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HISTORY OF A FAMOUS CUBAN BREW, UNIVERSAL MIRACLE TODAY, “EL DAIQUIRÍ”. .
Towards the easternmost part of the Cuban island and its geography there is a point, a beach on its southeastern coast that bears the name of Daiquiri.
From Cuba and from casual encounters of a series of factors, ocurred the creation of a miracle brew, of a mixture that today has a universal character, is the Cuban drink called by a spell of spontaneous episodes the “Daiquiri”. That’s the story.
In Cuba all the premises were given for the miracle to take place.
First, an explosively radiant sun. And the receiver of its rays, the cane, which in the portent of its chemistry transforms them into the sweet blood of their sugary veins. The honeys of that giant herb will be transformed into spirits, by that wonder of nature called fermentation, by fervere, “boiling”, for such a thing seems to do the wines during the magical process.
Thus, in Cuban soil, emerges that personage who commented an expert: “White rum is our distilled light; Golden rum is our liquid sun. ”
From the Canaries – the islands that the ancients named Fortunate – also came the second of the protagonists of this chronique that we have come to cobble in the santiaguera beach of Daiquirí, in the southeastern coast of Cuba.
Yes, it was Canarias obligatory stopover on the haphazard ocean crossing. So that from there came everything we would receive: That way, at a very early date, above the lemon, here in Cuba adapts to become that variety they call Creole, small fruit juicy.
It is at the beginning of the year 1800 that there is a fact that would revolutionize the panorama: from Boston, carefully sheltered for its conservation, ice begins to arrive at San Cristóbal de La Habana.
Thus, three of the characters who have brought us to Daiquiri have already come on the scene to tell a story with a happy ending.
The Daiquiri is born
Towards the end of 1898 was the young American engineer Jennings S. Cox, walking in mining operations by the hot Daiquiri.
Surely the above was moderately fond of the ethylic vapors and, somewhat suffocated, one day – a blessed moment! – he thought to match in his glass the excellent Santiago rum, the lemon juice and the frappe ice, mixed with Which added – alittle – a pinch of refined sugar, which the Cuban sage Don Fernando Ortiz called “la blanconaza”.
Shortly afterwards – after the daunting staging of the battleship Maine – there are American troops intruding in our quarrel with the Iberians, disembarking at Daiquiri.
Then one of the expeditioners is reported to have decided that if he is to die under the plumb line of a Spanish rifle, it is better to do so without the warmth of Lucifer, and with a spiritually happy soul. And he begins to drink from the refreshing concoction that the engineer Cox offers him. Immediately, the other rough riders are poking their elbows with that exquisite nectar. None of them would suspect that he would be a compatriot of his who would definitely be canonizing the Eastern Swallow.
The Daiquirí acquires his irrefutable godfather
That drink would see its popularity grow exponentially. First, he was going to be sued in Santiago de Cuba ‘Hotel Venus’. Then in the capital ‘Hotel Plaza’.
But its definitive boom would acquire it in the old habanero restaurant ‘El Floridita’, under the privileged hands of the Catalan bartender Constantino Ribalaigua Vert. And there he would find his godfather.
An American – who when he met Cuba had no beard or was famous – wrote about the heavenly brew in El Floridita:
“I had drunk double ice cream dairies, the great daiquiris that Constante prepares, who did not know how to drink alcohol and who gave the same sensation when drinking them, which produces the skiing gorge down by the glacier covered with snow powder …”
But that would not suffice for him. No, because Ernest Miller Hemingway was going to graduate as a bartender in El Floridita, when designing a daiquirí, which the Catalan “Constance” made especially for him, called “Papa’s Special”, devoid of sugar and with the dose of duplicate rum . The rest is history.
And so far we have our story of a Cuban drink that today has a universal character, El Daiquiri and his uneven historical career, his discovery and his spontaneous journey.
HISTORIA DE UNA FAMOSA BEBIDA CUBANA, MILAGRO UNIVERSAL HOY, “EL DAIQUIRÍ” .
Hacia la parte mas oriental de la isla cubana y su geografia hay un punto, una playa en su costa sudoriental que lleva el nombre de Daiquiri.
De Cuba y de encuentros casuales de una serie de factores hacen la creacion de un brevaje milagroso, de una mezcla que hoy tiene caracter universal, la bebida cubana llamada por un sortilegios de episodios espontaneos el “Daiquirí”. .. Asi corre la historia.
En Cuba estaban dadas todas las premisas para que se produjese el milagro.
En primer lugar, un sol explosivamente radiante. Y el receptor de sus rayos, la caña, que en el portento de su quimismo los transforma en la dulce sangre de sus venas azucaradas. Las mieles de esa yerba gigante se transformarán en líquido espirituoso, por esa maravilla de la naturaleza llamada fermentación, por fervere, “hervir”, pues tal cosa parece que hacen los caldos durante el proceso mágico.
Así, en tierra cubana, surge ese personaje del cual comentara un experto: “El ron blanco es nuestra luz destilada; el ron oro es nuestro sol líquido”.
De Canarias –las islas que los antiguos nombraron Afortunadas– también llegó el segundo de los protagonistas de esta croniquilla que hemos venido a hilvanar en la santiaguera playa de Daiquirí, en la costa sudoriental cubana.
Sí, era Canarias escala obligada en la azarosa travesía oceánica. De modo que de allá vino todo lo recibiríamos: Por esa vía, en muy temprana fecha, arriba el limonero, que aquí en Cuba se adapta para convertirse en esa variedad que llaman criolla, de fruto pequeño y jugoso.
Es cuando a principios del año 1800 se da un hecho que vendría a revolucionar al panorama: de Boston, cuidadosamente abrigado para su conservación, comienza a llegar hielo a San Cristóbal de La Habana.
Así, ya han subido a escena tres de los personajes que nos han traído hasta Daiquirí, para contar una historia con final feliz.
Nace el Daiquirí
Hacia finales del 1898 se encontraba el joven ingeniero norteamericano Jennings S. Cox, andando en trajines de explotación minera por el calientico Daiquirí.
De seguro el susodicho era moderadamente aficionado a los vapores etílicos y, algo sofocado, un día –¡momento bendito!– se le ocurrió hacer coincidir en su vaso al excelente ron santiaguero, al zumo del limón y al hielo frappe, mixtura a la cual adicionó –comedidamente– una pizca de azúcar refinada, que el sabio cubano Don Fernando Ortiz llamó “la blanconaza”.
Poco después –tras la tétrica puesta en escena del acorazado Maine– hay tropas norteamericanas inmiscuyéndose en nuestra bronca con los ibéricos, desembarcando en Daiquirí.
Entonces, según se afirma, alguno de los expedicionarios decide que, si se ha de morir bajo el plomazo de un fusil español, es mejor hacerlo sin aquel calor de Lucifer, y con el alma achispadamente alegre. Y se pone a beber del brebaje refrescante que el ingeniero Cox le ofrece. De inmediato, los demás rough riders están empinando el codo con aquel néctar exquisito. Ninguno de ellos sospecharia que será un coterráneo suyo quien, definitivamente, iba a canonizar al trago oriental.
El daiquirí adquiere a su padrino irrebatible
Aquel trago vería crecer, exponencialmente, su popularidad. Primero, iba a ser demandado con insistencia en el santiaguero ‘Hotel Venus’. Después, en el capitalino ‘Hotel Plaza’.
Pero su auge definitivo lo adquiriría en el viejo restaurante habanero ‘El Floridita’, bajo las manos privilegiadas del cantinero catalán Constantino Ribalaigua Vert. Y allí encontraría a su padrino.
Un norteamericano –quien cuando conoció a Cuba no tenía barba ni era famoso– escribió sobre el brebaje celestial en El Floridita:
“Había bebido daiquiríes dobles helados, los grandiosos daiquirís que prepara Constante, que no sabían a alcohol y que daban la misma sensación, al beberlos, que produce el esquiar barranca abajo por el glacial cubierto de nieve en polvo…”.
Mas no le bastaría con eso. No, porque Ernest Miller Hemingway se iba a graduar de barman en El Floridita, al diseñar un daiquirí, que el catalan “Constance” hizo especialmente para el, llamado “Papa´s Special”, carente de azúcar y con la dosis de ron duplicada. El resto es Historia.
Y hasta aqui llega nuestro relato de una bebida cubana que hoy tiene un caracter universal, El Daiquiri y su accidentada carrera historica, de su descubrimiento y su recorrido espontaneo.
Agencies/CubaAhora/Argelio Santiesteban/Extractos/Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
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