LA VICTROLA Y LA MUSICA EN CUBA COMO PARTE DEL PAISAJE NACIONAL. VIDEOS.
Muchos dicen y no dejan de tener razón que Cuba y en particular La Habana es la ciudad mas bailadora del mundo, ya muchos llegan a veces el decir que en la capital cubana se baila más que en Nueva York y en Paris.
La primera orquesta con que contó La Habana se conformó a finales del siglo XVI. Poco antes, en 1582, una Relación de vecinos de La Habana y Guanabacoa no consignaba a ningún residente en esas localidades que tuviese la profesión de músico. Sin embargo, ya en Santiago de Cuba existía en esa fecha una pequeña agrupación que tocaba tanto en las fiestas como en las iglesias. La integraban dos tocadores de pífano; un sevillano, tocador de violón, llamado Pascual de Ochoa, y dos negras libres dominicanas, oriundas de Santiago de los Caballeros, las hermanas Micaela y Teodora Ginés, aquella de “¿Dónde está la Ma’Teodora? / Rajando la leña está / ¿Con su palo y su bandola? / Rajando la leña está/ ¿Dónde está que no la veo? / Rajando la leña está / Rajando la leña está…”
Apurando al reloj de la historia cubana, ya a la vuelta del comienzo de nuestra republica, entró a formar parte del ambiente musical cubano y el baile la siempre recordada Victrola (no ‘Vitrola’ como muchos cubanos llegaron a conocerla) por provenir de la marca Victor, y siempre fue una acepción sinónimo del tocadiscos; la victrola, un sistema de reproducción del sonido heredero del fonógrafo, que usa el mismo tipo de tecnología que éste, sustituyendo el cilindro por un disco fue inventado en 1925, y este artefacto se convertiría en el sistema reproductor de sonido que se mantendría por más tiempo en la vanguardia de la reproducción musical hasta la fecha y habitualmente se trata de una máquina que funciona con monedas y que toca la canción seleccionada por el usuario dentro de la colección disponible dentro del aparato. La vitrola clásica tiene botones con letras y números, que cuando se combinan son empleados para indicar una canción específica de un disco particular.
No fue hasta 1910 y, sobre todo, después del fin de la I Guerra Mundial, cuando la música cubana logra una «difusión intencional y extensiva» gracias a la presencia de las firmas norteamericanas Víctor Talking Machine Co., que desde 1904 se hacía representar por la casa Humara y Lastra, de la calle Muralla, y la Columbia Phonograph Record Co., representada, desde 1908, por los Hermanos Giralt. En Cuba, hasta 1959, la vitrola formó parte del paisaje.
Las había en los bares, fondas, cafés, prostíbulos, bodegas. Según el musicólogo Cristóbal Díaz Ayala, “el medio más efectivo para lograr que la música grabada reflejase realmente las preferencias del público que decidía lo que quería oír, y votaba con su dinero por sus preferidos. Bastaba con introducir una moneda en la ranura dispuesta para ese fin y aquella máquina dejaba escuchar la pieza musical que se le había pedido. Eran asimismo, y lo recuerda también Díaz Ayala, el cliente más importante de la industria disquera. Como esa industria ya en esa fecha estaba totalmente en manos cubanas, las victrolas absorbían cada año cerca de tres millones de discos de producción nacional.
LINO BORGES EN LAS VICTROLAS CUBANAS.
Había entonces una música victrolera. Aquella que hablaba de infidelidades, traiciones, amores contrariados o imposibles, desengaños, crímenes pasionales y en la que la mujer, flor de perdición, era siempre impura y aún así se seguía amando. Cantantes hubo en la época que debieron su éxito a la victrola. Orlando Contreras, Ñico Membiela, José Tejedor y Blanca Rosa Gil, por ejemplo, fueron cantantes popularizados por esos aparatos eléctricos. Y otros muchos siguieron siendo intérpretes victroleros aun después de que las victrolas desaparecieran.
Había una especie de cadena en la industria musical. El radio detectaba la preferencia del público. Esa preferencia decidía la grabación discográfica. Y la televisión difundía al cantante ya popular para hacerlo más popular aún. En ese ciclo, la victrola desempeñaba un papel nada desdeñable. Ponía en evidencia a los cantantes de mayor pegada. Podían cantar mejor o peor, pero tenían taquilla, y los que controlaban el negocio tomaban en cuenta sus nombres a la hora de decidir las grabaciones.
LA PULARIDAD DE LA VICTROLA EN CUBA.
Pronto se extendió el invento por los establecimientos comerciales y ya en la década de los años 40, y tal vez desde finales de la precedente, desempeñó un importante papel en la difusión y comercialización de la música popular. Prodigaba, a toda hora, la guaracha de moda o el bolero más quejumbroso. Ya en 1954 había unas 10 000 victrolas en la Isla, y en 1959 el doble de esa cifra.
Durante un tiempo los cantantes cubanos, fichados por los representantes de casas disqueras norteamericanas, debieron ir a grabar a Nueva York o New Jersey, hasta que la Víctor empezó a enviar equipos de grabadores dos veces al año. Esa casa disquera, sin embargo, pierde su hegemonía alrededor de 1950, cuando firmas cubanas empezaron a hacerle una competencia de peso. Ya en 1944 había surgido el sello cubano Panart, que diez años después producía medio millón de discos anuales y exportaba el 20 por ciento de estos.
En 1952 se funda el sello Puchito, y a partir del año siguiente la casa disquera Montilla Internacional logra un amplio catálogo de zarzuelas cubanas. Surgen también los sellos Gema, de los hermanos Álvarez Guedes, y Rosell Récord, de Rosendo Rosell, y, entre otros más, Discuba, Kubaney, Velvet y Maipe. En esa fecha (1959) acumulan éxitos imágenes (Frank Domínguez), En la imaginación y Deja que siga solo (Marta Valdés), y Son cosas que pasan (Ela O’Farrill).
BEENY MORE EN LAS VICTROLAS CUBANAS
Adolfo Guzmán estrena Libre de pecado. Vicentico Valdés da a conocer Los aretes de la luna. Y Benny Moré mantiene su cetro con Amor fugaz. Se lanzan al ruedo artistas que logran una popularidad arrolladora en corto tiempo. Tales son los casos de Blanca Rosa Gil (La Muñequita que Canta, como fue conocida), que se atrevió a alternar en el Ali Bar con pesos pesados como Benny Moré, René Cabell y Fernando Álvarez, y salió airosa. Lo mismo ocurrió con Membiela, prácticamente desconocido, pese a sus años en la música, y que se convirtió en un suceso victrolero sin precedentes. Todos se hicieron popularísimo gracias a la victrola.
LA VICTROLA AND MUSIC IN CUBA AS PART OF THE NATIONAL SCENE. VIDEOS.
Many say and are still right that Cuba and in particular Havana is the most dancing city in the world, and many people sometimes say that in the Cuban capital they dance more than in New York and in Paris.
The first orchestra that Havana had was formed at the end of the 16th century. Shortly before, in 1582, a Relationship of neighbors of Havana and Guanabacoa did not consign any resident in those localities that had the profession of a musician. However, already in Santiago de Cuba there was at that time a small group that played both at parties and in churches. It was made up of two flush toilets; a Sevillian, violin player, called Pascual de Ochoa, and two Dominican free blacks, from Santiago de los Caballeros, the sisters Micaela and Teodora Ginés, the one from “Where is the Ma’Teodora? / Cracking the firewood is / With his stick and his side? / Cracking the firewood is / Where is it that I don’t see it? / Slitting the firewood is / Slitting the firewood is … ”
Rushing the clock of Cuban history, just around the beginning of our republic, it became part of the Cuban musical environment and the dance the always remembered Victrola (not ‘Vitrola’ as many Cubans got to know her) for coming from the brand Victor, and it was always a meaning synonymous with the record player; the victrola, a sound reproduction system of the phonograph’s heir, which uses the same type of technology as this one, replacing the cylinder with a disc was invented in 1925, and this device would become the sound reproductive system that would be maintained for more time at the forefront of music reproduction to date and usually it is a coin-operated machine that plays the song selected by the user within the collection available within the device. The classic victrola has buttons with letters and numbers, which when combined are used to indicate a specific song on a particular disc.
It was not until 1910 and, above all, after the end of World War I, when Cuban music achieved an “intentional and extensive dissemination” thanks to the presence of the American firms Víctor Talking Machine Co., which since 1904 was represented by Humara and Lastra, on Muralla Street, and the Columbia Phonograph Record Co., represented, since 1908, by the Giralt Brothers. In Cuba, until 1959, the vitrola was part of the landscape.
They were in bars, inns, cafes, brothels, wineries. According to musicologist Cristóbal Díaz Ayala, “the most effective way to get recorded music to really reflect the preferences of the public who decided what they wanted to hear, and voted with their money for their favorites. It was enough to introduce a coin in the slot arranged for that end and that machine let him listen to the musical piece he had been asked for, they were also, and Diaz Ayala, the most important client of the record industry, remembers it as well since that industry was already totally in Cuban hands, the victrolas each year they absorbed about three million records of national production.
There was then a Victrolean music. The one who talked about infidelities, betrayals, unfavorable or impossible loves, disappointments, passionate crimes and in which the woman, a flower of perdition, was always impure and still loved herself. There were singers at the time that owed their success to the victrola. Orlando Contreras, Ñico Membiela, José Tejedor and Blanca Rosa Gil, for example, were popular singers for these electrical devices. And many others remained victrolero interpreters even after the victrolas disappeared.
There was a kind of chain in the music industry. The radio detected the public’s preference. That preference decided to record. And television broadcast the already popular singer to make it even more popular. In that cycle, the victrola played an insignificant role. It showed the most hit singers. They could sing better or worse, but they had box office, and those who controlled the business took their names into account when deciding the recordings.
THE POPULAR VICTROLA IN CUBA.
The invention was soon extended by commercial establishments and already in the 1940s, and perhaps since the end of the previous one, it played an important role in the dissemination and commercialization of popular music. He lavished, at all times, the fashionable guaracha or the most complaining bolero. Already in 1954, there were about 10,000 victrolas on the Island, and in 1959 double that number.
For a time the Cuban singers, signed by the representatives of American record houses, had to go to record in New York or New Jersey, until Victor began to send teams of recorders twice a year. That record house, however, loses its hegemony around 1950, when Cuban firms began to make a competing weight. Already in 1944 the Cuban label Panart had emerged, which ten years later produced half a million records annually and exported 20 percent of these.
In 1952 the Puchito label was founded, and from the following year, the Montilla Internacional record house achieved a wide catalog of Cuban zarzuelas. The Gema labels, from the Álvarez Guedes brothers, and Rosell Récord, from Rosendo Rosell, and, among others, Discuba, Kubaney, Velvet, and Maipe, also appear. On that date (1959) accumulate successful images (Frank Domínguez), In the imagination and Let it continue alone (Marta Valdés), and They are things that happen (Ela O’Farrill).
Adolfo Guzmán premieres Sinless. Vicentico Valdés unveils Los earrings de la luna. And Benny Moré keeps his scepter with fleeting Love. Artists who achieve overwhelming popularity in a short time are launched. Such are the cases of Blanca Rosa Gil (The Little Doll that Sings, as she was known), who dared to alternate in the Ali Bar with heavyweights such as Benny Moré, René Cabell and Fernando Álvarez, and came out graceful. The same happened with Membiela, practically unknown, despite her years in music, and that became an unprecedented victrolero event. Everyone became very popular thanks to the victrola.
Agencies/ Ciro Bianchi/ Internet Photos/ YouTube/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.