(OPINION) EL COMUNISMO Y LA SECRETA VENGANZA DEL INDIVIDUALISMO HUMANO.
En ‘El capital’ Carlos Marx advertía que el comunismo sería “una forma superior de la sociedad cuyo principio fundamental es el desarrollo pleno y libre de todos los individuos”, donde el trabajo se convertiría en la primera necesidad vital de los ciudadanos. Detrás de esa aseveración propagandística se supone que había una base científica respaldada por el descubrimiento de “la contradicción entre el carácter social de la producción y la propiedad privada sobre los medios de producción”.
Si bien la meta final era la cara bonita del comunismo, maquillada y expuesta bajo luces en el anuncio de que “la tierra será el paraíso de toda la humanidad”, como proclama la versión hispana de La Internacional, se precisaba transitar por la cara fea, en la que se resolvería aquella supuesta contradicción confiscando las propiedades para presuntamente socializarlas.
En las décadas que este experimento social se ha llevado a cabo en diferentes países, se demostró que para imponer el sistema resulta imprescindible despojar a los ciudadanos de sus libertades, porque de nada sirve incautar propiedades si no se arranca de raíz el deseo de llegar a ser propietario en quienes nunca lo fueron, y para eso se tiene que suprimir el derecho a organizar otros partidos para que nunca lleguen al poder, o al Parlamento, los que pretendan restaurar el derecho a la propiedad.
Las deformidades más grotescas de este otro rostro del comunismo se muestran en los aparatos represivos, sin los cuales no es posible despojar libertades ni suprimir derechos.
La ineficiencia del sistema es, en consecuencia, el resultado de una secreta venganza personal del carácter individualista de los seres humanos.
La contradicción que no alcanzaron a ver ni Marx ni los marxistas es la que aparece entre la naturaleza humana tendiente a la individualización y la ficción de socializar la propiedad de los bienes de producción. La ineficiencia del sistema es, en consecuencia, el resultado de una secreta venganza personal del carácter individualista de los seres humanos.
La aparición de una casta burocrática pretendiendo desde el Estado representar el rol de propietario que supuestamente le corresponde a la sociedad no solo genera la consabida corrupción y el inevitable nepotismo, sino junto a esta casta, o mejor, bajo ella, se forja una masa de trabajadores desinteresados en producir, más enajenados aún que en el capitalismo.
La casta que manda procura rodearse de privilegios: consigue becas para sus hijos en las mejores universidades del mundo, recibe tratamiento médico en hospitales privados de países capitalistas, organiza viajes al extranjero y gasta sus desorbitantes viáticos adquiriendo las últimas ofertas de la satanizada sociedad de consumo.
La masa de trabajadores, no exenta de ambiciones pero desprovista de oportunidades, simula sumisión para no llamar la atención, mientras usa en beneficio propio el tiempo, los materiales y los recursos que el Estado pone en sus manos para el cumplimiento de los planes y lo hace como único recurso para intentar equilibrar el abismo entre su salario y el costo de la vida.
Entre los que mandan y los que simulan obedecer, se mueven los despiadados represores, los inescrupulosos inspectores que vampirizan a los emprendedores, los administradores que no se arriesgan a cargar con lo robado pero miran a otro lado a cambio de su tajada y una caterva de oportunistas en los “niveles intermedios”, siempre listos a delatar y en cuanto le den un chance a escapar.
Si lo que ha venido ocurriendo en Cuba en las últimas seis décadas cabe en esta somera descripción del rostro feo del comunismo, entonces no es necesario aclarar que el país aún no ha alcanzado ese escalón superior de la sociedad que prometieron los demagogos y que añoraron los ilusos. Sí. Esto es el comunismo.
(OPINION) Reinaldo Escobar (1947) Periodista, nació y vive en Cuba. Se licenció en Periodismo en la Universidad de La Habana.
(OPINION) COMMUNISM AND THE SECRET REVENGE OF HUMAN INDIVIDUALISM.
In ‘Capital’ Carlos Marx warned that communism would be “a superior form of society whose fundamental principle is the full and free development of all individuals”, where work would become the first vital need of citizens. Behind this propagandistic assertion, it is supposed that there was a scientific basis backed by the discovery of “the contradiction between the social character of production and private ownership of the means of production”.
Although the final goal was the pretty face of communism, made up and exposed under lights in the announcement that “the earth will be the paradise of all humanity”, as the Hispanic version of La Internacional proclaims, it was necessary to travel the ugly face, in which that supposed contradiction would be resolved by confiscating the properties to allegedly socialize them.
In the decades that this social experiment has been carried out in different countries, it has been shown that in order to impose the system it is essential to deprive citizens of their liberties because it is useless to seize property if the desire to reach to own in those who never were, and for that, the right to organize other parties so that they never come to power, or to Parliament, those that seek to restore the right to property must be abolished.
The most grotesque deformities of this other face of communism are shown in the repressive apparatuses, without which it is not possible to deprive liberties or suppress rights.
The inefficiency of the system is, consequently, the result of secret personal revenge of the individualistic character of human beings.
The contradiction that neither Marx nor Marxists could see is the one that appears between human nature tending towards individualization and the fiction of socializing the ownership of the goods of production. The inefficiency of the system is, consequently, the result of the secret personal revenge of the individualistic character of human beings.
The appearance of a bureaucratic caste pretending from the State to represent the role of the owner that supposedly corresponds to society not only generates the usual corruption and inevitable nepotism, but together with this caste, or better, under it, a mass of workers disinterested in producing, even more, alienated than in capitalism.
The ruling caste tries to surround itself with privileges: it obtains scholarships for its children in the best universities in the world, it receives medical treatment in private hospitals in capitalist countries, it organizes trips abroad and it spends its exorbitant per diems acquiring the latest offers from the demonized consumer society.
The mass of workers, not without ambitions but devoid of opportunities, simulates submission so as not to attract attention while using for their own benefit the time, materials and resources that the State puts in their hands for the fulfillment of plans and The only recourse is to try to balance the gap between your salary and the cost of living.
Among those who command and those who pretend to obey, move the ruthless repressors, the unscrupulous inspectors who vampirize the entrepreneurs, the administrators who do not risk carrying the stolen but look the other way in exchange for their cut and a bunch of opportunists in the “intermediate levels”, always ready to give up and as soon as they give him a chance to escape.
If what has been happening in Cuba in the last six decades fits in this brief description of the ugly face of communism, then it is not necessary to clarify that the country has not yet reached that upper echelon of society that the demagogues promised and missed. delusional. Yes. This is communism.
(OPINION) Reinaldo Escobar (1947) Journalist, he was born and lives in Cuba. He graduated in Journalism at the University of Havana.
Agencies/ 14ymedio, La Habana/ Reinaldo Escobar/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanhistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.