CASABLANCA, LA HABANA, DONDE EL CRISTO, “CHE” GUEVARA, TURISTAS Y NIÑOS MENDIGOS SE JUNTAN. PHOTOS
Casas destartaladas, pobreza infinita, asaltos, así se ve este barrio de La Habana abandonado a su suerte. Contra viento y marea, el caserío se mantiene en pie, pero es uno de los lugares más ásperos de la capital.
Para los habaneros, Casablanca no remite a la impoluta residencia del presidente de Estados Unidos ni a la película de los años 40, sino al enclenque barrio costero al otro lado de la bahía. Ni la bien pintada casa de Che Guevara –atracción para turistas– ni la fortaleza colonial de La Cabaña han logrado dar vida al lugar, donde la pobreza de La Habana se muestra rotunda y sin maquillajes a los visitantes.
En la loma donde está construido el poblado –perteneciente al municipio de Regla– se batieron alguna vez los españoles contra los ingleses. La cuesta se hizo célebre siglos después, en 1959, con los fusilamientos en masa del “carnicero” Guevara. La silueta de La Habana desde Casablanca, el aire de mar y el tortuoso camino hasta el castillo fueron, muchas veces, las últimas sensaciones de los condenados a muerte.
UNO DE LOS LUGARES MÁS ÁSPEROS
Contra viento y marea, el caserío se mantiene en pie, pero es uno de los lugares más ásperos de la capital. El salitre y el paso del tiempo han sido implacables con las construcciones de Casablanca. Las que mejor se conservan son el templo católico y la pequeña logia Antonio Govín, dedicada al masón criollo que defendió el liberalismo en la Isla, durante el siglo XIX.
Entre puntales, paredes a medio hacer y postes caídos, el resto de las casas resiste mal los embates del tiempo. Para llegar a los edificios más recientes –casas hechas de cualquier manera, sobre la loma– hay que esquivar las ruinas de los más antiguos, sumidos en la vegetación y la basura.
No hay nadie en las calles y los vehículos que se dirigen a la zona turísticas circunvalan el pueblo. Solo un anciano escarba la basura, pero esa escena no es privativa de Casablanca: cualquier vertedero de La Habana tiene sus “buzos”. Tampoco hay nadie esperando por el tren en la estación, completamente clausurada. El abandono es tal que la línea del ferrocarril apenas se distingue por encima del pavimento.
Por los portales de Casablanca tampoco pasean perros o gatos. Los únicos que interpelan al visitante son los niños. Curtidos por la miseria y sin apenas timidez, repiten una fórmula cuando ven a un turista: “Dame un candy, anda. Dame un dólar”. Si alguien saca un billete de su bolsillo, aparecerán más niños, igual de pobres y desgarbados, exigiendo lo suyo.
AÚN EL CRISTO DE PIE
Lo único realmente resplandeciente en el pueblo es el Cristo de Jilma Madera, que sobresale detrás de los tejados. “Sobre el horizonte de La Habana, el Cristo nos protege”, dice en tono beato la enciclopedia oficialista Ecured. La frase suena a sarcasmo para quien transita el escabroso camino que lleva a la cima de la loma.
Tampoco hay nadie esperando por el tren en la estación, completamente clausurada. El abandono es tal que la línea del ferrocarril apenas se distingue por encima del pavimento
Inaugurado la navidad de 1958, el Cristo trajo mala suerte –dice la leyenda– a Fulgencio Batista, y nunca fue del agrado de Fidel Castro, de quien se especula que intentó retirarlo en más de una ocasión. A los pies de la escultura también se arremolinan los niños mendigos, que no son los únicos que prestan atención a cualquier descuido de los visitantes, no importa si es nacional o extranjero.
La loma del Cristo es célebre por los asaltos. No han sido pocos los que, en un abrir y cerrar de ojos, se han visto despojados de cámaras, carteras y cualquier otro objeto a mano por un velocísimo ladrón habanero. La ruta de escape –protegida por la maleza a ambos lados del camino– está más que calculada: una entrada poco conocida de La Cabaña es el escondite perfecto para los maleantes en fuga, previo acuerdo con los reclutas del Servicio Militar que vigilan la fortaleza.
Aún así, los turistas prefieren tomar sus selfis cerca de las sandalias del Cristo y no en la siniestra residencia del “guerrillero heroico”, vecino de la estatua. Como una amenaza, que no es difícil dar por cumplida ante los destartalados caserones de Casablanca, una frase de Castro adorna una pared: “Una revolución es más poderosa que la naturaleza”.
CASABLANCA, HAVANA, WHERE THE CHRIST, “CHE” GUEVARA, TOURISTS AND BEGGAR CHILDREN GET TOGETHER. PHOTOS
Dilapidated houses, infinite poverty, assaults, this is what this neighborhood of Havana looks like, abandoned to its fate. Against all odds, the hamlet remains standing, but it is one of the harshest places in the capital.
For Havana residents, Casablanca does not refer to the pristine residence of the president of the United States or to the film from the 1940s, but to the weak coastal neighborhood on the other side of the bay. Neither the well-painted Che Guevara house – an attraction for tourists – nor the colonial fortress of La Cabaña have managed to give life to the place, where the poverty of Havana is shown clearly and without make-up to visitors.
On the hill where the town is built – belonging to the municipality of Regla – the Spanish once fought against the English. The slope became famous centuries later, in 1959, with the mass shootings of the “butcher” Guevara. The silhouette of Havana from Casablanca, the sea air and the tortuous path to the castle were, many times, the last sensations of those condemned to death.
A FARMHOUSE STILL STANDING
Against all odds, the hamlet remains standing, but it is one of the harshest places in the capital. The saltpeter and the passage of time have been relentless with the constructions of Casablanca. The best preserved are the Catholic temple and the small Antonio Govín lodge, dedicated to the Creole Freemason who defended liberalism on the Island during the 19th century.
Against all odds, the hamlet remains standing, but it is one of the harshest places in the capital
Between props, half-finished walls and fallen posts, the rest of the houses do not resist the onslaught of time. To get to the most recent buildings – houses made in any way, on the hill – you have to avoid the ruins of the oldest ones, immersed in vegetation and garbage.
There is no one on the streets and the vehicles heading to the tourist area circle the town. Only an old man digs through the garbage, but that scene is not unique to Casablanca: any landfill in Havana has its “divers.” There is also no one waiting for the train at the station, which is completely closed. The abandonment is such that the railway line is barely visible above the pavement.
Dogs or cats do not walk through the portals of Casablanca either. The only ones who question the visitor are the children. Weathered by misery and hardly shy, they repeat a formula when they see a tourist: “Give me a candy, come on. Give me a dollar.” If someone takes a bill out of his pocket, more children will appear, just as poor and lanky, demanding theirs.
STILL THE CHRIST STANDING
The only really resplendent thing in the town is Jilma Madera’s Christ, which stands out from behind the roofs. “On the horizon of Havana, Christ protects us,” says the official Ecured encyclopedia in a pious tone. The phrase sounds like sarcasm to those who travel the rugged path that leads to the top of the hill.
There is also no one waiting for the train at the station, which is completely closed. The abandonment is such that the railway line is barely visible above the pavement
Inaugurated on Christmas 1958, the Christ brought bad luck – legend says – to Fulgencio Batista, and was never liked by Fidel Castro, who is speculated to have tried to remove it on more than one occasion. Beggar children also gather at the foot of the sculpture, and they are not the only ones who pay attention to any carelessness of visitors, no matter if it is national or foreign.
The Loma del Cristo is famous for assaults. There have been many who, in the blink of an eye, have seen themselves stripped of cameras, wallets and any other object at hand by a very fast Havana thief. The escape route – protected by the undergrowth on both sides of the road – is more than calculated: a little-known entrance to La Cabaña is the perfect hiding place for criminals on the run, after prior agreement with the Military Service recruits who guard the fortress.
Even so, tourists prefer to take their selfies near the sandals of Christ and not in the sinister residence of the “heroic guerrilla”, the statue’s neighbor. As a threat, which is not difficult to consider fulfilled in front of the dilapidated mansions of Casablanca, a phrase from Castro adorns a wall: “A revolution is more powerful than nature.”
Agencies/ Wiki/ 14yMedio/ Juan D. Rodríguez/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.