EL CABALLERO DE PARIS, EL CONSIDERADO MAS POPULAR PERSONAJE DE LA VIEJA HISTORIA HABANERA. PHOTOS.
El Caballero de París era un personaje de la calle muy conocido en La Habana en los años 50. Era de mediana estatura, menos de 1,80 metros. Tenía el pelo largo y descuidado de color castaño oscuro y barba, con algunos pelos blancos. Sus uñas eran largas y retorcidas por no haber sido cortadas en muchos años. Siempre vestía de negro, cubierto con una capa negra, incluso en el calor del verano. Siempre llevaba una cartera con papeles y una bolsa donde guardaba sus pertenencias.
Era un hombre gentil que aparecía en los lugares más inesperados en los momentos más impredecibles, aunque visitaba muchos lugares con regularidad. Caminaba por las calles y viajaba en los autobuses de La Habana saludando a todos y discutiendo su filosofía de vida, religión, política y temas de actualidad con todo aquel que se cruzaba en su camino.
Se le podía encontrar regularmente en el Paseo del Prado; la Avenida del Puerto; en un parque cerca de la “Plaza de Armas”; cerca de la “Iglesia de Paula”; en el Parque Central, donde a veces dormía en uno de los bancos; en la calle Muralla; cerca de Infanta y San Lázaro; y en la esquina de 23 y 12 en El Vedado. También lo recuerdo caminando por el paseo central de la Quinta Avenida de Miramar, donde solía estar por las tardes.
Era un conversador fluido y culto. Muchos aún recuerdan las veces que conversaban con él. Nunca mendigaba ni usaba malas palabras. Sólo aceptaba dinero de conocidos, a quienes a cambio les daba un regalo, que podía ser una postal coloreada por él, un bolígrafo o lápiz decorado con hilos de diversos colores, un sacapuntas u objeto similar. Con frecuencia daba cambio a quienes le daban dinero. Aunque los niños al principio se asustaban por su apariencia, pronto perdían el miedo y conversaban con él. Todos, adultos y niños, le hablaban con el mayor respeto.
QUIEN ERA EL CABALLERO DE PARIS
Mucho se ha escrito sobre el origen de este personaje inolvidable, José María López Lledín, El Caballero de París. Se dice que nació con el siglo veinte en la provincia de Lugo, España, que llegó a la Habana en 1913 a la edad de 14 años, su familia que consistía de 11 hermanos y hermanas, una de las hermanas aun vive en Oviedo (España) y tiene 91 años.
Se habla de que al ser acusado de un crimen que no cometió fue tal su tristeza que perdió la razón. Lo que sí sabemos es que, este legendario caminante que regalaba rosas a las damas y plumas y tarjetas de colores, fabricadas por él mismo, que iba por las calles contando historias, adornó la estampa cotidiana de la capital cubana de esa época. Durante mucho tiempo lo vi a menudo en su “residencia” en las afueras de la entonces Taberna Checa en San Lázaro e Infanta.
En 1977, el que se denominara a sí mismo como “El Emperador de la Paz”, fue internado y en el Hospital Siquiátrico Nacional de Cuba, en Mazorra, en las afueras de la Habana, donde murió en el verano del año 1985 a la edad de 85 años. Sus restos descansan en el cementerio Santiago de las Vegas en la Habana.
Hubo una canción que lo inmortalizó, compuesto por Antonio Maria Romeu y cantada por el inigualable Barbarito Diez:
”Mira quien viene por ahí, ¡¡El Caballero de París!!!”
EL CABALLERO DE PARIS (THE PARIS KNIGHT), IS CONSIDERED THE MOST POPULAR CHARACTER IN THE OLD HAVANA HISTORY. PHOTOS.
The Paris Knight was a well-known street character in Havana in the 1950s. He was of medium height, less than 1.80 meters. He had long, unkempt dark brown hair and a beard, with some white hairs. His nails were long and twisted from not having been cut in many years. He always dressed in black, covered with a black cape, even in the heat of summer. He always carried a briefcase with papers and a bag where he kept his belongings.
He was a gentle man who appeared in the most unexpected places at the most unpredictable times, although he visited many places regularly. He walked the streets and traveled on Havana buses greeting everyone and discussing his philosophy of life, religion, politics and current affairs with anyone who crossed his path.
He could regularly be found on the Paseo del Prado; Avenida del Puerto; in a park near the “Plaza de Armas”; near the “Iglesia de Paula”; in the Parque Central, where he sometimes slept on one of the benches; on Muralla Street; near Infanta and San Lázaro; and on the corner of 23 and 12 in El Vedado. I also remember him walking along the central promenade of Miramar’s Fifth Avenue, where he used to be in the afternoons.
He was a fluent and cultured conversationalist. Many still remember the times they talked with him. He never begged or used bad words. He only accepted money from acquaintances, to whom he gave a gift in return, which could be a postcard colored by him, a pen or pencil decorated with threads of various colors, a pencil sharpener or similar object. He often gave change to those who gave him money. Although the children were initially frightened by his appearance, they soon lost their fear and talked to him. Everyone, adults and children, spoke to him with the greatest respect.
Agencies/ Wiki/ CubaGenWeb/ Nostalgia Cubana/ Carlos Rodriguez Bua/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.