EL ABANICO EN CUBA, UN EMPEÑO EN EL RESCATE DE NUESTRAS TRADICIONES.
El abanico nos llegó en el siglo XIX, cuando por la década de 1830, el veneciano Bonifacio Calvet Rodríguez fundó la primera fábrica nacional de abanicos ubicada en la calle Cuba número 98 en la capital del país.
Casi todas las tiendas de abanicos en La Habana tenían, entonces, sus propios talleres en los que artesanos cubanos elaboraban productos adornados y lisos, para que el cliente eligiera el diseño a su gusto. Aún se conservan varios pintados por prestigiosos artistas de los siglos XIX y XX como Valderrama o Romañach y el caso de colecciones particulares de abanicos como la que perteneció a la insigne escritora cubana Dulce María Loynaz, (más de 200).
EL MENSAJE ROMANTICO DE LOS ABANICOS.
A la popular prenda se le atribuye un lenguaje universal y durante una conversación entre dos jóvenes de sexo opuesto, si la doncella abría el abanico y lo mantenía frente a su pecho por un instante, le indicaba al caballero que estaba encantada de verlo.
Utilizado desde las civilizaciones antiguas, en determinado momento de la historia, en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba totalmente restringida, el abanico llegó a convertirse en un efectivo medio de comunicación, donde cada movimiento o gesto transmitía un o mensaje específico como: Esconder los ojos detrás del abanico: “Te quiero”; Abanicarse con rapidez: “Estoy comprometida”; Abanicarse lentamente: “Estoy casada” ; Abanicarse sobre el pecho lentamente: “Soy soltera, no tengo novio o el prometedor mensaje al mirar a la persona escogida de forma seductora y cubrirse la boca con el abanico: “Te estoy enviando un beso”, y obviamente, el joven sabría que era el elegido.
Y ahora que trato el tema hago memoria, además, de una época de mi niñez cuando me causaba mucha risa como una tía era abanicada por el novio durante la tradicional visita nocturna. Siete largos años adornaron con ese ceremonial una época llena de románticos convencionalismos y que lamentablemente no llegó a final feliz. El novio rompió sillones y abanicos y dejó, pié en polvorosa con otro secreto amor, a mi tía con una costumbre que me traslado: abanicarme todo lo que puedo.
Más que un popular accesorio, parte del atuendo de los cubanos, el abanico que nos aplaca el sofocante calor trasciende actualmente por desprenderse del concepto de género y llevarse indistintamente en las manos de féminas o varones.
HACIA EL RESCATE DE NUESTRAS TRADICIONES.
Los cubanos siempre hemos apostado por ser “de vanguardia” si de modas o costumbres se trata, porque con el decursar del tiempo y lejanos en el auge que tuvo a finales del siglo 19, hasta nuestros días no falta el abanico en nuestros bolsos cuando salimos a la calle. No en balde hoy vemos con mucha frecuencia la aparición en hospitales o centros de servicios de vendedores de esta pieza que, casi siempre de madera con dibujos de paisajes cubanos o flores, la pregonan con el simpático ¡vaya, compra tu ventilador portátil!….
Resulta muy útil para el intenso verano, pero además tiene muchos otros usos como algunos, de inmenso tamaños, que adornan las paredes de una sala u otra pieza importante de la vivienda como parte de la decoración moderna. Y, por si fuera poco, otros de determinadas características son empleados como armas en las artes marciales que se enseñan en la isla.
En fin no importa si los que compremos estén elaborados con cualquiera de la amplia gama de materiales con que se fabrican (seda, papel, plumas, bambú, encaje, marfil o maderas livianas), tener uno a la mano es la gloria por poco dinero en medio de la era de la climatización y los ventiladores. Atrás no han quedado nuestras abuelitas y sus abanicos repletos de mensajes, feminidad y galanterías, cada día de la etapa estival especialmente honramos un artículo que gusta y encaja perfectamente en nuestra identidad.
Tampoco puedo dejar de comentar que existen algunas teorías de astros analistas que hablan de la buena suerte que trae tener un abanico, pues al moverlo su brisa puede quitar de nuestro camino lo desagradable.
THE ABANICO IN CUBA, TOWARDS THE RESCUE OF OUR TRADITIONS.
The fan reached us in the 19th century when by the 1830s, the Venetian Bonifacio Calvet Rodríguez founded the first national fan factory located on Cuba Street number 98 in the capital of the country.
Almost all fan stores in Havana, then, had their own workshops in which Cuban artisans made ornate and smooth products so that the client would choose the design to their liking. There are still several paintings by prestigious artists of the nineteenth and twentieth centuries such as Valderrama or Romañach and the case of private fan collections such as the one that belonged to the distinguished Cuban writer Dulce María Loynaz, (more than 200).
THE ROMANTIC MESSAGE OF THE FANS.
The popular garment is attributed a universal language and during a conversation between two young men of the opposite sex, if the maiden opened the fan and held it in front of her chest for a moment, she indicated to the gentleman that she was delighted to see him.
Used since ancient civilizations, at a certain point in history, in which women’s freedom of expression was totally restricted, the fan became an effective means of communication, where each movement or gesture conveyed a specific message or message as : Hide the eyes behind the fan: “I love you”; Fan quickly: “I am engaged”; Fan slowly: “I am married”; Fan on his chest slowly: “I am single, I do not have a boyfriend or the promising message to look at the person chosen seductively and cover his mouth with the fan:” I am sending you a kiss “, and obviously, the young man would know it was the chosen one.
And now that I discuss the subject, I also remember a time of my childhood when it caused me a lot of laughter as an aunt was fanned by the boyfriend during the traditional night visit. Seven long years adorned with that ceremonial an era full of romantic conventions and that, unfortunately, did not end happily. The boyfriend broke armchairs and fans and left, my foot in dusty with another secret love, to my aunt with a custom that moved me: fan me all I can.
More than a popular accessory, part of the attire of the Cubans, the fan that appeases us the suffocating heat transcends today by detaching itself from the concept of gender and being carried indistinctly in the hands of women or men.
THE RESCUE OF OUR TRADITIONS.
We Cubans have always opted to be “avant-garde” if it is about fashions or customs, because with the passing of time and distant in the boom that had at the end of the 19th century, until today we do not lack the fan in our bags when we leave on the street. Not in vain today we see very frequently the appearance in hospitals or service centers of vendors of this piece that, almost always made of wood with drawings of Cuban landscapes or flowers, they proclaim it with the friendly go, buy your portable fan! …
It is very useful for the intense summer, but it also has many other uses such as some, of immense sizes, that adorn the walls of a room or other important pieces of housing as part of modern decoration. And, as if that were not enough, others of certain characteristics are used as weapons in the martial arts taught on the island.
Anyway, it does not matter if those we buy are made with any of the wide range of materials with which they are made (silk, paper, feathers, bamboo, lace, ivory or light wood), having one on hand is glory for little money in the middle of the era of air conditioning and fans. Gone are not our grandmothers and their fans full of messages, femininity and gallantries, every day of the summer stage we especially honor an article that likes and fits perfectly in our identity.
Nor can I stop commenting that there are some theories of analyst stars that speak of the good luck that comes with having a fan because by moving your breeze you can remove from our path the unpleasant.
Agencies/ RHC/ Guadalupe Yaujar/ Nuria Barbosa/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.