CUBAN STORIES OF CASTRO’S WAR IN AFRICA.
In Ethiopia, it was different. Those Ethiopian mulattos fight like no one; and the same the somalos. Tremendous war, in the middle of the arena, as in English films about the commands and the Afrika Korps and the desert rats. We thought to be at a party while we opened trenches. Appear, we had six how hundred tanks, multiple rocket launchers, cannons of one hundred and thirty. What kind of refusal was put together! Night is lit up the sky with the glow of the Cannon: wild animals, cheetahs, leopards-like but they run more, cheetahs were fleeing from us, like hyenas, the animals, all were terrified. Even the birds; the vultures do not, those were happy, fat, clearing dead and more dead, seemed stuffed turkeys. And all for a large piece of desert that I heard, had oil.
I like more Angola, continues, the forests are of fear, full of monkeys ―tu’ve not eaten roasted monkey, huh? ― gorillas carried the women when they are without females, Lions, leopards, hyenas, snakes, spiders, scorpions of the size of a shoe, huge worms tucked into the ground muddy rivers. Once, when Cubango, my shock troop became a river, we had like a week without bathing; as we come to the river and got order rest so chemists could filter and purify water with some pills and a few rare equipment. Some people went to bathe in the River, seemed calm all. We put two brackets of posta, with heavy machine guns and mortars targeting the other side. It didn’t take anything; well, one left filled with leeches, but because he got himself into a muddy area. All calm. Later explorers crossed the water arm ―parecia leg, not a brazo― and found the corpses of other Cubans in the same bank. Had finished off cigar and tracks and the mother of tomatoes. We were watching all the time and killed prisoners, I suppose that they cut them first language so we not done them, ate raw parts: heart, kidneys, testicles. They were not Unitas, people of Savimbi. Jungle man-eaters, were cannibals as in Tarzan films. And those guys went to the most advanced villages to trade with our troop. What’s more, some studied at the Patrice Lumumba University in Moscow, spoke Russian, read Marxism… and the balls to the Cuban companions ate to be more courageous. Up to the blue eyes ate, trying to their children to come out as well.
Not you you could neglect, that nothing. I remember the smell of that river, beyond the size of a bird, butterflies circling. Can you imagine?, full colour, hovering above us, a stack of men encueros ―tu know my tastes, you will think that it was in France, but that nothing, was cagado of the miedo― and the jungle almost in silence, not hear a noise. We were hunting, watching and if not attacked it was, I say, because we were many and the Colonel knew more than what they taught him. Included, was in Afaganistan ― that’s how is spelled.? ― learning with the Russians and that was how twenty guards with rocket launchers and heavy machine guns looking to the other side and types were left without feast. Amount of rich, to molasses odor was smelled and you killed the heat and mosquitoes and those infected flies and butterflies, beetles. Did you know that there are poisonous butterflies? Hey, that was a hell. I remember, there in the middle of the water, I remembered the crocodile swamp of Zapata, who had never seen them. What do you think?, I’ve never gone to the swamp, and suddenly I’m in a river full of those, with leeches, lizards monkeys scrutinizing silently from the bushes of the mato grosso, a few clumps with a tribe of cannibals and towering hesitating me as if I were a puerquito; now tell me, thinks: I cast in an Indiana Jones movie was like hell? Because that was a movie, this is a film: the people of this country be rafting without knowing nothing of the sea, or a jar, feel that they are people of the Kon Tiki. I tell you this man returned us crazy to everyone. I know what is the danger, the smell of blood, the cagados dead, all that; and the most beautiful thing, all that looks like a game, in the middle of a firefight, looks like a movie in slow motion. They sound at times 40 rafagazos and you show up in a hole and nobody knows how it got there. Or you wake up shooting and believe that bullets are not going to give, you do not going to give and not to give you! These things happen, you, those things happen. This type saw long film when I was a child and is now forcing us to make films of war, espionage, gangsters and the Red Devil. But that is what is bad, there are many people who can do movies, suppose you, thirty years in this download, people want to make their own film, not that of the old. And that is bad, that the director in chief says that the only star here, is it. And what we are is to crash.
See how the city of Havana is now?, that’s just like what it was left of the port of Lobito after forty days of combat. You can believe me, I saw it. A ruin in each corner, because the corners are collapse with more ease, is them shoot more. I had a fence and jumped from ruin in ruin, like that in “Born July 4”, jumped from a door to another door, a cinema to a clean, of a bayu whores at a post of candonga, a hut from white to a Palace of black, a cellar filled with wine ― took kind of note! — to a store with something like marijuana leaves , but stronger (for what I tell you). As I say, a film; What happens is that them dead not is raised, unless them fell another bombshell up…
Agencies / last Rumba in the Habana / Fernando Velázquez / Internet Photos / Arnold Varona / TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
RELATOS CUBANOS EN LA GUERRA CASTRISTA DE ÁFRICA.
En Etiopía fue distinto. Los mulatos etíopes se fajan con el pinto de la paloma; y los somalos igual. Tremenda guerra, en medio de la arena, como en las películas inglesas sobre los comandos y las ratas del desierto y el Afrika Korps. Nosotros creíamos estar en una fiesta mientras abríamos trincheras. Figúrate, teníamos como seiscientos tanques de guerra, lanzacohetes múltiples, cañones de ciento treinta. ¡Qué clase de jodienda se armó! De noche se iluminaba el cielo con el resplandor de los cañonazos: los animales salvajes, los guepardos, parecidos a los leopardos pero corren más, los guepardos huían de nosotros, igual las hienas, los animalitos, todos estaban aterrorizados. Hasta los pájaros; los buitres no, esos estaban contentos, gordos, limpiando muertos y más muertos, parecían guanajos rellenos. Y todo por un pedazo grande de desierto que, oí, tenía petróleo.
A mí me gusta más Angola, prosigue, los bosques son de miedo, llenos de monos ―tú no has comido mono asado, ¿verdad?― gorilas que se llevan a las mujeres cuando se quedan sin hembras, leones, leopardos, hienas, serpientes, arañas, alacranes del tamaño de un zapato, gusanos inmensos metidos dentro de la tierra fangosa de los ríos. Una vez, en Cuando Cubango, mi tropa de choque llegó a un río, nosotros llevábamos como una semana sin bañarnos; pues llegamos al río ese y nos dieron orden de descansar para que los químicos pudieran filtrar y potabilizar el agua con unas pastillas y unos equipos raros. Alguna gente se fue a bañar al río, parecía tranquilo todo. Pusimos dos escuadras de posta, con ametralladoras pesadas y morteros apuntando al otro lado. No pasó nada; bueno, uno salió lleno de sanguijuelas, pero porque se metió en una zona lodosa. Todo en calma. Más tarde los exploradores cruzaron el brazo de agua ―parecía una pierna, no un brazo― y encontraron los cadáveres de otros cubanos en la misma orilla. Había cigarros acabados de apagar y huellas y la madre de los tomates. Nos estuvieron mirando todo el tiempo y mataron a los prisioneros, supongo que les cortaron primero la lengua para que no los oyéramos, se comieron partes crudas: el corazón, los riñones, los testículos. No eran Unitas, gente de Savimbi. Eran antropófagos de la selva, caníbales como en las películas de Tarzán. Y esos tipos iban a las aldeas más adelantadas para comerciar con nuestra tropa. Es más, algunos estudiaron en Moscú en la Universidad Patrice Lumumba, hablaban ruso, leían marxismo… y se comían los cojones de los compañeros cubanos para ser más valientes. Hasta los ojos azules se los comían, tratando de que sus hijos salieran así.
No te podías descuidar, de eso nada. Recuerdo el olor de ese río, las mariposas de allá, del tamaño de un pájaro, dando vueltas. ¿Te imaginas?, llenas de colores, revoloteando por encima de nosotros, una pila de hombres encueros ―tú conoces mis gustos, pensarás que estaba en Francia, pero de eso nada, estaba cagado del miedo― y la selva casi en silencio, no se oía ni un ruido. Nos estaban cazando, mirando y si no atacaron fue, digo yo, porque éramos muchos y el Coronel sabía más de lo que le enseñaron. Figúrate, estuvo en Afaganistán ―¿se dice así?― aprendiendo con los rusos y por eso puso como veinte guardias con lanzacohetes y ametralladoras pesadas mirando para la otra orilla y los tipos se quedaron sin banquete. Se olían cantidad de olores ricos, como a melado y el calor te mataba y los mosquitos y las moscas infectadas esas y las mariposas, los escarabajos. ¿Tú sabías que existen mariposas venenosas? Oye, aquello era un infierno. Yo me acuerdo, ahí en medio del agua, me acordé de los cocodrilos de la ciénaga de Zapata, que nunca los había visto. ¿Qué te parece?, nunca he ido a la Ciénaga y de pronto estoy en un río lleno de lagartijas de esas, con sanguijuelas, monos escrutando en silencio desde las matas del mato grosso, unas matas altísimas y con una tribu de caníbales vacilándome como si yo fuera un puerquito; ahora dime tú, piensa: ¿Qué coño hacía yo colado en una película de Indiana Jones? Porque eso era una película, todo esto es una película: la gente de este país se va en balsa sin saber nada del mar, ni un tarro, se creen que son la gente de la Kon Tiki. Yo te digo que este hombre nos volvió locos a todos. Yo sé lo que es el peligro, el olor de la sangre, de los muertos cagados, todo eso; y lo más lindo, todo eso parece un juego, en el medio de un tiroteo, parece una película en cámara lenta. A veces suenan cuarenta rafagazos y tú apareces metido en un hueco y nadie sabe cómo llegaste ahí. O te levantas disparando y crees que las balas no te van a dar, a ti sí no te van a dar ¡Y no te dan! Esas cosas pasan, tú, esas cosas pasan. Este tipo vio mucho cine cuando era niño y ahora nos está obligando a hacer películas de guerra, de espionaje, de gángsteres y el diablo colorado. Pero eso es lo malo, ya hay mucha gente que sabe hacer películas, supón tú, treinta años en esta descarga, la gente quiere hacer su propia película, no la del viejo. Y eso es lo malo, que el director en jefe dice que la única estrella, aquí, es él. Y lo que nos va es a estrellar.
¿Ves la ciudad de la Habana cómo está?, así mismo quedó el puerto de Lobito después de cuarenta días de combate. Puedes creerme, que yo lo vi. Una ruina en cada esquina, porque las esquinas se derrumban con más facilidad, se les dispara más. Yo tenía una escuadra y saltaba de ruina en ruina, igual que en “Nacido el 4 de julio”, saltaba de una puerta a otra puerta, de un cine a un meadero, de un bayú de putas a un puesto de candonga, de una choza de blancos a un palacio de negros, de una bodega llena de vinos ―¡qué clase de nota cogimos!― a un almacén con hojas de algo parecido a la marihuana, pero más fuerte (para qué te cuento). Ya te digo, una película; lo que pasa es que los muertos no se levantaban, a no ser que les cayera otro bombazo arriba…
Agencies/Última Rumba en la Habana/Fernando Velázquez/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.