IT RETURNS TO LA HAVANA ‘THE PREGONERO’.
It turns the public announcement to take possession of the sonorous panorama of the city. Although it never disappeared completely, it lost presence throughout last decades, to the point of which in 1978 an eminent student was already thinking it as “a folkloric relic”.
Today, from the changes that occur in the nation, from six o’clock in the morning even beyond the eight of the night, all kinds sellers walk and backtrack the streets: ice-cream sellers, tamaleros and escoberos with an idlers’ varied offer, trapeadores, clothes racks, ice lollies of tendedera and destupidores of toilet.
There are not missing those who offer breads, butter, cream cheese and cookies, peanut nougats, scrapings of the olive-oil press of Guayos, in Cabaiguán, and cremitas of milk, brought from Camagüey, the seller shouts, what perhaps it is not true. The vases appear mainly every Sunday.
There are those who, between other proposals, repair gas kitchens and of keroseno, those who put fund to a dilapidated furniture and those who make sure that they begin to walk a fan although it is of stick. Diligent, there walk also the streets the buyers of bottles, empty bottles of perfume, broken Russian clocks, washers Aurika, Chinese fridges, walk or do not walk …
The vianderos appear at about 11 AM: beans, avocados, bananas donkeys and males, malanga, pumpkin, black and white beans. They are employed at couple, one for a sidewalk, and other, for other one, and begin from side to side an inharmonious dialogue and descompasado that, when the client skimps, leads to thinking that it sells one and another seller buys.
The tamalero comes: “Good flavor! Good size the tamales!». Other comes with its: «Bicarbonate, that I go away!». And one day yes and other also, with absolute punctuality, the chlorine seller.
His is a such loyalty that the scribbler has gone so far as to wonder why chlorine is needed so much in the share-out. It proclaims the subject: “Chlorine, chlorine, chlorine! Everything cleans it: up to the conscience!».
Agencies/CiroBianchi/InternetPhotos/Excerpts/Arnoldo Varona/TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
REGRESA A LA HABANA ‘EL PREGONERO’.
Vuelve el pregón a apoderarse del panorama sonoro de la ciudad. Aunque nunca desapareció del todo, perdió presencia a lo largo de las últimas décadas, al punto de que en 1978 un eminente estudioso lo conceptuaba ya como “una reliquia folklórica”.
Hoy, a partir de los cambios que se operan en la nación, desde las seis de la mañana hasta más allá de las ocho de la noche, vendedores de todo tipo andan y desandan las calles: heladeros, tamaleros y escoberos con una variada oferta de haraganes, trapeadores, percheros, palitos de tendedera y destupidores de inodoro.
NO faltan los que ofrecen panes, mantequilla, queso crema y galletas, turrones de maní, raspadura del trapiche de Guayos, en Cabaiguán, y cremitas de leche, traídas de Camagüey, vocea el vendedor, lo que tal vez no sea verdad. Los floreros aparecen mayormente los domingos.
Hay quienes, entre otras propuestas, reparan cocinas de gas y de keroseno, los que ponen fondo a un mueble desvencijado y los que aseguran que echan a andar un ventilador aunque sea de palo. Diligentes, andan también las calles los compradores de botellas, frascos vacíos de perfume, relojes rusos rotos, lavadoras Aurika, refrigeradores chinos, anden o no anden…
Aparecen a media mañana los vianderos: habichuelas, aguacates, plátanos burros y machos, malanga, calabaza, frijoles negros y blancos. Trabajan en pareja, uno por una acera, y otro, por la otra, y entablan de lado a lado un diálogo inarmónico y descompasado que, cuando escasea el cliente, lleva a pensar que uno vende y el otro vendedor compra.
Viene el tamalero: «¡Buen sabor! ¡Buen tamaño los tamales!». Llega otro con su «¡Bicarbonato, que me voy!». Y un día sí y otro también, con puntualidad absoluta, el vendedor de cloro.
Es la suya una fidelidad tal que el escribidor ha llegado a preguntarse para qué se necesita tanto cloro en el reparto. Pregona el sujeto: «¡Cloro, cloro, cloro! Lo limpia todo, ¡hasta la conciencia!».
Agencies/CiroBianchi/InternetPhotos/Excerpts/Arnoldo Varona/TheCubanHistory.com
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