HAY MUY POCOS cantantes latinoamericanos que como el popular y recordado, el puertorriqueño Daniel Santos, contribuyeron a fundir en un solo estilo los modos de crear y cantar por Puerto Rico y Cuba. Su largo contacto con lo mejor de la música cubana de los años 40 y 50 de la centuria pasada le confirió un sello de cubanía bien perceptible en todas sus interpretaciones y composiciones, lo que le asegura un sitial meritorio entre los grandes cantores de la música cubana del siglo XX. «El Jefe», como se le llama en Colombia y recuerda Gabriel García Márquez en alguna de sus crónicas, fue un exponente excepcional de la música popular bailable del Caribe.
Nació en 1916, en Santurce, Puerto Rico, hijo de un carpintero y de una costurera. Pronto tuvo que abandonar los estudios primarios y salir a la calle a limpiar zapatos. Tenía nueve años cuando su familia se instaló en Nueva York. En sus primeros años de adolescencia Santos se mudó a un pequeño departamento, donde, un día, comenzó a cantar “Te Quiero, Dijiste” (Dijiste ‘Te Amo’). Un miembro del Trío Lírico pasaba y lo escuchó cantar. Luego llamó a la puerta de Santos. El miembro del trío invitó a Daniel a unirse al trío y él aceptó. Santos debutó con ellos el 13 de septiembre de 1930; cantó en varios eventos sociales y le pagaron un dólar por cada canción que cantó. Regresó a Puerto Rico solo para regresar una vez más a Manhattan después de que intentó sin éxito conseguir un trabajo como cantante en WKAQ, que era una de las principales estaciones de radio de la isla.
A fines de 1933 y 1934, Santos actuó en un club nocturno llamado Los Chilenos ubicado cerca de Broadway y recibió veinte dólares por fin de semana. Personalmente, Santos llevó una vida de excesos, incluido el mantenimiento de varias relaciones románticas a la vez. En 1938, Santos trabajaba en el Casino Cabaret cubano en Manhattan, que normalmente era visitado por puertorriqueños y otros latinos. Sus tareas incluían cantar, esperar en las mesas y, en ocasiones, era el maestro de ceremonias por el que le pagaban un salario de treinta dólares.
A principios de la década de 1940, muchos jóvenes puertorriqueños fueron reclutados para la Segunda Guerra Mundial, entre ellos Santos. Santos grabó “Despedida” (My Good-bye), una canción de despedida escrita por Flores desde el punto de vista de un recluta del Ejército que tuvo que dejar a su novia y a su madre enferma, lo que se convirtió en un éxito.
Después de que concluyó la guerra, Santos regresó a Nueva York, donde recibió un homenaje a su llegada. Allí grabó “Linda”, escrita especialmente para él por Flores para una de las viejas novias de Santos.
En marzo de 1946, Santos inauguró un bar y restaurante llamado Borinquen, y administró el establecimiento durante algun tiempo.
Para entonces, la fama de Santos había crecido y decidió viajar a Cuba, estableciendo una residencia en La Habana en 1946. En este momento, Cuba estaba experimentando un fuerte crecimiento económico y Santos desarrolló un marcado interés en la isla. Al llegar experimentó éxito, haciendo presentaciones en Paseo del Prado, Miramar y Vedado. Estos incluyeron una presentación especial titulada ‘Alegrias de Hatuey’, que fue transmitida por “Radio Progreso”, una estación de radio.
Fue a finales de 1946 cuando el también puertorriqueño Bobby Capó lo presentó en La Habana a Amado Trinidad, el entonces poderoso propietario de la RHC Cadena Azul. De aquel encuentro surgió un contrato para Santos. Debutó con el pie de la buena suerte en el llamado Palacio de la Radio, la emisora de Prado 53. El número inicial de la emisión de ese día era la canción Anacobero, del también puertorriqueño Andrés Tallada. Por una equivocación, el locutor presentó a Daniel como «el anacobero». A partir de ese momento lo identificaron por ese mote, que se hizo famoso en la Isla y al que se le añadió el de «inquieto», que correspondía con el carácter y la personalidad del cantante. Con su modo de cantar el Inquieto anacobero había impresionado a La Habana, tanto como esta ciudad impresionaba al artista.
Participó y cantó para varias otras estaciones, incluyendo RHC-Cadena Azul y CMQ, donde participó en un programa llamado ‘Cascabel’. Esta exposición se produjo después de establecer amistades con figuras públicas locales. El público cubano creó dos nombres adoptados por Santos, estos fueron Inquieto y Anacobero, que luego fusionó y se conoció como “El Inquieto Anacobero”. También realizó cinco presentaciones en teatros, entre ellos el Teatro Martí.
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En 1948, Santos fue invitado a actuar en el Palacio Nacional de Cuba por el presidente en funciones, Carlos Prío Socarrás. Este año también marcó el debut de Santos con La Sonora Matancera, donde se desempeñó como vocalista. Su primer sencillo exitoso se tituló ‘Bigote de Gato’, basado en un área de La Habana llamada “Luyano”, que era infame por servir como hogar de adivinos.
Más tarde ese año, Santos fue arrestado después de involucrarse en una pelea en la que accidentalmente hirió a una mujer después de intentar defenderse. Posteriormente, Santos fue indultado por Prío Socarrás, pero pidió permanecer en la cárcel doce días adicionales para pasar la celebración de Navidad con algunos de los internos.
Mientras estuvo en prisión compuso un sencillo llamado ‘El Preso’ y se le pidió que escribiera Amnistía como parte de una campaña para promover el bienestar de los reclusos. Esto fue seguido por varias producciones exitosas con Sonora Matancera. Estos incluyeron ‘Dos gardenias’ y Pa ‘fricasé los pollos, que se basaron en la música cubana. Entre varios otros registros contemporáneos estaban: ‘El juego de la vida’, ‘El 5 y 6’, ‘El ajiaco’, ‘El niño majadero’, ‘Ramoncito campeón’ y ‘El tíbiri tábara’.
Fueron los públicos exigentes de Cuba los que poco a poco moldearon a Daniel Santos como uno de los grandes cantantes del mundo hispano de la época, escriben Olavo Alén y Ana Victoria Casanova en un ensayo de Santos Tras la huella de los músicos puertorriqueños en Cuba y precisan «Durante 15 años, Daniel Santos estuvo entrando y saliendo de Cuba hacia Nueva York o hacia otras ciudades del continente sudamericano y en cada entrada reafirmaba su condición de gran intérprete de la música».
Santos guardó siempre un buen recuerdo de Amado Trinidad, «el primer empresario cubano —aseguraba— que pagó un sueldo decente en la radio», pero cuando ambos hombres se encontraron, ya el puertorriqueño llevaba años de iniciado en la música cubana. Ese inicio ocurrió en 1941 cuando, a causa de una discusión, el cantante cubano Miguelito Valdés abandona la orquesta de Xavier Cugat. Cugat pide entonces a Santos que cante con su orquesta en el hotel Waldorf Astoria, de Nueva York. Para entonces, el puertorriqueño cantaba en el Cuban Casino y empezaba a darse a conocer por el público cubano.
El mismo Daniel dijo en una ocasión: «Hay quienes sostienen que yo hice a la Sonora Matancera. Otros, que la Sonora me hizo. Nos beneficiamos mutuamente…». Lo cierto es que con el primer disco que grabó con esa orquesta alcanzó Daniel Santos la cúspide de la fama. Piezas que entonces llevó al acetato, con el respaldo de la Sonora Matancera, trascendieron en el tiempo a la propia vida del intérprete. Tales son los casos de ‘Noche de ronda’, de Agustín Lara; ‘Cuidadito compay gallo’, de Ñico Saquito, y ‘Dos gardenias’, de Isolina Carrillo; «gardenias que no se marchitan desde que él las cultivó con su canto».
El 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista organizó un exitoso golpe de estado y tomó el control del gobierno de la isla. Santos, conocido por sus preferencias independentistas puertorriqueñas, nunca estuvo en la buena voluntad del dictador. Dio a conocer sus puntos de vista nacionalistas y democráticos en toda América Latina. Como muchas personas durante esos días, vio la lucha de Fidel Castro contra Batista muy favorablemente. En 1958, cuando Batista le prohibió regresar a la isla, compuso la canción “Sierra Maestra”, que tomó prestadas partes del himno oficial del Movimiento 26 de Julio.
En los días iniciales de enero de 1959, Daniel Santos vio la entrada triunfal del Ejército Rebelde en La Habana. En el mes de febrero se presenta en el cabarét Venecia, de la ciudad de Santa Clara, y está después en el cabarét Nacional, de Prado y San Rafael.
En finales de 1959, regresó brevemente a Cuba. Fue durante este viaje que se enfrentó a Raúl Castro y Ernesto “Che” Guevara sobre la naturaleza política de la Revolución Cubana que había apoyado. Salió de Cuba abruptamente, para nunca volver, cuando Castro y Guevara no lograron convencerlo de que la Revolución cubana era “nacionalista”. Autoproclamado “anticomunista”, explicó que había apoyado a la Revolución Cubana porque su liderazgo le había asegurado que no era comunista.
Durante los últimos años de su vida, Santos recorrió los Estados Unidos y América Latina, mientras experimentaba problemas de salud. Continuó actuando con varios grupos de música. Mientras actuaba con la Sonora Matancera, Santos sufrió un ataque al corazón mientras dormía en un hotel ubicado en La Reforma después de cenar. Santos continuó actuando durante las siguientes décadas, haciendo presentaciones en varios países latinoamericanos. Continuó cantando las canciones que había escrito durante su carrera hasta que finalmente se retiró y estableció una residencia en Florida.
Durante los años 70s Santos fue invitado a participar en un festival de música en Cuba, donde se suponía que debía recibir un homenaje, pero no asistio.
VIDA PERSONAL.
En el transcurso de su vida, Daniel Santos estuvo legalmente casado en doce ocasiones diferentes. Su primer matrimonio tuvo lugar en 1934, donde se casó con Lucy Montilla cuando tenía dieciocho años. En 1947, se casó con la socialité cubana Eugenia Pérez Portal, quien le dio su primer hijo en 1948, Daniel Jr. Después de esto, estuvo involucrado en varias relaciones con mujeres de varios países latinoamericanos, en ocasiones teniendo más de una consecutivamente. Cuando tenía cincuenta y seis años se casó con Luz Dary Padredin. La pareja tuvo dos hijos, Danilú y David Albizu. El último matrimonio de Santos fue con Ana Rivera, quien originalmente era de Puerto Rico.
Daniel Santos murió el 27 de noviembre de 1992, a los 76 años, en su rancho, “Rancho Anacobero” en Ocala, Florida.
Está enterrado en lo que es prácticamente el panteón nacional de Puerto Rico, el cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis en el Viejo San Juan, geográficamente bastante cerca de donde fueron enterrados Albizu Campos y Pedro Flores. Debido a la escasez de espacio vacío en el cementerio, cuando falleció su compañero cantante puertorriqueño y amigo de la infancia de Santos, Eladio Peguero (comúnmente conocido como “Yayo El Indio”), también fue enterrado en la tumba de Santos.
DANIEL SANTOS, “EL INQUIETO ANACOBERO” AND HIS EXCITED LIFE IN CUBA.
THERE ARE VERY FEW Latin American singers who, like the popular and remembered, Puerto Rican Daniel Santos, contributed to melding in one style the ways of creating and singing for Puerto Rico and Cuba. His long contact with the best of Cuban music from the 40s and 50s of the last century gave him a very noticeable Cuban stamp in all his performances and compositions, which ensures him a meritorious place among the great singers of Cuban music. of the 20th century. «El Jefe», as he is called in Colombia and Gabriel García Márquez recalls in one of his chronicles, was an exceptional exponent of popular dance music in the Caribbean.
He was born in 1916, in Santurce, Puerto Rico, the son of a carpenter and a seamstress. Soon she had to drop out of primary school and go outside to clean shoes. He was nine years old when his family settled in New York. In his early teens Santos moved into a small apartment where, one day, he started singing “I Love You, You Said” (You Said ‘I Love You’). A member of the Lyrical Trio passed by and heard him sing. Then he knocked on Santos’s door. The trio member invited Daniel to join the trio and he accepted. Santos debuted with them on September 13, 1930; he sang at various social events and they paid him a dollar for each song he sang. He returned to Puerto Rico only to return to Manhattan once again after unsuccessfully trying to land a job as a singer at WKAQ, which was one of the island’s top radio stations.
In late 1933 and 1934, Santos performed at a nightclub called Los Chilenos located near Broadway and received $ 20 per weekend. Personally, Santos led a life of excess, including maintaining several romantic relationships at once. In 1938, Santos worked at the Cuban Cabaret Casino in Manhattan, which was normally visited by Puerto Ricans and other Latinos. His duties included singing, waiting at tables, and sometimes he was the master of ceremonies for whom he was paid a salary of thirty dollars.
In the early 1940s, many young Puerto Ricans were recruited for World War II, including Santos. Santos recorded “Despedida” (My Good-bye), a farewell song written by Flores from the point of view of an Army recruit who had to leave his girlfriend and sick mother, which became a success.
After the war ended, Santos returned to New York, where he was honored upon arrival. There he recorded “Linda”, written especially for him by Flores for one of Santos’s old girlfriends.
In March 1946, Santos opened a bar and restaurant called Borinquen and managed the establishment for some time.
HIS LIFE IN CUBA.
By then, Santos’ fame had grown and he decided to travel to Cuba, establishing a residence in Havana in 1946. At this time, Cuba was experiencing strong economic growth and Santos developed a marked interest in the island. Upon arrival he experienced success, making presentations in Paseo del Prado, Miramar and Vedado. These included a special presentation titled ‘Alegrias de Hatuey’, which was broadcast by “Radio Progreso”, a radio station.
It was at the end of 1946 when Bobby Capó, also from Puerto Rico, introduced him in Havana to Amado Trinidad, the then powerful owner of the RHC Cadena Azul. A contract for Santos emerged from that meeting. He debuted with the foot of good luck in the so-called Palacio de la Radio, the Prado 53 station. The initial number of the broadcast that day was the song Anacobero, by the also Puerto Rican Andrés Tallada. By mistake, the announcer introduced Daniel as “the anacobero.” From that moment on, they identified him by that nickname, which became famous on the island and to which was added that of “restless”, which corresponded to the character and personality of the singer. With his way of singing the Restless Anacobero had impressed Havana, as much as this city impressed the artist.
He participated and sang for several other stations, including RHC-Cadena Azul and CMQ, where he participated in a program called ‘Cascabel’. This exhibition came after establishing friendships with local public figures. The Cuban public created two names adopted by Santos, these were Inquieto and Anacobero, which later merged and became known as “El Inquieto Anacobero”. He also made five presentations in theaters, including the Martí Theater.
In 1948, Santos was invited to perform at the National Palace of Cuba by the acting president, Carlos Prío Socarrás. This year also marked Santos’ debut with La Sonora Matancera, where he served as a vocalist. His first successful single was titled ‘Bigote de Gato’, based on an area of Havana called “Luyano”, which was infamous for serving as a fortune teller home.
Later that year, Santos was arrested after getting involved in a fight in which he accidentally injured a woman after trying to defend himself. Subsequently, Santos was pardoned by Prío Socarrás, but asked to remain in prison an additional twelve days to spend the Christmas celebration with some of the inmates.
While in prison, he composed a single called ‘El Preso’ and was asked to write Amnesty as part of a campaign to promote the well-being of prisoners. This was followed by several successful productions with Sonora Matancera. These included ‘Dos gardenias’ and Pa’ fricasé los pollos, which were based on Cuban music. Among several other contemporary records were: ‘The game of life’, ‘The 5 and 6’, ‘El ajiaco’, ‘El niño majadero’, ‘Ramoncito campeón’ and ‘El tíbiri tábara’.
It was the demanding publics of Cuba that little by little shaped Daniel Santos as one of the great singers of the Hispanic world of the time, Olavo Alén and Ana Victoria Casanova write in an essay by Santos Following the trail of Puerto Rican musicians in Cuba and They specify “For 15 years, Daniel Santos was entering and leaving Cuba for New York or for other cities on the South American continent and in each entry he reaffirmed his status as a great interpreter of music.”
Santos always kept a good memory of Amado Trinidad, “the first Cuban businessman,” he claimed, “who paid a decent salary on the radio,” but when the two men met, the Puerto Rican had been an initiate in Cuban music for years. That beginning occurred in 1941 when, due to a discussion, the Cuban singer Miguelito Valdés left the Xavier Cugat Orchestra. Cugat then asks Santos to sing with his orchestra at the Waldorf Astoria hotel in New York. By then, the Puerto Rican was singing at the Cuban Casino and was beginning to be known by the Cuban public.
Daniel himself once said: «There are those who maintain that I made Sonora Matancera. Others, that the Sonora did to me. We benefit from each other … ». The truth is that with the first album he recorded with that orchestra, Daniel Santos reached the pinnacle of fame. Pieces that he then took to the acetate, with the support of the Sonora Matancera, transcended in time the interpreter’s own life. Such are the cases of ‘Noche de ronda’, by Agustín Lara; ‘Cuidadito compay gallo’, by Ñico Saquito, and ‘Dos gardenias’, by Isolina Carrillo; “Gardenias that have not withered since he cultivated them with his song.”
On March 10, 1952, Fulgencio Batista staged a successful coup d’etat and took control of the island’s government. Santos, known for his Puerto Rican independence preferences, was never in the goodwill of the dictator. He made his nationalistic and democratic views known throughout Latin America. Like many people during those days, he saw Fidel Castro’s fight against Batista very favorably. In 1958, when Batista prohibited him from returning to the island, he composed the song “Sierra Maestra”, which borrowed parts of the official anthem of the July 26 Movement.
In the opening days of January 1959, Daniel Santos saw the Rebel Army’s triumphal entry into Havana. In the month of February, he performed at the Venice cabaret, in the city of Santa Clara, and was later at the National cabaret, in Prado and San Rafael.
In late 1959, he briefly returned to Cuba. It was during this trip that he confronted Raúl Castro and Ernesto “Che” Guevara about the political nature of the Cuban Revolution that he had supported. He left Cuba abruptly, never to return when Castro and Guevara failed to convince him that the Cuban Revolution was “nationalist.” Self-proclaimed “anti-communist”, he explained that he had supported the Cuban Revolution because his leadership had assured him that he was not a communist.
During the last years of his life, Santos toured the United States and Latin America, while experiencing health problems. He continued to perform with various music groups. While performing with the Sonora Matancera, Santos suffered a heart attack while sleeping in a hotel located in La Reforma after dinner. Santos continued acting for the following decades, making presentations in various Latin American countries. He continued to sing the songs he had written during his career until he finally retired and established a residence in Florida.
During the 70s Santos was invited to participate in a music festival in Cuba, where he was supposed to receive a tribute, but did not attend.
PERSONAL LIFE.
In the course of his life, Daniel Santos was legally married on twelve different occasions. His first marriage took place in 1934, where he married Lucy Montilla when he was eighteen years old. In 1947, he married Cuban socialite Eugenia Pérez Portal, who gave him his first son in 1948, Daniel Jr. After this, he was involved in several relationships with women from various Latin American countries, sometimes having more than one in a row. When he was fifty-six years old he married Luz Dary Padredin. The couple had two children, Danilú and David Albizu. Santos’ last marriage was to Ana Rivera, who was originally from Puerto Rico.
Daniel Santos died on November 27, 1992, at age 76, at his ranch, “Rancho Anacobero” in Ocala, Florida.
It is buried in what is practically the national pantheon of Puerto Rico, the Santa María Magdalena de Pazzis cemetery in Old San Juan, geographically quite close to where Albizu Campos and Pedro Flores were buried. Due to the shortage of empty space in the cemetery, when his Puerto Rican singing companion and childhood friend of Santos, Eladio Peguero (commonly known as “Yayo El Indio”) died, he was also buried in Santos’ grave.
Agencies/ Wiki/ RHC/ Ciro Bianchi/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ YoouTube/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.