> CUBAN CHARACTERS: “His Majesty”, Don Antonio Alvarez, Valeriano I. <> PERSONAJES CUBANOS: “Su Majestad”, Don Antonio Alvarez, Valeriano I. (Fotos).

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Maybe some still remember it, back in the 50s, it walked the streets of Havana, usually the Acera del Louvre, the Marti Theater, San Rafael and the surroundings of the Fraternity Park, a ragged black old man dressed in military style , with his chest full of medals and a bombastic project of rescuing the citizenry by turning it over in his head; it was Don Antonio Alvarez, named who knows by whom, Valeriano I, His Majesty, Emperor of the World.

Don Antonio, who lived in an old house on Calle San Miguel, had the luxury of living on a different planet, fabulario, where there is no lack of that quixotic romanticism that attracts and leaves many boredom. In spite of this, their martial air and Spartan severity caused very little respect in the passers-by and, unfortunately, they also provoked the heavy jokes of the chiquillada, always on the lookout for the urban specters.

According to Ángel Miolán, from Bohemia, who dared to interview him in 1952, Don Antonio was a descendant of Africans born in the eastern city of Manzanillo, in 1881, and when he was still a young man, he took part in the War of 1895, under orders of Major General Mario García Menocal. Although, at the end of the war, refuses to accept the status of veteran pensioner, as in his own words “I did not go to defend my homeland for interest, but for patriotism.” Later, without a fixed job and with little to do with his life, he left in the thirties to Ethiopia, where according to his testimonies he fights against the Italian fascist troops of Benito Mussolini.

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So far the sheet of services of Don Antonio does not show any extraordinary detail that justifies its unique hangers. This, however, does not discourage the journalist Miolán, much less his photographer Amador Vales, who, in trying to prevent the wreck of the interviú, attend a unique show. Suddenly, the old man leaves his boring lethargy, throws a colossal scream and makes a military salute, beginning a speech that more or less said: “I came out victorious against Duce Mussolini and for this reason they called me from the Cabinet of War. Immediately afterwards, I was summoned to a Technological Commission of the League of Nations to examine me rigorously to see if I had the intellectual capacity to administer world belligerence. I left triumphant before the wise (…) conferring me lauros habidos and for having (…) ».

From that moment, the septuagenarian begins to enumerate his charges, attests one for one of his badges, starting with the portrait given to him by a beautiful fakire woman ready for his fast, and announces, in the face of everyone’s disbelief, that he will take the control of the World Federal Parliament on October 10 of that same year during a ceremony to be held in the Havana Military Camp of Columbia (his attractive uniform and patent boots are, according to him, on display in one of the showcases of the National Hotel).

Surprised at such unreason, the reporter dares, cautiously, to put a bump on what was said by Don Antonio, without achieving the least effect. He does not abandon his redeeming angel ego and continues “As human beings, we have a duty to live as such, not as dogs and cats. This is, fuck, with decency and good Christian education and ending with a resounding “Let’s not eat more catibía”.

Cuban characters that still live in the memory of some of those who had the opportunity to meet him.

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PERSONAJES CUBANOS: “HIS MAJESTY” DON ANTONIO ALVAREZ, VALERIANO I.

Quizas todavia algunos lo recuerden, allá por los años 50s recorria las calles de la Habana, habitualmente la Acera del Louvre, el Teatro Marti, San Rafael y los alrededores del Parque de la Fraternidad, un anciano negro y andrajoso, vestido a la usanza militar, con el pecho lleno de medallas y un proyecto rimbombante de rescate de la ciudadania dandole vueltas en su cabeza; era Don Antonio Alvarez, nombrado quien sabe por quien, como Valeriano I, Su Majestad, Emperador del Mundo.

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Don Antonio, que radicaba en una vieja casita de la calle San Miguel, se daba el lujo de vivir en un planeta distinto, fabulario, donde no falta ese romanticismo quijotesco que atrae y saca del tedio a muchos. A pesar de esto, su aire marcial y severidad espartana causaban muy poco respeto en los transeúntes y, lamentablemente, provocaban también las bromas pesadas de la chiquillada, siempre al acecho de los espectros citadinos.

Según Ángel Miolán, de Bohemia, quien se atrevió a entrevistarlo en 1952, Don Antonio era descendiente de africanos nacido en la ciudad oriental de Manzanillo, en 1881, y cuando aún era un mocetón, toma parte en la Guerra de 1895, bajo las órdenes del mayor general Mario García Menocal. Aunque, al finalizar la contienda bélica, se niega a aceptar el estatus de veterano pensionista, ya que según sus propias palabras «no fui a defender mi patria por interés, sino por patriotismo». Más tarde, sin un empleo fijo y con poco que hacer con su vida, se marcha en los años treinta a Etiopía, donde segun sus testimonios combate contra las tropas fascistas italianas de Benito Mussolini.

Hasta aquí la hoja de servicios de don Antonio no muestra ningún detalle extraordinario que justifique sus singulares colgaderas. Ello, sin embargo, no desanima al periodista Miolán y mucho menos a su fotógrafo Amador Vales, quienes, al tratar de impedir el naufragio de la interviú, asisten a un espectáculo único. De repente, el anciano sale de su aburrido letargo, lanza un colosal alarido y realiza un saludo militar, comenzando un discurso que mas o menos decia así: «Salí vencedor frente al Duce Mussolini y por este motivo me llamaron del Gabinete de la Guerra. Acto seguido, me convocaron a una Comisión Tecnológica de la Liga de las Naciones para que me examinara rigurosamente a ver si tenía la capacidad intelectual para administrar la beligerancia mundial. Salí triunfante ante los sabios (…) confiriéndome los lauros habidos y por haber (…)».

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A partir de ese momento, el septuagenario comienza a enumerar sus cargos, da fe una por una de sus insignias, empezando por el retrato que le obsequiara una bella faquiresa lista para su ayuno, y anuncia, ante la incredulidad de todos, que tomará el control del Parlamento Federal Mundial el 10 de octubre de ese mismo año durante una ceremonia a efectuarse en el habanero Campamento Militar de Columbia (su atractivo uniforme y las botas charoladas están, según él, en exhibición en una de las vitrinas del Hotel Nacional).

Sorprendido ante tal sinrazón, el reportero se atreve, cautelosamente, a ponerle peros a lo dicho por don Antonio, sin lograr el menor efecto. Este no abandona su ego de ángel redentor y continúa «Como seres humanos, tenemos el deber de convivir como tales, no como perros y gatos. Esto es, carajo, con decencia y buena educación cristiana y terminando con un rotundo “No comamos más catibía”.

Personajes cubanos que aún viven en la memoria de algunos de los que tuvieron la oportunidad de conocerle.

Agencies/RadioHabana/Orlando Carrió/Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
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