Inside Cuba< (HABANA Report) The Beer, Cuban or Imported, Marks the Rhythm of the Economy in the Island.

autoridades-importar-volumenes-cerveza-demanda_CYMIMA20190722_0008_13(REPORTE DESDE HABANA) LA CERVEZA, CUBANA O IMPORTADA, MARCA EL RITMO DE LA ECONOMIA EN LA ISLA.

El precio de una ‘fría’ en la Isla lo determinan factores como la escasez, las remesas y el dinero de origen informal.

“No tenemos Cristal ni Bucanero”, repite la empleada de una cafetería estatal en La Habana. Sobre el mostrador, una lata de Hollandia y otra de Heineken resumen las ofertas de frías, a un precio de 1.50 y 1.75 CUC, muy por encima del producto nacional.

La cerveza, que hace tres décadas era casi un lujo o solo se consumía en ocasiones muy especiales como bodas, cumpleaños y carnavales, ha pasado a ser un acompañante frecuente del verano en la Isla, de los locales privados de servicios gastronómicos, las mesas de los nuevos ricos y el descanso de los turistas. “No hay nada mejor que una lager con este calor”, sentencia Urbano Rodríguez, barman en la paladar La Grandiosa, en las playas del este de La Habana. “Es el producto que más se vende, por encima de los refrescos, los cócteles y el agua embotellada, pero también en el último año se ha convertido en el más difícil de conseguir”, confirma el empleado, que lleva 16 años en la venta privada de alimentos. “Hace un tiempo era fácil abastecerse de cerveza pero ahora tenemos que montar un operativo casi de espionaje en las tiendas para saber cuándo van a sacar”.

Los clientes del restaurante particular donde trabaja “se han tenido que acostumbrar a tomar cervezas importadas que siempre salen un poco más caras”. Rodríguez lamenta que “hay muy poca oferta de cervezas nacionales y cada vez que sacan en un mercado se acaban rápido”. Los clientes del restaurante particular donde trabaja “se han tenido que acostumbrar a tomar cervezas importadas que siempre salen un poco más caras”, apunta. En La Grandiosa, la Cristal y la Bucanero se venden a 1,50 CUC, pero una lata de Heineken supera los dos.

El precio de la cerveza viene determinado en la mayoría de países por varios factores, desde el nivel del negocio, los impuestos sobre el alcohol, la disponibilidad, el tipo de cerveza, que puede ser industrial o artesanal, pero también el sabor y la tradición de una determinada marca. Sin embargo, en la Isla ese precio lo determina factores como la escasez, las remesas y el dinero de origen informal.

Solo dos locales estatales de la veintena recorridos por este diario tenían cerveza nacional este fin de semana. El resto tenían el producto importado o carecían totalmente de él. Sin embargo, el mismo periplo por 20 establecimientos privados arrojó que en todos había Cristal o Bucanero, junto a cervezas importadas.

En los mercados estatales la cerveza nacional tiene un precio de 1 CUC pero los locales privados más exclusivos la venden por el doble, aunque el último año, en muchas ocasiones, solo han podido conseguir marcas de México, Panamá, Europa y algunos otros lugares lejanos del planeta.

“Claro está que los turistas quieren tomar cervezas cubanas pero si no hay, no hay y punto”, puntualiza el barman. “¿A quién se le ocurre viajar hasta aquí para tomarse una cerveza holandesa o alemana?”, cuestiona. “Nos echan la culpa a los privados de que acaparamos cajas y cajas de Cristal o Bucanero cuando las venden en las tiendas, pero qué vamos a hacer, si no mantenemos la oferta no vendemos”.

Recientemente, en un artículo publicado en la prensa oficial de Cienfuegos se culpaba a los trabajadores por cuenta propia de “acaparar” la cerveza nacional para luego venderla a un precio superior. El texto denunciaba que el producto que se vende en los negocios privados cuesta hasta un “200% de su precio de venta, quizá al 250% de su precio de costo. Para alguien que no invirtió una gota de sudor en producirlas”.

El precio de la cerveza en el sector privado provocó una agria controversia en torno a los responsables de la subida. Mientras la prensa oficial señala a los empresarios, los economistas independientes responsabilizan a la baja producción y a los intentos del Estado de controlar las tarifas.

El texto también culpaba a fuentes dentro del entramado administrativo de las tiendas estatales que avisan a los particulares sobre la venta de cervezas nacionales y se lucran vendiéndoles más que las cantidades permitidas. El producto ha sufrido desabastecimiento habitual en los últimos años, lo que ha obligado a regular su venta minorista a dos cajas (de 24 latas o botellas cada una) por persona.

Según el anuario estadístico correspondiente a 2018, la producción de cerveza ha crecido discretamente en la Isla para llegar a unos 2,6 millones de hectolitros a finales de 2018, pero la demanda parece haber aumentado más especialmente a partir de las flexibilizaciones que ampliaron el ejercicio del trabajo por cuenta propia y la llegada de un número mayor de turistas.

“Lo que ha ocurrido también es que la cerveza ha dejado de ser un producto de lujo para convertirse en algo que los cubanos sienten que se merecen y que debía acompañarlos cuando quieran. Se han dado cuenta de que no es un producto de élite sino casi una bebida proletaria, que tomar al salir del trabajo”, apunta Erick Núñez, un joven que trabaja como contable en varios negocios privados.

“Eso ha sido un proceso lento, en el que ha influido la llegada de cubanos emigrados que invitan a sus parientes de la Isla a comer, pasar un fin de semana en la playa y hospedarse en hoteles, donde la cerveza es de las bebidas menos lujosa y más consumida”, opina. “Lo que parecía algo inalcanzable pasó a ser algo que todos quieren”.

Las opiniones del economista Pedro Monreal coinciden con esa hipótesis y en su blog El Estado como tal asegura que “en el caso de la cerveza ocurre lo mismo que con casi todos los productos: su demanda se encuentra relativamente divorciada de los ingresos que salen del bolsillo del trabajador. Parte de la explicación son las remesas”.

Monreal explica que “existen especialistas que ubican el nivel de remesas en unos 3.000 millones de dólares anuales, pero bastaría con asumir la mitad de esa cifra -1.500 millones de dólares- para que esos ingresos por remesas recibidas superasen todos los salarios que se pagan en Cuba (34.262 millones de pesos en 2017)”.

Es en ese punto donde entran en juego las remesas del extranjero, el dinero proveniente de los negocios informales y las ganancias obtenidas a través del trabajo en el sector privado.

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El precio medio a nivel internacional de una cerveza es de 5,7 dólares según un estudio realizado en 2018 en 48 ciudades. La Habana queda muy por debajo de la media mundial, lejos de los 8 dólares de Hong Kong y los 7,70 en Zurich. Pero 1,50 o 2 CUC por una fría sigue siendo alto para quienes viven de su salario en la Isla, que deben pagar el sueldo de todo un día -o más- para refrescarse con una Cristal.

Es en ese punto donde entran en juego las remesas, el dinero proveniente de los negocios informales y las ganancias obtenidas a través del trabajo en el sector privado. Son esos ingresos los que “están jalando hacia arriba el precio de algunos productos, incluyendo la cerveza”, opina Erick Núñez. “Es un símbolo de estatus, un marcador de solvencia económica y como tal se comporta”.

“Así ha pasado con otras mercancías, que comenzaron siendo el feudo exclusivo de unos pocos que podían pagarlas y ahora tienen una demanda cada vez mayor”, apunta el contable. “En esa lista podemos poner desde los pañales desechables para niños, que antes eran algo de una élite y ahora hasta el más humilde trata de buscarse su dinerito para comprar y también el aceite vegetal para cocinar”.

“Las remesas desempeñan un papel positivo en la economía cubana”, acota Pedro Monreal que opina que “el problema es que es una demanda ‘extra’ que el modelo económico no ha podido aprovechar para generar una oferta “extra” equivalente” y señala a los problemas de producción como la fuente del desabastecimiento y la subida de precios del producto en el sector privado.

Una fuente de la Cervecería Bucanero S.A. (CBSA), el más importante productor nacional, asegura a este diario que “después de problemas con las materias primas hace un par de años, la producción se ha estabilizado y se está cumpliendo el plan”

Una fuente de la Cervecería Bucanero S.A. (CBSA), el más importante productor nacional, asegura a este diario que “después de problemas con las materias primas hace un par de años, la producción se ha estabilizado y se está cumpliendo el plan”. El funcionario de la empresa mixta explica que “el desabastecimiento se debe a un aumento del consumo y a malas prácticas en la distribución”.

Esto coincide con el criterio del economista Elías Amor, residente en España, que cuestiona la explicación dada en los medios oficiales sobre la falta de cerveza en los establecimientos gestionados por el Estado. Si “se acaba en las tiendas estatales es porque los responsables de la planificación comunista son incapaces de detectar las necesidades y mucho menos de incrementar la oferta”.

“Los cubanos que quieren disfrutar de una cerveza fría saben dónde pueden encontrarla, aunque tengan que pagar un precio más alto”, asegura Amor. “No se puede castigar a nadie por ello. Los dueños de establecimientos privados hacen lo que tienen que hacer: dar servicio, aunque el precio sea más elevado”.

En el pequeño cuarto de almacenaje del restaurante La Grandiosa, esta semana alternan algunas cajas de cerveza Cristal con otras de la marca Heineken. “En verano se nos acaba más rápido, casi que tenemos que contar con el doble de lo que normalmente disponemos en otros meses”, dice Urbano Rodríguez. “Porque la playa sin cerveza es un infierno”. Palabra de barman.

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cervezas-cubanas-venta-demanda-080416(HABANA REPORT) THE BEER, CUBAN OR IMPORTED, MARKS THE RHYTHM OF THE ECONOMY ON THE ISLAND.

The price of a ‘fria’ (Beer) on the Island is determined by factors such as scarcity, remittances, and money of informal origin.

“We do not have Cristal or Bucanero,” the employee of a state coffee shop in Havana repeats. On the counter, a can of Hollandia and another of Heineken summarize the cold offers, at a price of 1.50 and 1.75 CUC, well above the national product.

The beer, which three decades ago was almost a luxury or was only consumed on very special occasions such as weddings, birthdays and carnivals, has become a frequent companion of the summer on the Island, of the private places of gastronomic services, the tables of the newly rich and the rest of the tourists. “There is nothing better than a lager with this heat,” says Urbano Rodríguez, a bartender on the La Grandiosa palate, on the beaches of eastern Havana. “It is the product that sells the most, above sodas, cocktails and bottled water, but also in the last year it has become the most difficult to obtain,” confirms the employee, who has been selling for 16 years food deprived “A while ago it was easy to stock up on beer but now we have to set up an almost spy operation in stores to know when they are going to take out.”

The clients of the particular restaurant where he works “have had to get used to drinking imported beers that always come out a little more expensive.” Rodriguez regrets that “there is very little supply of national beers and every time they take out in a market they end quickly.” Customers of the private restaurant where he works “have had to get used to drinking imported beers that always come out a little more expensive,” he says. In La Grandiosa, Cristal and Bucanero they sell for 1.50 CUC, but a can of Heineken exceeds two.

The price of beer is determined in most countries by several factors, from the level of business, taxes on alcohol, availability, type of beer, which can be industrial or artisanal, but also the taste and tradition of a certain brand. However, on the Island, that price is determined by factors such as scarcity, remittances, and money of informal origin.

Only two state-owned stores in the twenties traveled by this newspaper had a national beer this weekend. The rest had the imported product or completely lacked it. However, the same journey through 20 private establishments showed that in all there were Cristal or Bucanero, along with imported beers.

In the state markets, the national beer has a price of 1 CUC but the most exclusive private stores sell it for double, although the last year, on many occasions, they have only been able to get brands from Mexico, Panama, Europe and some other distant places of the planet.

“Of course, tourists want to drink Cuban beers but if there isn’t, there is no point,” says the bartender. “Who can think of traveling here for a Dutch or German beer?” He asks. “We blame the private ones that we monopolize boxes and boxes of Cristal or Bucanero when they sell them in stores, but what are we going to do, if we don’t keep the offer we don’t sell.”

Recently, in an article published in the official Cienfuegos press, the self-employed workers were blamed for “hoarding” the national beer and then selling it at a higher price. The text denounced that the product sold in private businesses costs up to “200% of its sale price, perhaps 250% of its cost price. For someone who did not invest a drop of sweat to produce them.”

The price of beer in the private sector caused a bitter controversy around those responsible for the rise. While the official press points to businessmen, independent economists hold low production and the state’s attempts to control rates.

The text also blamed sources within the administrative framework of state stores that warn individuals about the sale of national beers and profit by selling them more than the quantities allowed. The product has undergone habitual shortage in recent years, which has forced to regulate its retail sale to two boxes (of 24 cans or bottles each) per person.

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According to the statistical yearbook corresponding to 2018, beer production has grown discreetly on the Island to reach about 2.6 million hectoliters at the end of 2018, but demand seems to have increased more especially since the flexibilities that extended the year of self-employment and the arrival of a greater number of tourists.

“What has also happened is that beer has stopped being a luxury product to become something that Cubans feel they deserve and that they should accompany them whenever they want. They have realized that it is not an elite product but almost a proletarian drink, to drink when leaving work, “says Erick Núñez, a young man who works as an accountant in several private businesses.

“That has been a slow process, which has influenced the arrival of emigrated Cubans who invite their relatives from the Island to eat, spend a weekend at the beach and stay in hotels, where beer is one of the least drinks luxurious and more consumed, “he says. “What seemed unattainable became something that everyone wants.”

The opinions of economist Pedro Monreal coincide with that hypothesis and in his blog, The State as such ensures that “in the case of beer the same thing happens as with almost all products: their demand is relatively divorced from the income that comes out of the pocket of the worker. Part of the explanation is remittances. ”

Monreal explains that “there are specialists who place the level of remittances at about 3,000 million dollars annually, but it would be enough to assume half of that figure -1,500 million dollars- so that the income from remittances received exceed all the salaries paid in Cuba (34,262 million pesos in 2017) “.

It is at that point that remittances from abroad, money from informal businesses and profits obtained through work in the private sector come into play.

The average international price of a beer is $ 5.7 according to a study conducted in 2018 in 48 cities. Havana is well below the world average, far from the 8 dollars of Hong Kong and 7.70 in Zurich. But 1.50 or 2 CUC for a cold is still high for those who live on their salary on the Island, who must pay the salary of a whole day – or more – to cool off with a Crystal.

It is at this point that remittances, money from informal businesses and profits obtained through work in the private sector come into play. It is those revenues that “are pulling up the price of some products, including beer,” says Erick Nunez. “It is a status symbol, a marker of economic solvency and as such behaves.”

“This has happened with other merchandise, which began as the exclusive fief of a few who could afford them and now have growing demand,” says the accountant. “On that list, we can put from disposable diapers for children, which were once something of an elite and now to the humblest try to find their money to buy and also vegetable oil for cooking.”

“Remittances play a positive role in the Cuban economy,” says Pedro Monreal who believes that “the problem is that it is an ‘extra’ demand that the economic model has not been able to take advantage of to generate an equivalent” extra “supply” and points to production problems as the source of shortages and rising prices of the product in the private sector.

A source of the Cervecería Bucanero S.A. (CBSA), the most important national producer, assures this newspaper that “after problems with raw materials a couple of years ago, production has stabilized and the plan is being fulfilled”

A source of the Cervecería Bucanero S.A. (CBSA), the most important national producer, assures this newspaper that “after problems with raw materials a couple of years ago, production has stabilized and the plan is being fulfilled.” The official of the mixed company explains that “the shortage is due to an increase in consumption and poor distribution practices.”

This coincides with the criteria of economist Elías Amor, resident in Spain, who questions the explanation given in the official media about the lack of beer in establishments managed by the State. If “it ends in state stores, it is because those responsible for communist planning are unable to detect needs, much less increase supply.”

“Cubans who want to enjoy a cold beer know where they can find it, even if they have to pay a higher price,” says Amor. “No one can be punished for it. The owners of private establishments do what they have to do: give service, even if the price is higher. ”

n the small storage room of the restaurant La Grandiosa, this week alternate some boxes of Cristal beer with others of the Heineken brand. “In summer we run out faster, we almost have to have double what we usually have in other months,” says Urbano Rodríguez. “Because the beach without beer is hell.” Bartender’s word.

Agencies/ 14ymedio/ Zunilda Mata, La Habana/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
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