The first Cuban caricature saw the light in 1848. In a rather obscure way: left the bathroom of the Theater Tacón.
Before beginning the function of that night, a certain Cirilo Villaverde began to distribute sheets printed with a drawing. It consisted of a cow labeled Cuba and milked by the newly released Captain General Federico Roncaly. Further left the former governor Leopoldo O’Donnell retired satisfied, while other characters of the colonial administration awaited their opportunity to milk the poor animal. The drawing was well received by the public. Those who asked Villaverde said they found the leaflets in the bathroom. It had seemed a pity the use they would have in that humid place, so he decided to distribute them in the parade for the joy of the parishioners.
The next day some gentlemen of the Permanent Executive Military Commission appeared in the residence of Villaverde and they took it to him. The Military Commission was an institution created by the captain general Miguel Tacón in 1834 with the prudent objective to put in waist to the islanders. It worked just as Castro’s State Security would do a century later, but without the electrical part.
De Cirilo already knew everything: that he had studied law, that he pretended to be a writer – in fact he had published without success in 1838 the first Cuban novel, a hoax titled El Espetón de Oro – that he and Miguel Teurbe Tolón edited a rather subversive pamphlet : El Faro Industrial, and was private secretary of Don Narciso López, predecessor of the current president of the Military Commission and brother-in-law of the Conde de Pozos Dulces. This connection with Lopez was not exactly a merit, for it was well known that, since his dismissal by Captain General O’Donnell in 1843, the Venezuelan had changed sides, becoming a supporter of annexation to the United States. Something as if Lavrenti Beria had left the Soviet NKVD to join Balkan, the famous non-Aryan division of the SS.
In the interrogation Cyril declared nothing new. He repeated the story that he found the leaflets in the bathroom of the theater. Nor could he draw a cartoon-like cow. To help him, the commissioners forced him to eat a copy before attempting to paint a cow again. After eating another dozen leaflets and the cow looked like a cow, but still showed great differences with the original. So the Commission gave up, because the evidence was being seized. Precisely thanks to this involuntary graphic session of Villaverde in La Cabana, Narciso López, Miguel Teurbe Tolón and others involved had time to escape to the USA. Cyril only managed to escape a year later. The money to pay the boat to Key West was a contribution of the Conde de Pozos Dulces.
I think our first novelist also deserves the credit of the first cartoonist. Even if he did not know how to draw.
LA PRIMERA CARICATURA SUBVERSIVA CUBANA. CIRILO VILLAVERDE.
La primera caricatura cubana vió la luz en 1848. De una manera bastante oscura: salió del baño del Teatro Tacón. Antes de comenzar la función de aquella noche, un tal Cirilo Villaverde se puso a repartir hojas impresas con un dibujo. Consistía en una vaca rotulada de Cuba y ordeñada por el recién estrenado capitán general Federico Roncaly. Más a la izquierda el anterior gobernador Leopoldo O’Donnell se retiraba satisfecho, mientras otros personajes de la administración colonial esperaban su oportunidad para ordeñar al pobre animal. El dibujo tuvo gran acogida en el público. A quienes preguntaron Villaverde dijo haber encontrado las octavillas en el baño. Le había parecido una pena el uso que tendrían en aquel húmedo lugar, por lo que decidió distribuirlas en la platea para alegría de los parroquianos.
Al día siguiente se personaron unos señores de la Comisión Militar Ejecutiva Permanente en la residencia de Villaverde y se lo llevaron. La Comisión Militar era una institución creada por el capitán general Miguel Tacón en 1834 con el prudente objetivo de meter en cintura a los insulares. Funcionaba igual que lo haría la Seguridad de Estado castrista un siglo más tarde, pero sin la parte eléctrica.
De Cirilo ya lo sabían todo: que había estudiado derecho, que pretendía ser escritor –de hecho había publicado sin éxito en 1838 la primera novela cubana, un embuste titulado El Espetón de Oro–, que editaba junto con Miguel Teurbe Tolón un panfleto bastante subversivo: El Faro Industrial, y que era secretario privado de don Narciso López, predecesor del actual presidente de la Comisión Militar y cuñado del Conde de Pozos Dulces. Esa conexión con López no era precisamente un mérito, pues era harto conocido que, desde su destitución por el capitán general O’Donnell en 1843, el venezolano se había cambiado de bando, convirtiéndose en partidario de la anexión a los EE.UU. Algo así como si Lavrenti Beria hubiese salido de la NKVD soviética para incorporarse a Balkan, la famosa división no aria de las SS.
En el interrogatorio Cirilo no declaró nada nuevo. Repitió la historia de que halló las octavillas en el baño del teatro. Tampoco consiguió dibujar una vaca parecida a la caricatura. Para ayudarlo, los comisionados lo obligaron a comerse un ejemplar antes de intentar pintar una vaca nuevamente. Tras ingerir otra docena de octavillas ya la vaca parecía una vaca, pero aún mostraba grandes diferencias con el original. Así que la Comisión desistió, pues se estaban acabando las pruebas incautadas. Precisamente gracias a esta involuntaria sesión gráfica de Villaverde en La Cabaña fue que Narciso López, Miguel Teurbe Tolón y otros involucrados tuvieron tiempo para escapar hacia los EE.UU. Cirilo sólo consiguió fugarse un año más tarde. El dinero para pagar la lancha a Cayo Hueso fue un aporte del Conde de Pozos Dulces.
Creo que nuestro primer novelista merece también el crédito de primer caricaturista. Aunque no supiera dibujar.
Agencies/GuichoCrónico/Internet Photos/Arnoldo Varona/TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.