“EL CABALLERO DE PARIS”, UN PERSONAJE DE LEYENDA POR LAS CALLES DE LA HABANA VIEJA. PHOTOS
José María López Lledín fue un elegante vagabundo conocido como El Caballero de París (“El caballero de París”) que vagaba por las calles de La Habana, muchas veces entre Infanta y San Lázaro, 23 y 12, la Iglesia de Paula, el Paseo del Prado, la Avenida del Puerto, o el Parque Central.
El Caballero de París fue una figura de culto en La Habana de los años 40 y 50. Era de mediana estatura, cabello despeinado con algunas canas y barba. Siempre vestía de negro, con un abrigo largo del mismo color, incluso durante la verano. Llevaba una carpeta llena de papeles. Era un hombre amable y educado que deambulaba por las calles y recorría la ciudad en autobús, saludando a la gente y hablando de filosofía, religión y política. Nunca pedía limosna ni decía mal En otras palabras, solo aceptaba dinero de personas que conocía o le agradaban.
Conocido por todos los cubanos como el Caballero de París, este singular personaje jamás ofendió ni agredió a nadie y mucho menos pidió limosnas, porque su nobleza de espíritu se lo permitió.
Unas veces decía que era un gladiador, otras un corsario o un rey, incluso hasta un emperador. Siempre presumiendo de su gran respeto por la gente, a quien gustaba abordar para regalarles una flor, alguna de sus cucharitas de postre o estampitas de santos. Dicen que detenía el paso de los transeúntes para recitar sus hermosos poemas y contar una de sus andanzas quijotescas.
Por muchos años se ganó el sustento fabricando pequeñas artesanías que luego vendía y a veces regalaba. A los lapicitos que entrelazaba con bellos hilos de colores siempre les estampaba alguna que otra frase o palabra para luego obsequiarla.
Resaltó por muchas cosas, pero sobre todo por su hidalguez: era amable, locuaz y muy culto. Contaba con inigualable precisión las fechas de eventos ocurridos en épocas pasadas y hablaba de la nobleza como si alguna vez hubiera formado parte de ella. Incluso decía también que en una oportunidad compartió con su Santidad el Papa.
EL “CABALLERO DE PARIS” LLEGA A CUBA
El caballero andante que se convirtió en una leyenda habanera José María Lledín, su verdadero nombre. Nació en Fonsagrada, provincia de Lugo, en Galicia, España. Tuvo once hermanos, pero él fue el único que aprendió a leer y a escribir. Entonces dedicó muchísimas horas a completar su educación. Dicen que no pudo concluir sus estudios de Bachillerato, pero siempre prefirió la lectura y la buena música.
Lledín tuvo que viajar hacia La Habana en busca de fortuna y estando aún en su sano juicio trabajó en hoteles tan famosos como el Telégrafo, el Sevilla y el Manhattan.
Muchas historias se tejen alrededor de la causa de su locura, aunque casi todos los relatos coinciden que el Caballero de Paris perdió el juicio luego de sufrir una injusta prisión en el Castillo del Príncipe en La Habana por un delito que nunca cometió. Cuando salió del encierro dejó de ser José María Lledín y se convirtió en el popular personaje habanero que cambiaba de personalidad.
Casi hasta sus 90 años se le vio por las calles hasta que fue necesario internarlo en el Hospital Psiquiátrico de Mazorra, en las afueras de La Habana para tratar de mejorar su delicado estado mental, diagnosticado como una parafrenia, delirio imaginativo con confabulaciones y un deterioro no significativo de la personalidad.
Por estas y por muchas razones, los cubanos que desandan por las calles de La Habana Vieja siempre lo inmortalizan en una de sus fotografías. Su estatua de bronce, fruto del talento de José Villa Soberón, nos lo revela a las afueras del Convento de San Francisco de Asís, del Centro Histórico, como si todavía estuviera caminando por allí a la espera de un saludo cordial.
“EL CABALLERO DE PARIS”, A LEGENDARY CHARACTER IN THE STREETS OF OLD HAVANA. PHOTOS
José María López Lledín was an elegant homeless man known as El Caballero de París (“The Knight of Paris”) who wandered the streets of Havana, many times between Infanta and San Lázaro, 23 and 12, the Church of Paula, the Paseo del Prado, Avenida del Puerto, or Parque Central.
The Knight of Paris was a cult figure in Havana in the 1940s and 1950s. He was of medium height, hair disheveled with some gray hair, and a beard. He always wore black, with a long coat of the same color, even during the summer. He was carrying a folder full of papers. He was a kind and polite man who roamed the streets and traveled the city by bus, greeting people and talking about philosophy, religion and politics. He never begged or said bad things. In other words, he only accepted money from people he knew or liked.
Known by all Cubans as the Knight of Paris, this unique character never offended or attacked anyone, much less asked for alms, because his nobility of spirit allowed him to.
Sometimes he said he was a gladiator, sometimes a corsair or a king, even an emperor. Always boasting of his great respect for people, whom he liked to approach to give them a flower, one of his dessert spoons or pictures of saints. They say that he stopped the passers-by to recite his beautiful poems and tell one of his quixotic adventures.
For many years he made a living by making small handicrafts that he later sold and sometimes gave away. He always stamped the odd phrase or word on the pencils that he intertwined with beautiful colored threads and then gave them as gifts.
He stood out for many things, but above all for his chivalry: he was kind, talkative and very cultured. He counted with unrivaled precision the dates of events that occurred in the past and spoke of the nobility as if he had once been a part of it. He even said that on one occasion he shared with the Holiness of him the Pope.
THE “KNIGHT OF PARIS” ARRIVES IN CUBA
The knight errant who became a Havana legend José María Lledín, his real name. He was born in Fonsagrada, Lugo province, in Galicia, Spain. He had eleven siblings, but he was the only one who learned to read and write. He then dedicated many hours to complete his education. They say that he could not finish his high school studies, but he always preferred reading and good music.
Lledín had to travel to Havana in search of fortune and while still in his right mind he worked in such famous hotels as the Telegraph, the Seville, and the Manhattan.
Many stories are woven around the cause of his madness, although almost all accounts coincide that the Knight of Paris lost his trial after suffering an unjust prison in the Castillo del Príncipe in Havana for a crime that he never committed. When he came out of the confinement, he stopped being José María Lledín and became the popular Havana character who changed his personality.
Almost until his 90 years, he was seen on the streets until it was necessary to admit him to the Mazorra Psychiatric Hospital, on the outskirts of Havana to try to improve his delicate mental state, diagnosed as paraphrenia, imaginative delusion with conspiracies and deterioration not significant of the personality.
For these and for many reasons, Cubans who wander the streets of Old Havana always immortalize him in one of his photographs. His bronze statue, the fruit of José Villa Soberón’s talent, reveals him to us outside the Convent of San Francisco de Asís, in the Historic Center, as if he were still walking there waiting for a cordial greeting.
Agencies/ Rad.Enciclopedia/ Ruth Falcón /Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.