EL BARRIO CHINO DE LA HABANA, EN DECADENCIA COMO EL RESTO DEL PAIS, ENTRA EN EL AÑO DEL DRAGÓN. PHOTOS.
Hoy nada escapa de los derrumbes, las fachadas descoloridas y la decadencia de toda la ciudad. Poco de chino le queda al que fue uno de los enclaves asiáticos más importantes de la región.
El barrio chino de La Habana en Cuba, esta conformando en lo que fue uno de los más antiguos y más grandes Chinatowns de América Latina. Llegó a ser considerado como el segundo más importante del mundo, tras el de San Francisco en California, Estados Unidos. Sus pequeñas tiendas de abarrotes y restaurantes tuvieron su origen en la acumulación de dinero que sus dueños lograron durante sus años como trabajadores contratados. Los primeros negocios de propiedad china se abrieron en 1858.
LO QUE QUEDA DEL BARRIO CHINO
La estatua de Confucio en el Barrio Chino de La Habana no comenzó con pie derecho el Año del Dragón. En los bancos del parque dedicado al sabio recalaron la mañana de este sábado un mendigo, una mujer que intentaba conectar su celular con el “más allá” pese a los obstáculos de la WiFi Etecsa y un borracho que –quizás por cierto sentido del respeto– no orinó el pedestal del filósofo sino una pared al azar.
Poco de chino le queda al que fue uno de los enclaves asiáticos más importantes de la región, fuente de leyendas y misterios, que alguna vez tuvo la fama de ser uno de los lugares donde mejor se comía en La Habana. Hoy nada escapa de los derrumbes, las fachadas descoloridas y la decadencia que desde hace años caracteriza no solo al barrio, sino a toda la ciudad.
Ahora los restaurantes permanecen vacíos. Los empleados, con desgano y poco éxito, intentan “halar” a potenciales clientes, pero la regla general es un establecimiento vacío, con alguna mosca y poca oferta.
El Barrio Chino tenía cierta atención por parte de la Oficina del Historiador, que nunca logró devolverle su antigua gloria. De los proyectos –a menudo improvisados– y las restauraciones quedan signos, como el emblema del ying y el yang, descascarado en un muro, o los tradicionales farolitos rojos, que cuelgan de algunos aleros.
Entre el omnipresente reguetón y los malos olores, resuena la voz de un vendedor: “¡Hay que reinventarse!”. Las vendutas del Barrio Chino le dan la razón: en lugar de rollos de primavera y pato laqueado hay verduras resecas, alpiste para pájaros y un local que no tiene lo que anuncia con un cartel incandescente: “¡Pollo rico!”
Sin vida ni fiesta, la celebración cubana del Año del Dragón hay que buscarla en otra parte. El monopolio cubano del tabaco, Habanos S.A., anunció esta semana el lanzamiento en Hong Kong del carísimo Montecristo Brillantes, en una celebración presidida por los diplomáticos de la Isla en el país asiático. Con un estuche rojo de lujo, diseñado para tentar a los millonarios de China, el puro del momento no se fumará en el humilde Barrio Chino de La Habana.
LIKE THE REST OF CUBA, HAVANA’S CHINESE NEIGHBORHOOD ENTERS THE YEAR OF THE DRAGON WITHOUT EVENNESS. PHOTOS.
Today nothing escapes the collapses, the discolored facades, and the decay of the entire city. Little Chinese remains in what was one of the most important Asian enclaves in the region.
The Chinatown of Havana in Cuba is what was one of the oldest and largest Chinatowns in Latin America. It came to be considered the second most important in the world, after San Francisco in California, United States. United. Its small grocery stores and restaurants had their origins in the accumulation of money that their owners achieved during their years as contract workers. The first Chinese-owned businesses were opened in 1858.
WHAT REMAINS OF CHINESE TOWN
The statue of Confucius in Havana’s Chinatown did not start the Year of the Dragon on the right foot. This Saturday morning, a beggar, a woman who was trying to connect her cell phone to the “beyond” despite the obstacles of the Etecsa WiFi, and a drunk who – perhaps out of a certain sense of respect – landed on the benches of the park dedicated to the wise man. He did not piss on the philosopher’s pedestal but on a random wall.
Little Chinese remains in what was one of the most important Asian enclaves in the region, a source of legends and mysteries, which once had the reputation of being one of the best places to eat in Havana. Today nothing escapes the collapses, the discolored facades, and the decay that for years has characterized not only the neighborhood, but the entire city.
Now the restaurants remain empty. The employees, with reluctance and little success, try to “pull” potential customers, but the general rule is an empty establishment, with a few flies and little offer.
Chinatown had some attention from the Historian’s Office, which never managed to restore it to its former glory. Signs remain from the projects – often improvised – and the restorations, such as the ying and yang emblem, peeling off a wall, or the traditional red lanterns, which hang from some eaves.
Among the omnipresent reggaeton and bad smells, the voice of a salesman resounds: “We have to reinvent ourselves!” The Chinatown vendors agree: instead of spring rolls and lacquered duck, there are dried vegetables, birdseed, and a place that doesn’t have what it advertises with an incandescent sign: “Delicious chicken!”
Without life or celebration, the Cuban celebration of the Year of the Dragon must be sought elsewhere. The Cuban tobacco monopoly, Habanos S.A., announced this week the launch in Hong Kong of the very expensive Montecristo Brillantes, in a celebration presided over by the island’s diplomats in the Asian country. With a luxurious red case, designed to tempt China’s millionaires, the cigar of the moment will not be smoked in Havana’s humble Chinatown.
Agencies/ Wiki/ 14yMedio/ BarrioChinoHist./ Juan Diego Rodriguez, La Habana/ Extractos/ Excerpts/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.