(OPINIÓN) LA ESTRATEGIA DE DONALD TRUMP.
Por Carlos Alberto Montaner.
Al fin terminaron las convenciones. La de Trump fue mucho más vistosa que la de Biden. Lo asombroso es que los estadounidenses no le prestaron la atención debida ni a una ni a otra. Los jardines de la Casa Blanca eran un set natural para proyectar el mensaje de Trump. El argumento de que la ley prohíbe la utilización de espacios públicos para hacer campañas partidistas es más débil que la silenciosa presencia del COVID-19. Son épocas especiales. Sin embargo, los asistentes, salvo unos cuantos ciudadanos respetuosos de los demás, no portaban mascarillas ni guardaban la “distancia social” debida. Dios los coja confesados.
El tema de la campaña republicana es el supuesto socialismo de los demócratas. Ese argumento me ha mordido antes. No me lo creo. Ni Joe Biden ni Kamala Harris tienen nada que ver con la visión comunista de la sociedad. Alegar que Joe Biden es como Fidel Castro es como decir que Donald Trump es como Vladimir Putin. Una manifiesta exageración. (Supongo que Trump no es capaz de envenenar a los opositores).
Recuerdo las elecciones de 1982 en España, cuando triunfó Felipe González por mayoría absoluta. Un cubano que trabajaba conmigo, muy buena gente, entró en mi despacho a decirme que se iba a Estados Unidos. “¿Por qué?” –le pregunté. “Porque el cordón de aceitunas se lo mete su madre”. Él había sufrido mucho por las locuras colectivistas de Castro. Había sido obligado a sembrar café caturra en el “cordón de La Habana”. Cualquier razonamiento que yo alegara se estrellaba contra su experiencia.
Cuatro cubanos figuraron en la Convención republicana. La vicegobernadora de Florida Jeanette Núñez, Mercedes Schlapp, Lourdes Aguirre y Máximo Álvarez, un señor que pronunció un discurso muy persuasivo. Llegó a Florida por la operación “Peter Pan” organizada por los curas y la CIA durante el gobierno de John F. Kennedy. Probablemente, ninguno de ellos se hubiera establecido en Estados Unidos de haber estado en la Casa Blanca un nacionalista antiinmigrante como el señor Trump.
Prueba al canto: Trump, que prometió arrancar de cuajo las “órdenes ejecutivas” de Obama, ha respetado la que le puso fin a la llamada “pies secos y pies mojados” firmada por Bill Clinton, que les permitía a los cubanos pedir asilo en Estados Unidos o presentarse en cualquier puesto fronterizo para recabar la protección americana. Trump no quiere a los cubanos. Por lo menos no los quiere en territorio americano.
Tampoco quiere a los venezolanos, aunque los ayuda económicamente fuera de las fronteras estadounidenses. No sólo les niega a los venezolanos el TPS (Temporary Protected Status) solicitado por Mario Díaz-Balart y otros 30 congresistas, pese a saber que en Venezuela hay una fracasada dictadura comunista, mientras juega cruelmente con los ochocientos mil “soñadores”, estadounidenses sociológicos que vinieron al país arrastrados por sus padres, sencillamente porque a sus bases no les gustan los inmigrantes.
Grosso modo los cubanos apenas constituyen el 4% de los votos de la Florida. Ni siquiera pueden ganar en Miami-Dade. En las últimas elecciones Obama obtuvo el 49% de los sufragios cubanos. En las del 3 de noviembre acaso a Trump lo respalde el 60%, pero los puertorriqueños, avecindados en torno a Orlando, tal vez le den la victoria a Biden, porque tienen razones para sentirse ofendidos por la Casa Blanca. Según Miles Taylor, un alto oficial del DHS (Department of Homeland Security), Donald Trump pretendió vender Puerto Rico, como si la Isla fuese una pieza más del juego Monopoly, o un trozo de real state neoyorquino, sin tomar en cuenta que desde 1917, hace más de un siglo, los boricuas son ciudadanos norteamericanos “de nacimiento”.
No puedo ser trumpista, precisamente, porque Trump es un nacionalista, antiinmigrante, antiglobalización, proteccionista, cuatro categorías que me producen un enorme rechazo. Me gusta que sea (teóricamente al menos) prudente en el terreno fiscal, y que prefiera reducir el gasto antes que subir los impuestos, y que haya mudado la sede diplomática a Jerusalén, algo que habían prometido sin cumplirlo media docena de presidentes antes que él, aunque me irrita su fanfarronería hiperbólica y su actitud de ‘bully’ incapaz de comprender que los daneses no le quieran vender Groenlandia o a los socios de la OTAN no les guste ser maltratados públicamente.
Entiendo que quiera sumar a los cristianos evangélicos, y que tome públicamente partido por los ‘pro-life’, aunque sea un tema resuelto por la Corte Suprema, pero alguien con su biografía al sur de la cintura, que se ufana por agarrar a las señoras por la entrepierna, seguramente lo hace como un sacrificio electoral más que como una convicción arraigada, extremo que le reclama Jerushah Duford, la piadosa nieta de Billy Graham, que suele acusarlo de ser un gran hipócrita.
Sólo faltan dos meses para las elecciones del 3 de noviembre. Veremos qué ocurre. Según Real Clear Politics, Biden está delante en las encuestas. Pero ya sabemos que eso no quiere decir gran cosa.
(OPINION) THE DONALD TRUMP STRATEGY.
By Carlos Alberto Montaner.
Finally, the conventions ended. Trump’s was much showier than Biden’s. The amazing thing is that the Americans did not pay due attention to one or the other. The White House grounds were a natural set for projecting Trump’s message. The argument that the law prohibits the use of public spaces for partisan campaigns is weaker than the silent presence of COVID-19. These are special times. However, the attendees, except for a few respectful citizens of others, did not wear masks or keep the “social distance” due. God takes them confessed.
The theme of the Republican campaign is the supposed socialism of the Democrats. That argument has bitten me before. I don’t believe it. Neither Joe Biden nor Kamala Harris has anything to do with the communist vision of society. Claiming that Joe Biden is like Fidel Castro is like saying that Donald Trump is like Vladimir Putin. An obvious exaggeration. (I guess Trump is not capable of poisoning opponents.)
I remember the 1982 elections in Spain when Felipe González won by an absolute majority. A Cuban who worked with me, very good people, came into my office to tell me that he was going to the United States. “Why?” -asked. “Because the string of olives is put by his mother.” He had suffered greatly from Castro’s collectivist follies. He had been forced to plant Caturra coffee in the “cordon of Havana.” Whatever reasoning I put forward was crashing against his experience.
Four Cubans appeared in the Republican Convention. Florida Lieutenant Governor Jeanette Núñez, Mercedes Schlapp, Lourdes Aguirre and Máximo Álvarez, a man who delivered a very persuasive speech. She came to Florida because of the “Peter Pan” operation organized by priests and the CIA during the John F. Kennedy administration. Probably none of them would have settled in the United States had an anti-immigrant nationalist like Mr. Trump been in the White House.
Proof of singing: Trump, who promised to uproot Obama’s “executive orders”, has respected the one that put an end to the so-called “dry feet and wet feet” signed by Bill Clinton, which allowed Cubans to seek asylum in the United States or appear at any border post to seek American protection. Trump does not want the Cubans. At least he doesn’t want them on American soil.
He also does not love Venezuelans, although he helps them financially outside the US borders. Not only does he deny Venezuelans the TPS (Temporary Protected Status) requested by Mario Díaz-Balart and 30 other congressmen, despite knowing that in Venezuela there is a failed communist dictatorship, while cruelly playing with the eight hundred thousand “dreamers”, sociological Americans who came to the country dragged by their parents, simply because their base does not like immigrants.
Roughly speaking, Cubans make up just 4% of Florida’s votes. They can’t even win at Miami-Dade. In the last elections, Obama obtained 49% of the Cuban votes. In those of November 3, Trump may be supported by 60%, but the Puerto Ricans, living around Orlando, may give the victory to Biden, because they have reason to be offended by the White House. According to Miles Taylor, a high official of the DHS (Department of Homeland Security), Donald Trump tried to sell Puerto Rico, as if the Island were just another piece of the Monopoly game, or a piece of the real New York state, without taking into account that since 1917 For more than a century, Puerto Ricans have been North American citizens “by birth.”
I cannot be a Trumpist, precisely, because Trump is a nationalist, anti-immigrant, anti-globalization, protectionist, four categories that produce a huge rejection of me. I like that he is (theoretically at least) fiscally prudent, preferring to cut spending rather than raise taxes, and that he has moved the diplomatic headquarters to Jerusalem, something that half a dozen presidents before him had promised without fulfilling. , although I am irritated by his hyperbolic swagger and his ‘bully’ attitude, unable to understand that the Danes do not want to sell him Greenland or that NATO partners do not like being publicly mistreated.
I understand that you want to join evangelical Christians and that you publicly take sides with the ‘pro-life’, even if it is an issue resolved by the Supreme Court, but someone with his biography south of the waist, who boasts about grabbing the Ladies from the crotch, surely he does it as an electoral sacrifice rather than as an ingrained conviction, an extreme claimed by Jerushah Duford, Billy Graham’s pious granddaughter, who often accuses him of being a great hypocrite.
There are only two months until the November 3 elections. We will see what happens. According to Real Clear Politics, Biden is ahead in the polls. But we already know that that doesn’t mean much.
Agencies/ CiberCuba/ (OPINION) Carlos A. Montaner/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.