Silvano Schueg was the name of “El Chori”, a picturesque character, percussionist born in Santiago de Cuba and who arrived in Havana in 1927 and began playing timbales, drums and cowbells in different cabarets on Marianao Beach. Percussed the instruments in a very peculiar way and came to take part in several films such as A Stranger on the Ladder and The Gang of Bribery. He was also the author of two sones: La choricera and Hallaca de Maíz and many famous people visited him to see his performance, including Marlon Brando, a percussionist.
Chori lacked resources and instruction. I lived in a lot in Old Havana, and I used to eat at the restaurant La Zaragozana, which would be a real luxury in modern times. The Chori made music to any object, with the most improbable artifacts put together a show in front of the audience performing all kinds of melodies. What is now called a genuine showman.
Ernest Hemingway, Marlon Brando and Errol Flynn, frequented those places, looking for in them the most autochthonous Cuban popular music, and that’s how they met El Chori, who received a work contract abroad. The Chori, according to his friends, preferred to stay in the Marianao slum instead of receiving applause and recognition abroad, as did Benny Moré, Rita Montaner, Bola de Nieve, Celia Cruz, Olga Guillot, just to mention some illustrious ones. They were ambassadors of our music on international stages.
For these small-time scenarios passed glories of our music as Benny Moré, Antonio Arcaño, Chano Pozo, Miguelito Valdés, Arsenio Rodriguez, Senén Suárez, Carlos Embale, Tata Güines and, it is said, a very young Juan Formell with Changuito. And also dozens of lesser-known artists like Evelio Rodríguez, El Trovador Espirituano, the “sevillanita” Obdulia Breijo or the forgotten transvestite Musmé.
Your Famous Admirers
In 1932 the famous American composer George Gershwin arrived in Havana with a group of friends. He was very attracted by the musical life of the capital in particular Marianao Beach, which became assiduous in a few days and spoke of the madness that was El Chori before the timbales.
Impacted by his experiences in Havana, Gershwin composed his symphonic piece Cuban Overture, which included excerpts from the famous Echale Salsita (Ignacio Piñeiro) and El Manisero (Moisés Simons), whose most striking versions would probably be played on Marianao Beach. for El Chori.
Cab Calloway the first jazzman to perform in Havana. He was hired by the cabaret Montmartre in 1949 and was enthralled with the music of Chori.
Marlon Brando, who is said to have already enjoyed playing in New York, came to Havana only for three days in 1956, in which the famous actor enrolled in an excursion to the underworld of Marianao Beach to see play the Chori.
In 1957, a world-famous musician, and perhaps as few, could ponder the real value of Silvano Shueg as an instrumentalist: the famous Puerto Rican timbalero Tito Puente, when recounting his life, did not hide the fascination presence of the legendary Cuban timbalero, or the repeated occasions when he came to see him. Puente did not hesitate to describe it as “never seen, the best”.
Shortly after the triumph of the revolution, the nightclubs of Marianao were closed by the government and Chori’s footprints are lost there. For a time they continued to appear on the walls and walls of Havana with his name, in capital letters, supposedly of his authorship.
The Chori died in Havana, in 1974, without being able to specify the exact day of his death. As far as we know, he never recorded a record: his genius did not interest any of the record companies before or after, and only in a few filmic moments his image and the sound he knew how to get out of any percussive element was left in front of him.
Surely at some point they will value what they owe the son and rumba of cajón, to that school of popular musicians, to that essential stage that for Cuban music were Las Fritas de Marianao, and particularly El Chori, on Fifth Avenue of Havana.
The Marianao Beach now has a gray color. He will no longer be El Chori, the eccentric Chori, outlandish, red handkerchief and cross to the neck, who mounted a chilling show with almost nothing, just with his talent.
PERSONAJES CUBANOS: SILVANO SCHUEG ” EL CHORI”, PERCUSIONISTA. (Photos).
Silvano Schueg era el nombre de El Chor, pintoresco personaje, percusionista nacido en Santiago de Cuba y que llegó a La Habana en 1927 y comenzó a tocar timbales, tambores y cencerros en distintos cabarets de la Playa de Marianao. Percutía los instrumentos en forma muy peculiar y llegó a tomar parte en varias películas como Un Extraño en la Escalera y La Pandilla del Soborno. Fue también autor de dos sones: La choricera y Hallaca de Maíz y muchos personajes famoso lo visitaron para ver su actuación, entre ellos Marlon Brando, amante de la percusión.
El Chori carecía de recursos y de instrucción. Vivía en un solar de La Habana Vieja, y solía comer en el restaurante La Zaragozana, lo cual sería un verdadero lujo en los tiempos actuales. El Chori le sacaba música a cualquier objeto, con los artefactos más inverosímiles armaba un show frente al público interpretando todo tipo de melodías. Lo que ahora se llama un genuino showman.
Ernest Hemingway, Marlon Brando y Errol Flynn, frecuentaban aquellos sitios, buscando en ellos lo más autóctono de la música popular cubana, y así fue como conocieron a El Chori, quien recibió un contrato de trabajo en el extranjero. El Chori, según sus amigos, prefirió quedarse en el tugurio de Marianao en vez de recoger aplausos y reconocimientos en el exterior como hicieron Benny Moré, Rita Montaner, Bola de Nieve, Celia Cruz, Olga Guillot, por tan sólo mencionar algunos ilustres, que fueron embajadores de nuestra música en los escenarios internacionales.
Por estos escenarios de poca monta pasaron glorias de nuestra música como Benny Moré, Antonio Arcaño, Chano Pozo, Miguelito Valdés, Arsenio Rodríguez, Senén Suárez, Carlos Embale, Tata Güines y, se dice, un muy joven Juan Formell con Changuito. Y también decenas de artistas menos conocidos como Evelio Rodríguez, El Trovador Espirituano, la “sevillanita” Obdulia Breijo o el olvidado travesti Musmé.
Sus Famosos Admiradores.
En 1932 el célebre compositor norteamericano George Gershwin llegó a La Habana con un grupo de amigos. Se sintió muy atraído por la vida musical capitalina en particular la Playa de Marianao, de la que se hizo asiduo en breves días y hablaba de la locura que era El Chori ante los timbales.
Impactado por sus experiencias habaneras más tarde Gershwin compone su pieza sinfónica Cuban Overture, en la que incluye fragmentos de los famosos Echale Salsita (Ignacio Piñeiro) y El Manisero (Moisés Simons), cuyas versiones más impactantes, probablemente escucharía en la Playa de Marianao tocadas por El Chori.
Cab Calloway el primer jazzman que actuó en La Habana. Vino contratado por el cabaret Montmartre en 1949 y estaba embobado con la música del Chori.
Marlon Brando, de quien dicen que ya desde Nueva York, le gustaba tocar tumbadora, llegó a La Habana sólo por tres días en 1956, en los que el afamado actor se enroló en una excursión a los bajos fondos de la Playa de Marianao para ver tocar al Chori.
En 1957, un músico de fama mundial, y que, quizás como pocos, podía ponderar la real valía de Silvano Shueg como instrumentista: el famoso timbalero puertorriqueño Tito Puente, al hacer el recuento de su vida no ocultó la fascinación que le produjo estar en presencia del mítico timbalero cubano, ni las reiteradas ocasiones en que acudió a verle. Puente no vaciló en calificarlo como “lo nunca visto, lo mejor”.
Poco después del triunfo de la revolución, los centros nocturnos de Marianao fueron clausurados por el gobierno y ahí se pierden las huellas de Chori. Durante un tiempo siguieron apareciendo en los muros y paredes de La Habana letreros con su nombre, en letras mayúsculas, supuestamente de su autoría.
El Chori murió en La Habana, en 1974, sin que haya podido precisarse el día exacto de su deceso. Hasta donde se sabe, nunca grabó un disco: su genialidad no interesó a ninguna de las casas discográficas ni antes ni después, y sólo se conserva en pocos momentos fílmicos su imagen y el sonido que supo sacar a cuanto elemento percusivo se le pusiera por delante.
Seguramente que en algún momento se valorará lo que deben el son y la rumba de cajón, a aquella escuela de músicos populares, a ese escenario imprescindible que para la música cubana fueron Las Fritas de Marianao, y particularmente a El Chori, en la Quinta Avenida de La Habana.
La Playa de Marianao tiene ahora un color gris. Ya no estará más El Chori, el excéntrico Chori, de atuendo estrafalario, pañuelo colorado y cruz al cuello, que montaba un show escalofriante con prácticamente nada, solo con su talento.
Agencies/MemoriasCubanas/Internet Photos/Arnoldo Varona/TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.