At the height of the craze for travel to Cuba, sparked by the restoration of diplomatic relations and the relaxation of US travel rules, there was not a day without a flood of photos on American social networks strolling through La Havana in old convertibles and cigar smoking. The island was declared as something extraordinary, unique, unmissable. The person born in the United States could buy an instant visa at the airline’s counter and ride a plane to spend the weekend in Havana, as if they were the Bahamas.
Airlines and cruise companies salivated at business opportunities. American, Delta, Southwest, JetBlue, Frontier and Silver Airways that began commercial flights to the island from Miami, Fort Lauderdale and Tampa. And at sea, Miami-based Carnival Corp. set sail for the first cruise to Cuba since 1961.
The Return to the Past.
Despite the initial fanfare, pompous statements and bargain prices, the menu of commercial flights to different cities on the island lasted no more than a few months. Two airlines canceled their services, while others reduced flights. And, after a year, Carnival will end the trips of the Fathom line in June.
“Market conditions did not materialize,” Frontier Airlines explained using corporate language. It is an elementary question of economics: supply and demand. And no, despite the new bias that the cruise industry wants to give you – adding destination ports in Cuba is the “new wave” of island travel – you are not going to fix the number of deficiencies that cooled the initial enthusiasm.
The blame for the lack of greater demand falls squarely on the paranoid and repressive Cuban state, which has not been politically and economically modernized no matter how much this country and the rest of the world opens up to them. There is no way to get rid of the revolutionary deception that, like a hamster wheel, prevents Cubans from blossoming. And I have said before, repression is not good for business.
In addition, Cuba made a huge strategic mistake in the way it handled the opening of the United States.
Cuba counted on American tourists (a miscalculation for many reasons), the friendly Obama administration (in its last term) and a victory for Hillary Clinton, when it should have been courting, not shunning, its Cuban-American base market Outside of Cuba and facilitating their return home.
We have the innate interest, the purchasing power and a multitude of reasons – including simply the desire to help other Cubans – to travel frequently to the island. Those flights to Trinidad, Cienfuegos and Holguín could have been filled but we will not tolerate repression. And when the Obama administration rightly issued a travel warning that Cuban Americans did not enjoy US citizenship rights on the island, that was the equivalent of a “No Visit” sign.
On the other hand, although travel suppliers in the United States were trying to attract customers with competitive prices, Cuba began to charge European-style prices for a trip that was full of propaganda. Add to all this an inadequate infrastructure to serve the 615,000 tourists who came from the United States last year, and that’s not exactly the recipe for wanting to repeat the visit.
Meanwhile, things internally have not changed. Cuba continues to harass, beat, detain and imprison political opponents without trial and, when there is one, without proper defense. An American human rights lawyer who tried to help ended up in a cell.
It turns out that Cuba could have benefited from our sponsorship. The fatigue with Cuba is now real for all.
Agencies / TheHerald / Fabiola Santiago / Internet Photos / Excerpts/ Arnoldo Varona / TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
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(OPINIÓN) PIERDE CUBA LA OPORTUNIDAD DE REFORZAR SU ECONOMÍA NACIONAL.
En el punto más alto de la locura por los viajes a Cuba, desatada por la restauración de relaciones diplomáticas y la relajación de la reglas de viajes de Estados Unidos, no pasaba un día sin una avalancha de fotos en redes sociales de americanos paseando por La Habana en convertibles antiguos y fumando puros. La isla era declarada como algo extraordinario, único, imperdible. La persona nacida en Estados Unidos podía comprar una visa instantánea en el mostrador de la aerolínea y montarse en un avión para pasar el fin de semana en La Habana, como si fueran las Bahamas.
Las aerolíneas y compañías de cruceros se salivaban ante las oportunidades de negocios. American, Delta, Southwest, JetBlue, Frontier y Silver Airways que iniciaban vuelos comerciales a la isla desde Miami, Fort Lauderdale y Tampa. Y en el mar, Carnival Corp. con sede en Miami hizo zarpar al primer crucero rumbo a Cuba desde 1961.
El Regreso al Pasado.
A pesar de la fanfarria inicial, pomposas declaraciones y precios de ganga, el menú de vuelos comerciales a distintas ciudades de la isla no duró más que unos pocos meses. Dos aerolíneas cancelaron sus servicios, mientras otras redujeron vuelos. Y, después de un año, Carnival pondrá fin a los viajes de la línea Fathom en junio.
“Las condiciones del mercado no se materializaron”, explicó Frontier Airlines usando lenguaje corporativo. Es una cuestión elemental de economía: oferta y demanda. Y no, a pesar del nuevo sesgo que quiere darle la industria de la cruceros – agregar puertos de destino en Cuba es la “nueva ola” de viajes a la isla – no se va a arreglar la cantidad de deficiencias que enfriaron el entusiasmo inicial.
La culpa sobre la falta de una mayor demanda recae directamente sobre el paranoico y represivo estado cubano, que no se ha modernizado política y económicamente sin importar lo mucho que este país y el resto del mundo se abra a ellos. No hay manera de bajarse del engaño revolucionario que, como una rueda de hamster, impide que los cubanos florezcan. Y lo he dicho antes, la represión no es buena para los negocios.
Además, Cuba cometió un enorme error estratégico en la manera en que manejó la apertura de Estados Unidos.
Cuba contaba con los turistas estadounidenses (un error de cálculo por muchas razones), la amistosa administración Obama (en su último término) y en una victoria de Hillary Clinton, cuando debería haber estado cortejando, no rehuyendo, a su mercado base a los cubanoamericanos fuera de Cuba y facilitándoles el regreso a casa.
Nosotros tenemos el interés innato, el poder de compra y una multitud de razones – incluyendo simplemente el deseo de ayudar a otros cubanos – para viajar frecuentemente a la isla. Esos vuelos a Trinidad, Cienfuegos y Holguín podrían haberse llenado pero nosotros no vamos a tolerar la represión. Y cuando la administración Obama, con justificada razón, emitió una advertencia de viaje de que los cubanoamericanos no gozaban de derechos como ciudadanos de Estados Unidos en la isla, eso fue el equivalente a un letrero de “No Visite”.
Por otro lado, aunque los proveedores de viajes en Estados Unidos trataban de atraer a los clientes con precios competitivos, Cuba comenzó a cobrar precios al estilo europeo por un viaje tercermundista repleto de propaganda. Agregue a todo esto una infraestructura inadecuada para atender a los 615,000 turistas que llegaron de Estados Unidos el año pasado, y eso no es exactamente la receta para querer repetir la visita.
Mientras tanto, las cosas internamente no ha cambiado. Cuba sigue acosando, golpeando, deteniendo y encarcelando a opositores políticos sin juicio y, cuando hay uno, sin una defensa apropiada. Una abogada estadounidense de derechos humanos que intentó ayudar terminó en una celda.
Resulta que Cuba podría haber sacado provecho de nuestro patrocinio. La fatiga respecto a Cuba ahora es real para todos.
Agencies/TheHerald/Fabiola Santiago/Internet Photos/ Extractos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.