Seeing Strawberry and Chocolate more than twenty years after its premiere remembered the excitement created by this event and how he describes as remarkable event in Cuban cinema .
Since the distance puts a wall of fog between past – the emotions “Special Period ,” the throes of a country and the collapse of an entire system , the unmasking of latent pain for many years … – I could see it with an attitude much more objective .
Born from a story by Senel Paz, The Wolf , the Forest and the New Man , contest prize Radio France Internationale , text , obtained and who knows how to print on a home , we spent underground in the 90s, brought a staging of great impact , and the film brought the unprecedented credit for legitimizing the forbidden.
The great effort put into its realization brought him two Coral Performance Award ( Mirta Ibarra and Jorge Perugorría ), and one to address shared by Juan Carlos Tabio and Tomás Gutiérrez Alea . But in addition , the film was nominated for an Oscar and Goya award. It was the rise to fame not only for its young actors, but even the author of the emblematic sculptures that appear in the film.
This second time before the movie won me back , I confess . Also I enjoyed editing is more accurate than the one I saw two decades ago. But it left a sour taste for the questions , and I wondered : would have the same value Diego criticism , if it was not a dreamer , honestly initially involved with the “revolutionary” process?
What if it had been a bitter bourgeois , in addition to sexual intolerance, for the expropriation of their property ? Or a radical opposition ? Or had it been simply less candid or less nationalistic ?
Obviously, this film would not have been filmed with state resources . Not then, not now .
So the feeling that the movie was there, who has not had visible continuity in Cuban art is me . That, despite the official cry , her cry of conciliation became extinct in the end credits.
And not only because the common rejection of homosexuality is evident in any street (just see the reactions of people when passing a transvestite , and hear the wake of comments ), but because one’s view of the media on the subject remains rigid and stereotyped , despite the relative freedom that has allowed cinema Quad (Green green, Chamaco ) .
Do not know if it exists, but I have not seen any Cuban film where the protagonist is a gay question and the argument in some sense the issue of homosexuality. A story about one of the many human conflicts where gay is , with or without a partner, and with the benefit of daily life and to anodynia .
An integration is not conquered with debates or conferences ruling against homophobia where not falling for the old and worn mold consist ipso facto policy that their rights end at the edge of sexual agency.
Freedom is a principle of life that dies when it falls , is caged or grid. Freedom of thought is one, and only one sexuality its nuances.
What would David and Diego today ? Would you be satisfied to leave that Diego first closet ?
David ? Would insist at this point that the errors are not the revolution ? Where would the revolution outside the perpetuity and multiplicity of their “mistakes “?
Where is the film made by ICAIC speak other demonized by the official story ? A story that may also end with a hug dissolve depths ( spontaneous or induced ) .
Twenty years of Strawberry and Chocolate, conquest has lapsed Cuban cinema and cyberspace is the only surface you can afford or more stories as prohibited as or more human .
Agencies/DDC/Veronica Vega, La Habana/Internet Photos/Arnoldo Varona/ thecubanhistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
CUBA: LA PELÍCULA “FRESA Y CHOCOLATE”, UNA CONQUISTA CADUCADA.
Mas Veinte años después de su estreno, ¿cuáles son los límites más ostensibles de ‘Fresa y chocolate’? ¿Y los del cine del ICAIC venido después?
Viendo Fresa y Chocolate veinte años después de su estreno recordé la efervescencia creada por este aniversario y cómo se le califica de notable acontecimiento en el cine cubano.
Puesto que la distancia pone un muro de niebla entre las emociones pasadas —el “Período Especial”, los estertores de un país y el derrumbe de todo un sistema, el desenmascaramiento de dolores latentes por largos años…—, pude verla con una actitud mucho más objetiva.
Nacida de un cuento de Senel Paz, El lobo, el bosque y el hombre nuevo, premio del concurso Radio Francia Internacional, texto que, obtenido quién sabe cómo y en una impresión casera, nos pasábamos clandestinamente en los 90, provocó una puesta teatral de gran repercusión, y la película traía el inédito mérito de legitimar lo prohibido.
El buen empeño puesto en su realización le trajo dos Premio Coral de Actuación (Jorge Perugorría y Mirta Ibarra), y uno a la Dirección, compartido por Juan Carlos Tabío y Tomás Gutiérrez Alea. Pero, además, la cinta obtuvo una nominación al Oscar y el premio Goya. Fue el salto a la fama no solo para sus jóvenes actores, sino incluso para el autor de las emblemáticas esculturas que salen en el filme.
Esta segunda vez ante la película me conquistó de nuevo, lo confieso. También la edición que disfruté es más precisa que la que vi hace dos décadas. Pero me dejó un sabor agridulce por los cuestionamientos, y me pregunté: ¿habrían tenido el mismo valor las críticas de Diego, si no hubiera sido un soñador, sinceramente involucrado en un inicio con el proceso “revolucionario”?
¿Y si hubiese sido un burgués resentido, además de por la intolerancia sexual, por la expropiación de sus bienes? ¿O un opositor radical? ¿O si hubiera sido simplemente menos cándido o menos nacionalista?
Es obvio que tal filme no se habría filmado con recursos del Estado. Ni entonces, ni ahora.
Por eso me queda la sensación de que la película se quedó ahí, que no ha tenido continuidad visible en el arte cubano. Que, a pesar del clamor oficial, su grito de conciliación se extinguió en los créditos finales.
Y no únicamente porque el rechazo común a la homosexualidad se palpa en cualquier calle (basta ver las reacciones de la gente cuando pasa un travesti, y oír la estela de comentarios), sino porque la propia visión de los medios sobre el tema sigue siendo rígida y estereotipada, pese a la relativa libertad que se ha permitido el cine del patio (Verde verde, Chamaco).
No sé si exista, pero yo no he visto ninguna película cubana donde el protagonista sea un gay y el argumento no trate en algún sentido la problemática de la homosexualidad. Una historia sobre uno de los tantos conflictos humanos donde el homosexual esté, con o sin su pareja, y con el beneficio de la cotidianidad y hasta la anodinia.
Una integración no se conquista con debates o jornadas oficialistas contra la homofobia donde los que no entren por la vieja y gastada horma política constarán ipso facto que sus derechos terminan en los confines del albedrío sexual.
La libertad es un principio de vida que muere cuando se encuadra, se enjaula o se cuadricula. La libertad de pensamiento es una, y la sexualidad solo uno de sus matices.
¿Qué pensarían hoy David y Diego? ¿Le bastaría a Diego salir de ese primer closet?
¿Insistiría David a estas alturas en que los errores no son la revolución? ¿Dónde pondría a la revolución, fuera de la perpetuidad y multiplicidad de sus “errores”?
¿Dónde está la película hecha por el ICAIC que hable de los otros satanizados por la historia oficial? Una historia que pueda terminar también con un abrazo que disuelva abismos (espontáneos o inducidos).
A veinte años de Fresa y Chocolate, su conquista ha caducado en el cine cubano y el ciberespacio es la única superficie que puede permitirse historias tan o más prohibidas, tan o más humanas.
Agencies/DDC/Veronica Vega, La Habana/Internet Photos/Arnoldo Varona/ thecubanhistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
CUBA PHOTOS.Puesta de sol en La Habana Cuba