The peskiest weed in Cuba sprouts a charming flower. Pink and wispy, with a bushy yellow tail, it looks like a cross between a Chinese lantern and a Muppet. Marabú, as Cubans call the leguminous tree, covers 2m hectares, about 18% of the country’s territory. It spread unchecked during the “special period” of the 1990s, when the Soviet Union stopped subsidising Cuba and farms fell into disuse. Uprooting it is time-consuming and labour-intensive.
Recently, though, Cubans have begun to view marabú as an asset rather than an irritant. Since 2009 Cuba has exported 40,000-80,000 tonnes a year of “artisanal charcoal” made from marabú, which is used for firing up hookahs in the Middle East and pizza ovens in Italy. That could rise after the United States in January approved marabú as the first legal import from Cuba in more than 50 years. There it will compete head-to-head with mesquite to fuel American barbecues.
Some businessmen have bigger ambitions for marabú. Three tonnes of the stuff can produce as much electricity as a tonne of fuel oil, a commodity in short supply. Havana Energy, an Anglo-Chinese firm, has entered a joint venture with Azcuba, a state-owned company, to build five generators. Built next to sugar mills, they will be powered by a mix of marabú and bagasse, the residue of crushed sugar cane. Andrew Macdonald, Havana Energy’s boss, calls the marabú fields “outdoor mines”.
Heated in a process called “thermal pyrolysis”, marabú can become “activated carbon”, which is used for such purposes as filtering water and decaffeinating coffee. In this form, it can fetch prices of up to $2,400 a tonne, around five times its value as a barbecue fuel.
Donald Trump is considering whether and by how much to reverse the opening to Cuba that took place under Barack Obama. It is not clear whether marabú will remain the only item on the United States’ list of approved imports, whether it will be struck off or whether new products will be added, such as organic honey, which costs even more per tonne than activated carbon. Whatever Mr Trump decides, there is demand for the Muppet-flowered weed. Cuba has the makings of a maraboom.
Cuba hace del “Marabú” un prospero negocio.
De la maleza más terriblemente espinosa en Cuba brota una flor encantadora. Rosa y tupida, con una cola amarilla espesa, parece una cruz entre una linterna china y un Muppet. Marabú, como los cubanos llaman el árbol de leguminosas, cubre 2m de hectáreas, cerca del 18% del territorio del país. Se extendió sin control durante el “período especial” de los años 90, cuando la Unión Soviética dejó de subvencionar a Cuba y las granjas cayeron en desuso. Desarraigarlo requiere tiempo y una fuerte mano de obra.
Recientemente, sin embargo, los cubanos han comenzado a ver marabú como un activo en lugar de un irritante. Desde 2009, Cuba ha exportado entre 40.000 y 80.000 toneladas al año de “carbón artesanal” hecho de marabú, que se utiliza para disparar cacharros en el Medio Oriente y hornos de pizza en Italia. Eso podría aumentar después de que Estados Unidos aprobara en enero el marabú como la primera importación legal de Cuba en más de 50 años. Allí competirá cara a cara con mesquite para alimentar barbacoas americanas.
Algunos empresarios tienen mayores ambiciones para el marabú. Tres toneladas del material pueden producir tanta electricidad como una tonelada de fuel oil, un producto escaso. Havana Energy, una firma anglo-china, ha entrado en una empresa conjunta con Azcuba, una empresa estatal, para construir cinco generadores. Construidos junto a los ingenios azucareros, serán alimentados por una mezcla de marabú y bagazo, el residuo de caña de azúcar triturada. Andrew Macdonald, jefe de La Habana Energía, llama a los campos marabú “minas al aire libre”.
Calentado en un proceso llamado “pirólisis térmica”, el marabú puede convertirse en “carbón activado”, que se utiliza para fines tales como filtrar el agua y descafeinar el café. En esta forma, puede obtener precios de hasta $ 2,400 la tonelada, alrededor de cinco veces su valor como un combustible de barbacoa.
Donald Trump está considerando si y por cuánto invertir la apertura a Cuba que tuvo lugar bajo Barack Obama. No está claro si el marabú seguirá siendo el único elemento de la lista de importaciones aprobadas de los Estados Unidos, si se eliminará o si se añadirán nuevos productos, como la miel orgánica, que cuesta aún más por tonelada que el carbón activado. Sea lo que sea que el señor Trump decida, hay demanda de la maleza con flores de los Muppets. Cuba tiene los ingredientes de un maraboom.
Agencies/TheEconomist/Internet Photos/Excerpts/Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.