It is September 4, 1933. The coup d’état carried out by a sergeant named Batista has been consummated. The new authorities go to the Presidential Palace to meet with the deposed president, Carlos Manuel de Céspedes, son of the Father of the Nation.
There are Ramón Grau San Martín, Porfirio Franca, José Miguel Irisarri, Guillermo Portela and Sergio Carbó, that is, the so-called pentarcas that make up the collegial government that assumed power.
Also Fulgencio Batista, still with his sergeant’s stripes, Carlos Prio … They make them go up to the second floor where Céspedes, standing, waits for them in the presidential office. It is, said a witness, of a pontifical solemnity. Nobody talks. At last, Céspedes breaks the silence.
– Well, gentlemen?
Batista slips behind Carbó who is silent as the rest of the group. At last, Grau takes the floor.
“Sir, we have come to tell you that the revolutionary junta has taken over the Government and it is an honor to receive it from the hands of a patriot like you.
– Who is part of that board? Céspedes asks.
-The University Student Directory, the Revolutionary Union, the ABC Radical, Pro Law and Justice …
– Are these groups considered strong enough to dismiss a legal government?
-It is that the board is also composed of all the soldiers and sailors of the country.
Before the answer, the president retreats. Point to the portrait of his illustrious father and ask:
– Do you realize the responsibility they have?
Grau puts his hands on his waist, in a characteristic gesture. Respond: “Years ago, sir, we reached the Adulthood”.
LA MAYORIA DE EDAD.
Es el 4 de septiembre de 1933. Se ha consumado el golpe de Estado que protagonizó un sargento llamado Batista. Las nuevas autoridades acuden al Palacio Presidencial a entrevistarse con el mandatario depuesto, Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria.
Allí están Ramón Grau San Martín, Porfirio Franca, José Miguel Irisarri, Guillermo Portela y Sergio Carbó, esto es, los llamados pentarcas que conforman el gobierno colegiado que asumió el poder.
También Fulgencio Batista, aún con sus galones de sargento, Carlos Prío… Los hacen subir al segundo piso donde Céspedes, de pie, los espera en el despacho presidencial. Es, dijo un testigo, de una solemnidad pontificia. Nadie habla. Al fin, Céspedes rompe el silencio.
—¿Y bien, señores?
Batista se escurre detrás de Carbó que calla al igual que el resto del grupo. Al fin, Grau toma la palabra.
—Señor, hemos venido a decirle que la junta revolucionaria se ha hecho cargo del Gobierno y es un honor recibirlo de maños de un patriota como usted.
—¿Quiénes integran esa junta? —pregunta Céspedes.
—El Directorio Estudiantil Universitario, la Unión Revolucionaria, el ABC Radical, Pro Ley y Justicia…
—¿Se consideran lo suficientemente fuertes esos grupos para destituir un Gobierno legal?
—Es que la junta la integran además todos los soldados y marinos del país.
Ante la respuesta, el mandatario retrocede. Señala hacia el retrato de su ilustre progenitor y pregunta:
—¿Se dan cuenta ustedes de la responsabilidad que contraen?
Grau se pone las manos en la cintura, en gesto característico. Responde: “Hace años, señor, que cumplimos la mayoría de edad”.
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THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.