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542_medico-chino-300x225FRASES POPULARES CUBANAS: “A ESE NO LO SALVA NI EL MEDICO CHINO”!.

A través de las paginas de la historia de Cuba se mezclan hechos reales y legendarios de tal modo, que no hay manera de desligarlos, como si lo maravilloso formara parte de la vida cotidiana del territorio, hasta el punto de que una visión demasiado racionalista del acontecer sería incapaz de comprender la íntima urdimbre de los acontecimientos.

Hablaré del famosísimo Cham Bom-biá, (Chang Pon Piang), el Médico Chino, cuyas curaciones fueron tan extraordinarias que de él ha quedado en nuestro folklore la frase ponderativa de la suprema gravedad de un enfermo: «No le salva ni el Médico Chino».

Uno de los biógrafos de este milagrero, Herminio Portell-Vilá, refiere que Cham Bom-biá llegó a La Habana en 1858, estableciendo aquí su consulta, que era visitada por personas de todas las clases sociales. Vivió después en Matanzas, con consultorio en la calle de Mercaderes esquina a San Diego, próxima a la residencia de la familia Escoto; y por último se trasladó a Cárdenas, pasando en ella sus últimos años, hasta su misteriosa muerte.

Casa donde vivio el Medico Chino.

Portell-Vilá lo pinta «Hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes algo oblicuos; con luengos bigotes a la usanza tártara, larga perilla rala pendiente del mentón y solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso; vestía como los occidentales, y en aquella época que no se concebía en Cuba al médico sin chistera y chaqué, él también llevaba con cómica seriedad una holgada levita de dril».

SE INSTALA EN CUBA CHAM BOM-BIÁ.

En Cárdenas apareció por el año de 1872, instalándose en una casa de la Sexta Avenida, casi esquina a la calle 12, junto al actual cuartel de bomberos, en la que tenía su botiquín.

Cham Bom-biá, si prescindimos del aparatoso ceremonial que usaba en su consultorio y en las visitas a los enfermos, puede ser considerado, más que como vulgar curandero, como un notable hombre de ciencias de amplia cultura oriental, que mezclaba sus profundos conocimientos en la flora cubana y china, como sabio herbolario que era, con los adelantos médicos occidentales.

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En Cárdenas realizó curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama de aquella ciudad y de La Habana, devolviéndoles a muchos de sus clientes la salud, la vista, el uso de sus miembros.

En el ejercicio de su carrera científico-curanderil, actuaba con absoluto desprendimiento, cobrando honorarios a los ricos, y conformándose con decirles a los pobres: «Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga; yo siemple da la medicina pa gente poble». Las medicinas las proporcionaba unas veces de su botiquín particular, y otras mediante recetas que eran despachadas en la farmacia china de la Tercera Avenida número 211.

Cham Bom-biá llegó a conquistar gran popularidad en Cárdenas y en toda la Isla, convirtiéndose, según afirma Portell-Vilá, en el sumo pontífice de la medicina, lo mismo ayer que hoy, como bien lo expresa la frase popular que sobre él perdura, ya citada más arriba, y de la que existe esta otra variante: «A ése no lo cura ni el Médico Chino».

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Una mañana encontraron sin vida a Cham Bom-biá, tendido en el camastro de la casa que siempre habitó solo en la Perla del Norte. Nunca pudo esclarecerse la causa de su muerte, atribuyéndola, unos, a un suicidio, y otros a algún veneno administrado por cualquiera de sus colegas, envidioso de su fama.

De él quedan, además de su reputación elevada a la estratosfera, estos versos que los mataperros callejeros aplican a todos los orientales:

Chino manila,
Cham Bom-biá:
Cinco tomates
Por un reá.

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chinoPOPULAR CUBAN PHRASES: “NOT EVEN THE CHINESE DOCTOR WILL SAVE HIM” !..

Through the pages of the history of Cuba real and legendary events are mixed in such a way that there is no way to separate them, as if the marvelous were part of the daily life of the territory, to the point that a too rationalist vision of the happening would be incapable of understanding the intimate warp of events.

I will speak of the very famous Cham Bom-biá, (Chang Pon Piang), the Chinese Doctor, whose cures were so extraordinary that he has left in our folklore the ponderative phrase of the supreme seriousness of a sick person: “He is not saved by the Chinese Doctor »

One of the biographers of this miracle worker, Herminio Portell-Vilá, says that Cham Bom-biá arrived in Havana in 1858, establishing his query here, which was visited by people of all social classes. He later lived in Matanzas, with an office in Mercaderes Street, on the corner of San Diego, near the residence of the Escoto family; and finally he moved to Cárdenas, spending his last years there, until his mysterious death.

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Portell-Vilá paints him «Man of high stature, with sharp and penetrating eyes slightly oblique; with long mustaches in the tartar style, long thin knob hanging from the chin and solemn and ample gestures, emphasizing his figurative and pompous language; He dressed like Westerners, and at that time the doctor was not conceived in Cuba without a hat and a coat, he also wore with comical seriousness a loose denim coat. ”

CHAM BOM-BIÁ IN CUBA.

In Cárdenas appeared by the year of 1872, settling in a house on Sixth Avenue, almost corner of 12th Street, next to the current fire station, where he had his first aid kit.

Cham Bom-biá, if we dispense with the spectacular ceremonial he used in his office and visits to the sick, can be considered, more than as a common healer, as a remarkable man of sciences of wide oriental culture, who mixed his profound knowledge in Cuban and Chinese flora, as a wise herbalist, with Western medical advances.

In Cárdenas he made wonderful cures for terminally ill patients by doctors of that city and Havana, returning to many of his clients the health, the sight, the use of its members.

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In the exercise of his scientific-curanderil career, he acted with absolute detachment, charging fees to the rich, and content to say to the poor: “If you have money pay for me. If you do not have, you do not pay; I always give medicine to the people who live ». The medicines were sometimes provided from his private medicine cabinet, and others through prescriptions that were dispensed at the Chinese pharmacy on Third Avenue number 211.

Cham Bom-biá became very popular in Cárdenas and throughout the island, becoming, according to Portell-Vilá, the supreme pontiff of medicine, the same yesterday as today, as the popular phrase about it endures. , already cited above, and of which there is another variant: “That is not cured by the Chinese Doctor.”

One morning they found Cham Bom-biá dead, lying on the bed of the house that always lived alone in the Pearl of the North. The cause of his death could never be clarified, attributing it, some, to a suicide, and others to some poison administered by any of his colleagues, envious of his fame.

Of him they remain, in addition to his reputation elevated to the stratosphere, these verses that the mataperros street apply to all the oriental ones:
Chino manila,
Cham Bom-biá:
Cinco tomates
Por un reá.

Agencies/ El Curioso / Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
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