LA HABANA: EL MUY FAMOSO Y ANTIGUO “EL CAÑONAZO DE LAS NUEVE”. PHOTOS.
El disparo del cañonazo de las nueve es una singular ceremonia que tiene lugar todos los días en horas de la noche en la capital cubana y que en la actualidad es fuente de atracción tanto para los cubanos como para muchas personas que de diferentes lugares del mundo visitan nuestro país. Esta ceremonia se realiza en el Castillo de San Carlos de La Cabaña, que es la mayor de las antiguas fortalezas militares de la época colonial existentes en Cuba.
Hubo una época en que uno podía seguir el ritmo de la vida y poner el reloj en hora gracias a avisos lejanos. En una fábrica cercana a donde vivía anunciaban el inicio, el receso y el cese de la jornada laboral con un largo y agudo silbato que inundaba todo el reparto, a las siete y a las once de la mañana, y a la una y a las cinco de la tarde. “Báñate, que ya sonó el pito de las cinco” o Acuéstate que hace rato que sonó el cañonazo…” eran frases familiares entonces, como familiares eran aquellos sonidos.
No se necesitaba ver la hora pues el pito de las siete advertía que se imponía salir de la cama y empezar a prepararse para el colegio. Uno podía poner los frijoles en remojo, empezar a desalar el tasajo, tomarse las pastillas que recetó el médico y, en definitiva, regir su horario con aquellos anuncios, aunque La Habana vivió durante unos dos años y medio sin su tradicional disparo y, al menos en una ocasión el cañonazo sonó fuera de hora. Parecerá increíble, pero fue así: el 18 de septiembre de 1902, el disparo no se hizo a las nueve, sino a las 9:30, y nunca se explicó el por qué.
EL SINONIMO DE LA HABANA “EL CANONAZO”.
Se dice que La Habana sin su cañonazo es como si le faltara el Malecón, porque el cañonazo de las nueve es tan habanero como el Morro, La Giraldilla y La Fuente de la India. Mas entre el 24 de junio de 1942 y el 1 de diciembre de 1945 no hubo cañonazo que valiera en la ciudad. Cuba había entrado en la Segunda Guerra Mundial y el Estado Mayor del Ejército prohibía el disparo nocturno a fin de ahorrar pólvora y no ofrecer nuestra posición al enemigo.
Allá por los años 50 un empresario radicado en Puerto Rico recibió en su establecimiento la visita de un sujeto que dijo ser habanero y pedía empleo. El dueño del negocio, cubano, para constatar si el visitante decía la verdad o no, le hizo dos preguntas clave: ¿A qué hora mataron a Lola? ¿A qué hora suena el cañonazo?
A la primera interrogante, el supuesto habanero respondió que no se encontraba en la ciudad el día del asesinato de Lola, y con respecto al cañonazo, dijo que La Habana era una urbe tranquila y pacífica, y demostró así que debió haber nacido en otra parte y que de la capital cubana no sabía absolutamente nada pues, aunque no pueda ya precisar con certeza quién fue Lola, nadie en Cuba desconoce que la mataron a las tres de la tarde y mucho menos ignora la hora del cañonazo.
Durante la Colonia, el cañonazo sirvió para anunciar que se abrían y se cerraban las puertas de las murallas que, decía el historiador Emilio Roig, “formando un enorme cinturón de piedra, rodeaban y defendían, como inexpugnables fortalezas de su época, la primitiva, modesta, sencilla, patriarcal y pequeña ciudad de San Cristóbal de La Habana”.
ERAN DOS CANONAZOS ENTONCES
Porque entonces no era un solo cañonazo, sino dos. Y coexistían dos ciudades, que eran una sola, la de intramuros y la de extramuros, divididas por aquel paredón. A las 4:30 de la mañana, al toque de diana, el cañonazo indicaba que debían alzarse los rastrillos, tenderse los puentes levadizos y abrirse las puertas de las murallas para permitir el tráfico entre una parte y otra. Y el de las ocho de la noche, al toque de retreta, disponía que se hiciera lo contrario. Caían los rastrillos, se elevaban los puentes y se cerraban las puertas y nadie entonces podía entrar en la ciudad amurallada. Ni salir.
El disparo se hacía desde el buque de guerra que servía de Capitanía en el Apostadero; luego, empezó a hacerse desde la fortaleza de la Cabaña, y con el tiempo, cuando el toque de retreta dio paso al toque de silencio, desapareció el cañonazo de las 4:30 y el de las ocho empezó a escucharse a las nueve de la noche, costumbre que se mantuvo luego de la desaparición de las murallas con el único objetivo de anunciar pueblerinamente la hora y llega hasta hoy.
El cañonazo de las nueve constituye una de las más pintorescas tradiciones que tiene lugar en Cuba y en La Habana en específico y algo que lo distingue es que no se trata de una fiesta popular que se realiza en determinada época del año, sino que es algo que ocurre todos los días. Y sirve, además, para que muchos habaneros y visitantes que se encuentren en la ciudad, en zonas cercanas a donde se realiza el disparo, puedan ajustar sus relojes, porque no le quepa duda el cañonazo es a las nueve en punto.
HAVANA: THE VERY FAMOUS AND OLD “THE NINE O’CLOCK CANNON GUN”. PHOTOS.
The firing of the nine o’clock cannon is a unique ceremony that takes place every day at night in the Cuban capital and that is currently a source of attraction for both Cubans and many people who visit our country from different places in the world. This ceremony takes place in the San Carlos de La Cabaña Castle, which is the largest of the old military fortresses from the colonial era in Cuba.
There was a time when one could follow the rhythm of life and set the clock thanks to distant warnings. In a factory near where I lived, they announced the beginning, recess and end of the work day with a long, shrill whistle that filled the entire area, at seven and eleven in the morning, and at one and five in the afternoon. “Take a bath, the five o’clock whistle has already sounded” or “Go to bed, the cannon shot has been going on for a while…” were familiar phrases then, as familiar were those sounds.
There was no need to look at the time because the seven o’clock whistle warned that it was time to get out of bed and start getting ready for school. One could soak the beans, start desalting the beef jerky, take the pills the doctor prescribed and, in short, govern one’s schedule with those announcements, although Havana lived for about two and a half years without its traditional shot and, at least on one occasion, the shot rang out of time. It may seem incredible, but it was so: on September 18, 1902, the shot was not fired at nine, but at 9:30, and the reason was never explained.
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Agencies/ Ciro Bianchi/ PortalHabana/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
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