< SUMMARY of the Second Trip of Winston Churchill to Cuba.

f7b708ef6df05e02a36bbfa21c1135e4RESUMEN DEL SEGUNDO VIAJE DE WINSTON CHURCHILL A CUBA.

Al ex primer ministro británico Winston Churchill se le dio en Cuba, en 1946, trato de jefe de gobierno, y el Hotel Nacional le reservó, por supuesto, el Apartamento de la República, que se destinaba para los huéspedes oficiales más distinguidos. Durante la Segunda Guerra Mundial la prensa había hecho habitual su imagen de abuelo bonachón e implacable a la vez. Era un fumador insaciable de puros habanos. Cuando se asomó a la portezuela del Boeing 17 que lo trajo, levantó la mano derecha y con los dedos índice y corazón en forma de uve saludó a la multitud que lo aguardaba en el aeropuerto de Rancho Boyeros y que lo aplaudió entusiasmada: Sir Winston repetía para los habaneros el signo de la victoria, gesto que acuñó a lo largo de la contienda bélica.

Y ahí mismo comenzaron los dolores de cabeza para el protocolo cubano y la legación británica en La Habana, porque el ex premier no respetaba horarios ni formalidades y se regía solo por lo que le deparaba la jornada. Se levantaba a las cinco de la mañana y desde ese instante ponía en jaque a todo el hotel. Un día de lluvia, molesto porque no podría darse el acostumbrado chapuzón en la piscina, ordenó de improviso que hicieran sus maletas para marcharse y pidió que se las deshicieran en cuanto salió el sol. Su tiempo libre lo pasaba jugando a las cartas con el que quisiera acompañarlo. “Come, bebe y fuma sin restricciones de ninguna clase. Y en cantidad”, escribía Enrique de la Osa en su reportaje sobre la visita.

Era la segunda vez que Winston Churchill visitaba nuestro país. Muchos años atrás, en 1895, había celebrado aquí su cumpleaños veintiuno. El entonces joven oficial del cuarto Regimiento de Húsares vino a título personal a ver la guerra que por su independencia sostenían los cubanos contra España, y aquí el futuro Lord del Almirantazgo británico recibió su bautismo de fuego. En esa época también se aficionó al ron cubano.

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En este segundo viaje a la Isla Winston Churchill con su esposa durante su estancia en el Hotel Nacional de La Habana en febrero de 1946.

Alli Churchill pidió que lo pasearan por la ciudad en un automóvil descapotado y como el protocolo cubano no disponía de vehículo semejante, el propietario de la fábrica de puros Partagás ofreció el suyo y él mismo sirvió gustoso de chofer a cambio de que el visitante lo reciprocara con una visita a su empresa, en lo que fue complacido. Una de las vitolas tradicionales de la marca Romeo y Julieta lleva el nombre del político británico. Un dato que apenas se conoce: Pinar del Río distinguió a Churchill con el título de Hijo Predilecto. Pasó toda una tarde encerrado en el prostíbulo de Marina, en la calle Colón. Su edecán durante su estancia en la Isla fue el entonces joven teniente José Ramón Fernández.

El almuerzo de Churchill con el presidente Grau San Martín, cuyo menú se conserva todavía, se vio matizado por la anécdota. Sir Winston salió para el Palacio Presidencial con todo el empaque que exigía la ocasión solo para regresar al hotel a los pocos minutos… Había olvidado los tabacos. Luego, otro desenchufe: la comitiva tuvo que dar vueltas y vueltas en torno a Palacio durante diez minutos a fin de que el ex premier y el mandatario se encontraran a la hora prevista.

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Al final del almuerzo, Grau obligó a Churchill a salir a la Terraza Norte ante la que lo aguardaban numerosos habaneros para saludarlo.

Churchill dijo: “Me siento muy complacido en esta hermosa Isla de Cuba donde he sido tan bien acogido…”. Y prosiguió, en español: “Aprovecho la oportunidad para decir: ¡Viva la Perla de las Antillas!”.

Al final de su estancia hizo otra declaración entusiasta: “Si no tuviera que ver al presidente Truman, me quedaba aquí por un mes”.

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winston-churchillSUMMARY OF THE SECOND TRIP OF WINSTON CHURCHILL TO CUBA.

Former British Prime Minister Winston Churchill was given in Cuba, in 1946, as head of government, and the National Hotel reserved, of course, the Republic Apartment, which was intended for the most distinguished official guests. During the Second World War, the press had made its usual image of good-natured and implacable grandfather at the same time. He was an insatiable smoker of cigars. When he came to the door of the Boeing 17 that brought him, he raised his right hand and with the V-shaped heart and forefinger he greeted the crowd that was waiting for him at the Rancho Boyeros airport and applauded enthusiastically: Sir Winston repeated for the people of Havana the sign of victory, a gesture that was coined throughout the war.

And right there began the headaches for the Cuban protocol and the British legation in Havana, because the former premier did not respect schedules or formalities and was governed only by what the day held for him. He got up at five in the morning and from that moment he put the whole hotel in check. A rainy day, annoyed because he could not take the usual dip in the pool, he ordered suddenly that they pack their bags to leave and asked to be undone as soon as the sun came out. His free time was spent playing cards with whomever wanted to accompany him. “Eat, drink and smoke without restrictions of any kind. And in quantity, “wrote Enrique de la Osa in his report on the visit.

It was the second time that Winston Churchill visited our country. Many years ago, in 1895, he had celebrated his twenty-first birthday here. The then young officer of the Fourth Hussar Regiment personally came to see the war the Cubans were waging against their independence against Spain, and here the future Lord of the British Admiralty received his baptism of fire. At that time he also became fond of Cuban rum.

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On this second trip to Winston Churchill Island with his wife during his stay at the National Hotel in Havana in February 1946.

Alli Churchill asked to be walked around the city in an open-topped car and since the Cuban protocol did not have such a vehicle, the owner of the Partagás cigar factory offered his own and he himself gladly served as a driver in exchange for the visitor reciprocating it. with a visit to his company, in which he was pleased. One of the traditional vitolas of the Romeo and Juliet brand bears the name of the British politician. A fact that is hardly known: Pinar del Río distinguished Churchill with the title of Favorite Son. He spent an entire afternoon locked in the brothel in Marina, on Calle Colón. His aide-de-camp during his stay on the island was the then young lieutenant José Ramón Fernández.

Churchill’s lunch with President Grau San Martín, whose menu is still preserved, was tempered by the anecdote. Sir Winston left for the Presidential Palace with all the packaging that the occasion demanded, only to return to the hotel within a few minutes … He had forgotten the cigars. Then, another unplug: the delegation had to go around and around Palacio for ten minutes so that the former premier and the president met at the scheduled time.

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At the end of lunch, Grau forced Churchill to go out to the North Terrace, where many Havanans awaited him to greet him.

Churchill said: “I feel very pleased in this beautiful island of Cuba where I have been so well received …”. And he continued, in Spanish: “I take the opportunity to say: Long live the Pearl of the Antilles!”.

At the end of his stay he made another enthusiastic statement: “If I did not have to see President Truman, I would stay here for a month.”

Agencies/ Ciro Bianchi/ Internet Photos/ Extractos/ Excerpts/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
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