> BACK TO CHILDHOOD: The “Muñequitos”, “Comics” or “Historietas”. <> DE VUELTA A LA NIÑEZ: Los “Muñequitos”, “Comics” o “Historietas”. (PHOTOS).

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We are going to remember those that in Cuba we called “muñequitos” those drawings in the form of a magazine that in other parts of the world are denominated mostly as Comics, Comics or Comics.

I remember that all the newspapers had sections of “dolls” that followed with discipline, in particular Tarzan, Mandrake the Magician, the Phantom, Flash Gordon and Dick Tracy.

In my childhood most of the dolls were printed in Mexico, where publishers such as SEA, Novaro, La Prensa, Ediciones Recreativas, Epucol and the Chilean Zig Zag were the main ones. A number of the week, that is, recently published, had a price of ten cents (of dollar, equivalent to the Cuban peso then).

In short, that ten cents was a prohibitive price for the big consumers of comics: children. That is why the following week, when the number had already lost a little bit its novelty, its price fell by half, or five cents. But by month they were three for ten cents, and if he wanted to buy them for use, they were worth two cents each.

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As I liked having things well taken care of, I bought the three for ten cents. And then I started making my collection of the ones I liked the most, which were the following: Tarzan, Superman, The Spirit, Tales of Walt Disney, The Rabbit of Luck, The Black Hawk, The Duck Lucas, The Fox and the Raven , Lorenzo and Pepita, The Little Lulu, Tom and Jerry, The Courageous Prince, The Donald Duck, Illustrious Lives and Biographies.

From them I came to have an impressive collection. In my room there were huge piles of dolls, perfectly arranged by date, and then I started looking for those old numbers that I did not have and I walked the neighborhood with a kind of wheelbarrow very popular then among the children, where I carried the numbers that did not interest me A lot to get to exchange them. I think that when I came of age, I had a truly enviable collection.

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Then came the revolution and as this social movement stood out for ending everything, it also ended my collection. My absence from the house as an adventurer-revolutionary as we all were young at that time, 1959-60-61, made family or not take many numbers, I decompleted what took me years to get and so, over the years, I could only rescue some volumes that carefully bound each one with approximately 15 numbers and it was what I could keep so that my children knew it, because the revolution also stopped importing those publications, because they had an imperialist character harmful for the new generations.

They replaced it with limited editions of Cuban comics, some of which I have digitized, and some of which were of quality, but most of them were pure pamphlets or they all carried some political message, although it must be highlighted that there was a lot of talent and the productions, although in black and white, were of great quality.

It means that those who acquired the habit of reading, like me and many of my childhood friends, could not do the same with their children or with their grandchildren, and technology was charging its first victims for something that is attractive and easy, but that does not contribute anything. It is the same as the person who does not know the elementary operations of arithmetic and solves everything with a calculator.

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DE REGRESO A LA NIÑEZ, LOS “MUÑEQUITOS”,”COMICS” O “HISTORIETAS”.

Vamos a recordar los que en Cuba llamabamos “muñequitos” esos dibujos en forma de revista que en otras partes del mundo se denominan mayoritariamente como Comics, Historietas o Tebeos.

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Recuerdo que todos los diarios tenian secciones de “muñequitos” que seguían con disciplina, en particular a Tarzán, Mandrake el Mago, el Fantasma, Flash Gordon y Dick Tracy.

En mi niñez la mayoría de los muñequitos eran impresos en México, donde editoriales como SEA, Novaro, La Prensa, Ediciones Recreativas, Epucol y la chilena Zig Zag eran las principales. Un número de la semana o sea, recién editado, tenía un precio de diez centavos (de dólar, equivalente al peso cubano entonces).

En fin, que diez centavos era un precio prohibitivo para los grandes consumidores de comics: los niños. Es por ello que a la semana siguiente, cuando ya el número había perdido un poco su novedad, su precio bajaba a la mitad, o sea, cinco centavos. Pero al mes ya eran tres por diez centavos, y si los quería comprar de uso, pues valían dos centavos cada uno.

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Como me gustaba tener las cosas bien cuidadas, pues compraba los de tres por diez centavos. Y ahí comencé a hacer mi colección de los que más me gustaban, que eran los siguientes: Tarzán, Superman, El Spirit, Cuentos de Walt Disney, El Conejo de la Suerte, El Halcón Negro, El Pato Lucas, La Zorra y el Cuervo, Lorenzo y Pepita, La Pequeña Lulú, Tom y Jerry, El Príncipe Valiente, El Pato Donald, Vidas Ilustres y Biografías.

De ellos llegué a tener una colección impresionante. En mi cuarto había gigantescas pilas de muñequitos, perfectamente ordenados por fechas, y después comencé a buscar aquellos números viejos que no tenia y andaba el barrio con una especie de carretilla muy popular entonces entre los niños, donde cargaba con los números que no me interesaban mucho para conseguir intercambiarlos. Creo que al llegar a mi mayoría de edad, contaba con una colección verdaderamente envidiable.

Después vino la revolución y como este movimiento social se destacó por acabar con todo, también acabó con mi colección. Mi ausencia de la casa por aventurero-revolucionario como fuimos todos los jóvenes en ese momento, años 1959-60-61, hizo que familiares o no tomaran muchos números, me descompletaran lo que me tomó años en conseguir y así, con los años, solamente pude rescatar unos tomos que cuidadosamente encuaderné cada uno con aproximadamente 15 números y fue lo que pude conservar para que mis hijos lo conocieran, porque la revolución también dejó de importar esas publicaciones, porque tenían un carácter imperialista nocivo para las nuevas generaciones.

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Lo sustituyeron con unas limitadas ediciones de cómics cubanos, algunos de los cuales tengo digitalizados, y algunos de los cuales eran de calidad, pero la mayoría o eran puros panfletos o todos en sí llevaban algún mensaje político, aunque hay que destacar que había mucho talento y las producciones, aunque en blanco y negro, eran de mucha calidad.

Quiere decir que los que adquirieron el hábito de leer, como yo y muchos de mis amigos de infancia, no pudieron hacer lo mismo con sus hijos o con sus nietos, ya la tecnología cobraba sus primeras víctimas para algo que es atractivo y fácil, pero que no les aporta nada. Es igual que la persona que no sabe las operaciones elementales de la aritmética y todo lo resuelve con una calculadora.

Agencies/MemoriasCubanas/Carlos Rodríguez/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com

THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.

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