– FROM CUBA “Bola de Nieve” (Snow Ball) and his Second Homeland, México. VIDEOS.


hqdefaultDE CUBA ‘BOLA DE NIEVE’ Y SU SEGUNDA PATRIA, MEXICO.

Ignacio Jacinto Villa y Fernández, más conocido por ‘Bola de Nieve’. Pianista y compositor. Nace en Guanabacoa, La Habana, el 11 de septiembre de1911. El mismo pueblo que vio nacer a Rita Montaner, Ernesto Lecuona y tantos grandes de la fama internacional de Cuba.

Ignacio Villa, Bola de Nieve, hizo época en la década de 1960 en el restaurante Cardini Internacional de Ciudad México. Ya han pasado casi 50 años y todavía su nombre resuena entre los amantes de la música cubana en tierra azteca.

Su primer viaje a México fue a Yucatán, e1 19 de enero de 1933, y se mantuvo en ese país hasta mediados de 1944. En México, su coterránea Rita Montaner lo bautizó como ‘Bola de Nieve’, “un gran favor que me hizo en mi vida. Desde entonces me tocó tener suerte, en esos días nací al teatro en México”, recordaba.

Cuando triunfa en el restaurante Cardini Internacional, ya habían transcurrido 32 años de aquel viaje inicial. Entonces era muy reconocido, especialmente por la intelectualidad y el mundo musical mexicano tan sensible al bolero de altura.

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El Cardini Internacional, conducido por el gerente Alex Cardini (hijo), estaba ubicado en la calle Morelos número 98 y era uno de los más rutilantes restaurantes de la capital mexicana. Según datos del investigador y periodista Ramón Fajardo Estrada, en 1965 contrataron a Bola para dos actuaciones diarias, de lunes a sábado.

Lo reciben Gabriel Ruiz, Tata Nacho, el director de orquesta José Sabre Marroquín y otros intelectuales, “Vengo a devolverles el nombre que ustedes me han dado”, dijo Bola a su llegada. La periodista María López Salas apunta que, como recibimiento al cantante cubano, llovían jarras de flores por todos lados, proveniente de los mejores restaurantes capitalinos. Ramón Flores, dueño de Los Violines de Fontana, envió todos los crisantemos de la ciudad. “Nunca imaginé que me hicieran tal recepción “-declaró el cubano-. Allí estaban también don Pepe de León, del Terraza Casino, y Nick Noyes, que poseía el restaurante hawaiano más bello que se conocía, el Mauna Loa.

En el periódico cubano Revolución, una reseña detalla que ni una sola noche pudo quitar del repertorio la canción de Adolfo Guzmán “No puedo ser feliz”. Los anuncios de Cardini por televisión iban acompañados de esta pieza, “el público con tanta insistencia me la pedía como otra de mi estreno en este viaje para ellos, “Adiós felicidad”. Cuando interpretaba “No puedo ser feliz”, el público se ponía de pie en el Cardini Internacional, le tributaba una estremecedora ovación y acto seguido llenaban el aire los Viva Cuba. Una espectadora emocionada le quita el reloj de oro a su esposo y, en gesto de profunda admiración, lo coloca en la muñeca del artista criollo. Muchas anécdotas se pueden contar alusivas al enorme cariño tributado en esa visita del cubano a México.

“No vengo a cantar por dinero -afirmaba Bola- vengo por amor a este pueblo que tanto quiere a Cuba, y cuando uno siente amor por algo siempre lo consigue. Únicamente por amor se tienen las cosas y por amor es que creo conseguir que este público me quiera y me aplauda tanto y me venga a oír”.

La prensa mexicana lo cataloga como el Maurice Chevalier, el Paul Robeson o el Armstrong de Cuba: una institución insustituible, una sensibilidad al servicio de la más perfecta expresión musical, un artista que pertenece al mundo.

Diez semanas seguidas se mantuvo en el Cardini, que terminaron el 24 de enero de 1965. Recibió un homenaje de mariachis, le regalan flores en las trajineras y chinampas de los canales de Xochimilco y cada mañana, con la disciplina de un principiante, estudia un par de horas en el piano de la embajada cubana, donde da un recital para los funcionarios y también para intelectuales mexicanos invitados.

Además, actúa en el Palacio de Bellas Artes, en los espacios televisivos Revolución Musical, Nescafé y Variedades Gerber Silvia, conducido por la actriz Silvia Pinal, quien le da la despedida en nombre de los artistas nacionales y de sus amigos, principalmente José Sabre Marroquín.

A su regreso a la isla, Bola declara “Este viaje ha sido un sueño. La expresión más maravillosa de México. Todo México se volcó en mi trabajo. El público con mayor énfasis que nunca, como si fuera la primera vez que me escucharan. Vengo henchido de mexicanismo.

Luego de un breve descanso, el 31 de mayo, el artista comparte un concierto con María Cervantes en el Museo Nacional de Bellas Artes. Un poco antes, vuelve a sus faenas en el Monseigneur hasta mediados de 1965, cuando se cierran sus puertas unos meses para someter a un total remozamiento el restaurante.

Bajo estricto cuidado, se desarrolla el proceso de ambientación y decoración del inmueble.

En agosto de 1968 regresó contratado nuevamente al Cardini Internacional, en cuya cartelera lo identifican como “la voz del alma”. La prensa también cita su presencia en el Auditórium Municipal y en un acto que el 22 de septiembre se lleva a cabo en la Alameda Central, así como en Guadalajara y Mérida.

Bola brilló en el Monseigneur en la década de 1960, fue estrella, junto a Rita Montaner en 1947 en Tropicana, la meca del cabaret de América, triunfó en numerosos países de Europa, especialmente en París; pero siempre guardaba en su recuerdo la admiración y las atenciones brindadas en el Cardini de México.

Tanto es así que en la última conversación con el durante el concierto del 26 de julio de 1971, en el camerino del teatro Amadeo Roldán, mientras esperaba las 12 de la noche, hora en que se iniciaba la velada, me comentó: “en el Cardini me atendían a cuerpo de rey, me ponían un spot ligh rojo directo al piano. Me colocaban flores y asistía la crema y nata de la ciudad. Eso fue para mí, inolvidable y difícil de superar”.

Bola estaba muy contento porque en octubre realizaría una gira de 16 conciertos en Perú, donde le tributarían un homenaje y se encontraría con su amiga Chabuca Granda, “pero antes pasaré por mi querido México -me dijo- estaré algo más de 24 horas en mi querida capital, y allí me encontraré nuevamente con mi amigo del alma, el ingeniero Luis Medina y caminaremos, como siempre por la Zona Rosa”.

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En la madrugada del 2 de octubre de 1971, falleció mientras dormía, en el país que tanto amó: “México es para mí lo más grande. Yo no sé vivir sin México, sin el tequila, sin el chile, sin las tortillas, sin José Sabre Marroquín, sin la Guera, sin Medina, sin lo que amo allá.

“Yo no sé vivir sin eso. Hasta la revista ‘Siempre’ me hace falta… Yo amo a Cuba. Yo soy lo que soy porque soy cubano. Pero cuando en Cuba nadie me conocía en México me aplaudían y me pagaban por cantar y tocar el piano. Y yo llenaba los lugares. El público mexicano me hizo. Mi segunda Patria. Allí me dieron el empujón hacia la cima”.

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BOLA-LPFROM CUBA “BOLA DE NIEVE” (SNOW BALL) AND HIS SECOND HOMELAND, MEXICO.

Ignacio Jacinto Villa y Fernández, better known as ‘Bola de Nieve'(Snow Ball). Pianist and composer. He was born in Guanabacoa, Havana, on September 11, 1911. The same town that saw Rita Montaner, Ernesto Lecuona and so many greats of Cuba’s international fame born.

Ignacio Villa, Bola de Nieve, made an era in the 1960s at the Cardini International restaurant in Mexico City. Almost 50 years have passed and still his name resonates among lovers of Cuban music in Aztec land.

His first trip to Mexico was to Yucatan, on January 19, 1933, and he remained in that country until mid-1944. In Mexico, his countrywoman Rita Montaner baptized him as ‘Bola de Nieve’, “a great favor that made me in my life. Since then I had to be lucky, in those days I was born to the theater in Mexico, “he recalled.

When it triumphed at the Cardini International restaurant, 32 years had passed since that initial trip. Then it was very well known, especially by the intelligentsia and the Mexican musical world, which was very sensitive to high altitude bolero.

The Cardini International, run by the manager Alex Cardini (son), was located at 98 Morelos Street and was one of the most glittering restaurants in the Mexican capital. According to the researcher and journalist Ramón Fajardo Estrada, in 1965 they hired Bola for two daily performances, from Monday to Saturday.

He is received by Gabriel Ruiz, Tata Nacho, orchestra conductor José Saber Marroquín and other intellectuals, “I have come to give you back the name you have given me,” said Bola upon his arrival. The journalist María López Salas points out that as a welcome to the Cuban singer, jars of flowers were raining everywhere, coming from the best restaurants in the capital. Ramón Flores, owner of Los Violines de Fontana, sent all the chrysanthemums of the city. “I never imagined that they would make me such a reception,” said the Cuban. There were also Don Pepe de León, from Terraza Casino, and Nick Noyes, who owned the most beautiful Hawaiian restaurant known, the Mauna Loa.

In the Cuban newspaper Revolución, a review details that not even a single night was able to remove the song of Adolfo Guzmán from the repertoire “I can not be happy”. Cardini’s ads on television were accompanied by this piece, “the audience so insistently requested it as another of my premiere on this trip for them,” Goodbye happiness. ” When he interpreted “I can not be happy”, the audience stood up in the International Cardini, gave him a shuddering ovation and immediately the Viva Cuba filled the air. An excited spectator takes off her husband’s gold watch and, in a gesture of profound admiration, places it on the criollo artist’s wrist. Many anecdotes can be told alluding to the enormous affection paid in that visit of the Cuban to Mexico.

“I do not come to sing for money,” said Bola. “I come from love for this people that loves Cuba so much, and when you feel love for something, you always get it. Only for love you have things and for love is that I believe that this audience loves me and applauds me so much and comes to hear me. ”

The Mexican press catalogs him as the Maurice Chevalier, the Paul Robeson or the Armstrong of Cuba: an irreplaceable institution, a sensitivity to the service of the most perfect musical expression, an artist who belongs to the world.

Ten weeks in a row he stayed at the Cardini, which ended on January 24, 1965. He received a tribute from mariachis, gave him flowers in the trajineras and chinampas of the canals of Xochimilco and every morning, with the discipline of a beginner, he studied a a couple of hours on the piano of the Cuban embassy, ​​where he gives a recital for the officials and also for invited Mexican intellectuals.

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In addition, he performs in the Palacio de Bellas Artes, in the television spaces Revolución Musical, Nescafé and Varberrias Gerber Silvia, conducted by the actress Silvia Pinal, who gives her farewell on behalf of national artists and their friends, mainly José Saber Marroquín .

Upon his return to the island, Bola declares “This trip has been a dream. The most wonderful expression of Mexico. All Mexico turned to my work. The public with more emphasis than ever, as if it were the first time that they listened to me. I come full of Mexicanism.

After a short break, on May 31, the artist shares a concert with María Cervantes at the National Museum of Fine Arts. A little earlier, he returns to his tasks in the Monseigneur until mid-1965, when his doors are closed a few months to undergo a total renovation of the restaurant.

Under strict care, the process of setting and decorating the property is developed.

In August 1968 he returned to the International Cardini again, in whose bill they identify him as “the voice of the soul”. The press also cites its presence in the Municipal Auditorium and in an act that takes place on September 22 in the Alameda Central, as well as in Guadalajara and Mérida.

Bola shone in the Monseigneur in the 1960s, was star, along with Rita Montaner in 1947 in Tropicana, the mecca of American cabaret, triumphed in numerous countries in Europe, especially in Paris; but he always kept in his memory the admiration and attention given in the Cardini of Mexico.

So much so that in the last conversation with him during the concert of July 26, 1971, in the dressing room of the Amadeo Roldán theater, while waiting for 12 o’clock at night, time when the evening began, he told me: “In the Cardini treated me to the body of a king, I put a red spot ligh direct to the piano. They put me flowers and attended the cream of the city. That was for me, unforgettable and difficult to overcome. ”

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Bola was very happy because in October he would make a tour of 16 concerts in Peru, where he would pay a tribute and meet his friend Chabuca Granda, “but before going to my beloved Mexico,” he said, “I will be a little over 24 hours in my life. dear capital, and there I will meet again with my soul friend, the engineer Luis Medina and we will walk, as always, through the Zona Rosa. ”

In the early hours of October 2, 1971, he died while sleeping, in the country he loved so much: “Mexico is for me the greatest thing. I do not know how to live without Mexico, without the tequila, without the chile, without the tortillas, without José Saber Marroquín, without the Guera, without Medina, without what I love there.

“I do not know how to live without that. Even the magazine ‘Siempre’ I need … I love Cuba. I am what I am because I am Cuban. But when nobody in Cuba knew me in Mexico, they applauded me and paid me to sing and play the piano. And I filled the places. The Mexican public made me. My second homeland. There they gave me the push to the top. ”

Agencies/ D’Cubanos/ Rafael Lam/ Internet Photos/ YouTube/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
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