RECORDAR ES VIVIR: ANGEL DE LA GUARDIA, UNICO TESTIGO DE LA MUERTE DE JOSE MARTI.
Hace ya breves dias que José Martí ha llegado a Cuba y se encuentra en la manigua adorada de su Patria.
A caballo y con el sol en la frente. luego de cruzar el Contramaestre e iniciar el ataque contra las tropas del coronel español José Ximénez de Sandoval, Máximo Gómez le ordena a Martí permanecer en la retaguardia mientras él avanza sobre el flanco izquierdo. Entonces el Apóstol encuentra en el campo de batalla a Ángel de la Guardia y lo conmina a sumarse al ataque.
Las tropas españolas rechazan una y otra vez las embestidas de los mambises comandados por Máximo Gómez. Desde la retaguardia, José Martí ve las acciones y no puede quedarse quieto. Es su bautizo de fuego y no está dispuesto a esperar en el fondo mientras los hombres a los cuales hace solo minutos arengó combaten por Cuba. Espuela a Baconao y se lanza a la carga.
Ambos avanzan alrededor de 250 metros en diagonal hacia el flanco derecho, pero cuando pasan entre dos árboles los sorprende una descarga cerrada. Martí es impactado por tres disparos; el caballo de Ángel también recibe una tríada de balazos y cae sobre su jinete. “Los disparos de los emboscados dieron en el cuerpo del Maestro, la luz cenital lo bañó, soltó las bridas del corcel, y su cuerpo aflojado fue a yacer sobre la amada tierra cubana. De su revólver, atado al cuello por un cordón, no faltaba ni un cartucho. Había acontecido la catástrofe de Dos Ríos”
Pasan pocos minutos desde la una de la tarde y una descarga de fusilería provoca el silencio del monte. Es 19 de mayo de 1895.
La escena duele: Martí yace muerto en el suelo mientras de la Guardia intenta quitarse el animal de encima. Todavía no sabe que ha presenciado la muerte del alma de la Revolución.
Cuando Ángel logra incorporarse busca refugio detrás de uno de los árboles y dispara a los españoles. Intenta rescatar a Martí, pero el fuego es intenso y apenas puede moverlo. Todo sucede en cuestión de minutos. Su hermano Dominador de la Guardia narró en un libro publicado por el padre de ambos cómo vivió el momento. “Angelito trató de cargar a Martí, pero no pudo lograrlo. Era demasiado niño. Entonces me hacía señas para que fuese donde estaba él, y yo, no comprendiendo qué hacía tan adelantado, lo llamé insistentemente para donde estábamos en línea de fuego. Apenas Ángel dio espaldas al enemigo para venir donde nosotros estábamos, iniciaron los españoles un movimiento de avance”.
Cuando Ángel logra incorporarse busca refugio detrás de uno de los árboles y dispara a los españoles. Intenta rescatar a Martí, pero el fuego es intenso y apenas puede moverlo. Todo sucede en cuestión de minutos.
Con su caballo herido, el muchacho tardó más en llegar hasta el sitio desde donde había partido al ataque. Encuentra a Máximo Gómez y le da la noticia de la caída del “Presidente”, mientras casi al mismo tiempo las tropas ibéricas encuentran el cadáver y lo registran. Elegantemente vestido y con papeles a su nombre, enseguida descubren a quién han matado, recogen el cuerpo y se disponen a la retirada hacia Remanganaguas.
Ciro Bianchi arroja luz sobre aquella hora fatal. “Máximo Gómez, desesperado por la infausta noticia, se lanza, prácticamente solo, al lugar del suceso a fin de recobrar a Martí, vivo o muerto. Tanto se arriesga el Jefe del Ejército Libertador que en un informe inicial sobre el combate el coronel Ximénez de Sandoval, jefe de la columna española, reporta su nombre entre las bajas contrarias”.
El cadáver de Martí comenzará un peregrinar de varios entierros y exhumaciones hasta su descanso final en Santa Ifigenia. Gómez, por su parte, continuará sus intentos por ganar fuerza y tropas en los inicios de una guerra que él sabe una mezcla de instantes de “ligero placer”, seguidos por otros de “amarguísimo dolor”. Mientras tanto, Ángel de la Guardia jamás podrá olvidar aquella tarde en la que el azar lo puso junto al más universal de los cubanos.
Reseña del unico testigo de la muerte de Marti.
Ángel Perfecto de la Guardia Bello nació 20 años, 3 meses y 3 días antes de la fatalidad de Dos Ríos. Entonces la Jurisdicción de Jiguaní —en el corazón del Oriente cubano— era una zona con poco más de 20 mil habitantes dedicada fundamentalmente a la ganadería.
Forma parte de una familia culta a pesar de su pobreza. Sus padres enseñaban en el colegio del lugar y de ellos recibió los primeros conocimientos.
A los 15 años tuvo uno de esos encuentros que marcan toda una vida. Ocurrió en 1890 en la ciudad de Manzanillo. Antonio Maceo había regresado a Cuba en enero de ese año para preparar la conspiración conocida como La Paz del Manganeso, uno de sus intentos por reanudar las luchas mambisas. En una de las actividades de homenaje organizadas para camuflar los verdaderos propósitos del Titán de Bronce, el joven Ángel se le acercó y le habló sobre el deseo de combatir un día a sus órdenes por la libertad de la Isla. Recio y elegante, Maceo de seguro le estrechó la mano y agradeció el gesto, pero semanas después España expulsó a Maceo y la conspiración quedó allí.
A inicios de abril de ese año —a solo días del desembarco de Maceo y Flor Crombet por Duaba en 1895— Angel llegó a un lugar conocido como San Miguel del Chino y se unió a las tropas de Bartolomé Masó.
Según el historiador Rolando Rodríguez, enseguida encontró el bautismo de fuego durante la captura de un convoy español, una acción que también le valió su primer ascenso militar. Entonces “su espíritu y valor” le propiciaron la designación como ayudante de Masó.
Con su jefe entró el entonces alférez al Campamento de Dos Ríos en la tarde del 18 de mayo de 1895. Por esas coincidencias del destino, ante su llegada Martí interrumpió la carta que escribía a Manuel Mercado y en la cual le aseguraba ya estar “todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber”. Menos de un día después Ángel de la Guardia se convirtió en el último mambí testigo de las palabras del Apóstol.
Cuando el 22 de octubre de ese año el Titán de Bronce utilizó el histórico Mangos de Baraguá como punto de partida de su columna invasora para ir al Occidente de Cuba, Ángel de la Guardia marchó junto a él. En la ruta de más de mil kilómetros hasta Mantua, el joven mambí participó en 22 combates importantes y ganó el calificativo de “Capitán más valiente de la brigada oriental”.
Así ambos llegaron el 28 de agosto de 1897 hasta el Combate de Las Tunas: el líder pleno en sus capacidades militares e ideológicas; el joven con habituales muestras de arrojo. De acuerdo a Víctor Manuel Marrero Zaldívar, historiador de la ciudad, allí Ángel de la Guardia dirigió la toma del Hospital de Sangre, el Fortín Aragón y el Fuerte 11, tres puntos estratégicos para rendir la urbe.
Por otro de esos simbolismos inexplicables, en el campo de batalla también se encontraba José Francisco Martí Zayas-Bazán, el hijo del hombre a quien vio morir en Dos Ríos. De la Guardia tenía apenas 22 años; el Ismaelillo solo 18. El 29 de agosto, mientras Ángel pasaba de una trinchera a otra, un disparo lo alcanza y le provoca la muerte al día siguiente. Es la última baja mambisa antes de tomar la casa del telégrafo. Ya habían aprobado su ascenso a Coronel.
Según las propias palabras de Calixto García, su muerte significó la pérdida de un hijo, “pues como tal lo miraba”. Así se lo hizo saber al Comandante Dominador de la Guardia en una carta firmada el 23 de septiembre de 1897.
“No te escribo para darte el pésame de la muerte heroica de tu hermano, el coronel Ángel de la Guardia, pues el pésame debía recibirlo yo y no darlo, ya que he perdido un gran jefe y un hijo querido (…) El asalto lo dieron mis tres hijos, Carlos, Ángel y Calixto, y la desgracia me privó de uno de ellos para dar el triunfo a Cuba”, aseguró el curtido patriota.
TO REMEMBER IS TO LIVE: ANGEL DE LA GUARDIA, THE ONLY WITNESS TO JOSE MARTI DEATH.
It has been a few days since José Martí has arrived in Cuba and is in his beloved manigua of his homeland.
On horseback and with the sun on his forehead. After crossing the Contramaestre and beginning the attack against the troops of the Spanish colonel José Ximénez de Sandoval, Máximo Gómez ordered Martí to remain in the rear while he advanced on the left flank. Then the Apostle meets Ángel de la Guardia on the battlefield and urges him to join the attack.
Spanish troops repeatedly reject the onslaught of the mambises commanded by Máximo Gómez. From the rear, José Martí sees the actions and cannot remain still. It is his baptism of fire and he is not willing to wait in the background while the men whom he only harangued minutes ago fight for Cuba. He spurs Baconao and launches himself into the charge.
Both advance about 250 meters diagonally to the right flank, but when they pass between two trees they are surprised by a closed discharge. Martí is impacted by three shots; Angel’s horse also receives a triad of bullets and falls on its rider. “The shots of the ambushers hit the Master’s body, the overhead light bathed him, he released the bridles of the steed, and his loosened body went to lie on the beloved Cuban land. Not a single cartridge was missing from his revolver, tied around his neck by a cord. The Dos Ríos catastrophe had happened ”
A few minutes pass from one in the afternoon and discharge of rifle fire causes the silence of the mountain. It is May 19, 1895.
The scene hurts: Martí lies dead on the ground while de la Guardia tries to get rid of the animal. He does not yet know that he has witnessed the death of the soul of the Revolution.
When Ángel manages to get up, he seeks refuge behind one of the trees and shoots the Spanish. He tries to rescue Martí, but the fire is intense and he can barely move it. Everything happens in a matter of minutes. His brother Dominador de la Guardia narrated in a book published by their father how they lived the moment. “Angelito tried to carry Martí, but he could not do it. He was too young. Then he beckoned me to go where he was, and I, not understanding what he was doing so far, called him insistently to where we were in the line of fire. Ángel turned his back on the enemy to come where we were, the Spanish started an advance movement.
When Ángel manages to get up, he seeks refuge behind one of the trees and shoots the Spanish. He tries to rescue Martí, but the fire is intense and he can barely move it. Everything happens in a matter of minutes.
With his wounded horse, the boy took longer to get to the place where he had started the attack. He finds Máximo Gómez and gives him the news of the fall of the “President”, while at almost the same time the Iberian troops find the body and search it. Elegantly dressed and with papers in his name, they immediately discover who they have killed, collect the body, and prepare to retreat to Remanganaguas.
Ciro Bianchi sheds light on that fatal hour. “Máximo Gómez, desperate for the unfortunate news, launches himself, practically alone, at the scene of the event in order to recover Martí, dead or alive. The Chief of the Liberation Army risks so much that in an initial report on the combat, Colonel Ximénez de Sandoval, head of the Spanish column, reports his name among the opposing casualties. ”
Martí’s corpse will begin a pilgrimage of various burials and exhumations until his final rest in Santa Ifigenia. Gómez, for his part, will continue his attempts to gain strength and troops at the beginning of a war that he knows a mixture of moments of “slight pleasure”, followed by others of “bitter pain”. Meanwhile, Ángel de la Guardia can never forget that afternoon when chance put him next to the most universal of Cubans.
Review of the only witness of the death of Marti.
Ángel Ángel de la Guardia Bello was born 20 years, 3 months, and 3 days before the fatality of Dos Ríos. At that time, the Jiguaní Jurisdiction —in the heart of the Cuban East— was an area with little more than 20,000 inhabitants, mainly dedicated to livestock.
He is part of a cultured family despite his poverty. His parents taught at the local school and from them, he received the first knowledge.
At the age of 15, he had one of those encounters that mark a lifetime. It happened in 1890 in the city of Manzanillo. Antonio Maceo had returned to Cuba in January of that year to prepare the conspiracy known as La Paz del Manganeso, one of his attempts to resume the Mambisa struggles. In one of the tribute activities organized to camouflage the true purposes of the Bronze Titan, the young Angel approached him and spoke to him about the desire to one day combat his orders.
Agencies/ RHC/ Yunier J. Sifonte/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.