LOS MANGOS DE CUBA Y SUS VERDADEROS ORÍGENES ENVUELTOS EN LA LEYENDA. PHOTOS
Los cubanos amamos el mango: nos gusta en jugos, en dulce o simplemente, morder la fruta al natural. Es nuestro favorito.
Este árbol es originario de Asia y no llegó a Cuba hasta finales del siglo XVIII. En la India el mango es muy venerado. Es por ello que se le considera una transformación de “Prajapati, Señor de las Criaturas”, deidad que preside la procreación. En la cultura occidental esta fruta también está vinculada a mitos y leyendas.
EL MANGO LLEGA A CUBA
Cuenta el sabio Antonio Bachiller y Morales que las tres primeras semillas llegaron en 1782, introducidas por Felipe Alwood quien las sembró en unas estancias que poseía en extramuros, donde hoy se encuentra la calle Galiano de la Habana.
Ocho años después el primer árbol dio sus primeros cinco frutos y el jardinero que cuidaba de la estancia (que al parecer era bastante vivo) le vendió dos de ellos a un tal Gervasio Rodríguez que poseía un terreno más al norte, por lo que hoy sería la calle San Lázaro, y que los pagó a precio de oro. A partir de ese momento surgieron más y más interesados en cultivar los deliciosos mangos, que se adaptaron muy bien al clima de Cuba y se expandieron de forma extraordinaria por la isla.
MANGOS DEL CANEY ENVUELTOS EN LA LEYENDA
Según cuenta la leyenda, en el año 1902 vivía en las cercanías del Caney, en Oriente un marino español José Burgos quien un día decidió viajar a República Dominicana porque allá vivía su ex-esposa y su hija. La pequeña solo tenía dos años y el padre, deseoso de compartir con ella, le pidió permiso a la madre para que lo dejara llevársela a pasear un rato. La mujer accedió a la petición.
Fue así como la niña vino a parar a Cuba, pues Burgos jamás la devolvió a su hogar. Aquel paseo fue solo el pretexto para secuestrarla y traerla a vivir al mayor archipiélago de las Antillas.
De las tristezas de la pequeña se habla poco en la leyenda. Lo cierto es que la niña fue una de las protagonistas de esta historia, debido a que su madre, al salir de la casa, le echó en una bolsa dos mangos por si el horario de la merienda la sorprendía en la calle.
Y como su hija nunca más regresó a República Dominicana, las semillas de la fruta germinaron en las fértiles tierras de El Caney, donde José Burgos tenía un conuco de su propiedad donde los plantó en su granja en Zacatecas, un pueblo cerca de El Caney.
Además, según otras fuentes, el productor e investigador de mango Rodolfo Borges, que vive en la finca ‘La Dolorita’ en Zacatecas, afirma que el mango de ‘Bizcochuelo’ fue traído de Santo Domingo por su familia a principios del siglo XX y las semillas plantadas en El Caney, donde aún se puede encontrar el árbol de mango más antiguo de esta variedad en Cuba, que tiene más de 100 años.
Segun, citando fuentes periodísticas, Borges (pariente de José Burgos) aseguró que la niña secuestrada llevaba por nombre Constancia, era su tía-abuela y nunca desmintió la leyenda de la cual fue protagonista.
EL RICO MANGO DE BIZCOCHUELO.
Según cuentan, los primeros frutos se dieron en el año 1905 y cinco años después ya tenían cierta fama. De hecho, muchos productores iban hasta allí sólo para adquirir las semillas de la dulcísima fruta.
De acuerdo con los historiadores que han investigado al respecto, en 1918 una científica norteamericana, especialista en suelos, llegó hasta El Caney para comprobar todo lo que se decía sobre la región, conocida también como el Paraíso de las frutas tropicales. Al probar los mangos los comparó con bizcochos y desde entonces, aquella especie se conoce como “Bizcochuelo”.
Un árbol perenne resistente que puede vivir por más de 100 años, el árbol del Bizcochuelo puede alcanzar una altura de hasta 20 m., es de mediano o grande, ovalado o en forma de corazón, pesa 230-402 gramos y tiene carne jugosa, pero no excesivamente jugosa. La carne es de color amarillo dorado, muy dulce pero no enfermiza, y es aromática, por lo que es excelente tanto para la mesa como para elaborar productos procesados, especialmente tajadas y mermeladas. La piel no adquiere un color rojo intenso al madurar y, cuando está madura, la fruta adquiere un color amarillo fino, sutil y siempre apetitoso.
Los cultivos en esta tierra del Caney cerca de Santiago de Cuba aumentaron mucho su fama gracias a una canción escrita por Félix B. Caignet y popularizada por el Trío Matamoros: “…Frutas, quien quiere comprarme frutas, cosechadas en las lomas del Caney. Dulces como miel…”
THE MANGOES OF CUBA AND THEIR TRUE ORIGINS WRAPPED IN THE LEGEND. PHOTOS
We Cubans love mangoes: we like them in juices, sweet or simply, biting the fruit fresh. It is our favourite.
This tree is native to Asia and did not arrive in Cuba until the end of the 18th century. In India, the mango is highly revered. That is why he is considered a transformation of “Prajapati, Lord of Creatures”, a deity who presides over procreation. In western culture this fruit is also linked to myths and legends.
THE MANGOS ARRIVE IN CUBA
The wise Antonio Bachiller y Morales tells that the first three seeds arrived in 1782, introduced by Felipe Alwood who sowed them in some ranches that he owned outside the walls, where Galiano Street is today in Havana.
Eight years later, the first tree gave its first five fruits and the gardener who took care of the ranch (who apparently was quite alive) sold two of them to a certain Gervasio Rodríguez who owned a piece of land further north, for what today would be San Lázaro street, and that he paid for them at the price of gold. From that moment on, more and more people were interested in cultivating the delicious mangoes, which adapted very well to the Cuban climate and expanded in an extraordinary way throughout the island.
MANGOES FROM CANEY WRAPPED IN THE LEGEND
According to legend, in 1902 a Spanish sailor José Burgos lived near Caney, in Oriente, who one day decided to travel to the Dominican Republic because his ex-wife and his daughter lived there. Her little girl was only two years old and her father, eager to share with her, asked her mother for permission to let him take her for a walk. The woman agreed to the request.
That was how the girl ended up in Cuba, since Burgos never returned her to her home. That trip was just the pretext to kidnap her and bring her to live in the largest archipelago of the Antilles.
Little is said about the sadness of the little girl in the legend. The truth is that the girl was one of the protagonists of this story, because her mother, when she left the house, put two mangoes in a bag in case the snack time surprised her on the street.
And since his daughter never returned to the Dominican Republic, the seeds of the fruit germinated in the fertile lands of El Caney, where José Burgos had a conuco of his own where he planted them on his farm in Zacatecas, a town near El Caney.
In addition, according to other sources, the mango producer and researcher Rodolfo Borges, who lives on the “La Dolorita” farm in Zacatecas, affirms that the “Bizcochuelo” mango was brought from Santo Domingo by his family at the beginning of the 20th century and the seeds planted in El Caney, where you can still find the oldest mango tree of this variety in Cuba, which is more than 100 years old.
According to, citing journalistic sources, Borges (a relative of José Burgos) assured that the kidnapped girl was named Constancia, was her great-aunt and never denied the legend of which she was the protagonist.
THE RICO MANGO OF BIZCOCHUELO.
According to what they say, the first fruits were produced in 1905 and five years later they already had a certain fame. In fact, many producers went there just to buy the seeds of the sweetest fruit.
According to historians who have investigated the matter, in 1918 an American scientist, a soil specialist, came to El Caney to verify everything that was said about the region, also known as the Paradise of tropical fruits. When she tasted the mangoes, she compared them to biscuits and since then, that species has been known as “Bizcochuelo”.
A hardy evergreen that can live for more than 100 years, the Bizcochuelo tree can reach a height of up to 20m, is medium to large, oval or heart-shaped, weighs 230-402 grams and has juicy flesh, but not excessively juicy. The flesh is golden yellow in color, very sweet but not unhealthy, and it is aromatic, making it excellent both for the table and for making processed products, especially slices and jams. The skin does not turn a deep red color when ripe and, when ripe, the fruit turns a fine yellow color, subtle and always appetizing.
The crops in this land of Caney near Santiago de Cuba greatly increased their fame thanks to a song written by Félix B. Caignet and popularized by the Matamoros Trio: “…Fruits, who wants to buy me fruits, harvested on the hills of Caney. Sweet as honey…”
Agencies/ Radio Enciclop/ Laura Barrera/ MangosCubanos/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.