– SANTIAGUERIAS: A Character Never Forgotten, the “Red Devil” (El Diablo Rojo). PHOTOS. <> SANTIAGUERIAS: Un Personaje Nunca Olvidado, El “Diablo Rojo”. FOTOS.

download (6)SANTIAGUERIAS: UN PERSONAJE NUNCA OLVIDADO, EL “DIABLO ROJO”.

Muchos personajes curiosos han recorrido las calles de Santiago a lo largo de sus casi quinientos años de vida. En este blog hemos mencionado a algunos de ellos, desde el recuerdo octogenario de mi abuelo. Hoy hablaremos de uno que estoy seguro también mi abuelo recuerda, como muchos de los santiagueros de las más diversas edades, y que me llegó leyendo antiguos ejemplares del periódico Sierra Maestra de la década de 1990: El Diablo Rojo, “un hombre de negra tez, alto y delgado, que aparecía frecuentemente en las calles de Santiago, bocina en la boca, y su espigada anatomía instalada sobre patines, con los cuales hacía filigranas circenses”, tal y como lo describiera Angel Luis Beltrán en un reportaje del 6 de enero de 1991.

Su verdadero nombre era Emilio Benavides Puentes y nació el 6 de octubre de 1901 en Santiago de Cuba. Tuvo 23 hermanos y una hermana.

De pequeño, en medio de la penuria en que vivía su familia y que lo obligó a realizar cuanto trabajo apareciera, tuvo dos grandes aficiones que, con el tiempo, le traerían la fama: los patines y el baile, específicamente el Charleston. Por el año 1927 se hizo asiduo visitante de la compañía teatral bufa de Bolito. Cuando bajaban el telón en el intermedio de la obra, Emilio se ponía a bailar como loco en las graderías del teatro. Un día el dueño lo vio y le gustó tanto el desparpajo del joven que lo contrató como bailarín excéntrico y acrobático. Fue precisamente en este rol cuando, durante una actuación en Holguín, lo bautizaron con el mote que lo marcó para el resto de su vida: El Diablo Rojo. Lo de diablo era por sus movimientos, y lo de rojo, por el color de la ropa que vestía.

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Tuvo momentos muy difíciles en los cuales no aparecía trabajo y tuvo que dormir en el parque de Montes y Prado, en la Habana. En una de esas épocas, leyó un anuncio en un periódico sobre patines “Chicago”. Se presentó a la convocatoria y fue contratado. Así, como promotor de los patines, nació una de sus mayores hazañas: un viaje entre la capital y su natal Santiago ¡sobre patines! El tramo lo recorrió en 7 días y 3 horas. En total, a lo largo de su vida, hizo cinco viajes entre Habana y Santiago: tres para la capital y dos hacia tierras santiagueras. Siempre en funciones propagandísticas.

Pero esta no fue su única proeza. En una oportunidad bajaba, junto a otros patinadores, la empinada loma de la calle San Félix, en Santiago de Cuba, y al cruzar la calle Santa Lucía se le interpuso un automóvil. En ese breve momento, donde sólo se veían dos oportunidades: estrellarse contra el auto o contra una pared; ambas de pronóstico nada positivo, el Emilio no lo pensó dos veces, se agachó y saltó por sobre el carro. Todos los presentes rompieron en vítores y aplausos, creyendo que se trataba de algo ensayado, e incluso le pidieron que lo repitiera, pero el patinador sólo atinó a perderse del sitio.

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Sin embargo, al parecer le tomó el gusto pues tiempo después lo volvió hacer, y no una, sino que se le contabilizaron más de 3000 saltos sobre automóviles. También saltó sobre 12 bicicletas en conjunto y sobre muchachos que se acostaban sobre pavimento.

Luego del triunfo de la Revolución en 1959, el Diablo Rojo realizó varios trabajos: mensajero; mozo de limpieza; vendedor de refresco, emparedados y otras mercancías en cines de Santiago; hasta que en 1969 se jubiló. Justamente en esa época comenzó a desarrollar una labor que le ganaría un lugar definitivo en el corazón de los santiagueros.

Vestido con uniforme de miliciano, el Diablo Rojo, incluso ya octogenario se dedicó a cuidar la seguridad de los niños de una escuela santiaguera, la “Armando García”, en la popular calle Trocha, regulando el tránsito de la zona. Con las piernas en semi cuclillas y los brazos extendidos, detenía a los automóviles para que las filas de niños cruzaran la calle.

El 22 de febrero de 1995 murió el Diablo Rojo. Dejó 6 hijos, 13 nietos y 2 bisnietos. Junto a su féretro, niños de la escuela “Armando García”, los mismos a los cuales él dedicó sus últimos años, hicieron guardia de honor.

Estatua del Diablo Rojo en Santiago de Cuba.

Estatua del Diablo Rojo en Santiago de Cuba.

En el periódico Sierra Maestra de marzo de 1995 en el cual se dio a conocer la noticia, se lee el siguiente homenaje escrito por Rafael Carela Ramos:
“Un adiós sin olvido al gesto del hombre
El Diablo Rojo ha muerto.
Es como si se apagara una luz en las calles de Santiago.
…El Diablo Rojo ha muerto con sus virtudes y defectos, pero quizás reviva en alguno de los niños que cuidó, a riesgo propio sin mandato ni premio.
Un adiós sin olvido al gesto del hombre”.

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catedral__1280x720SANTIAGUERIAS: A CHARACTER NEVER FORGOTTEN, THE “DIABLO ROJO” (THE RED DEVIL).

Many curious people have toured the streets of Santiago throughout its almost five hundred years of life. In this blog we have mentioned some of them, from the octogenarian memory of my grandfather. Today we’ll talk about one that I’m sure my grandfather also remembers, like many people from Santiago de Cuba, of different ages, and who came to me reading old copies of the Sierra Maestra newspaper of the 1990s: The Red Devil, “a man of black complexion , tall and thin, who appeared frequently in the streets of Santiago, speaker in the mouth, and his slender anatomy installed on skates, with which he made filigree circuses “, as it was described by Angel Luis Beltrán in a report of the 6th of January of 1991.

His real name was Emilio Benavides Puentes and he was born on October 6, 1901 in Santiago de Cuba. He had 23 brothers and a sister.

As a child, in the midst of the hardship in which his family lived and forced him to do whatever work appeared, he had two great hobbies that, over time, would bring him fame: the skates and the dance, specifically the Charleston. By the year 1927 he became a frequent visitor to the theater company buffa de Bolito. When the curtain came down in the middle of the play, Emilio would dance like crazy in the theater’s stands. One day the owner saw him and he liked the self-confidence of the young man who hired him as an eccentric and acrobatic dancer. It was precisely in this role when, during a performance in Holguin, he was baptized with the nickname that marked him for the rest of his life: The Red Devil. Devil’s was because of his movements, and red, because of the color of the clothes he wore.

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He had very difficult moments in which no work appeared and had to sleep in the park of Montes and Prado, in Havana. In one of those times, he read an advertisement in a newspaper about skates “Chicago”. He appeared at the summons and was hired. Thus, as a promoter of the skates, one of his greatest achievements was born: a trip between the capital and his native Santiago on skates! The section covered it in 7 days and 3 hours. In total, throughout his life, he made five trips between Havana and Santiago: three for the capital and two for santiagueras lands. Always in propaganda functions.

But this was not his only feat. On one occasion, along with other skaters, he went down the steep hill of San Felix Street, in Santiago de Cuba, and when crossing Santa Lucía street, a car intervened. In that brief moment, where only two opportunities were seen: crashing into the car or against a wall; both not very positive, Emilio did not think twice, crouched and jumped over the car. All present broke into cheers and applause, believing that it was something rehearsed, and even asked him to repeat it, but the skater only managed to lose his place.

However, apparently it took him a liking because later he did it again, and not one, but he was counted more than 3000 jumps on cars. He also jumped on 12 bicycles altogether and on boys who were lying on pavement.

After the triumph of the Revolution in 1959, the Red Devil carried out several jobs: messenger; groomer; seller of soft drinks, sandwiches and other goods in cinemas in Santiago; until in 1969 he retired. Just at that time he began to develop a work that would earn him a definitive place in the heart of the people of Santiago.

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Dressed in militia uniform, the Red Devil, even now an octogenarian, took care of the safety of the children of a school in Santiago, the “Armando García”, in the popular street Trocha, regulating the transit of the area. With his legs in half squat and arms outstretched, he stopped the cars so that the rows of children crossed the street.

On February 22, 1995, the Red Devil died. He left 6 children, 13 grandchildren and 2 great-grandchildren. Along with his coffin, children from the “Armando García” school, the same ones to whom he dedicated his last years, made an honor guard.

In the Sierra Maestra newspaper of March 1995, in which the news was released, the following tribute written by Rafael Carela Ramos reads:
A goodbye without forgetting the gesture of man
“The Red Devil is dead.
It’s like a light goes off in the streets of Santiago.
… The Red Devil has died with his virtues and defects, but perhaps revives in one of the children he cared for, at his own risk without a mandate or reward.
A goodbye without forgetting the gesture of man”.

Agencies/ Santiago en Mi/ Internet Photos/ Extractos/ Excerpts/ Arnoldo Varona/ www.theCubanHistory.com
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