UN PERSONAJE CUBANO YA CASI OLVIDADO…”YAYO, EL TORERO NEGRO”.
Como dato histórico comenzaremos nuestra historia taurina por la primera corrida de toros en Cuba que se celebró en 1514, en una de las villas fundadas por Diego Velázquez. La referencia escrita pertenece a Bartolomé de las Casas quien describió los acontecimientos de ese día en su libro “Historia General de las Indias”.
Algunos años después y para celebrar la llegada a Santiago de Cuba de Hernando de Soto, en 1538, se efectuó otra corrida; mientras en la villa de San Cristóbal de La Habana se corrió por primera vez en 1569.
Quien dijo que los cubanos no tuvimos también nuestro torero? Pues si, existió y fue más conocido como “Yayo, el torero negro”. La historia de este nuestro singular personajes taurino se las voy a contar…
Yayo tenía unos diez años cuando, sólo, como un perro sin raza, se apareció por el reparto habanero de Juanelo. A la deriva desde esa edad, sin saber de aulas, libros, ni familias… creció como planta silvestre en los patios de los vecinos, comiendo unas veces aquí, otras allá….
Pero, milagros de la naturaleza, Yayo tenía una constitución física poco común y dotada de condiciones que hoy se hubiera convertido en un atleta olímpico.
Desde temprano mostró aptitudes para el deporte, nadando en un recodo del río que separa al reparto Juanelo del vecino Lawton. Defendía a los muchachos del barrio de pandillas vecinas que venían a atacarlos.
La existencia de una rústica plaza de toros en la finca Los Zapotes (hoy reparto California), en el reparto Juanelo, ejerció poderosa influencia “taurina” en Yayo, que encontró en aquellas corridas dominicales eventual fuente de trabajo. Cuando Yayo toreaba le lanzaban monedas al ruedo que, para hacerlas suyas tenía que recogerlas entre las patas del toro, y con el peligro de ser embestido.
Yayo tenía el corazón en medio del pecho y toreaba aguijoneado más por la necesidad que la sangre torera que pudiera correr por sus afrocubanas venas. Pero Yayo se hizo famoso, admirado y querido por los vecinos que lo vieron criarse en el barrio.
Yayo alternaba las corridas de toros boxeando en la Arena Cristal. Cuando los años, los golpes, y las penurias comenzaron a minar su cuerpo, lo encontramos en la “guanajera” de cine Gardel cuidando el orden.
Un día supe que Yayo había muerto, los médicos certificaron tétanos, quizás una vieja cornada, presentando un avanzado estado de anemia.
Les aseguro que Yayo, el torero negro, no murió por las cornadas de los toros, ni por los golpes recibidos en el ring de boxeo, murió por los golpes que le dio la vida y por las cornadas que recibió del hambre, que fueron muchas, muchas..
A CUBAN CHARACTER ALMOST FORGOTTEN … “YAYO, THE BLACK BULLFIGHTER”.
As historical data we will begin our taurine history for the first bullfight in Cuba that was celebrated in 1514, in one of the villas founded by Diego Velázquez. The written reference belongs to Bartolomé de las Casas who described the events of that day in his book “Historia General de las Indias”.
Some years later and to celebrate the arrival in Santiago de Cuba of Hernando de Soto, in 1538, another run was made; while in the village of San Cristóbal de La Habana it was first run in 1569.
Who said that Cubans did not also have our bullfighter? Well yes, it existed and was better known as “Yayo, the black bullfighter”. The story of this our unique bullfighting characters I will tell you …
Yayo was about ten years old when, just like a dog without a breed, he appeared by Juanelo’s habanero cast. Drifting from that age, without knowing of classrooms, books, or families … grew as a wild plant in the yards of neighbors, eating sometimes here, others there ….
But, miracles of nature, Yayo had an unusual physical constitution and conditions that today would have become an Olympic athlete.
From early on he showed aptitude for the sport, swimming in a bend of the river that separates the Juanelo from the neighbor Lawton. He defended the neighborhood boys from neighboring gangs who came to attack them.
The existence of a rustic bullring on the Los Zapotes farm (today in California), in the Juanelo division, exerted a powerful “bullfighting” influence on Yayo, who found in those Sunday runs an eventual source of work. When Yayo fought, they threw coins into the ring, which, in order to make them his own, had to be collected between the legs of the bull, and with the danger of being attacked.
Yayo had the heart in the middle of the chest and bullied more stung by the need than the blood bullfighter that could run for his afro cuban veins. But Yayo became famous, admired and loved by the neighbors who saw him grow up in the neighborhood.
Yayo alternated the bullfights by boxing in the Crystal Arena. When the years, the blows, and the hardships began to undermine his body, we found him in the “guanajera” of Gardel cinema, taking care of the order.
One day I learned that Yayo had died, doctors certified tetanus, perhaps an old goring, presenting an advanced state of anemia.
I assure you that Yayo, the black bullfighter, did not die from the horns of the bulls, nor from the blows received in the boxing ring, he died from the blows that his life gave him and from the horns that he received from hunger, which were many , many..
Agencies/Enciclopedia/Juan B. Rodríguez/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.