< IT HAPPENED in May of 1902 in Our Island of Cuba.

download (4)SUCEDIO EN MAYO DE 1902 EN NUESTRA ISLA DE CUBA..

El 11 de mayo el mandatario electo Don Tomas Estrada Palma desembarcaba en La Habana, y el 15, el Senado y la Cámara de Representantes, que se constituyeron ese mismo día, lo proclamaban Presidente de la República.

Don Tomas llevaba unos 25 años fuera de la Isla y una bien orquestada campaña publicitaria a su favor alabó al maestro, al padre de familia, al amigo de Martí, al hombre que en aras de la patria renunciaba a su ciudadanía norteamericana. Los cubanos de Nueva York lo habían despedido con un banquete y le obsequiaron una pluma de oro.

El 16 de mayo se iniciaban los actos de despedida de los ocupantes norteamericanos. Los veteranos de la independencia, los políticos y los hombres de negocio congratularon a los interventores con bailes y banquetes y se regaló a Wood un machete con empuñadura de oro y pedrerías. El 19, séptimo aniversario de la muerte de Martí, fue día de recogimiento, con banderas a media asta y crespones de luto, ofrendas florales y veladas solemnes. A las doce de la noche, sin embargo, ocurrió lo inconcebible: se pasó, en cuestión de minutos, del luto al jolgorio. El 20, el programa para celebrar la instauración de la República fue nacional, con actos en cada capital de provincia, ciudad, pueblo y caserío. Las ceremonias grandes tuvieron lugar en La Habana; la del Palacio de los Capitanes Generales, con carácter oficial y, más popular, la de la explanada del Morro.

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A la hora prevista, Máximo Gómez, en compañía de varios generales del Ejército Libertador, ocupó su puesto en el salón de recepciones del palacio, y Wood, con su estado mayor, ocupó el suyo, de espaldas a la Plaza de Armas. Estrada Palma, con su consejo de secretarios (ministros), se situó frente al interventor saliente. Wood dio lectura a una breve proclama y ordenó que se izara la bandera cubana, el mismo pabellón que ondeó en las sesiones de la convención constituyente y que encabezó los actos por el recibimiento de Estrada Palma en La Habana. Luego, como ya se dijo, se arrió esta bandera y Máximo Gómez y el propio Wood izaron otra, que quedó en su puesto. Mientras se elevaba la primera de esas banderas, se escuchaban las notas del Himno Nacional y la enseña era saludada por 21 cañonazos, el repicar de las campanas de todas las iglesias habaneras y el ulular de las sirenas de los barcos surtos en puerto.

En aquel salón de recepciones, el mandatario juró su cargo ante el presidente del Tribunal Supremo. Después tendría lugar la primera reunión del consejo de ministros. A las cuatro de la tarde, Estrada Palma despidió a Wood en el muelle.

Las ovaciones se sucedían cada vez que a pie, a caballo o en coche, pasaba alguno de los altos jefes del Ejército Libertador —García Menocal, José Miguel, Cebreco, Montalvo, Quintín Bandera…—. La muchedumbre se renovaba en la Plaza de Armas para hacer salir al balcón de palacio al Presidente y a sus secretarios de despacho. Don Tomás se asomaba y se retiraba para repetir lo mismo al poco rato. Fue una jornada intensa. A saludar al mandatario acudieron el Rector de la Universidad de La Habana y el director de la Academia de San Alejandro, directivos de la Sociedad Económica de Amigos del País, el Alcalde habanero y sus concejales, los jefes del Cuerpo de Bomberos y de la Guardia Rural, los cónsules y la prensa extranjera acreditada, miembros del Congreso de Estados Unidos y representantes de la Iglesia Católica encabezados por monseñor Barnada, arzobispo primado de Santiago de Cuba…., José Francisco Martí Zayas Bazán, el hijo del Apóstol, mandaba la compañía de ceremonias.

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Asistió Estrada Palma a un Te Deum en la Catedral y supervisó una parada estudiantil en la Plaza de Armas. Por el Prado, desde La Punta al Campo de Marte, hubo desfiles de carrozas y bandas de música. Desfilaron además personas con disfraces y bailaron y cantaron los negros que conformaban una comparsa. Por la noche, en el Teatro Nacional hubo una sonada velada cultural en la que Luis Estévez y Romero, vicepresidente de la República y su esposa Marta Abreu ocuparon el palco de honor. Tarde comenzaron los fuegos artificiales. Dice Ana Cairo al respecto: «La Habana nocturna resplandecía como un sol y los fotógrafos se esmeraron captando dicha rareza». Las fiestas acabaron el 21 de mayo, al amanecer.

Se levantaron arcos de triunfo y, en el Parque Central, se emplazó una réplica de la Estatua de la Libertad. El que pudo dio una mano de lechada al frente de su casa. No pocos establecimientos comerciales cambiaron de nombre de la noche a la mañana para atemperarlos a los nuevos tiempos. Hubo fiestas por Cuba en París y en universidades norteamericanas y en algunas localidades de México. No faltaron los poemas que exaltaron el acontecimiento, y Estrada Palma recibió mensajes de felicitación y saludo remitidos por numerosos mandatarios, entre ellos el zar de todas las Rusias y los emperadores de China y Japón.

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La revista El Fígaro, en un número que circuló el propio día 20, publicó valiosas opiniones sobre el naciente Estado y su futuro y un interesantísimo despliegue fotográfico. Juan Gualberto Gómez fue terminante en sus consideraciones. A su juicio, la muerte de Martí desvió el curso de la Revolución y en esa desviación estaba la clave de la gran herida que sufría el ideal de la independencia absoluta de la patria. Concluía Juan Gualberto: «Hay que persistir en la reclamación de nuestra soberanía mutilada (La Entonces Enmienda Platt); y para alcanzarla, es fuerza adoptar de nuevo… las ideas directrices y los métodos que preconizara Martí».

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tomas-estrada-palma-cuba-1902IT HAPPENED IN MAY OF 1902 IN OUR ISLAND OF CUBA.

On May 11, the elected president Don Tomas Estrada Palma disembarked in Havana, and on the 15th, the Senate and the House of Representatives, which were constituted that same day, proclaimed him President of the Republic.

Don Tomas had been away from the island for 25 years and a well-orchestrated publicity campaign in his favor praised the teacher, the father of the family, the friend of Martí, the man who for the sake of the country renounced his American citizenship. The Cubans in New York had dismissed him with a banquet and presented him with a golden pen.

On May 16, the farewell acts of the North American occupants began. Veterans of independence, politicians, and businessmen congratulated the auditors with dances and banquets and gave Wood a machete with a gold hilt and jewels. The 19th, seventh anniversary of the death of Martí, was a day of recollection, with flags at half-mast and crepes in mourning, floral offerings and solemn evenings. At twelve o’clock in the evening, however, the inconceivable happened: it happened, in a matter of minutes, from mourning to merrymaking. On the 20th, the program to celebrate the establishment of the Republic was national, with events in each capital of the province, city, town, and village. The big ceremonies took place in Havana; that of the Palace of the General Captains, with official character and, more popular, that of the esplanade of the Morro.

At the scheduled time, Máximo Gómez, in the company of several Generals of the Liberation Army, took his place in the reception hall of the palace, and Wood, with his staff, occupied his, with his back to the Plaza de Armas. Estrada Palma, with its council of secretaries (ministers), stood in front of the outgoing auditor. Wood read a brief proclamation and ordered the Cuban flag to be hoisted, the same flag that flew in the sessions of the constituent convention and that led the events for the reception of Estrada Palma in Havana. Then, as already mentioned, this flag was lowered and Máximo Gómez and Wood himself hoisted another, which remained in his post. While the first of these flags was raised, the notes of the National Anthem were heard and the banner was greeted by 21 cannon shots, the ringing of the bells of all the Havana churches and the wail of the sirens of ships sailing in port.

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In that hall of receptions, the president swore his position before the president of the Supreme Court. Then the first meeting of the council of ministers would take place. At four o’clock in the afternoon, Estrada Palma dismissed Wood on the pier.

The ovations were followed each time on foot, on horseback or by car, passed one of the top leaders of the Liberation Army-Garcia Menocal, Jose Miguel, Cebreco, Montalvo, Quentin Bandera … -. The crowd was renewed in the Plaza de Armas to bring the President and his secretaries to the balcony of the palace. Don Tomás looked out and left to repeat the same thing in a little while. It was an intense day. To greet the president attended the Rector of the University of Havana and the director of the Academy of San Alejandro, directors of the Economic Society of Friends of the Country, the mayor of Havana and its councilors, the heads of the Fire Department and the Guard Rural, the consuls and the accredited foreign press, members of the United States Congress and representatives of the Catholic Church headed by Monsignor Barnada, archbishop primate of Santiago de Cuba …., José Francisco Martí Zayas Bazán, the son of the Apostle, commanded the company of ceremonies.

Estrada Palma attended a Te Deum at the Cathedral and supervised a student stop at the Plaza de Armas. There were parades of floats and music bands from the Prado, from La Punta to Campo de Marte. They also paraded people with costumes and danced and sang the blacks that made up a comparsa. At night, at the National Theater, there was a great cultural evening in which Luis Estévez y Romero, Vice President of the Republic and his wife Marta Abreu occupied the box of honor. Afternoon the fireworks started. Ana Cairo says about it: “The nocturnal Havana shone like a sun and the photographers took great pains to capture this rarity.” The parties ended on May 21, at dawn.

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Triumphal arches were erected and, in Central Park, a replica of the Statue of Liberty was placed. The one who could give a hand of grout in front of his house. Not a few commercial establishments changed their name overnight to temper them to new times. There were parties for Cuba in Paris and in North American universities and in some locations in Mexico. There was no lack of poems that exalted the event, and Estrada Palma received messages of congratulations and greetings sent by numerous leaders, including the Tsar of all the Russias and the emperors of China and Japan.

El Fígaro magazine, in a number that circulated on day 20, published valuable opinions on the nascent State and its future and an interesting photographic display. Juan Gualberto Gómez was strict in his considerations. In his opinion, the death of Martí diverted the course of the Revolution and in that deviation was the key to the great wound suffered by the ideal of the absolute independence of the country. Juan Gualberto concluded: “We must persist in the claim of our mutilated sovereignty (The Platt Amendment Then); and in order to achieve it, it is necessary to adopt again … the directing ideas and the methods advocated by Martí ».

Agencies/ Ciro Bianchi/ Lecturas/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.

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