– OLD Chronicles: Enrico Caruso and his Happy Day at Jaimanitas Beach, Cuba. <> CRÓNICAS de Ayer: Enrico Caruso y su dia Feliz en la Playa de Jaimanitas, Cuba. FOTOS.

enrico-caruso-3205bc5c-7179-49ef-96d8-e6551c58499-resize-750OLD CHRONICLES: ENRICO CARUSO AND HIS HAPPY DAY AT THE BEACH OF JAIMANITAS, CUBA.

It was on June 17, 1920, when another Cuban musical celebrity, Enrico Caruso, visited the Cuban capital. In addition to offering a well-remembered performance, he took a beach break in the then exclusive “Club Náutico de Jaimanitas”, and it is precisely this last referred to the chronicle of the Centennial.

The “Nautical Club of Jaimanitas” has been noted among its illustrious visitors the relevant personality of the great divo Enrico Caruso. A few days ago-no more than 15-René Berndes had, the brilliant idea of ​​inviting his feud to the most prodigious singer of the time, to which he is today our guest of honor: and with him to the Minister of Italy and other persons of high social relief.

Caruso was accompanied by his private secretary, his doctor, the tiples and main figures of the opera company that with the great tenor has just finished the season brilliantly in the “National” theater. All were received in the most courteous and friendly way in the small club-house of the picturesque beach of Jaimanitas by the President and owner of that poetic place, by René Berndes, in sea-lion costume.

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Caruso and his companions from the moment they arrived put in frank, that is to say, they changed their costumes for others more typical of the place where they were: they dressed as sailors and put on canvas sneakers or they stayed with their bare feet. Caruso was one of those who did not want any shoes, and stayed most of the day receiving the tasty freshness of the fine sand on the epidermis.

Hours of frank and healthy madness were spent: hours of schoolboy joy when it changed the severities of the study, the rigid discipline of the teaching establishment, the professor’s dull and enigmatic face on the open beach, the free field and the fraternal camaraderie.

The out door life-which the Americans say-was enjoyed with great enthusiasm without any concern for that group of distinguished people who had no other objective than to have fun, than to inhale the pure oxygen of the Gulf, which flows through those places that border, the infinite blue of the waters.

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It became sport, a lot of sport, because how does it not talk about doing it when it was indicated? the motor boats of the Club took the guests in fast march in front of the stretches of rocky coast, or of shining white beaches that extends before the view like delicious tapestries to contrast the evergreen greenery of the exuberant tropical vegetation. There were rowing and swimming exercises: target shooting with rifles on a moving target more than 100 meters … and then lunch, a real feast where the delicacies of the palate abounded, were tasted mojarras and guaguanchos, fish that same dawn: accredited French and Spanish wineries provided the exquisite wines, until they reached the champagne that gilded the broad-bellied glasses, singing a hymn to life in the murmuring of their foams.

In the afternoon fencing was held holding several rounds in the main hall of the Club. There was also music and singing, light singing, in the sweet language of Donizetti.

Caruso was so pleased with his day in Jaimanitas, that he does not intend to leave our beaches without repeating his happy hours, as happy as other equals had not enjoyed in many years, according to a spontaneous declaration to the owner of the house, René Berndes, who he feels intimately satisfied, truly delighted, for having provided Caruso with those moments of joy under the roof of his Yacht Club on the beautiful beach of Jaimanitas.

The photographs that we publish on this page are the most evident demonstration of healthy joy, and the frank joy that reigned during the hours spent by such illustrious visitors on that beautiful beach, one of the most beautiful in Cuba.

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enrico-caruso-fee73d3e-6093-4738-80bf-85ca8132396-resize-750CRÓNICAS DE AYER: ENRICO CARUSO Y SU DIA FELIZ EN LA PLAYA DE JAIMANITAS, CUBA.

Corría el 17 de junio de 1920, cuando visitaba la capital cubana otra celebridad musical, Enrico Caruso, quien además de ofrecer una muy recordada actuación, se tomó un asueto playero en el entonces exclusivo “Club Náutico de Jaimanitas”, y es precisamente a esto último que se refiere la crónica de la Centenaria.

El “Club Náutico de Jaimanitas” se ha anotado entre sus visitantes ilustres la personalidad relevante del gran divo Enrico Caruso. Hace algunos días—no más de 15—tuvo René Berndes, la genial ocurrencia de invitar a su feudo al más prodigioso cantante de la época, al que es hoy nuestro huésped de honor: y con él al señor ministro de Italia y otras personas de alto relieve social.

A Caruso le acompañó su secretario particular, su médico, las tiples y figuras principales de la compañía de ópera que con el gran tenor acaba de terminar brillantemente la temporada en el teatro “Nacional”. Todos fueron recibidos de la manera más cortés y simpática en el pequeño club-house de la pintoresca playa de Jaimanitas por el Presidente y propietario de aquel poético lugar, por René Berndes, en traje de lobo de mar.

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Caruso y sus acompañantes desde el momento que llegaron pusieron en franquia, es decir cambiaron sus indumentarias por otras más propias del lugar donde se encontraban: se vistieron de marineros y calzaron zapatilla de lona o se quedaron con los pies desnudos. Caruso fué de los que no quisieron calzado alguno, y se quedó la mayor parte del día recibiendo la sabrosa frescura de la fina arena sobre la epidermis.

Se pasaron horas de franca y sana locura: horas de alegría de colegial cuando troca las severidades del estudio, la rígida disciplina del plantel de enseñanza, la cara adusta y enigmática del profesor por la playa abierta, el campo libre y la fraternal camaradería.

El out door life—que dicen los americanos—fué gozada a pulmón batiente sin preocupación alguna por aquel grupo de personas distinguidas qué no tenían más objetivo que divertirse, que aspirar el oxígeno puro del Golfo, que pasa a raudales por aquellos parajes que bordean , el azul infinito de las aguas.

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Se hizo sport, mucho sport, pues ¿cómo no habla de hacerse cuando era lo indicado? las lanchas motores del Club llevaron a los huéspedes en rápida marcha frente a los tramos de costa rocosa, o de playas blanquísimas y brillantes que se extiende ante la vista como deliciosos tapices para contrastar el verdor sempiterno de la exuberante vegetación tropical. Hubieron ejercicios de remo y natación: tiro al blanco con rifles sobre un target movedizo a más de 100 metros… y luego vino el almuerzo, un verdadero festín donde abundaron las delicadezas del paladar, se saborearon mojarras y guaguanchos, pescados aquel mismo amanecer: acreditadas bodegas francesas y españolas proveyeron los vinos exquisitos, hasta llegar al champán que doró las copas de amplio vientre, entonando un himno a la vida en el murmurar de sus espumas.

Por la tarde se hizo esgrima celebrándose varios asaltos en el salón principal del Club. También hubo música y canto, canto ligero, en el dulce idioma de Donizetti.

Caruso quedó tan complacido de su día en Jaimanitas, que no piensa abandonar nuestras playas sin volver a repetir sus horas felices, tan felices como no había gozado otras iguales en muchos años, según espontánea declaración al dueño de la casa, a René Berndes, que se siente íntimamente satisfecho, verdaderamente alborozado, por haber proporcionado a Caruso esos momentos de alegría bajo el techo de su Club Náutico en la hermosa playa de Jaimanitas.

Las fotografías que publicamos en esta página son la demostración más evidente del sano júbilo, y la franca alegría que reinaron durante las horas pasadas por tan ilustres visitantes en aquella hermosa playa, una de las más bellas de Cuba.

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