– ABELARDO BARROSO, Singer and Major Sonero of the Cuban Music. VIDEOS.

unnamed (1)ABELARDO BARROSO, CANTANTE Y SONERO MAYOR DE LA MUSICA CUBANA. VIDEOS.

Abelardo Barroso Dargeles nació en La Habana, en la barriada de Cayo Hueso, cuna de rumberos y soneros famosos, el 21 de septiembre de 1905. Desde muy joven se vio obligado a ganarse la vida en varios oficios, entre ellos el de chofer de alquiler. Fue también boxeador y jugador de baseball.

En sus ratos libres el muchacho se iba a cantar con trovadores que actuaban por la propina en cafés habaneros, o con los grupos de sones que tocaban en pequeños y precarios cabarets de la Playa de Marianao , reductos marginales que encuentra el son, que aún no había logrado vencer los prejuicios sociales y establecerse en la capital.

En la playa de Marianao, entre puestos de frituras y pequeños negocios, algunos de ellos no muy bien vistos, el joven Barroso conoció a soneros que iban a transformar la música popular cubana a partir de que el son, nacido en las montañas de la provincia de Oriente, comenzara a grabarse en discos. Barroso participó activamente en el debut fonográfico de los más destacados grupos soneros de la llamada “época de oro”.

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En 1918 se había fundado el Sexteto Habanero, primer grupo que “vistió de frac el son”, según una expresión comercial utilizada durante décadas al referirse a esta agrupación, la primera en alcanzar gran popularidad. Progresivamente la burguesía capitalina introdujo al grupo en algunos de sus salones.

El 17 de julio de 1925 Abelardo Barroso entró al Sexteto Habanero, que actuaba entonces en el exclusivo Vedado Lawn Tennis Club. El 29 de octubre del propio año el grupo comenzó a realizar sus primeras grabaciones en La Habana para la firma RCA Victor. La segunda sesión de grabación tuvo lugar el 2 de noviembre, cuando se imprimió uno de los sones considerados “clásicos”: A la loma de Belén, de Juana González de Cabrera. Estos discos se cuentan entre los primeros registros fonográficos no acústicos que se realizaron en la isla. En las primeras grabaciones del Sexteto Habanero Abelardo Barroso cantó y tocó las claves.

En 1926 ingresó en la agrupación del bongosero, guitarrista y tresero Alfredo “El jorobado” Boloña (1890- 1964), quien venía tocando sones desde 1915. Con el Sexteto Boloña viajó en octubre de 1926 a Nueva York para realizar una serie de grabaciones para el sello Brunswick.

El 19 de marzo de 1927 Abelardo Barroso volvió a grabar con el Sexteto Habanero, esta vez en La Habana, para la firma Víctor, y en octubre o diciembre del mismo año (no se ha podido precisar con exactitud) participó en las primeras grabaciones que realizó en Nueva York el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro para la compañía Columbia. En uno de esos discos iniciales del Nacional se encuentra Fernanda, una composición de su autoría.

Al año siguiente, el solicitado Barroso –a quien el público llamaba “Caruso” por la potencia de su voz– grabó discos con el Nacional y con el Habanero, a pesar de que eran grupos rivales, de compañías disqueras diferentes, que competían por la supremacía en la difusión del son, que hacía furor no sólo en Cuba, sino en otros países de Latinoamérica, Europa y en los Estados Unidos. En dos sesiones de grabación (18 y 21 de octubre), el Sexteto Boloña con Abelardo Barroso como voz principal y claves dejó registrados fonográficamente dieciséis sones, entre ellos el famoso Échale candela, de Boloña, y Flora, una de las escasas composiciones que llevan la firma de Barroso.

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En 1929 se incorporó a la compañía de variedades Salmerón, que durante un año se presentó en Bilbao, Barcelona y Madrid . A su regreso a Cuba comenzó a trabajar como cantante de la orquesta de Ernesto Muñoz y popularizó una novedad musical, el danzonete, modalidad desprendida del danzon y que posee al final un montuno sonero.

En 1939 comenzó a trabajar en la emisora COCO con la orquesta Maravilla del Siglo, sustituyendo al famoso cantante Fernando Collazo. En la década de 1940 actuó en varios shows del cabaret Sans-Souci, haciendo coros en “cuadros típicos”, y en 1948 comenzó a trabajar como cantante y ejecutante de las claves y las maracas de la Banda de Música de la Policía Nacional, pero por poco tiempo.

Por esos días los sextetos y septetos de sones apenas conseguían contratos para actuar y las orquestas tipo charanga parecían estar a punto de ser vencidas por jazz bands como Casino de la Playa, Riverside y Hermanos Castro, entre otras, de gran popularidad. Tendría que llegar el chachachá con la nueva década para que las charangas recuperaran el favor del público.

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Barroso atravesó un profundo periodo de depresión económica que lo obligó a trabajar como pintor de brocha gorda y estibador en los muelles. En muy contadas ocasiones fue solicitado para cantar sus viejos sones en alguna fiesta particular.

En 1954 estaba tocando la tumbadora en la orquesta de Rafael Ortega en el cabaret Sans-Souci cuando el dueño de la empresa de discos Puchito, Jesús Gorís, lo reconoció y lo invitó a su mesa. Sin saber si el veterano cantante estaba en condiciones de hacerlo, por recomendación de Benny Moré lo invitó a grabar con una nueva orquesta que acaba de contratar: la Sensación, de Rolando Valdés.

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Su Muerte

Abelardo Barroso se retiró de la música definitivamente en 1969. Falleció en La Habana el 27 de septiembre de 1972 .

Obras destacadas

Por sugerencia de Gorís, Barroso grabó para Puchito dos de sus antiguos éxitos, Milonga española (La hija de Juan Simón) y un son de los tiempos del Sexteto Habanero “que nadie canta como él”: En Guantánamo, de Juana González de Cabrera. Las primeras grabaciones de Abelardo Barroso con la Sensación tuvieron un éxito extraordinario en el público cubano y se distribuyeron en otros países del área del Caribe.

En 1957 la agrupación recibió por ventas realizadas un Disco de Oro. Ese año mismo año la Sensación con su cantante estelar fue contratada para actuar en Miami. La orquesta contaba con dos eficientes vocalistas: Luis Donald y Ta Benito, y en la flauta con Juan Pablo Miranda, notable instrumentista y arreglista, autor de populares boleros, quien había integrado la charanga López-Barroso.

Entre las piezas más exitosas de esta etapa de la carrera de Barroso están Un brujo en Guanabacoa y Hagan juego, de Bienvenido Julián Gutiérrez; El huerfanito, de Hermenegildo Cárdenas; El guajiro de Cunagua, de Juana González; Naufragio, de Agustín Lara; La cleptómana, de Agustín Acosta y Manuel Luna; Longina, de Manuel Corona; Bruca maniguá, de Arsenio Rodríguez y en especial, su pregón El panquelero.

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En los años finales de la década de 1950 Barroso apareció muy a menudo en programas de radio y televisión, fue solicitado para actuar en carnavales de las principales ciudades cubanas y promocionar productos comerciales de gran demanda.

Viajó con la orquesta Sensación a Nueva York en 1959 y 1960 y participó de un homenaje nacional que se le rindió al célebre Sexteto Habanero actuando junto a algunos de sus antiguos compañeros que se encontraban aún con vida. Tras el periodo revolucionario de 1959 Barroso continuó trabajando con la orquesta Sensación, a pesar de que ya lo aquejaban problemas de salud.

Grabó en 1961 un larga duración con el conjunto Gloria Matancera con arreglos de Severino Ramos donde incluyó, entre otros “clásicos” del repertorio popular cubano, El amor de mi bohío, de Julio Brito, y Lágrimas negras, de Miguel Matamoros. Sus últimos registros fonográficos los realizó con la orquesta Sensación en la década de 1960 , entre ellos No te agites, una pieza del ritmo que hace bailar a toda Cuba por esos años: el mozambique.

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1421687178-abelardo-barroso-450sqABELARDO BARROSO, SINGER AND MAJOR SONERO OF THE CUBAN MUSIC. VIDEOS.

Abelardo Barroso Dargeles was born in Havana, in the neighborhood of Key West, the cradle of famous rumberos and soneros, on September 21, 1905. From a young age, he was forced to make a living in various trades, including the rental driver. He was also a boxer and baseball player.

In his spare time the boy was going to sing with troubadours who acted for the tip in Havana’s cafés, or with the groups of sones that played in small and precarious cabarets of Marianao Beach, marginal redoubts that the son finds, which not yet He had managed to overcome social prejudices and settle in the capital.

On the beach of Marianao, between fried and small business stalls, some of them not very well seen, the young Barroso met soneros who were going to transform Cuban popular music from the time they are, born in the mountains of the province From the East, it will start recording on discs. Barroso actively participated in the phonographic debut of the most prominent sound groups of the so-called “golden age”.

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In 1918, the Habanero Sextet was founded, the first group that “dressed as a tail the son”, according to a commercial expression used for decades when referring to this group, the first to reach great popularity. Progressively the capital bourgeoisie introduced the group in some of its halls.

On July 17, 1925, Abelardo Barroso entered the Habanero Sextet, which was then acting at the exclusive Lawn Tennis Club Vedado. On October 29 of the same year, the group began making their first recordings in Havana for the RCA Victor firm. The second recording session took place on November 2, when one of the sounds considered “classic” was printed: A la Loma de Belén, by Juana González de Cabrera. These discs are among the first non-acoustic phonographic records that were made on the island. In the first recordings of the Habanero Sextet, Abelardo Barroso sang and played the keys.

In 1926 he joined the group of bongo, guitarist and third-party Alfredo “El horobado” Bologna (1890-1964), who had been playing sones since 1915. With the Sexteto Bologna he traveled to New York in October 1926 to make a series of recordings for The Brunswick seal.

On March 19, 1927, Abelardo Barroso re-recorded with the Habanero Sextet, this time in Havana, for the Victor firm, and in October or December of the same year (it was not possible to specify exactly) he participated in the first recordings that He made the National Septet of Ignacio Piñeiro in New York for the Columbia company. In one of those initial albums of the National is Fernanda, a composition of his authorship.

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The following year, the requested Barroso – whom the public called “Caruso” for the power of his voice – recorded records with the National and with the Habanero, although they were rival groups, of different record companies, who competed for the supremacy in the diffusion of son, which was all the rage not only in Cuba but in other countries in Latin America, Europe and the United States. In two recording sessions (October 18 and 21), the Sextet Bologna with Abelardo Barroso as the main voice and keys left recorded sixteen sonographically, among them the famous Échale candela, from Bologna, and Flora, one of the few compositions that have Barroso’s signature.

In 1929 he joined the Salmerón variety company, which for a year was presented in Bilbao, Barcelona and Madrid. Upon his return to Cuba, he began working as a singer in the orchestra of Ernesto Muñoz and popularized a musical novelty, the danzonete, a detached form of the danzon and which at the end possesses a montuno sonero.

In 1939 he began working on the COCO station with the Maravilla del Siglo orchestra, replacing the famous singer Fernando Collazo. In the 1940s he performed in several shows of the Sans-Souci cabaret, performing choirs in “typical paintings”, and in 1948 he began working as a singer and performer of the keys and maracas of the National Police Band, but for not too long.

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In those days the sextetos and septetos of sones barely got contracts to perform and the charanga-like orchestras seemed to be about to be defeated by jazz bands like Casino de la Playa, Riverside and Castro Brothers, among others, of great popularity. The chachachá would have to arrive with the new decade for the charangas to recover the favor of the public.

Barroso went through a deep period of economic depression that forced him to work as a fat brush painter and docker on the docks. On very few occasions he was requested to sing his old sounds at a particular party.

In 1954 he was playing the tumbadora in the Rafael Ortega orchestra at the Sans-Souci cabaret when the owner of the Puchito record company, Jesús Gorís, recognized him and invited him to his table. Not knowing if the veteran singer was in a position to do so, on the recommendation of Benny Moré invited him to record with a new orchestra that he has just hired: the Sensation, by Rolando Valdés.

His Death

Abelardo Barroso retired from music definitively in 1969. He died in Havana on September 27, 1972.

Featured Performances.

At the suggestion of Gorís, Barroso recorded for Puchito two of his former successes, Spanish Milonga (Juan Simón’s daughter) and a son from the times of the Habanero Sextet “that nobody sings like him”: In Guantanamo, by Juana González de Cabrera. Abelardo Barroso’s first recordings with the Sensation had extraordinary success in the Cuban public and were distributed in other countries of the Caribbean area.

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In 1957 the group received for sales made a Gold Record. That same year the Sensation with its star singer was hired to perform in Miami. The orchestra had two efficient vocalists: Luis Donald and Ta Benito, and on the flute with Juan Pablo Miranda, notable instrumentalist and arranger, author of popular boleros, who had integrated the López-Barroso charanga.

Among the most successful pieces of this stage of Barroso’s career are Un brujo en Guanabacoa and Hagan game, by Welcome Julián Gutiérrez; El huerfanito, by Hermenegildo Cárdenas; El guajiro de Cunagua, by Juana González; Shipwreck, by Agustín Lara; The kleptomaniac, by Agustín Acosta and Manuel Luna; Longina, by Manuel Corona; Bruca maniguá, by Arsenio Rodríguez and especially his proclamation El panquelero.

In the final years of the 1950s Barroso appeared very often in radio and television programs, he was requested to perform in carnivals of the main Cuban cities and promote commercial products of great demand.

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Abelardo Barroso Sings.

He traveled with the Orchestra sensation to New York in 1959 and 1960 and participated in a national tribute that was paid to the famous Habanero Sextet performing with some of his former companions who were still alive. After the revolutionary period of 1959, Barroso continued to work with the Orchestra sensation, although he was already suffering from health problems.

He recorded in 1961 a long duration with the Gloria Matancera ensemble with arrangements by Severino Ramos where he included, among other “classics” of the Cuban popular repertoire, The Love of My Bohio, by Julio Brito, and Black Tears, by Miguel Matamoros. His last photographic records were made with the Orchestra sensation in the 1960s, including Do not shake, a piece of the rhythm that makes all of Cuba dance for those years: Mozambique.

Agencies/ Wiki/ EcuRed/ Internet Photos/ YouTube/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
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