Many habaneros were wandering to this mythical character who used to walk the streets of Havana, very often between Infanta and San Lazaro, 23 and 12, Iglesia de Paula, the Paseo del Prado, the Avenida del Puerto, or Central Park.
Known by all Cubans as the gentleman of Paris, this unique character never offended or attacked anyone and much less asked alms, because his nobility of spirit was allowed.
Some times he said that he was a Gladiator, other a Corsair or a King, even up to an emperor. Always boasting of his great respect by the people, to who liked address to give them a flower, any of their teaspoons of dessert or Holy cards of santos. They say that you halted the passage of pedestrians to recite his beautiful poems and tell one of his quixotic adventures.
Support manufacturing small crafts which then sold and sometimes gave earned for many years. To the lapicitos which connects with beautiful threads of colors always you stamping them some other phrase or Word to then give it.
He stressed for many things, but above all for its hidalguez: was friendly, talkative and very cultured. He had unmatched precision the dates of events that occurred in the past and spoke of the nobility as if ever would have formed part of it. Even said also that in an opportunity shared with his Holiness the Pope.
It really was a true gentleman as the stories of cavalry. He wore a colorful coat, dark clothes, a foreign accent when speaking and an unusual, albeit somewhat scruffy porte. Those who knew him still remember him always with a bunch of books and papers of newspapers between the hands, as if he never wanted to get rid of the culture that for years acquired.
The knight-errant José María Lledín became a habanera legend was his real name. Born in Fonsagrada, province of Lugo, in Galicia, Spain. Had eleven siblings, but he was the only one who learned to read and write. He then devoted many hours to complete their education. They say that it could not concluded their high school studies, but always preferred reading and good music.
Lledín had to travel to Havana in search of fortune and being still in their right mind worked as famous as the Telegraph, the Seville and the Manhattan hotels.
https://youtu.be/UwOGgVM-kO8
Many stories are woven around the cause of their madness, although almost all accounts agree that the gentleman of Paris lost the trial after suffering an unjustly imprisoned in the castle of the Prince in Havana for a crime he never committed. When he left the closure ceased to be José María Lledín and became the popular Havana character changing personality.
Almost until his 90 years was seen through the streets until it was necessary to admit him to the Psychiatric Hospital of Mazorra, on the outskirts of Havana to try to improve his delicate mental state, diagnosed as a parafrenia, imaginative delirium with conspiracies, and no significant deterioration of the personality.
By these and by many reasons, them Cuban that backtracking by the streets of the Havana old always it immortalize in an of your photographs. His bronze statue, fruit of the talent of Jose Villa Soberon, reveals it to the outskirts of the convent of San Francisco of Assisi, in the historic centre, as if he were still walking down there waiting for a warm greeting.
Agencies/Rad.Enciclopedia/Ruth Falcon/Internet Photos/Arnoldo Varona/TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
UN PERSONAJE HABANERO QUE SE CONVIRTIÓ EN LEYENDA.
Muchos habaneros vieron deambular a este mítico personaje por las calles de la Habana, muchas veces entre Infanta y San Lázaro, 23 y 12, la Iglesia de Paula, el Paseo del Prado, la Avenida del Puerto, o el Parque Central.
Conocido por todos los cubanos como el Caballero de París, este singular personaje jamás ofendió ni agredió a nadie y mucho menos pidió limosnas, porque su nobleza de espíritu se lo permitió.
Unas veces decía que era un gladiador, otras un corsario o un rey, incluso hasta un emperador. Siempre presumiendo de su gran respeto por la gente, a quien gustaba abordar para regalarles una flor, alguna de sus cucharitas de postre o estampitas de santos. Dicen que detenía el paso de los transeúntes para recitar sus hermosos poemas y contar una de sus andanzas quijotescas.
Por muchos años se ganó el sustento fabricando pequeñas artesanías que luego vendía y a veces regalaba. A los lapicitos que entrelazaba con bellos hilos de colores siempre les estampaba alguna que otra frase o palabra para luego obsequiarla.
Resaltó por muchas cosas, pero sobre todo por su hidalguez: era amable, locuaz y muy culto. Contaba con inigualable precisión las fechas de eventos ocurridos en épocas pasadas y hablaba de la nobleza como si alguna vez hubiera formado parte de ella. Incluso decía también que en una oportunidad compartió con su Santidad el Papa.
Realmente era un verdadero caballero como los de las historias de caballería. Llevaba una vistosa capa, ropas oscuras, un acento extranjero al hablar y un porte inusual, aunque algo desaliñado. Los que le conocieron aun lo recuerdan siempre con un manojo de libros y papeles de periódicos entre las manos, como si nunca quisiese desprenderse de la cultura que por años adquirió.
El caballero andante que se convirtió en una leyenda habanera José María Lledín era su verdadero nombre. Nació en Fonsagrada, provincia de Lugo, en Galicia, España. Tuvo once hermanos, pero él fue el único que aprendió a leer y a escribir. Entonces dedicó muchísimas horas a completar su educación. Dicen que no pudo concluir sus estudios de Bachillerato, pero siempre prefirió la lectura y la buena música.
https://youtu.be/UwOGgVM-kO8
Lledín tuvo que viajar hacia La Habana en busca de fortuna y estando aún en su sano juicio trabajó en hoteles tan famosos como el Telégrafo, el Sevilla y el Manhattan.
Muchas historias se tejen alrededor de la causa de su locura, aunque casi todos los relatos coinciden que el Caballero de Paris perdió el juicio luego de sufrir una injusta prisión en el Castillo del Príncipe en La Habana por un delito que nunca cometió. Cuando salió del encierro dejó de ser José María Lledín y se convirtió en el popular personaje habanero que cambiaba de personalidad.
Casi hasta sus 90 años se le vio por las calles hasta que fue necesario internarlo en el Hospital Psiquiátrico de Mazorra, en las afueras de La Habana para tratar de mejorar su delicado estado mental, diagnosticado como una parafrenia, delirio imaginativo con confabulaciones y un deterioro no significativo de la personalidad.
Por estas y por muchas razones, los cubanos que desandan por las calles de La Habana Vieja siempre lo inmortalizan en una de sus fotografías. Su estatua de bronce, fruto del talento de José Villa Soberón, nos lo revela a las afueras del Convento de San Francisco de Asís, del Centro Histórico, como si todavía estuviera caminando por allí a la espera de un saludo cordial.
Agencies/Rad.Enciclopedia/Ruth Falcón/Internet Photos/Arnoldo Varona/TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.