While self-proclaimed “democratic socialists” win Democratic primaries in America, actual socialists in Cuba are finally backing away from some of the ideas that kept Cubans poor.

Sunday, Cuba’s National Assembly approved a draft of a new constitution that recognizes a right to own private property. That’s progress. Would Senator Bernie Sanders and celebrity-of-the-moment Alexandria Ocasio-Cortez approve? I’m not sure.

Instead of saying that “communism” is the purpose of the state, Cuba will now say that “socialism” is the basis of the economy.

That’s an ambiguous difference, but “socialism” tends to mean a larger private sector.

Cuba’s new leaders also say they welcome foreign investment. Maybe this will bring some prosperity to the long-suffering Cuban population.

It may bring more freedom, too. The new draft says a criminal defendant is innocent until proven guilty. That’s progress. It also sets term limits on presidents — no more than two consecutive five-year terms. Fidel Castro ruled for 50 years.

The new Cuba may also permit gay marriage. The draft defines marriage as being between two individuals, not necessarily a man and a woman. That’s a big step for a country that recently locked gay people up in “work” camps.

On the other hand, the state-run newspaper says Cuba “will never return to capitalism.” And while some open speech is permitted, crackdowns against dissidents, even ones who just sing angry rock songs, continue.

Still, the U.S. should be happy about the changes, and the last thing we should do when we want to encourage free market changes in a country is slap an embargo on it.

Yet some conservatives want to do that, and President Trump reversed some of President Obama’s “Cuba opening.”

This is a bad idea. Nothing gets a population accustomed to decentralized, nongovernmental commercial activity like commercial activity.

The more we restrict trade, the more we drive a country’s population into the hands of the state.

If you can’t sell your products to American customers, you might just work for your country’s corrupt state-run enterprises. Instead of having casual contact with customers who live outside your country’s political system, that system becomes all you know. Your idea of what’s possible shrinks.

Embargoes favored by the right are just one wrong approach. The left does everyone an injustice by praising Cuban communism. I live in New York, where my socialist-leaning mayor, Bill de Blasio, was so enamored of Cuba that he honeymooned there.

Bernie Sanders acknowledges that the Cuban economy is “a disaster” but says at least they have health care and education — as if we don’t.

American socialists are economically clueless. But conservative embargo advocates are just as bad.

Democratic congressional candidate David Richardson of Florida, who visits Havana as part of his campaign, has the right idea. “A half-century of isolation did not achieve progress for the everyday Cuban,” he told the Tampa Bay Times. “I fully support a position of engagement with Cuban civil society … Rolling back travel and trade restrictions has changed the lives of the Cuban people, helped private Cuban entrepreneurs, and strengthened the connection between the residents of Little Havana and Havana.”

That’s a good thing.

Embargoes are not only bad for Cuba, they are bad for Americans who are less free to pick which people and companies to work with.

Partial embargoes in the form of tariffs are also bad. Adding tariffs is like imposing an embargo on ourselves.

Trump defenders argue that his tariffs are a short-term tactic meant to shock other countries into lowering their own trade barriers.

The ideal is “no (trade) barriers … no subsidies,” said Trump. “Ultimately, that’s what you want.” I hope he succeeds, but I’m skeptical. So far, his tariffs have just brought nasty retaliation.

Not everyone agrees that the Smoot-Hawley Tariff caused the Great Depression, but tariffs have awful economic consequences. Smoot-Hawley certainly prolonged the Depression and made it worse.

Less trade means less prosperity. It doesn’t matter whether trade restrictions are imposed by conservatives or by communists.

Let goods flow.

(OPINIÓN) TRUMP NO NECESITA INMISCUIRSE EN CUBA, LAS COSAS ESTÁN CAMBIANDO.

Mientras que los autoproclamados “socialistas democráticos” ganan primarias demócratas en Estados Unidos, los verdaderos socialistas en Cuba finalmente se están alejando de algunas de las ideas que mantuvieron a los cubanos pobres.

El domingo, la Asamblea Nacional de Cuba aprobó un borrador de una nueva constitución que reconoce el derecho a poseer propiedad privada. Eso es progreso. ¿Lo aprobarían el senador Bernie Sanders y la celebridad del momento Alexandria Ocasio-Cortez? No estoy seguro.

En lugar de decir que el “comunismo” es el propósito del estado, Cuba ahora dirá que el “socialismo” es la base de la economía.

Esa es una diferencia ambigua, pero el “socialismo” tiende a significar un sector privado más grande.

Los nuevos líderes cubanos también dicen que reciben con agrado la inversión extranjera. Tal vez esto traerá algo de prosperidad a la población cubana sufrida.

Puede traer más libertad, también. El nuevo borrador dice que un acusado criminal es inocente hasta que se pruebe lo contrario. Eso es progreso. También establece límites de mandato para los presidentes: no más de dos mandatos consecutivos de cinco años. Fidel Castro gobernó durante 50 años.

La nueva Cuba también puede permitir el matrimonio homosexual. El borrador define el matrimonio como una relación entre dos personas, no necesariamente un hombre y una mujer. Ese es un gran paso para un país que recientemente encerró a gays en campamentos de “trabajo”.

Por otro lado, el periódico estatal dice que Cuba “nunca volverá al capitalismo”. Y aunque se permiten algunos discursos abiertos, continúan las represalias contra los disidentes, incluso los que solo cantan canciones de rock enojado.

Aún así, los EE. UU. Deberían estar contentos con los cambios, y lo último que debemos hacer cuando queremos fomentar los cambios de libre mercado en un país es prohibirlo.

Sin embargo, algunos conservadores quieren hacer eso, y el presidente Trump revirtió parte de la “apertura de Cuba” del presidente Obama.

Esta es una mala idea. Nada tiene a una población acostumbrada a la actividad comercial descentralizada y no gubernamental como la actividad comercial.

Cuanto más restringimos el comercio, más manejamos la población de un país en manos del estado.

Si no puede vender sus productos a clientes estadounidenses, puede que simplemente trabaje para las empresas estatales corruptas de su país. En lugar de tener contacto casual con clientes que viven fuera del sistema político de su país, ese sistema se convierte en todo lo que usted conoce. Tu idea de lo que es posible se reduce.

Los embargos favorecidos por la derecha son solo un enfoque equivocado. La izquierda hace a todos una injusticia al elogiar el comunismo cubano. Vivo en Nueva York, donde mi alcalde de tendencia socialista, Bill de Blasio, estaba tan enamorado de Cuba que pasó su luna de miel allí.

Bernie Sanders reconoce que la economía cubana es “un desastre”, pero dice que al menos tienen cuidado de la salud y educación, como si nosotros no lo hiciéramos.

Los socialistas estadounidenses no tienen ni idea económica. Pero los defensores del embargo conservadores son igual de malos.

El candidato demócrata al Congreso David Richardson de Florida, que visita La Habana como parte de su campaña, tiene la idea correcta. “Medio siglo de aislamiento no logró progreso para el cubano de todos los días”, dijo al Tampa Bay Times. “Apoyo totalmente una posición de compromiso con la sociedad civil cubana … Revertir los viajes y las restricciones comerciales ha cambiado la vida del pueblo cubano, ayudado a empresarios cubanos privados y fortalecido la conexión entre los residentes de La Pequeña Habana y La Habana”.

Eso es bueno.

Los embargos no solo son malos para Cuba, son malos para los estadounidenses que son menos libres de elegir con qué personas y compañías trabajar.

Los embargos parciales en forma de aranceles también son malos. Agregar aranceles es como imponernos un embargo.

Los defensores de Trump argumentan que sus aranceles son una táctica a corto plazo destinada a conmocionar a otros países para que bajen sus propias barreras comerciales.

Lo ideal es “sin barreras (comerciales) … sin subsidios”, dijo Trump. “En definitiva, eso es lo que quieres”. Espero que tenga éxito, pero soy escéptico. Hasta el momento, sus aranceles acaban de traer desagradables represalias.

No todos están de acuerdo con que la Tarifa Smoot-Hawley causó la Gran Depresión, pero los aranceles tienen consecuencias económicas terribles. Smoot-Hawley ciertamente prolongó la Depresión y lo empeoró.

Menos comercio significa menos prosperidad. No importa si las restricciones comerciales son impuestas por conservadores o por comunistas.

Dejen que las mercancías fluyan.

Agencies/Fox News/John Stossel/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.