamiento a Estados Unidos, materializado en julio con la reapertura de las embajadas en Washington y La Habana, supone también la renuncia a un modelo, el castrista, que ya no funciona ni para Cuba, como el propio Fidel reconoció en una de sus últimas entrevistas. Para los cubanos, Fidel Castro es la inspiración, el dogma, el hombre que sustenta la revolución, y Raúl el perfil bajo, un hombre con el don de la gestión llamado a liderar una transición tranquila. Su misión, ahora, consiste en abrir el grifo de las reformas de poco en poco, cuidando que el caudal no se los lleve por delante antes que la misma biología.
La idea es que el capitalismo cale como el chirimiri en la población, pero aunque el oficialismo se empeñe en negarlo, ya están todos empapados. El 75% de los trabajadores se desempeña directamente para el Estado, percibiendo en torno a 27 dólares mensuales, una cifra con la que es imposible alimentarse, especialmente con los precios de los supermercados cubanos. A excepción del ron, el azúcar, hortalizas y algunos dulces y conservas, que se producen en la isla, el resto de alimentos se importan; no solo eso, sino que el Estado, al no tratar con mayoristas, los compra a precio de consumidor, lo que genera un importante sobreprecio al final del proceso. Un bote de pepinillos en vinagre de Spar sale por cinco dólares y una botella de Marques de Riscal, por más de 20.
Siempre les queda, piensa el extranjero, la libreta de racionamiento. “¿Y con la libreta qué vamos a comer? ¿Tú podrías comer con medio kilo de pollo, cinco huevos y 200 gramos de frijoles al mes?”, explica Rafael, taxista en La Habana. Rafael y su mujer canjean la libreta todos los meses, como el resto de cubanos, pero necesitan el complemento salarial que les proporciona el taxi y, en muchas ocasiones, el dinero que su hija, médica en Italia, les envía periódicamente. Su caso es excepcional en tanto que se ciñe a la legalidad. Otros, los que más, sobreviven a base de vender ‘por la izquierda’, el vocablo que utilizan los locales para referirse al trapicheo. Desvían una parte de la gasolina, los alimentos o los productos que les provee el Estado para revenderlos a precio de mercado. De mercado capitalista.
A primera vista, Cuba es un país desabastecido. No hay yogures, pescado, leche, cristal o repuestos de automóvil. Sin embargo, a poco que se hacen dos o tres preguntas, es posible encontrarlo todo ‘por la izquierda’. En los bares estatales más famosos de la concurrida calle Obispo, en el centro de La Habana, los camareros se llevan sus propias botellas de ron. “Sirven los mojitos y daiquiris con ellas y se meten en el bolsillo lo que sacan. Luego, cuando han hecho ‘su’ caja, empiezan a trabajar realmente para el Estado”, dice un empresario español que trabaja en La Habana. Existen incluso tiendas, una por manzana, que venden ‘el paquete’, un ‘pendrive’ con cerca de un terabyte de información con todo lo que ha emitido la televisión norteamericana el mes anterior, algo que, en teoría, el Estado considera propaganda imperialista. El propio Gobierno no se queda atrás, revendiendo la señal de Sky o pinchando directamente los deportes del Telediario de TVE sin el menor recato.
(Continuará – 1 de 4)
El Confidencial, Spain/Alfredo Pascual/Internet Photos/TheCubanHistory.com
The Cuban History/ HOLLYWOOD.
Arnoldo Varona, Editor.