– THE HAVANA during the 50s. Where is the Man of “La Casa Prado”?. (Photos). + LA HABANA en los años 50s. Dónde está el Hombre de la “Casa Prado”?. Fotos.

Dónde está el Hombre de la "Casa Prado".?

Dónde está el Hombre de la “Casa Prado”.?

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THE MAN FROM LA “CASA PRADO” ?

Remember ‘the man of La Casa Prado’? It was a character that became popular in Havana in the 50s thanks to a radio program on Sundays at noon and it was sponsored by the tailoring and shirting walkway Belascoaín, ‘La Casa Prado’.

In my old house in Havana, Grandma used to prepare all the food; was the undisputed mistress of the kitchen. Coal Stoves and who never allowed in those properties where a stranglehold exerted a gas stove was installed, the danger of an explosion, he said, no electric stoves, so spent.

There was little change at lunch: white rice, black beans and a fried snack, as side dishes, main course and a roast and shredded ham or a good meat and potatoes, if not a very Cuban ropa vieja.

What has that got to do with the man in the Prado Casa? It happens that while waiting for lunch, my father and brother listened in a modest and very old radio called “Chapel” a music program that aired on Radio Progreso and La Casa Prado sponsored, tailoring and shirting sita in Belascoaín, 267, Centro Habana.

Since the program began, almost at noon, the driver of the space, the voice of “To catch it, you do not have thorns” gave news about the location of Man House Meadow.

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Announcing, say, on that day would be moving in Vedado, which put on notice to listeners in the neighborhood. Vaguely alluded to where the character could be until it was specifying its location as the program progressed. Is around the CMQ, 23 and M, you said the announcer, and later: in the vicinity of Grajales park Mariana, 23 and C, and now, near Paseo or the Atlantic-current contours of the building ICAIC – to ensure, as in the end of space, the subject was in the portals of the ball, I’m not sure that was so called then, in 23 and 12.

The issue lay in identification in any of its possible locations. You had to ask if it was the man in the Meadow House. If it was, the winner received a bonus against which the commercial establishment regaled him a guayabera, this elegant and cool shirt, so well adapted to our way of sweat, he said the poet Nicolas Guillen, and what was and still is a garment face.


     
My father and my uncle never won the competition. They were passive participants. They continued their journey to the imagination, but never left the house to locate and identify the character, but more than once we were relatively close.

The phrase became so popular that in those years was referred as the man of La Casa Prado to the fellow who was hard to find, but efforts should be made, or who appeared not to be expected, while the other-A catch phrase that has thorns-is also inscribed in the popular imagination.

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LA HABANA DE LOS AÑOS 50s. EL HOMBRE DE LA “CASA PRADO”. FOTOS.

Calzada de Infanta, calle San Francisco Donde esta el Hombre de la Casa Prado?

¿Recuerdan al hombre de La Casa Prado? Fue un personaje que se hizo popular en La Habana de los años 50 gracias a un programa radial de los domingos al mediodía y que era patrocinado por esa sastrería y camisería de la calzada de Belascoaín, ‘La Casa Prado’.

En mi vieja casa de la Habana mi abuela era la que preparaba la comida, era la dueña indiscutida de los fogones. Fogones de carbón ya que no permitió nunca que en aquellos predios donde ejercía un dominio absoluto se instalara una cocina de gas, por el peligro de una explosión, decía, ni una de hornillas eléctricas, por lo que gastaba.

Había pocas variaciones en el almuerzo: arroz blanco, frijoles negros y alguna vianda frita, como platos acompañantes, y como plato principal una carne asada y mechada con jamón o una buena carne con papas, cuando no una cubanísima ropa vieja.

¿Qué tiene que ver todo eso con el hombre de la Casa Prado? Sucede que mientras se esperaba por la hora del almuerzo, mi padre y su hermano escuchaban en un modesto y antiquísimo radio de los llamados «de capilla» un programa musical que salía al aire por Radio Progreso y patrocinaba La Casa Prado, sastrería y camisería sita en Belascoaín, 267, en Centro Habana.

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Desde que comenzaba el programa, casi al filo del mediodía, el conductor del espacio, a la voz de «A cogerlo, que no tiene espinas», daba noticias acerca de la ubicación del Hombre de la Casa Prado.

Anunciaba, digamos, que en esa jornada estaría moviéndose en el Vedado, lo que ponía sobre aviso a los radio escuchas de la barriada. Aludía vagamente al lugar donde podría estar el personaje hasta que su ubicación se iba precisando a medida que transcurría el programa. Está en los alrededores de la CMQ, en 23 y M, decía el locutor, y más adelante: en las inmediaciones del parque Mariana Grajales, en 23 y C, y ahora, cerca de Paseo o en los contornos del edifico Atlantic —actual ICAIC— para asegurar, ya en los finales del espacio, que el sujeto se hallaba en los portales de La Pelota, que no estoy seguro que se llamara así entonces, en 23 y 12.

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El asunto estribaba en identificarlo en cualquiera de sus ubicaciones posibles. Había que preguntarle si era el hombre de la Casa Prado. Si lo era, el agraciado recibía un bono contra el cual ese establecimiento comercial le obsequiaba una guayabera, esa camisa elegante y fresca, que tan bien se adapta a nuestra manera de sudar, según decía el poeta Nicolás Guillén, y qu era y sigue siendo una prenda de vestir cara.

Ni mi padre ni mi tío ganaron nunca el concurso. Eran participantes pasivos. Seguían con la imaginación su periplo, pero jamás salieron de la casa a localizar e identificar al personaje, aunque más de una vez lo tuvieron relativamente cerca.
La frase llegó a ser tan popular que en esos años se aludía como al hombre de La Casa Prado a aquel sujeto con quien era difícil encontrarse, aunque se procurara, o a quien aparecía sin que se le esperara, mientras que la otra frase —A cogerlo que no tiene espinas— se inscribía asimismo en el imaginario popular.

Agencias/Ciro Bianchi/ Internet Photos/Arnoldo Varona/ thecubanhistorycom
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