CUBA IN APRIL, THE BEACH, MAXIMUM FUN, AND THE GREATEST DISTRACTION
The Cuban is a type worthy of praise when the month of April begins each year and despite the current limitations, with the same ease with which the Cuban gets rid of his winter clothes and since the imminence of Holy Week is announced is eager to go to the beach. It does not matter that it is still missing for the start of the season. The nights are still cool, but the heat peeks out of his furry ear and he feels suddenly in the summer. Not in vain is this a country that has about 330 days of sunshine a year.
For the average Cuban, despite the limitations of current times, the beach is the maximum fun, the greatest distraction, the best of stimuli, the ideal place to gain or lose time. Paradise and adventure. On a Sunday at the beach, he gratifies, compensates for the effort of the previous days, although in the end, he ends up more tired than the day before. If the stay is a week or more, the joy exceeds the limits and invades the whole family. A vacation on the beach confirms like few things the gregarious character of the Cuban. Despite the pandemic that strongly attacks the Cuban population, close and distant relatives, friends, friends of friends, neighbors, and acquaintances… he invites everyone to also enjoy.
There are different types of shorebirds. The one who, believing himself to be the best, sets impossible goals, invites those who meet in his path to compete and wakes up from his Olympic dream with word of mouth given him by the lifeguard who rescued him. And the one that is lost in the contemplation of a landscape that includes the girls who wander through the sand with their minimal thongs and attached to the generous anatomy. The one who, according to the times, wants to take care of the sun so much that it would have been better for him to stay at home. And the one who takes it to himself and ends up with second-degree burns on his back that force him to seek medical attention and fill him with worries and discomfort in the days that follow. There are people who scorch in the sun when he goes to the beach. It is his way of showing others where he spent his vacation.
Even with diversifying recreational offers during the summer months, none surpasses that of the beach. It was not always like this. In the distant yesterday, families of some resources spent it outside Havana, either in the countryside or on the outskirts, and took advantage of the proximity of the rivers to seek moments of relaxation and relaxation, until little by little the called “baths”; artificial beaches that the construction and successive extensions of Havana’s Malecón would end up wallowing in the 20th century. Still in 1930 Varadero was a deserted and almost unknown place, the beaches of Marianao began to be exploited in the 1920s and it was not until after 1944 that the Eastern Beaches of Havana had easy and fast access. Between those years, the Cuban took off his jacket, untied his tie, and dropped his hat to wear the very Cuban guayabera and, in the long run, remain in plain shirt sleeves.
Today the youngest once again privilege the baths on the coast and, under the pretext of the heat, the costumes and customs continue to simplify, forgetting that the climate in Cuba has always been more or less the same. Starting in 1771, the people of Havana had the ice, brought from Veracruz and Boston, to mitigate it, although it began to be imported for medicinal purposes. Colonial architects learned to get the most out of the breezes. They lived facing the street, with the windows open and families met and received in the coolest place in the house. There was still the resource of the fan that, with its fluttering and closing, conveyed a language of coquetry in which the Cuban women were experts.
The waters of the sea give Cuba an average annual temperature of 25ºC. That is why it is said and repeated that it is possible to enjoy its beaches throughout the year. It is not a mere advertising slogan. It is a story that is repeated even today with its limitations but that makes Cubans worthy of praise despite the cruel blows that life offers them today.
CUBA EN ABRIL, LA PLAYA, DIVERSIÓN MÁXIMA Y LA MAYOR DISTRACCIÓN
El cubano es un tipo digno de alabar, cuando comienza el mes de Abril cada año y a pesar de las actuales limitaciones, con la misma facilidad con que se desembaraza el cubano de sus ropas de invierno y desde que se anuncia la inminencia de la Semana Santa está ansioso por irse a la playa. Poco importa que falte aún para el inicio de la temporada. Las noches siguen siendo frescas, pero el calor asoma su oreja peluda y él se siente de repente en el verano. No en balde es este un país que cuenta con unos 330 días de sol al año.
Para el cubano promedio, a pesar de las limitaciones de los actuales tiempos, la playa es la diversión máxima, la mayor distracción, el mejor de los estímulos, el sitio ideal para ganar o perder el tiempo. El paraíso y la aventura. Un domingo en la playa, gratifica, compensa del esfuerzo de los días precedentes, aunque a la postre se termine más cansado que la víspera. Si la estancia es de una semana o más, la alegría desborda los límites e invade a toda la familia. Unas vacaciones en la playa confirman como pocas cosas el carácter gregario del cubano. A pesar de la pandemia que ataca a la poblacion cubana fuertemente, parientes cercanos y lejanos, amigos, amigos de amigos, vecinos y conocidos… a todos invita para que también disfruten.
Hay diversos tipos de playeros. El que creyéndose el mejor se traza metas imposibles, invita a competir a cuantos encuentra a su paso y despierta de su sueño olímpico con el boca a boca que le da el salvavidas que lo rescató. Y el que se pierde en la contemplación de un paisaje que incluye a las muchachas que deambulan por la arena con sus tangas mínimas y adheridas a la generosa anatomía. El que, acorde con los tiempos, quiere cuidarse tanto del sol que más le hubiera valido quedarse en casa. Y el que se lo coge para él solo y termina con quemaduras de segundo grado en la espalda que lo obligan a buscar asistencia médica y lo colman de preocupaciones y molestias en los días subsiguientes. Hay gente que se achicharra al sol cuando va a la playa. Es la forma que tiene de demostrarle a los demás donde pasó su asueto.
Aun con diversar ofertas recreativas durante los meses de verano, ninguna supera a la de la playa. No siempre fue así. En el lejano ayer, las familias de algunos recursos lo pasaban fuera de La Habana, bien en el campo o en la periferia y aprovechaban la cercanía de los ríos para procurarse ratos de solaz y esparcimiento, hasta que poco a poco surgieron en la costa los llamados “baños”; playas artificiales que la construcción y las sucesivas ampliaciones del Malecón habanero terminarían tragándose en el siglo XX. Todavía en 1930 Varadero era un paraje desierto y casi desconocido, las playas de Marianao comenzaron a explotarse en la década del 20 y no fue hasta después de 1944 cuando las Playas del Este de La Habana contaron con un acceso fácil y rápido. Entre esos años el cubano se quitó la chaqueta, desanudó la corbata y soltó el sombrero para portar la cubanísima guayabera y quedar, a la larga, en mangas de camisa a secas.
Hoy los más jóvenes vuelven a privilegiar los baños en la costa y, con el pretexto del calor, el vestuario y las costumbres siguen simplificándose con olvido de que el clima siempre ha sido en Cuba más o menos el mismo. A partir de 1771 los habaneros dispusieron del hielo, traído desde Veracruz y Boston, para mitigarlo, si bien comenzó a importarse con fines medicinales. Los arquitectos coloniales aprendieron a sacarle el mayor partido posible a las brisas. Se vivía de cara a la calle, con las ventanas abiertas y las familias se reunían y recibían en el lugar más fresco de la casa. Quedaba aún el recurso del abanico que, con sus revoloteos y cierres, trasmitía un lenguaje de coquetería en que fueron expertas las cubanas.
Las aguas del mar regalan en Cuba una temperatura promedio anual de 25ºC. Por eso se dice y se repite que es posible disfrutar de sus playas durante todo el año. No es un mero slogan publicitario. Es una historia que se repite aun actualmente con sus limitaciones pero que hacen de los cubanos un ser digno de alabar a pesar de los crueles golpes que la vida le ofrece hoy.
Agencies/ Ciro Bianchi/ Internet Photos/ Extractos/ Excerpts/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.