CUBA HOY: LA PROSTITUCION Masculina, Femenina y Transexual en el Mundo Nocturno de La Habana, Cuba. * CUBA TODAY: MALE AND FEMALE PROSTITUTION AND TRANSSEXUAL IN THE NIGHT WORLD OF HAVANA. PHOTOS.
CUBA HOY: LA PROSTITUCION MASCULINA, FEMENINA Y TRANSEXUAL EN EL MUNDO NOCTURNO DE LA HABANA. PHOTOS.
LA HABANA, CUBA– Medianoche del sábado en La Habana. La clientela del cabaré “Las Vegas”, ubicado en la calle Infanta, fuma y conversa en el umbral bajo dos carteles fosforescentes. Anuncian a Adriana Brawns, una transformista capaz de ofrecer un “show único” y a Doña Margot, “la dueña de la palabra”. Amparado por la poca luz, un joven jinetero intenta cerrar el negocio con un turista: si logra sacarle veinte dólares, la cacería tendrá final feliz.
Las Vegas, donde los turistas buscan el inframundo habanero. Cada ‘cazadora’ tiene su terreno y el respeto se gana a sangre y golpe de ‘galleta’. Los turistas –que ya conocen el santo y seña, y a veces hasta el contacto de los gigolós– se mezclan con los jóvenes cubanos, que se ponen su mejor camisa para sumergirse en Las Vegas.
VISITA AL CABARET “LAS VEGAS” EN LA HABANA.
“Todos van a Las Vegas porque es muy barato”, explica a 14ymedio Yaser, que fue empleado del centro nocturno hasta hace pocos meses. No hay un ambiente más favorable para la prostitución masculina en toda la capital. Su regla de oro es similar a la de la remota ciudad de los casinos: lo que pasa en Las Vegas, allí se queda.
Casi todo el que recala en ese cabaré sabe dónde se mete. Los turistas –que ya conocen el santo y seña, y a veces hasta el contacto de los gigolós– se mezclan con los jóvenes cubanos, que se ponen su mejor camisa para sumergirse en Las Vegas. Si la noche sale bien, dice Yaser, los 300 pesos que hay que pagar por entrar no serán en vano para ninguna de las dos partes.
El inframundo habanero también tiene su lenguaje “alto y claro”, sin sutilezas. Tener sexo es ‘quimbar’ o ‘dar mandarria’. El lugar es rudo. Cada cazadora tiene su terreno –dependiendo de lo que busca el cliente– y el respeto se gana a sangre y golpe de galleta. El inframundo habanero también tiene su lenguaje “alto y claro”, sin sutilezas. Tener sexo es quimbar o dar mandarria. El policía es casi siempre un bugarrón, aunque finja que es un tigre. Para hacerse entender “por las malas” hay que gesticular, gritar y dar palmadas. Pelear es ripearse.
Lo sabe bien un travesti que, en el fragor de una discusión en las inmediaciones de Las Vegas, le espetó a otro que cobraba hasta 15.000 pesos por cada turista con el que se acostaba. El video del enfrentamiento, divulgado en X por el influencer Yanko Mesa, mostraba cuán áspera puede llegar a volverse la noche en la calle Infanta. La solución: uno de los dos tenía que exiliarse de Centro Habana y operar en otra zona.
OTROS PUNTOS DE REUNION EN LA HABANA.
Lo normal, explica Yaser, es que el costo sea mucho más bajo: 20 dólares es el “precio tope”. El campo de acción de quienes van a Las Vegas se extiende a La Potajera, un parque en 25 y O que sirve de base a quienes ejercen la prostitución. Yaser recuerda que una vez llevó a un amigo peruano al cabaré. Le encantó el ambiente, cuenta, aunque fuera “un antro”.
El campo de acción de quienes van a Las Vegas se extiende a La Potajera, un parque en 25 y O que sirve de base a quienes ejercen la prostitución.
“Bailan strippers semidesnudos, hay shows de transformistas, la gente consume drogas, se mete a quimbar en los baños”, enumera. A los extranjeros “les gusta eso: el bajo mundo”, asegura Yaser. “En sus países, muchos extranjeros no pueden ir a estos lugares porque son figuras reconocidas, tienen negocios, y les da miedo que los reconozcan. Aquí son baratos y se sienten libres. Se van a alguna casa y forman hasta orgías. Eso les da morbo y los excita”.
Eso sí, el extranjero suele ir al cabaré con preservativos que trae de sus propios países. A nadie se le ocurriría confiar en lo que tenga a mano la cazadora. Los hay que ni siquiera usan condón, asegura Yaser, y argumentan que toman “una pastilla con la que no contraen el VIH” (las llamadas PrEP, que reducen las probabilidades de contraer el virus, pero no las eliminan completamente).
A cada rato, frente a Las Vegas pasa con parsimonia una patrulla de Policía. Pero tienen límites, insiste Yaser: “Esto aquí está medio amparado por Mariela Castro”. Intervienen si hay una pelea, pero los travestis que se prostituyen sienten “una especie de protección”, y alegan –invocando siempre a la hija de Raúl Castro y directora del Centro Nacional de Educación Sexual– que sufren “acoso”.
En Las Vegas, el Café Cantante del Teatro Nacional o el XY –el otro bar emblemático para la prostitución masculina– también las artistas transformistas tienen su clientela “especial”.
“Unos policías cobran dinero por dejar tranquilos a los travestis y otros quieren sexo”, dice Yaser. Los oficiales tienen la peor fama posible en el gremio: por el día “se hacen los más tigres”; por la noche “van a buscar a sus pájaros al Malecón”.
En Centro Habana y La Habana Vieja prevalece la prostitución masculina y transexual; en barrios más caros, como Playa y Miramar –donde viven las familias de la cúpula dirigente–, la femenina, más cara y a quienes muchos atribuyen lazos con el régimen. En La Rampa, en El Vedado, todavía se recuerda el club El Carabalí –hoy cerrado– cuyo nombre de guerra era “el círculo del infierno”. En su segundo sótano, a medio construir y en completa oscuridad, explica Yaser, podía pasar cualquier cosa. “Eso siempre ha sido así en La Habana”.
En Las Vegas, el Café Cantante del Teatro Nacional o el XY –el otro bar emblemático para la prostitución masculina– también las artistas transformistas tienen su clientela “especial”. La diferencia, concluye Yaser, es que “ellas se buscan clientes fijos”. Son la aristocracia y lo reflejan con nombres pintorescos: Ingrid, Zamira, Whitney o Frida. Las demás, que pululan por la calle Infanta de madrugada, saben que el oficio también consiste en ir “mirando, cazando”, y muchas veces volver a casa con las manos vacías.
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
CUBA TODAY: MALE AND FEMALE PROSTITUTION AND TRANSSEXUAL IN THE NIGHT WORLD OF HAVANA. PHOTOS.
HAVANA, CUBA- Midnight on Saturday in Havana. The clientele of the “Las Vegas” cabaret, located on Infanta Street, smoke and talk on the threshold under two phosphorescent signs. They announce Adriana Brawns, a drag queen capable of offering a “unique show” and Doña Margot, “the owner of the word.” Protected by the low light, a young rider tries to close the deal with a tourist: if he manages to get twenty dollars from him, the hunt will have a happy ending.
Las Vegas, where tourists seek the Havana underworld. Each ‘hunter’ has her own territory and respect is earned through blood and force. The tourists – who already know the password, and sometimes even the contact of the gigolos – mix with the young Cubans, who put on their best shirt to immerse themselves in Las Vegas.
VISIT TO THE “LAS VEGAS” CABARET IN HAVANA.
“Everyone goes to Las Vegas because it is very cheap,” he explains to 14ymedio Yaser, who was an employee at the nightclub until a few months ago. There is no more favorable environment for male prostitution in the entire capital. Its golden rule is similar to that of the remote casino city: what happens in Las Vegas, stays there.
Almost everyone who stops at that cabaret knows what they are getting into. The tourists – who already know the password, and sometimes even the contact of the gigolos – mix with the young Cubans, who put on their best shirt to immerse themselves in Las Vegas. If the night goes well, says Yaser, the 300 pesos you have to pay to enter will not be in vain for either party.
The Havana underworld also has its language “loud and clear”, without subtleties. Having sex is ‘quimbar’ or ‘give mandarria’. The place is rough. Each hunter has her own terrain – depending on what the client is looking for – and her respect is earned through blood and crackers. The Havana underworld also has its language “loud and clear”, without subtleties. Having sex is quimbar or giving mandarria. The policeman is almost always a bugger, even if he pretends that he is a tiger. To make yourself understood “the hard way” you have to gesticulate, shout and clap your hands. Fighting is ripping.
A transvestite knows this well who, in the heat of an argument near Las Vegas, told another man that he charged up to 15,000 pesos for each tourist he slept with. The video of the confrontation, released on X by influencer Yanko Mesa, showed how rough the night on Infanta Street can become. The solution: one of the two had to exile from Central Havana and operate in another area.
OTHER MEETING POINTS IN HAVANA.
Normally, Yaser explains, the cost is much lower: $20 is the “ceiling price.” The field of action of those who go to Las Vegas extends to La Potajera, a park on 25th and O that serves as a base for those who practice prostitution. Yaser remembers that he once took a Peruvian friend to the cabaret. He loved the atmosphere, he says, even though it was “a dive.”
The field of action of those who go to Las Vegas extends to La Potajera, a park on 25th and O that serves as a base for those who practice prostitution.
“Strippers dance half-naked, there are drag shows, people consume drugs, they go to the bathrooms,” he lists. Foreigners “like that: the underworld,” says Yaser. “In their countries, many foreigners cannot go to these places because they are recognized figures, they have businesses, and they are afraid of being recognized. Here they are cheap and they feel free. They go to some house and even have orgies. That makes them morbid and excites them.”
Of course, foreigners usually go to the cabaret with condoms that they bring from their own countries. No one would think of trusting what the hunter has on hand. There are those who do not even use a condom, says Yaser, and argue that they take “a pill with which they do not contract HIV” (the so-called PrEP, which reduces the chances of contracting the virus, but does not completely eliminate them).
Every now and then, a police patrol slowly passes in front of Las Vegas. But they have limits, Yaser insists: “This here is half protected by Mariela Castro.” They intervene if there is a fight, but transvestites who prostitute themselves feel “a kind of protection,” and allege – always invoking Raúl Castro’s daughter and director of the National Center for Sexual Education – that they suffer “harassment.”
In Las Vegas, the Café Cantante of the National Theater or the XY – the other emblematic bar for male prostitution – the drag performers also have their “special” clientele.
“Some police officers charge money to leave transvestites alone and others want sex,” says Yaser. The officers have the worst possible reputation in the union: during the day “they become the biggest tigers”; At night “they go to look for their birds on the Malecón.”
In Central Havana and Old Havana, male and transsexual prostitution prevails; in more expensive neighborhoods, such as Playa and Miramar – where the families of the ruling elite live –, the female one, more expensive and to whom many attribute ties to the regime. In La Rampa, in El Vedado, the El Carabalí club – closed today – whose nom de guerre was “the circle of hell” is still remembered. In his second basement, half-built and in complete darkness, Yaser explains, anything could happen. “That has always been like that in Havana.”
In Las Vegas, the Café Cantante of the National Theater or the XY – the other emblematic bar for male prostitution – the drag performers also have their “special” clientele. The difference, Yaser concludes, is that “they look for regular clients.” They are the aristocracy and they reflect it with picturesque names: Ingrid, Zamira, Whitney or Frida. The others, who swarm Infanta Street at dawn, know that the job also consists of “looking, hunting,” and many times returning home empty-handed.
Agencies/ 14yMedio, La Habana / Pedro Espinosa/ Extractos/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.
