ERNESTO LECUONA, SU VIDA Y SU GRANDEZA MUSICAL EN LAS OPINIONES DE SUS CONTEMPORÁNEOS. VIDEOS.
Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona Casado fue una gloria de Cuba como compositor y como pianista. Es considerado un músico excepcional y el compositor cubano más prolífico y difundido en el mundo, no sólo por la cantidad de obras preparadas, sino además por su calidad.
No hay nada como una canción de Lecuona y el compositor escribió 406 de ellas.
Música para piano de Lecuona es un importante y muy significativa contribución a la música del siglo 20 . En total, el compositor escribió 176 obras para piano solo . Entre las más famosas son las seis que componen la Suite de Andalucía .
Ernesto Lecuona nació en el municipio Guanabacoa, Ciudad de La Habana, el 6 de agosto de 1895.
Inició sus estudios con su hermana la pianista y compositora Ernestina Lecuona. En 1904 ingresa en el Conservatorio Carlos Alfredo Peyrellade, donde además del piano, estudió solfeo con Rafael Carrera; posteriormente recibió clases de piano de Antonio Saavedra –discípulo de Ignacio Cervantes— y de Joaquín Nin Castellanos; más tarde, en el Conservatorio Hubert de Blanck, sería alumno de este pianista y compositor de origen holandés, con el que concluyó sus estudios en 1913.
CARRERA ARTISTICA…
En 1909 comenzó a trabajar como pianista en los cines Fedora, Parisién, Norma y Turín; en 1912 ingresó en la compañía de Arquímedes Pous, que actuaba en el Politeama; ese mismo año compuso y estrenó La comparsa; es decir, un año antes de graduarse.
SEGÚN JESÚS GÓMEZ CAIRO, esta obra: «es reveladora del genio de su autor, de su condición de compositor nato y de cuáles eran las primicias que devinieron los fundamentos de su pensamiento musical». Y en otra parte agrega: «Y es que Ernesto Lecuona supo desde muy temprano intuir y fijar estructuras de lenguaje, así como desarrollar toda una sintaxis musical que le sirvió de código a los contenidos expresivos de sus obras. En esas estructuras de lenguaje musical, se integran los factores de la tradición —que Lecuona había asimilado mediante una percepción sumamente desarrollada—, con la real inventiva e imaginación propias, desarrolladas a través del estudio interpretativo de la música y la práctica composicional, que ejerció desde adolescente, con extraordinarias facultades. La Comparsa es una muestra de ello.»
Concluye Gómez Cairo: «Desde el punto de vista ideotemático, La Comparsa pudiera ser ubicada rápidamente en un tipo de música descriptiva y programática. Lo primero porque evoca las imágenes de una comparsa del carnaval habanero y lo segundo, porque esa comparsa carnavalesca es percibida por el oyente, en su verdadero carácter de baile traslaticio; es decir, se escucha la comparsa, cómo surge desde la lejanía, se desplaza y acerca hasta el momento climático en que se encuentra justo a nuestro lado y continúa su paso para irse alejando en la distancia y desaparecer. Nada puede haber más simple; casi simplón e ingenuo. ¿En qué estriba entonces tanta estimación por esa obra? La Comparsa responde efectivamente a un programa brillantemente trazado por el autor, que es el verdadero esquema de la forma en la obra y, a la vez, uno de sus principales recursos de expresión semántica. Es decir, el factor desencadenante de la estructura en este caso, es el diseño que describen los parámetros dinámico y tímbrico en las coordenadas espacio-tiempo y su correlación con la forma binaria de la danza.»
En 1916 obtuvo una beca para estudiar en Estados Unidos, donde recibió clases magistrales de Ernesto Berumen, e hizo su primera presentación en el Aeolian Hall, y en los teatros Capitol y Rialto. Este fue el inicio de su carrera internacional, de allí regresó a Cuba.
En 1918 fundó, junto al compositor José Mauri Esteve, el Instituto Musical de La Habana.
Según JOSÉ PIÑEIRO DÍAZ: «El teatro lírico atrae a Lecuona, y la revista, el sainete y la zarzuela tuvieron en él un inspirado cultivador. Su primera obra, Domingo de piñata, fue estrenada en el teatro Martí en 1919 y marcó un hito en la historia de ese coliseo, al alcanzar cerca de doscientas representaciones; también consagró a Lecuona como un inspirado compositor de fácil vena melódica […].»
De este período datan sus primeras obras con textos de Gustavo Sánchez Galarraga, de quien diría años después, según GUILLERMO VILLARRONDA:
«Gustavo y yo éramos el complemento, la síntesis, el resumen del entusiasmo. Ello nos dio la oportunidad de identificarnos íntimamente. Empezamos componiendo canciones, después emprendimos nuestra labor mejor: la zarzuela.»
En 1922, Lecuona, junto a Gonzalo Roig, César Pérez Sentenat, Joaquín Molina Torre, Virgilio Diago y David Rendón, fundó la Orquesta Sinfónica de La Habana, la cual ofreció su concierto inaugural el 29 de octubre de ese año, en el que Lecuona actuó como pianista solista, con el Concierto núm. 2, en sol menor, op. 32 para piano y orquesta, del compositor francés Camilo Saint-Saëns, bajo la dirección de Gonzalo Roig.
En 1923 Ernesto Lecuona organiza y dirige en los teatros Payret y Nacional, los Conciertos Típicos Cubanos, en los que se ofrecieron obras de compositores cubanos contemporáneos, y en los que actuaron, entre otros, Caridad Suárez, María Fantoli, María Ruiz,Luisa María Morales, Carmen Burguette, Dora O’Seil, Hortensia Coalla, Nena Planas, Tomasita Núñez, Rita Montaner, Alberto Márquez, Gustavo Carrasco y René Cabell. Ese mismo año realizó una gira por Nueva York y Puerto Rico.
En 1924 lo hace a España, donde se presentó como pianista acompañante de la violinista Martha de la Torre, en el teatro Apolo de Madrid; además estrenó las revistas musicales Radiomanía, La revista del Eslava y Levántate y anda, después, regresó a Cuba. El 29 de septiembre de 1927, Lecuona estrenó en el teatro Regina (más tarde cine Jigüe), Niña Rita o La Habana de 1830, con libreto de Riancho y Castells, con música de Eliseo Grenet y Lecuona, y La tierra de Venus, con libreto de Carlos Primelles. En Niña Rita, hizo su debut Rita Montaner en el personaje del negrito calesero, e interpretó ¡Ay, mamá Inés!, de Grenet, y Canto siboney, de Lecuona.
Sobre este período creador de Lecuona, dice Piñeiro Díaz: «…En esta nueva etapa de su carrera de compositor escénico, Lecuona exige condiciones vocales a los cantantes y emplea un tratamiento y desarrollo orquestal más amplios. La partitura deja de ser una mera sucesión de canciones simples, para dar paso a dúos, tríos, concertantes y la inclusión de la masa coral.»
En 1928 Lecuona viaja a París, donde se presentó en las salas Gaveau y Pleyel, con la presencia entre el público de los cubanos Joaquín Nin Castellanos, Alejo Carpentier, y de personalidades del mundo cultural parisiense, como Alfred Cortot, Edgar Varèse, Marius François Gaillard, Maurice Ravel, Joaquín Turina y José Iturbe.
Lecuona realizó otras importantes giras por el extranjero; así, en 1930 viajó a Panamá y Costa Rica; en 1931 va por vez primera a México y Hollywood, Los Ángeles, Estados Unidos, contratado por la Metro Goldwyn Mayer, para musicalizar el filme The cuba song con el tema El manisero, el mismo fue también interpretado por Rita Montaner en la película El romance del palmar (1938), con los músicos de la orquesta Hermanos Palau, y los cantantes Carmen Burguette, Sol Pinelli y Armando Mario. En esta ocasión, Lecuona interpretó en el Hollywood Bowl, Rhapsody in Blue, del compositor norteamericano George Gershwin, quien estuvo presente en este concierto. En 1932 viajó con María Fantoli a España, y en 1934, con su compañía lírica, a México, donde estrenó el 22 de marzo en el teatro Felipe Carrillo Puerto, de Veracruz, Julián el Gallo, con libreto de Sánchez Galarraga.
El musicólogo español ADOLFO SALAZAR, escribió en 1932: «En Ernesto Lecuona, en efecto, se une un intenso amor a la canción criolla, a la música de rico pasado nacional, con un palpitante interés por los ritmos netamente cubanos, o mejor dicho, afrocubanos, según gustan denominarlos los intelectuales del país. Su técnica, enseguida, es una oportuna combinación de lo tradicional (pues no podría tratarse de otro modo lo criollo) con lo más netamente moderno (y no podría tratarse lo afrocubano sin este concepto avanzado), mientras que el resultado final de su arte, lo que Lecuona consigue, es un tipo de obra que participa de lo popular y del arte de concierto en hábil proporción. Una música que no es estrictamente folklorista, pero que se basa en lo popular para confeccionarla en una forma de general alcance, no limitada al estrecho círculo de las modernidades a todo trance, sino que busca un ancho círculo de auditores, es decir, una música que parte de lo popular, busca lo popular y sabe guardarse de caer en lo populachero. No difícil; sin embargo, distinguida. No popularista; sin embargo, fácilmente accesible.»
Lola Cruz, con libreto de Sánchez Galarraga, es estrenada el 13 de septiembre de 1935 en el teatro Auditorium (hoy Teatro Auditorium Amadeo Roldán), en la que debuta en el ámbito teatral Esther Borja, con el tenor cómico Pedrito Hernández. Este mismo año, Lecuona fundó la Orquesta de La Habana, con Virgilio Diago, Catalino Arjona y David Rendón, violinistas; Roberto Ondina, flauta; Modesto Bravo, clarinete, Ignacio Villa (Bola de Nieve) y David Rendón, hijo, pianistas.
En 1936 realiza su primera gira a Argentina, en compañía de Ernestina Lecuona Casado, Esther Borja y Bola de Nieve, visita que repitió en 1937, 1938 y 1940. En 1938 visita Perú y Chile, y ese mismo, año, participa en Argentina, junto a Esther Borja y Bola de Nieve, en el filme Adiós, Buenos Aires.
Sus relaciones con numerosos artistas extranjeros, permitieron a Lecuona traer a Cuba a algunos de los más destacados del momento, Pedro Vargas, José Mojica, Margarita Cueto, Azucena Maizani, Carmen Torres, Charlo y Eugenia Zuffoli.
El 10 de octubre de 1943, Lecuona estrenó en el Carnegie Hall de Nueva York, Rapsodia negra, bajo la dirección de Gonzalo Roig y Carmelina Delfín como pianista; en este programa actuaron, además, Esther Borja, Carolina Segrera, Luisa María Morales, cantantes, y Ernestina Lecuona, pianista acompañante.
Hacia la década del 50, visitó Saint Thomas, Islas Vírgenes, Casablanca, Marruecos, Islas Madeira, Madrid, donde cumplió un contrato durante varios meses.
ERNESTO LECUONA REGRESA A CUBA…
El 23 de enero de 1959, Lecuona volvió para Cuba, donde ofreció un espectáculo en el Stadium Universitario, con un elenco artístico integrado por María de los Ángeles Santana, Zoraida Beato, Miguel D’Grandy, Gladys Puig, Pedrito Fernández, Mimí Cal, Leopoldo Fernández, Margot Tarraza y Ángel Vilches. En el teatro Auditorium presentó María la O, El batey y La flor del sitio.
El 6 de enero de 1960, Lecuona viajó a Nueva York, y de ahí a España, donde, ya enfermo, se radicó definitivamente.
Un compositor prolífico teatro , escribió zarzuelas , operetas, críticas de teatro , ballets y una ópera. Hoy en día, se le recuerda principalmente por sus grandes zarzuelas . Los más famosos , todavía se realizan , son María La O , El Cafetal , y Rosa La China . Obra más ambiciosa de los teatros de Lecuona era la ópera, El Sombrero de Yarey , que trabajó en él durante varios años, pero , hasta la fecha, continúe pendiente . Una razón para esto , por desgracia , es que gran parte de la ópera se ha perdido y sólo partes permanecerán , la partitura completa no ha sido visto desde la muerte del compositor en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife el 29 de noviembre de 1963 como consecuencia de un ataque de asma, un trastorno por el que había sufrido toda su vida.
Fue enterrado en el Cementerio Puerta del Cielo en Hawthorne, Nueva York, pero su voluntad instruye que sus restos sean repatriados una vez que el régimen actual siga su curso. Una gran parte de la música de Lecuona fue presentada por primera vez al público estadounidense masivo por Desi Arnaz, un compañero de Cuba y esposo de Lucille Ball.
ERNESTO LECUONA, HIS LIFE, AND MUSICAL GREATNESS IN THE OPINIONS OF HIS CONTEMPORARY PEOPLE. PHOTOS.
Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona Casado was a glory of Cuba as a composer and as a pianist. He is considered an exceptional musician and the most popular Cuban composer in the world, not only because of the number of works prepared but also because of his quality.
There is nothing like a Lecuona song and the composer wrote 406 of them.
Lecuona’s piano music is an important and highly significant contribution to 20th-century music. In total, the composer wrote 176 works for solo piano. Among the most famous are the six that make up the Andalusian Suite.
Ernesto Lecuona was born in the Guanabacoa municipality, City of Havana, on August 6, 1895.
He began his studies with his sister, the pianist and composer Ernestina Lecuona. In 1904 he entered the Carlos Alfredo Peyrellade Conservatory, where in addition to the piano, he studied music theory with Rafael Carrera; later he received piano lessons from Antonio Saavedra – a disciple of Ignacio Cervantes – and from Joaquín Nin Castellanos; Later, at the Hubert de Blanck Conservatory, he would be a student of this Dutch-born pianist and composer, with whom he concluded his studies in 1913.
ARTISTIC CAREER…
In 1909 he began to work as a pianist in the Fedora, Parisien, Norma, and Turin theaters; in 1912 he joined the Archimedes Pous company, which performed at the Politeama; that same year he composed and premiered La comparsa; that is, one year before graduation.
ACCORDING TO JESÚS GÓMEZ CAIRO, this work: «reveals the genius of its author, his condition as a born composer and what were the first fruits that became the foundations of his musical thought». And elsewhere he adds: «Ernesto Lecuona knew from very early on to intuit and fix language structures, as well as to develop an entire musical syntax that served as a code for the expressive contents of his works. In these structures of musical language, the factors of tradition are integrated —which Lecuona had assimilated through a highly developed perception—, with his own real inventiveness and imagination, developed through the interpretive study of music and compositional practice, which he exercised since adolescence, with extraordinary faculties. The Comparsa is an example of this.”
Gómez Cairo concludes: «From the ideological point of view, La Comparsa could be quickly located in a descriptive and programmatic type of music. The first because it evokes the images of a habanero carnival comparsa and the second because that carnivalesque comparsa is perceived by the listener, in its true character of traslaticio dance; that is to say, the comparison is heard, how it emerges from afar, moves and approaches until the climactic moment in which it is right next to us and continues its pace to go away in the distance and disappear. Nothing can be simpler; almost simpleton and naive. In what then lies so much esteem for that work? La Comparsa responds effectively to a program brilliantly outlined by the author, which is the true scheme of the form in the work and, at the same time, one of the main resources of its semantic expression of it. In other words, the triggering factor of the structure, in this case, is the design described by the dynamic and timbre parameters in space-time coordinates and their correlation with the binary form of the dance.»
In 1916 he obtained a scholarship to study in the United States, where he received master classes from Ernesto Berumen, and made his first appearance at Aeolian Hall, and at the Capitol and Rialto theatres. This was the beginning of his international career, and from there he returned to Cuba.
In 1918 he founded, together with the composer José Mauri Esteve, the Musical Institute of Havana.
According to JOSÉ PIÑEIRO DÍAZ: «The lyrical theater attracts Lecuona, and the magazine, the senate, and the zarzuela had in him an inspired cultivator. His first work, Domingo de piñata, premiered at the Martí theater in 1919 and marked a milestone in the history of that coliseum, reaching nearly two hundred performances; it also consecrated Lecuona as an inspired composer with an easy melodic vein […].»
From this period date his first works with texts by Gustavo Sánchez Galarraga, of whom he would say years later, according to GUILLERMO VILLARRONDA: «Gustavo and I were the complements, the synthesis, the summary of the enthusiasm. This gave us the opportunity to identify intimately. We began by composing songs, then we undertook our best work: the zarzuela.»
In 1922, Lecuona, together with Gonzalo Roig, César Pérez Sentenat, Joaquín Molina Torre, Virgilio Diago, and David Rendón, founded the Havana Symphony Orchestra, which offered its inaugural concert on October 29 of that year, on which Lecuona he performed as a solo pianist, with the Concerto no. 2, in G minor, Op. 32 for piano and orchestra, by the French composer Camilo Saint-Saëns, conducted by Gonzalo Roig.
In 1923 Ernesto Lecuona organizes and directs the Typical Cuban Concerts at the Payret and Nacional theaters, in which works by contemporary Cuban composers were offered, and in which Caridad Suárez, María Fantoli, María Ruiz, Luisa María performed, among others. Morales, Carmen Burguette, Dora O’Seil, Hortensia Coalla, Nena Planas, Tomasita Núñez, Rita Montaner, Alberto Márquez, Gustavo Carrasco and René Cabell. That same year he toured New York and Puerto Rico.
In 1924 he went to Spain, where he appeared as a pianist accompanying the violinist Martha de la Torre, at the Apolo theater in Madrid; He also premiered the musical magazines Radiomanía, La Revista del Eslava and Levántate y and, later, he returned to Cuba. On September 29, 1927, Lecuona premiered at the Regina theater (later Jigüe cinema), Niña Rita o La Habana de 1830, with a libretto by Riancho y Castells, with music by Eliseo Grenet y Lecuona, and La Tierra de Venus, with Libretto by Carlos Primelles. In Niña Rita, Rita Montaner made her debut in the character of the black calesero, and performed ¡Ay, madre Inés!, by Grenet, and Canto Siboney, by Lecuona.
About this creative period of Lecuona, Piñeiro Díaz says: «…In this new stage of his career as a stage composer, Lecuona demands vocal conditions from the singers and uses a broader orchestral treatment and development. The score is no longer a mere succession of simple songs, to give way to duets, trios, concertantes and the inclusion of the choral mass.»
In 1928 Lecuona traveled to Paris, where he appeared in the Gaveau and Pleyel halls, with the presence of Cubans Joaquín Nin Castellanos, Alejo Carpentier, and personalities from the Parisian cultural world, such as Alfred Cortot, Edgar Varèse, Marius François. Gaillard, Maurice Ravel, Joaquín Turina, and José Iturbe.
Lecuona made other important tours abroad; thus, in 1930 he traveled to Panama and Costa Rica; In 1931 he went for the first time to Mexico and Hollywood, Los Angeles, United States, hired by Metro Goldwyn Mayer, to musicalize the film The Cuba Song with the theme El manifesto, the same was also performed by Rita Montaner in the film El romance del palmar (1938), with the musicians of the Hermanos Palau orchestra, and the singers Carmen Burguette, Sol Pinelli and Armando Mario. On this occasion, Lecuona performed at the Hollywood Bowl, Rhapsody in Blue, by American composer George Gershwin, who was present at this concert. In 1932 he traveled with María Fantoli to Spain, and in 1934, with his lyrical company, to Mexico, where he premiered on March 22 at the Felipe Carrillo Puerto theater in Veracruz, Julián el Gallo, with a libretto by Sánchez Galarraga.
The Spanish musicologist ADOLFO SALAZAR wrote in 1932: «In Ernesto Lecuona, in effect, intense love for the Creole song, for music with a rich national past, is combined with a throbbing interest in purely Cuban rhythms, or rather, Afro-Cubans, as the country’s intellectuals like to call them. His technique, immediately, is a timely combination of the traditional (because the Creole could not be treated in any other way) with the most clearly modern (and the Afro-Cuban could not be treated without this advanced concept), while the final result of his art, what Lecuona achieves is a type of work that participates in the popular and concert art in skillful proportion. Music that is not strictly folklorist, but that is based on the popular to make it in a general way, not limited to the narrow circle of modernities at all costs, but rather seeks a wide circle of listeners, that is, music that starts from the popular, seeks the popular and knows how to guard against falling into the populace. Not difficult; yet distinguished. not popular; yet easily accessible.”
Lola Cruz, with a libretto by Sánchez Galarraga, premiered on September 13, 1935, at the Auditorium Theater (today Amadeo Roldán Auditorium Theater), in which Esther Borja made her theater debut with the comic tenor Pedrito Hernández. This same year, Lecuona founded the Orchestra of Havana, with Virgilio Diago, Catalino Arjona, and David Rendón, violinists; Roberto Ondina, flute; Modesto Bravo, clarinet, Ignacio Villa (Bola de Nieve) and David Rendón, son, pianists.
In 1936 he made his first tour of Argentina, in the company of Ernestina Lecuona Casado, Esther Borja, and Bola de Nieve, a visit he repeated in 1937, 1938, and 1940. In 1938 he visited Peru and Chile, and that same year he participated in Argentina, Along with Esther Borja and Bola de Nieve, in the film Goodbye, Buenos Aires.
His relationships with numerous foreign artists allowed Lecuona to bring to Cuba some of the most outstanding of the moment, Pedro Vargas, José Mojica, Margarita Cueto, Azucena Maizani, Carmen Torres, Charlo, and Eugenia Zuffoli.
On October 10, 1943, Lecuona premiered Rhapsody black at New York’s Carnegie Hall, under the direction of Gonzalo Roig and Carmelina Delfín as a pianist; Also performing in this program were Esther Borja, Carolina Segrera, Luisa María Morales, singers, and Ernestina Lecuona, accompanying pianist.
Around the ’50s, she visited Saint Thomas, Virgin Islands, Casablanca, Morocco, Madeira Islands, and Madrid, where she fulfilled a contract for several months.
ERNESTO LECUONA RETURNS TO CUBA…
On January 23, 1959, Lecuona returned to Cuba, where he offered a show at the University Stadium, with an artistic cast made up of María de Los Ángeles Santana, Zoraida Beato, Miguel D’Grandy, Gladys Puig, Pedrito Fernández, Mimí Cal, Leopoldo Fernández, Margot Terraza and Ángel Vilches. At the Auditorium theater, he presented María la O, El Batey, and La flor del sitio.
On January 6, 1960, Lecuona traveled to New York, and from there to Spain, where he, already ill, settled permanently.
A prolific theater composer, he wrote zarzuelas, operettas, theater reviews, ballets, and an opera. Today, he is mainly remembered for his great zarzuelas. The most famous, still performed, are María La O, El Cafetal, and Rosa La China. The most ambitious work of the theaters of Lecuona was the opera, El Sombrero de Yarey, which he worked on for several years, but, to date, is still pending. One reason for this, unfortunately, is that much of the opera has been lost and only parts will remain, the full score has not been seen since the composer’s death in the city of Santa Cruz de Tenerife on November 29, 1963, as a consequence of an asthma attack, a disorder from which he had suffered all his life.
He was buried at Heaven’s Gate Cemetery in Hawthorne, New York, but his will directs that his remains be repatriated once the current regime runs its course. Much of Lecuona’s music was first introduced to mass American audiences by Desi Arnaz, a fellow Cuban and husband of Lucille Ball.
Agencies/ WIki/ Ecured/ Ernesto LecuonaBio./ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.