“ANGERONA”, RUINAS DE UN CAFETAL Y DE UN GRAN AMOR DECLARADO EN CUBA MONUMENTO NACIONAL.
En el municipio de Artemisa, al sur de La Habana, se conservan las ruinas de una antigua hacienda que fuera símbolo del esplendor de los cafetales del occidente cubano en la época colonial, llamada “Angerona”.
Su dueño fue un inmigrante alemán, Cornelio Souchay quien llegó a Cuba a principios del siglo XIX.
En La Habana, Cornelio conoció a Úrsula Lambert, morena haitiana nacida libre, que había llegado a la isla con sus padres huyendo de la guerra en Haití. Úrsula comienza a trabajar en el cafetal compartiendo intereses económicos, financieros y organizativos del mismo.
CORNELIO Y URSULA. HISTORIA DE UN GRAN AMOR.
Alrededor de esto se crea la leyenda de un intenso amor entre el amo con la bella mujer de origen haitiano, así como la vinculación de ella con la prosperidad y florecimiento económico del cafetal. La joven mujer se convierte en la persona de mayor confianza de Cornelio, se ocupa de la economía de la hacienda, enseña a las esclavas labores de costura y el trabajo doméstico.
Los cuidados de Ursula con Cornelio fue de todos conocidos para la época y la leyenda que se tejió alrededor del suntuoso cafetal y el amor de ambos en conservar el buen funcionamiento del mismo. Ambos eran el uno para el otro, Cornelio, Ursula y “Angerona” sobreviven con los años a las huellas de un gran amor.
Por iniciativa de Ursula se construye la enfermería y la casa de los criollitos, donde se le daba a los niños atenciones especiales para que crecieran sanos y fuertes, e instala además dentro del cafetal una tienda propia donde vende a los esclavos objetos de guano, barro y telas.
“Angerona”, diosa romana del silencio y la fertilidad de los campos, se encontraba reproducida en la entrada de la hacienda en una estatua a tamaño natural realizada en blanco mármol de Carrara. En su interior la casa señorial, ubicada sobre una pequeña colina; construcción de estilo neoclásico, con arcos y columnas en la fachada, disponía de espaciosos cuartos con grandes puertas y ventanas que se adaptan a las condiciones climáticas y ambientales del lugar. Se podían apreciar trabajos finos en madera dura por toda la mansión y el barandaje y las rejas que expresan la tradición hispánica.
Un aposento convertido en ropero guardaba en 300 gavetas, numeradas e identificadas con el nombre de un esclavo y su compañera, la ropa hecha a la medida que cada primero de enero se les entregaba. Instalaciones hidráulicas suministraban por gravedad agua al cafetal. Más de 25 infraestructuras u objetos de obra llegaron a formar parte del conjunto arquitectónico de la plantación.
Tenía una casa de mampostería y tejas planas, aledaña a la de la vivienda; otra casita inmediata a ésta; una caballeriza sobre horcones de quiebrahacha y tejas planas; una casa para maíz sobre 57 horcones de quiebrahacha y tejas planas; una enfermería de dos altos; seis piezas de bóveda; otra casa de mampostería donde se colocaban los mecánicos, la sierra y las maderas; una casa con divisiones para animales; y una casa de mampostería y tejas para operarios y el mayoral, al lado de la herrería.
Había un local con un molino de pilar café, molino de moler maíz y molino de pilar ladrillos; una fábrica de mampostería y azotea con un molino de aventar y otro de apartar. El conjunto incluía un tejar sobre 31 horcones de quiebrahacha, cubierto de tejas planas, con su máquina de amasar barro y demás utensilios; un horno para cocer tejas; siete bóvedas contiguas a los aljibes; siete bóvedas de ladrillos para casitas de perros; 18 bóvedas chicas para el uso de las lavanderas; y el poblado de los esclavos.
Convivían alli unos 450 esclavos, que residían en chozas y no en barracones. La atención humana y el sistema de organización laboral eran muy distintos al del resto de la colonia. Don Cornelio había creado un poblado para los esclavos donde, circundando una plaza, se encontraban 27 chozas, un torreón con una campana, un común (duchas y sanitarios), una cocina, habitaciones para el mayoral, calles, todo cercado por muros, piedras y una sola puerta de hierro.
El amo no permitía que los esclavos trabajaran de noche. En verano, por el día, les daba tres horas de descanso y en invierno hora y media. Diseminados por la finca había 30 cobertizos donde podían guarecerse en caso de lluvia.
“Angerona” alcanzó a ser, en la primera mitad del siglo XIX, la más importante plantación cafetalera del occidente cubano y la segunda de la Isla. 24 años después de fundado, tenía casi 40 caballerías, 625,519 cafetos, 45,000 hoyos de plátanos, 200 árboles frutales, 1,000 palmas paridoras, árboles de madera preciosa y otros sembrados menores, entre ellos un pequeño cañaveral.
Debido a su reconocida belleza este maravilloso lugar fue motivo de inspiración para célebres escritores, pintores y personajes de la época que lo visitaron y conocieron los detalles de esta bella historia.
Cornelio Souchay murió en La Habana en 1837 y según la certificación de defunción asentada en los libros de la iglesia de Cayajabos, fue enterrado en el cementerio del cafetal. Úrsula abandonó el cafetal 8 ó 9 años después de la muerte de Cornelio para establecerse definitivamente en La Habana, en el barrio de La Merced. Murió en 1860, nunca se casó, ni tuvo descendencia.
Andrés Souchay, sobrino y uno de los albaceas de Don Cornelio, se instaló en la hacienda junto a su esposa, pero no logró mantener el auge de la plantación. Bajo su administración comenzó la etapa del entonces cafetal como ingenio azucarero. Independientemente de que en la Isla la caña de azúcar comenzaba a desplazar el cultivo del café los problemas financieros fueron constantes.
Al morir Andrés, su esposa continuó ocupándose de la finca junto a uno de sus hijos. En 1888 la propiedad había sido dividida en cuatro fincas.
Del antiguo cafetal se conserva parte de la casa vivienda, la casa del mayoral, el sistema de aljibes para el almacenamiento de agua, los muros de confinamiento de los esclavos y la torre.
Las ruinas de este cafetal, uno de los más completos y auténticos de la época, constituyen un sitio de indudable valor histórico, cultural y arquitectónico, fue declarado Monumento Nacional el 31 de diciembre de 1981.
La diosa romana “Angerona” esculpida en mármol de Carrara, ahora puede admirarse en el Museo Municipal de Artemisa.
“ANGERONA”, RUINS OF A CAFETAL AND A GREAT LOVE DECLARED IN CUBA NATIONAL MONUMENT.
In the municipality of Artemisa, south of Havana, the ruins of an old hacienda that was a symbol of the splendor of coffee plantations in western Cuba in colonial times, called “Angerona”, are preserved.
Its owner was a German immigrant, Cornelio Souchay, who arrived in Cuba in the early 19th century.
In Havana, Cornelio met Úrsula Lambert, a free-born Haitian brunette, who had arrived on the island with her parents fleeing from the war in Haiti. Úrsula begins to work in the coffee plantation sharing its economic, financial, and organizational interests.
CORNELIO AND URSULA. STORY OF GREAT LOVE.
Around this, the legend of intense love between the master and the beautiful woman of Haitian origin is created, as well as her connection with the prosperity and economic flourishing of the coffee plantation. The young woman becomes Cornelio’s most trusted person, deals with the finances of the hacienda, teaches the slaves in sewing and domestic work.
Ursula’s care with Cornelius was known to all at the time and the legend that was woven around the sumptuous coffee plantation and the love of both in keeping it running smoothly. Both were for each other, Cornelius, Ursula, and “Angerona” survive over the years in the footsteps of great love.
On Ursula’s initiative, the infirmary and the Creole house were built, where special attention was given to children so that they would grow up healthy and strong, and they also installed a shop inside the coffee plantation where they sold objects of guano, mud, and fabrics.
“Angerona”, the Roman goddess of silence and fertility of the fields, was reproduced at the entrance of the hacienda in a life-size statue made of white Carrara marble. Inside the manor house, located on a small hill; Neoclassical construction, with arches and columns on the facade, had spacious rooms with large doors and windows that adapt to the climatic and environmental conditions of the place. Fine hard woodwork could be seen throughout the mansion and the railings and railings that express the Hispanic tradition.
A room converted into a wardrobe kept in 300 drawers, numbered and identified with the name of a slave and his companion, the custom-made clothes that were delivered to them each January 1st. Hydraulic installations supplied gravity water to the coffee plantation. More than 25 infrastructures or objects of work became part of the architectural ensemble of the plantation.
It had a masonry house and flat tiles, next to the house; another house next to this one; a stable on axbrake forks and flat tiles; a house for corn on 57 ax breakers and flat tiles; a two-story infirmary; six vault pieces; another masonry house where the mechanics, the saw and the woods were placed; a house with divisions for animals; and a masonry and tile house for operators and the mayoral, next to the smithy.
There was a room with a brown pillar mill, corn mill, and brick pillar mill; a masonry and roof factory with a winnowing mill and another to set aside. The set included a tile on 31 forks of ax breakers, covered with flat tiles, with its clay kneading machine and other utensils; an oven to cook tiles; seven vaults adjoining the reservoirs; seven brick vaults for dog houses; 18 small vaults for the use of the washerwomen; and the slave village.
Some 450 slaves lived there, residing in shacks and not in barracks. Human attention and the system of labor organizations were very different from that of the rest of the colony. Don Cornelio had created a town for slaves were surrounding a plaza, there were 27 huts, a tower with a bell, a common (showers and toilets), a kitchen, rooms for the mayoral, streets, all surrounded by walls, stones, and a single iron door.
The master did not allow slaves to work at night. In summer, during the day, he gave them three hours of rest and in winter, an hour and a half. Scattered around the farm were 30 sheds where they could take shelter in case of rain.
“Angerona” became, in the first half of the 19th century, the most important coffee plantation in western Cuba and the second on the island. 24 years after it was founded, it had almost 40 caballerias, 625,519 coffee trees, 45,000 holes of bananas, 200 fruit trees, 1,000 calving palms, precious wood trees, and other minor crops, including a small reed bed.
Due to its recognized beauty, this wonderful place was a source of inspiration for famous writers, painters, and characters of the time who visited it and learned the details of this beautiful story.
Cornelio Souchay died in Havana in 1837 and, according to the death certificate established in the books of the Cayajabos church, he was buried in the coffee plantation cemetery. Úrsula left the coffee plantation 8 or 9 years after Cornelio’s death to settle permanently in Havana, in the La Merced neighborhood. He died in 1860, never married, or had any children.
Andrés Souchay, nephew and one of Don Cornelio’s executors, settled with his wife on the hacienda but was unable to maintain the plantation boom. Under his administration, the stage of the then coffee plantation began as a sugar mill. Regardless of the fact that on the Island sugar cane was beginning to displace coffee cultivation, financial problems were constant.
When Andrés died, his wife continued to take care of the farm with one of her children. In 1888 the property had been divided into four estates.
The old coffee plantation conserves part of the house, the mayoral house, the cistern system for water storage, the confinement walls for slaves, and the tower.
The ruins of this coffee plantation, one of the most complete and authentic of the time, constitute a site of unquestionable historical, cultural and architectural value, it was declared a National Monument on December 31, 1981.
The Roman goddess “Angerona” sculpted in Carrara marble, can now be admired in the Municipal Museum of Artemisa.
Agencies/ RHC/ Maria Calvo/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.